Reproducimos aquí la entrevista que hiciera la escritora Teresa Dovalpage para la revista Surco Sur a uno de los editores fundamentales del exilio cubano: Felipe Lázaro, fundador y director de la editorial Betania, cuyo catálogo incluye a buena parte de los escritores cubanos más destacados de las últimas décadas.
Teresa Dovalpage (T D): Betania se distingue por su excelente colección de poesía, pero veo que publican otros géneros (narrativa, teatro). ¿Qué posibilidades tiene un autor sin pedigrí literario de publicar, digamos, una novela o una colección de cuentos con ustedes?
Felipe Lázaro (F L): Betania se fundó en 1987 como un proyecto cultural dedicado —inicialmente— a publicar libros de poesía de autores españoles e hispanoamericanos. No obstante, como bien dices, fuimos ampliando otras colecciones, sobre todo, la de narrativa (novela y libros de cuentos) y la de ensayo (literario e histórico), aunque también lo seguimos intentando con la literatura infantil y las obras de teatro, que son más difíciles de trabajar, u otras colecciones como las de Arte, Ciencias Sociales, etc. En definitiva, más de 500 títulos en estos veinticuatro años de labor editorial, de donde un 80% son libros de poesía (poemarios y antologías) y ese mismo porcentaje corresponde a los autores cubanos (más de cien, de dentro y fuera de la Isla) publicados por nuestra casa editora. Respecto a la narrativa, hemos publicado novelas de escritores conocidos, como los cubanos Matías Montes Huidobro (Parto en el cosmos, 2002); Daniel Iglesias Kennedy (La hija del cazador, 1995; Esta tarde se pone el sol, 2001; Espacio vacío, 2003); León de la Hoz (La semana más larga, 2007); Pancho Vives (Ruyam, 1990); Jacobo Machover (Memoria de siglos, 1991); Nidia Fajardo (Poniendo los sueños de penitencia, 2002) y Armando Valdés Zamora (Las vacaciones de Hegel, 1999); también el venezolano Carlos Pérez Ariza (Pagadero al portador, 1997); el mexicano Raúl Thomas, Cincuenta años de amor, 1999; Meditaciones perrunas, 2002; Posdata de un amor desesperado, 2004 y Lo prometido es deuda, 2008); la colombiana Adriana Restrepo (Chivitas, 1996); la española Ángela Reyes (Adiós a las amazonas, 2004) o la nicaragüense Martine Dreyfus (Casi todo pasó en abril, 2000). Pero también editamos a escritores menos conocidos, como Andrés Alburquerque (Diez cuentos cubanos, más o menos, 2002); Magda Silva (Hacia un mundo nuevo, 2006); Paulina Fátima (El castillo de los ultrajes, 2000); Gisela García Martín (Nunca podré olvidarte, 2003). Sin dejar de mencionar las excelentes colecciones de relatos de los cubanos Mirza L. González (Astillas, fugas, eclipses, 2001) e Ismael Sambra (Viviendo lo soñado, 2002) y a jóvenes valores como Jorge Luis Llópiz, con su estupendo libro de cuentos Juego de intenciones (2000) o las más recientes incorporaciones a la colección de Narrativa Inscrita bajo sospecha y De Ceca en Meca, ambos de 2010, de los también cubanos Mabel Cuesta y Gabriel Cartaya, respectivamente. Por lo tanto, publicamos a autores conocidos y a autores que se inician, siempre esperando descubrir al mejor, pues creemos —como decía Pavese— que el mejor antólogo es el tiempo y estos últimos que he mencionado ya vislumbran una trayectoria literaria con muchísimo futuro.
T D: ¡Ustedes tienen un catálogo impresionante! Y ya veo que no sólo publican a cubanos, son muy internacionales. Ahora, ¿cómo prefiere la editorial Betania recibir manuscritos: directamente de los autores, por medio de agentes o por otra vía como concursos literarios? ¿Organizan ustedes alguno en particular?
