Desde el viaje a La Habana de María de las Mercedes Santa
Cruz y Montalvo en 1840, hasta el viaje al exilio de Herminia del Portal y la revista
Vanidades en 1960: Doce décadas
(1840-1960) de luchas y logros del periodismo de cubanas, por cubanas y sobre
cubanas.
© Ileana Fuentes
Trabajo presentado en el
Congreso Anual del Centro Cultural Cubano de Nueva York
3-4 de diciembre, 2022
A modo de introducción: ¿Qué constituye ser periodista?
Como señala el Informe de 2012 de la Relatoría
Especial (de Naciones Unidas) sobre el derecho a la libertad de opinión y
expresión, y cito: “los periodistas son personas que observan,
describen, documentan y analizan los acontecimientos y […] cualquier propuesta
que pueda afectar a la sociedad, con el propósito de […] reunir hechos y
análisis para informar a los sectores de la sociedad o a ésta en su conjunto”,
fin de la cita.
El
periodismo cumple
funciones notablemente sociales: las de intervenir de forma activa
en los cambios encaminados hacia el avance de la sociedad.
Existe el término
“periodista ambiental”, que es aquel -o aquella- que trasmite informaciones
sobre personas, lugares, acciones o acontecimientos y también textos de opinión que no responden a las
características propias de la información, puesto que pretenden divulgar ideas
y están muy vinculados con la creación personal. Son una mezcla creativa y
abierta de información y opinión.
En Cuba, la Escuela de Periodismo Manuel Márquez Sterling se funda en La Habana en abril de
1942, lo que significa que, hasta mediados de la década de 1940, no hay en Cuba
periodistas profesionales como tal, sino narradores, cuentistas, cronistas y
novelistas que, desde su propia escritura, relatan y dan fe de acontecimientos,
ideas, movimientos sociales, familia, salud, educación, ciencia, naturaleza,
cultura, política, moda, y también de asuntos de la mujer.
A partir de estas definiciones, podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos,
que la primera cubana que narra asuntos de interés a la sociedad, que observa,
describe y documenta acontecimientos, que da fe de cambios físicos -
específicamente de La Habana –, y que ejerce “una mezcla creativa y abierta de
información y opinión” mediante su escritura, fue María de las Mercedes Santa Cruz
y Montalvo, Condesa de Merlín.
Precursora
del periodismo femenino
Nacida en La Habana en 1789, María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo
–conocida también como Condesa de Merlín-, se radicó en París siendo una joven,
y escribió casi toda su obra en francés. Es más conocida por su obra literaria,
mayormente biografías y memorias –incluyendo su autobiografía- y otros textos menores
que publicó en revistas. Pero su obra
magistral –en la opinión de su más rigurosa e innovadora estudiosa, la Dra.
Adriana Méndez Rodenas, profesora emérita de la Universidad de Iowa y
actualmente profesora de la Universidad de Missouri en Columbia-, es su Viaje
a la Habana, una especie de epistolario que fue publicado en francés y en
español en 1844, y cito a Méndez Rodenas que la describe como: “obra emblemática de la literatura
decimonónica, cuya cartografía literaria y visual creó un mapa de La Habana colonial –de sus fronteras
cambiantes, de la ampliación de sus extramuros-, y que construyó un diario de
viajes que funge de historia social de La Habana colonial, con sus costumbres y
el equilibrio entre blancos y negros, en los albores de la identidad nacional”. (Mendez Rodenas, A., 2021. Mapping
Colonial Havana: La Condesa de Merlin’s Voyage of Return. Karib – Nordic Journal for Caribbean Studies - mi
traducción).
Como si estuviera escribiendo unas
crónicas para un periódico, y sin haber sido periodista, la Condesa relata las impresiones de sus recorridos y describe las costumbres, las
tradiciones y las peculiaridades de la isla, a la vez que brinda una aguda
mirada a la sociedad cubana del siglo XIX. Cabe decir que la versión en francés
de Viaje a la Habana (La Havane)
contiene 36 cartas, mientras que la versión en español solo contiene 10 al ser
censuradas todas las misivas que emitían críticas del gobierno colonial
español. Si bien La Havane tuvo amplia repercusión en Europa, Viaje… tuvo una recepción mixta en Cuba, aunque Domingo del Monte
reseño su obra en la prensa habanera y selecciones aparecieron en la prensa de
la época, como muestra Méndez Rodenas en su libro Gender and Nationalism in Colonial Cuba: The
Travels of Santa Cruz y Montalvo, Condesa de Merlín, publicado por Vanderbilt
University Press en 1998.
Dicho esto, si muchos críticos la
consideran “madre” de nuestra literatura, creo que también podemos considerarla
“precursora” del periodismo escrito por cubanas.
