Por Enrique Del Risco
En la segunda mitad del siglo XIX la emigración cubana en Nueva solía celebrar sus eventos más importantes en salones de alquiler. A falta de una sede social fija como el club San Carlos de Cayo Hueso o los varios clubes y fábricas de Tampa el uso de locales alquilados o prestados por otras instituciones resultaba bastante más conveniente. Según el historiador Enrique López Mesa a partir del estallido de la guerra de independencia de 1895 “donde se celebró la mayor parte y los más importantes meetings políticos de este período fue en el Chickering Hall (5ª. Ave. y Calle 18)”.
En la segunda mitad del siglo XIX la emigración cubana en Nueva solía celebrar sus eventos más importantes en salones de alquiler. A falta de una sede social fija como el club San Carlos de Cayo Hueso o los varios clubes y fábricas de Tampa el uso de locales alquilados o prestados por otras instituciones resultaba bastante más conveniente. Según el historiador Enrique López Mesa a partir del estallido de la guerra de independencia de 1895 “donde se celebró la mayor parte y los más importantes meetings políticos de este período fue en el Chickering Hall (5ª. Ave. y Calle 18)”.
Chickering Hall en 1888 |
Dicho edificio fue hecho construir por la compañía de fabricantes de pianos Chickering &Sons. Con esto seguía el ejemplo de la competencia, la famosa empresa de fabricantes de pianos Steinway que en 1864 había estrenado en 71–73 East 14th Street una imponente construcción llamada Steinway Hall. En dicho edificio podían exhibirse hasta un centenar de pianos para la venta a lo que se añadió dos años después una sala de conciertos. A pesar de sus deseos de imitar a sus competidores no fue hasta el 15 de noviembre de 1875 que Frank Chickering, dueño de Chickering & Sons, consiguió estrenar su propio Chickering Hall.
Y lo hizo con un concierto del afamado y exigente pianista alemán Hans von Bulow. Por aprovechar la oportunidad única de que el famoso pianista iniciara su gira norteamericana con un piano Chickering en el auditorio de la compañía el concierto se celebró antes de finalizar la decoración interior del edificio. El edificio, construido en mármol y piedra roja conocida como brownstone, tenía cuatro plantas. Había sido diseñado por el arquitecto Robert B. Post y su auditorio, que ocupaba las plantas segunda y tercera tenía capacidad para mil quinientos espectadores.
Un hito en la historia de la sala fue la presentación del escritor Oscar Wilde el 9 de enero de 1882 quien dio inicio a su gira por los Estados Unidos con una conferencia a lleno completo sobre el renacimiento inglés. Entre los asistentes se encontraba el joven periodista de todavía 28 años José Martí quien escribió una hoy conocida reseña del evento que incluía esta descripción del auditorio:
“Es en Chickering Hall, casa de anchos salones, donde en Nueva York acude el público a oír lecturas. Es la casa de los lectores aristocráticos que ya gozan de fama y de fortuna para llamar desahogadamente a ella. En esas salas se combate y defiende el dogma cristiano, se está a lo viejo y se predica lo nuevo. Explican los viajeros sus viajes, acompañados de vistas panorámicas y dibujos en una gran pizarra. Estudia un crítico a un poeta. Diserta una dama sobre la conveniencia o inconveniencia de estos o aquellos trajes. Desenvuelve un filósofo las leyes de la filología. […] La sala está llena de suntuosas damas y de selectos caballeros. […] Los carruajes se agolpan a las puertas anchas de la solemne casa de las lecturas. Tal dama lleva un lirio, que es símbolo de los reformistas. Todas han hecho gala de elegancia y riqueza en el vestir. Como los estetas, que son en Inglaterra los renovadores del arte, quieren que sean siempre armónicos los colores que se junten en la ornamentación o en los vestidos, el escenario es simple y nítido”
En otras ocasiones Martí asistió a conferencias de alguno de los pensadores más "independientes, elocuentes o celebrados" del país o del famoso humorista Mark Twain que "ha sacado sus libros ya célebres del pecho mismo de los hombres". O describe el espectáculo en que podía llegar a convertirse una subasta de cuadros:
"Todo el señorío de Nueva York, para comprar o curiosear, espera pacientemente a que abran las puertas dei salón de Chickering. [...] Son las ocho. La sala está llena. Los catálogos, empastados de rojo, brillan entre los vestidos negros del concurso como manchas de sangre. Un cintillo de luces de gas da sobre el escenario, en cuyo fondo aguardan los cuadros su fortuna, ocultos tras las cortinas encarnadas. Ábrense las cortinas. El remate empieza"Sin embargo, de los catorce discursos que se conservan de Martí ninguno de ellos fue pronunciado en Chickering Hall. En cambio sí hay constancia de que después de su muerte se celebraron varios homenajes en su memoria y al menos un par de ellos fueron presididos por la oratoria famosa de Manuel Sanguily: el pronunciado el 10 de octubre de 1895 y que llevaba por título “Céspedes y Martí” y el de la conmemoración del primer aniversario de la muerte del apóstol cubano el 19 de mayo de 1896.
En la revista Cuba y América editada en Nueva York por el destacado intelectual cubano Raimundo Cabrera se resumía en junio de 1898 la importancia de dicha institución para el exilio cubano:
“Chickering Hall; he ahí un nombre que recordarán siempre con amor todos los emigrados cubanos.
Sus localidades, innumerables veces, desde el comienzo de la Revolución, han sido ocupadas por ese público entusiasta en cuyos pechos vibran, enardecidos, los sentimientos de libertad y de odio contra los opresores de la patria. Oradores elocuentísimos han esparcido en su recinto ecos mágicos y sentidas y arrebatadoras imágenes.[…]
¡Cuántas veces el viajero de Cuba, ansioso por desahogar sus sentimientos en una pública asamblea ha acudido allí para acudir frenético sus palmas y llevar después a Cuba, a aquella atmósfera de opresión, el recuerdo indeleble que grabara en su memoria el magno espectáculo de esas manifestaciones libres y expansivas de los colonos en el seno de una nación hospitalaria!
Hoy, cuando los ensueños de ese pueblo heroico se ven al fin realizados, ¿de cuántos deseos, de cuántas esperanzas no son mudos testigos las molduras y adornos labrados del liceo que bien pudiéramos llamar, el Templo Cubano, y que quedará en Nueva York como memorial augusto de nuestras luchas angustiosas por la redención de la patria?
El Edifico poco antes de ser derribado |
Imagen actual del sitio. Foto del autor. (Nótese que el edificio que se encuentra al lado derecho es el mismo que aparece junto al edificio original en la imagen anterior) |
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