F L: Lo más corriente es recibir las obras directamente de los autores. Al principio recibíamos los manuscritos por correo postal y ahora todo se recibe por e-mail. Este prodigioso avance de la humanidad que se llama Internet nos ha facilitado muchísimo el trabajo, tanto a autores como a editores. A veces pienso cómo trabajábamos hace veinte años y casi no me lo puedo creer, hoy ya no se podría trabajar así. Veremos qué nos depararán los próximos años. De todas maneras, no solo recibimos manuscritos de los autores, sino que también creamos nuestros proyectos editoriales, como son los casos de los libros Conversación con Gastón Baquero —1ra edición, 1987; 2da edición, 1994— y Entrevistas a Gastón Baquero (1998); los poemarios La novia de Lázaro (1991) de Dulce María Loynaz, nuestro best seller, pues lo editamos un año antes que le concedieran el Premio Cervantes, en 1992; Versos sencillos, de José Martí (2003); Oasis, de José Ángel Buesa (2002); La ciudad muerta de Konrad, de Oscar Hurtado (2001) o la antología poética Herejías Elegidas, 2da edición, de Raúl Rivero (2003); El grito y otros poemas, de José Mario (2000) y Fatiga ser dos sombras, de Ángel Escobar (2001). Todos estos títulos son proyectos betanianos. Incluso el Manual de cocina cubana, un anónimo del siglo XIX, de 1862, bajo el título El cocinero de los enfermos, convalecientes y desganados —2da edición, 2002—.Y están las antologías colectivas que han tenido cierta repercusión, como: Poesía cubana: La isla entera (1995) y Al pie de la memoria. Antología de poetas cubanos muertos en el exilio, 1959-2002 (2003). También hay que mencionar las importantes coediciones que hemos realizado con instituciones como el Centro Cultural Cubano de Nueva York y con las madrileñas Fundación Hispano Cubana, la Asociación Cultural Gastón Baquero, el Centro de Estudios Poéticos Hispánicos, la Escuela Internacional de Madrid (TANDEM) y VOMADE.
T D: Es tremendo… No sabía que hicieran tanto, que tuvieran tantas publicaciones… Hace varios años me cayó en la mano precisamente un ejemplar de El cocinero de los enfermos, convalecientes y desganados, qué bueno que hayan rescatado esa joya. Y tienes razón, qué haríamos sin Internet… ya yo ni me acuerdo de los tiempos pre-Google. Cuando les llega un manuscrito de un autor novel o no muy conocido, ¿qué proceso siguen para aceptarlo o rechazarlo? ¿Cuánto tiempo, aproximadamente, toma la decisión?
F L: Lo primero que se hace es leerlo con suma calma y con detenimiento. Una vez evaluado el manuscrito, se le comunica al autor nuestra decisión: si nos interesa o no, y el tiempo de la toma de decisión depende principalmente del volumen del libro, de la cantidad de originales que hayamos recibido y estén pendientes de lectura y de su evaluación. (...) más de 500 títulos en estos veinticuatro años de labor editorial, de donde un 80% son libros de poesía (poemarios y antologías) y ese mismo porcentaje corresponde a los autores cubanos (más de cien, de dentro y fuera de la Isla) publicados por nuestra casa editora.
T D: ¿Cuáles de sus últimos libros publicados recomendaría a nuestros lectores?
F L: Pues recomendaría el poemario Las palabras viajeras de la cubana-brasileña Aimée G. Bolaños publicado a finales del año pasado y la antología crítica que inicia el 2011 betaniano, Indómitas al sol. Cinco poetas cubanas de Nueva York que reúne una selección de poemas de Magali Alabau, Alina Galliano, Lourdes Gil, Maya Islas e Iraida Iturralde con ensayos críticos de Odette Alonso Yodú, Elena M Martínez, Perla Rozencvaig y Mabel Cuesta.
T D: Los poetas cubanos han tenido un gran apoyo en Betania porque la verdad monda y lironda es que poquísimas editoriales se atreven con la poesía. ¡Más mérito para ustedes, y ojalá que de ahí salga otro best seller como el de Dulce María Loynaz! ¿Qué consejos le daría a un autor que quiera publicar con ustedes?
F L: Que trabajen mucho sus libros, que relean y revisen bien su obra antes de enviárnosla, incluso que la sometiesen a varias lecturas con anterioridad, pues es un excelente ejercicio crítico. O sea que una vez sus libros hayan pasado por varias lecturas críticas y con esos resultados tomados en cuenta, procurando siempre que el manuscrito venga lo más limpio posible de errores o de erratas, pues, entonces, estaríamos encantados en recibirlos.
T D: Pues claro que sí, no hay cosa peor que empezar a leer un manuscrito y ver una “b” donde debería estar una “v” o cualquier barbaridad de ese estilo. Volviendo a la poesía, Betania publicó en el 2008 el ensayo Poesía insular de signo infinito. Una lectura de poetas cubanas de la diáspora, de la profesora y poeta Aimée G. Bolaños, a quien mencionabas antes. ¿Cómo ha sido la acogida de ese libro y qué nos puedes decir del mismo?