La primera cubana que podemos calificar de
“periodista”
No debe extrañarnos que Viaje a la
Habana, publicado en Madrid también en 1844, haya sido prologado por la
otra gran madre de la literatura cubana, la primera cubana que podemos calificar
de “periodista”: Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Nacida en Camagüey el 13 de marzo
1814, al igual que la Condesa de Merlín, Gómez de Avellaneda se
radicó en 1836 en Europa, en España específicamente, donde publicó textos en el
Semanario Pintoresco Español, entre
otros. Ya viuda de su primer esposo, y ya publicada su obra maestra, la novela
anti-esclavista Sab en 1841, regresa a Cuba en 1859 y funda dos
revistas. En la más combativa – El
Álbum Cubano de lo Bueno y lo Bello, escribe cuatro
artículos netamente feministas:
ü “La mujer
considerada respecto al sentimiento y a la importancia que él le ha asignado en
los anales de la religión”
ü “La mujer
considerada respecto a las grandes cualidades de carácter de que derivan el
valor y el patriotismo”
ü “La mujer considerada respecto a su
capacidad para el gobierno de los pueblos y la administración de los intereses
públicos”
ü “La mujer
considerada particularmente en su capacidad científica, artística y literaria”
Álbum Cubano
de lo Bueno y lo Bello [-que se
empieza a publicar en 1859 como Revista Quincenal de Moral, Literatura, Artes y
Modas-] incluye varias secciones fijas a saber: “Pensamientos Morales”,
“Galería de Mujeres Célebres”, “Remembranzas” (sobre la poesía dedicada a la
mujer), además de reseñas sobre la moda y el vestir de las cubanas, y artículos
como “Libertad Moral”, “El matrimonio”, “Máximas para las esposas” y “Máximas
para las solteras”, que reafirmaban la igualdad entre los sexos y el libre
albedrío de la mujer.
A partir de Álbum Cubano –del cual se
publicaron solo 12 números (por dificultades técnicas) se intensificó la recurrencia de la prensa femenina en
Cuba, a través de revistas dirigidas a la familia y a la mujer en particular,
entre ellas:
·
La Noche
·
El Céfiro (ambas fundadas en Camagüey por Sofía Estévez y Domitila
García Duménico)
·
Las Hijas de Eva
·
En el Hogar
·
Minerva
·
El Álbum de las Damas
·
La Revista Blanca (Luz Gay)
Bajo el seudónimo de La peregrina, Gómez de Avellaneda
publicó trabajos periodísticos en las siguientes publicaciones:
·
Faro Industrial de La Habana
·
El Siglo
·
Diario de la Marina
·
Gaceta de Puerto Príncipe
·
Cuba Literaria
…entre otras.
Un periodismo femenino, feminista y
sufragista en Cuba
El periodismo femenino empieza a
consolidarse en Cuba en la segunda mitad del siglo 19 y a comienzos del siglo
20, al tiempo que se empezaba a forjar un movimiento feminista y sufragista
entre cubanas de la clase alta. La Dra. Lynn Stoner, en su libro De la casa
a la calle (Duke University Press, 1991) menciona los nombres de Luz Gay,
fundadora de La revista blanca; de
Laura G. de Zayas Bazán, que fue corresponsal de periódicos extranjeros y
publicó extensamente en Bohemia, Cuba y América y Letras; Rosa Trujillo, de
Güines, que fundó la revista literaria Letras
Güineras; Rosario Sigarroa, fundadora de Cuba Libre; María Urzais, de Guanabacoa, fundadora de La
golondrina, y María Radelat, fundadora de la revista de artes Grafos.
Una figura clave en ese desarrollo
fue Domitila García Duménico, camagüeyana
nacida en mayo de 1847, que fue escritora, periodista, editora y profesora,
considerada la primera mujer que ejerció el periodismo en Cuba. García Dumérico
fundó la Academia de Mujeres Tipógrafos y Encuadernadoras, siendo ella la primera
mujer en trabajar como tipógrafa en Cuba. Tiene en su haber el haber publicado,
en 1868, la primera antología de escritoras cubanas, titulada Álbum poético fotográfico de
escritoras cubanas. En Camagüey fundó y fue editora de varias
publicaciones, incluyendo las revistas La Noche, La Antorcha y El Céfiro con la también periodista Sofía
Estevez (1848–1901). También fue coeditora de la revista La Mujer, junto a María Collado, Isabel Margarita Ortex y Aida
Peláez Martínez de Villa Urrutia.