F L: Desde sus inicios, nuestra editorial ha desarrollado una política de divulgación del estudio de la literatura de la diáspora cubana. Por ello, desde el ensayo Desde esta orilla: poesía cubana del exilio (1988) del poeta Elías Miguel Muñoz, pasando por la antología crítica Presencia negra. Teatro cubano de la diáspora (1999) del profesor Armando González-Pérez, hasta el ensayo que mencionas, hay un hilo conductor que refleja y plasma esa literatura hecha por cubanos exiliados. En esa trayectoria editorial no podemos dejar de mencionar una serie de antologías poéticas que retratan la labor lírica del destierro cubano; Poetas cubanos en Nueva York y Poetas cubanos en España (ambas de 1988), la antología bilingüe Poetas cubanas en Nueva York, 1991; Al pie de la memoria. Antología de poetas cubanos muertos en el exilio, 1959-2002, 2003, hasta la más reciente Indómitas al sol. Cinco poetas cubanas de Nueva York (2011). Incluso hay que citar otro libro que es todo un símbolo betaniano, me refiero a la antología Poesía cubana: la isla entera (1995), pues aunque incluye a poetas de dentro y fuera de la Isla, precisamente lo que hace es incorporar esa producción poética de la diáspora y la suma a la poesía hecha en la isla, de ese estricto momento, (pues muchos de los entonces poetas seleccionados que residían dentro, con los años salieron al destierro), formando así un todo que es la realidad de nuestra poética nacional. A esta relación de estudios y antologías de temática cubana habría que añadir los cientos de poemarios, decenas de novelas y libros de cuentos, obras de teatro y de otros géneros literarios que hemos ido publicando de autores cubanos exiliados en estos 24 años de labor editorial. Respecto a Poesía insular de signo infinito, como define su subtítulo, es una lectura de la obra de varias poetas cubanas de la diáspora, concretamente de autoras ya reconocidas, como Juana Rosa Pita, Alina Galliano y Carlota Caulfield, que entre ensayos y entrevistas desgranan su poética y su trayectoria literaria. Es un libro excelente, que recomiendo y que ha constituido todo un éxito de difusión. En este sentido, quizás pueda pensarse que este interés se deba porque todo lo referente a la literatura femenina está de moda e interesa, pero indudablemente me inclino a pensar que es por la calidad y profundidad de la investigación desarrollada, sin desvalorar la temática de mujeres de la diáspora, que también atrapa.
T D: Para seguir con la literatura de la diáspora, no sólo cubana, sino hispanoamericana en general, ¿qué peso han tendido esos autores diaspóricos, por llamarlos de alguna forma, en Betania?
F L: Con toda sinceridad, solo puedo hablarte de la diáspora cubana, pues aunque Betania ha publicado a muchos autores españoles e hispanoamericanos (y algún alemán, francés e italiano) no ha incidido en éstos la temática de la diáspora. Piensa que Betania se funda en 1987 y para entonces ya en España llevábamos casi una década de democracia e igualmente en América Latina habían pasado las dictaduras militares, y todo el continente se caracterizaba por un regreso a la normalidad democrática. En ese contexto, la diáspora cubana (masiva, sucesiva en el tiempo y social e ideológicamente plural), es una de las que más se han prolongado en la historia contemporánea, con 52 años y un saldo que ya sobrepasa los tres millones de cubanos desde 1959. Por lo tanto, si nos referimos solamente a la diáspora o exilio cubano, te digo —sin dudas— que el peso ha sido muy notable, importante y evidente. Basta con mirar nuestro fondo editorial y podemos comprobar que el 80% son autores cubanos exiliados. Y esto no quita para que siempre hayamos intentando publicar a escritores cubanos que residen en la Isla. Lo hemos hecho siempre, pues no hacemos distinción entre escritores cubanos de dentro o de fuera y siempre hemos pensado que todos somos cubanos.
T D: ¿Hay algunos temas recurrentes de la literatura de la diáspora que aparezcan en las publicaciones de Betania?
F L: Sí, por supuesto. En toda diáspora, exilio, o destierro, hay una temática muy recurrente y en la cubana pasa igual: Cuba, la patria, la isla, el país, la salida, el éxodo, la nostalgia, la lejanía, la ausencia, los años de estar fuera, los cambios de domicilio, los viajes: una peregrinación constante, la tierra natal o el terruño, los nuevos documentos y más documentos, el cansancio, ansiar o vislumbrar el regreso, el retorno al país, el olvido, la añoranza, la fatiga, el calendario, cierta frustración, la esperanza… y, sobre todo, el futuro posible que se acerca cada día más. Todo ello conforma la vida de un exiliado y, por lo tanto, su literatura.
P.D: Para saber más de la editorial Betania, visite su sitio en la red.
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