A su vez, Aida Peláez Martínez de Villa-Urrutia, nacida en febrero de 1885 –y una de los arquitectos de la campaña sufragista de los ‘10 junto a Digna Collazo y Amalia Mallén-, fue pionera del periodismo feminista, crítico de arte, y activa defensora de los derechos de la mujer. Cabe mencionar que su padre le prohibió ejercer el periodismo, por lo que adoptó por un tiempo el seudónimo “Eugenio”. En 1923, publicó Necesidad del voto para la mujer en la revista El Sufragista, y el texto El sufragio femenino. Fundó los periódicos La Discusión, La Atlántida y en 1919, la revista literaria Ideal.
Hay que mencionar a Avelina
Correa. Nacida en Bayamo en 1875, Correa publicaría su primer artículo
periodístico a los 14 años en el semanario La
Habana Elegante. En 1901, el periódico El
Mundo la contrató como periodista y redactora, convirtiéndose así esta
bayamesa en la primera periodista en ejercer el periodismo profesionalmente
–léase, a sueldo- en Cuba.
El periodismo femenino y el movimiento sufragista-feminista se forjaron juntos. Muchas de las publicaciones periódicas que surgieron representaban la visión y los objetivos de las diversas organizaciones de mujeres. Así, la revista Aspiraciones, en 1912, una publicación cívico-patriótica para defender los intereses de las mujeres; y en 1921, la Revista de la Asociación Femenina de Camagüey, que, aunque literaria-cultural, también abordó las condiciones de trabajo de las obreras, especialmente las de las despalilladoras en la industria del tabaco, y el tema de un feminismo “femenino” que enalteciera la maternidad, el hogar y la familia como feminismo ideal. (Stoner)
Entre 1920 y 1940, durante la lucha organizada y diversa por obtener el sufragio femenino y otras reformas legales importantes a favor de los derechos de la mujer –derecho al trabajo, al divorcio, a heredar, a manejar sus finanzas, al aborto y a la custodia de sus hijos-, sobresalen cuatro activistas feministas, que a su vez ejercieron el periodismo a favor de la causa: la conservadora María Collado Romero, y las liberales de izquierda Ofelia Rodríguez Acosta, Mariblanca Sabas Alomá y Ofelia Domínguez Navarro.
María Collado Romero, nacida en marzo de 1885, fundó Revista Protectora de la Mujer y luego el Partido Nacional Sufragista al que le siguió el Partido Demócrata Sufragista, del cual fue presidenta. Collado fue la primera reportera de noticias que tuvo Cuba y reportera del Congreso. Escribió para los periódicos y revistas La Discusión, La Nación, Heraldo Liberal, La Tarde y Bohemia. En 1932, fue cofundadora y editora de la revista La Mujer, órgano del Partido Demócrata Sufragista, que se publicó hasta 1942.
Ø Ofelia
Rodríguez Acosta, nacida en
febrero de 1902, feminista radical y periodista, que escribió crónicas y ensayos
al igual que cuento, novela y teatro. En 1927, fundó la revista Espartana, y entre 1929 y 1932 escribió
para Bohemia, y también para Diario de la Marina, El Mundo y Social. Abogó por el amor libre, por la emancipación total de las
mujeres respecto a los hombres, criticó la hipocresía de la Iglesia y de la
alta sociedad, y escandalizó a casi todo el mundo con su novela La vida
manda, una novela ni pornográfica ni erótica, más bien analítica sobre los
deseos de una joven de romper con los amarres sociales, religiosos y sexuales
impuestos por la sociedad. Rodríguez Acosta se vio obligada a defenderse por
escrito en la revista Bohemia de los
ataques contra ella que salieron en otras publicaciones.
Ø Mariblanca
Sabas Alomá, nacida en
febrero de 1901, inició la carrera periodística en su Santiago de Cuba natal en
1918, escribiendo para El Cubano Libre
y Diario de Cuba. Sus artículos se
publicaron en importantes periódicos y revistas como El País, Excélsior, El Mundo, Diario de la Marina, El Heraldo, Avance, Prensa
Libre, El Sol, Información, Social, Orto, Carteles
y Bohemia. También escribió para publicaciones extranjeras, y era
comentarista de Radio CMQ. Se hizo una
periodista de renombre especialmente por su profundo compromiso con la
emancipación de las mujeres. Fue miembro fundador del Grupo Minorista,
al igual que María Villar Buceta (1899-1977), las únicas dos mujeres en el
Grupo, menospreciadas por los hombres de la asociación, entre ellos Jorge
Mañach, que sobre estas dos intelectuales escribió, y cito de su ensayo “Los
minoristas”:
“Me
pregunto por qué a estas simpáticas señoras las dejamos venir [a las
reuniones semanales del Grupo]. Quizás porque tienen ilusiones de llegar a
ser cultas y quieren dar cierto aire de espiritualidad a sus vidas”.
Por sus escritos sobre la necesaria
emancipación de la mujer y sus críticas a las mujeres de sociedad que, en su
opinión, explotaban a la mujer obrera, se ganó el apodo de “la feminista roja”.
Fue presidenta del Partido Demócrata Sufragista y editora de La Mujer, y periodista fija de la
revista Carteles. En 1922 fundó la
revista Astral.
Ø Ofelia
Domínguez Navarro, nacida en diciembre de
1894 en Mataguá, provincia de Santa Clara, fue escritora, maestra, sufragista y
de profesión formal, abogada. Domínguez Navarro, Sabas Alomá y Mirta Aguirre están
consideradas las principales intelectuales de la primera mitad del siglo 20.
Fue una defensora de los derechos de la mujer, abogó por legalizar el aborto
–en cuya agenda trabajó en Cuba hasta lograr en 1936 una ley de legalización
parcial del aborto-, y por eliminar la categoría de “ilegítimo” de futuras
inscripciones de nacimiento. Escribió sobre todo ello en varias publicaciones, y
fue la primera mujer en dirigir un periódico en Cuba, el periódico La Palabra. Fue una de las fundadoras
del Club Femenino de Cuba y de la Alianza Nacional Feminista.
Aunque no tuvo una columna periodística regular en
ninguna publicación, sus escritos feministas se publicaron en Cuba en La Prensa, El Mundo, El Cubano Libre,
El País, Bohemia y Carteles, y en
México en El Nacional y El Universal, entre otros. En1924 fundó
la revista Villaclara.
Otras periodistas
feministas de la era republicana son dignas de mencionar:
Mirta Aguirre Carreras, nacida en 1902, fue vice editora-en-jefe de
la revista mensual Lyceum, bajo la
dirección de su editora-en-jefe, la profesora de la Universidad de La Habana
Piedad Maza, entre 1949 hasta su último número en 1955.
Berta Arocena de Martínez Márquez, nacida en 1899, fue sufragista y feminista activa en los años ‘20 y ‘30. En
1929, fue cofundadora del Lyceum, que publicaba mensualmente la revista homónima.
Renée Méndez-Capote y Chaple, nacida en 1901 y más conocida por su obra testimonial Memorias de una
cubanita que nació con el siglo, escribió para Diario de la Marina, La Gaceta de Cuba, la revistas Bohemia y Social, y ya en la era
revolucionaria, en Revolución y Cultura, Unión, Juventud Rebelde y Mujeres y en el semanario Pionero.
Loló de la Torriente, nacida en 1907, periodista, ensayista y crítico de arte, que publicó
en Cuadernos Americanos, Carteles, Mediodía, Bohemia
y Novedades.
Josefina Mosquera y Rouco, nacida en 1903, de quién hablaré a continuación.
Y llegó el comandante y mandó a parar
El 1º de enero de 1959, al triunfo
de la revolución, había inscritas en Cuba unas 900 organizaciones cívicas de
mujeres, lo que hoy llamamos no-gubernamentales, según el Dr. Julio César
González Pagés, profesor de la Universidad de La Habana, en su libro En
busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba (Editorial Ciencias
Sociales, 2003). También en ese momento, había en la isla 35 revistas femeninas, en su mayoría literarias
y de muy alto nivel, como Lyceum, Revista
Ateneo y Revista Unidad Femenina,
y también otras más populares como Vanidades.
Por una parte, estas
revistas, en su mayoría, tenían una conexión con grupos de mujeres específicos,
en muchos casos voceros del importante movimiento feminista cubano pre-1959 y
de los cuales el nuevo gobierno revolucionario –a través de la Federación de
Mujeres Cubanas-, decidió distanciarse… digamos “decidió borrar”.
El distanciamiento también
se impuso sobre casi todas las destacadas activistas y profesionales que se habían
curtido en las luchas sufragistas desde la izquierda socialista de los años 20,
30 y 40. El movimiento feminista de los años de la República, y sus más
brillantes personalidades, como Mariblanca Sabas Alomá, Ofelia Díaz Acosta y Ofelia
Domínguez Navarro, serían ninguneadas completamente por el machangato castrista, con contadas excepciones como Mirta Aguirre y
Renée Méndez-Capote. Una nueva historia de Cuba iba a escribirse, sin
excepción.
Ahora, llego al
momento de transición gubernamental y sistémica –al momento del asentamiento
del régimen revolucionario- que lleva a la clausura de casi todos los
periódicos y revistas que existían entonces – y de las 900 organizaciones
cívicas de mujeres, en aras de la Federación única-, y tomo como ejemplo lo
acontecido con la revista femenina Vanidades.
Josefina Mosquera y Rouco, nacida en 1903, funda en La Habana la revista Vanidades en 1937 como revista
bimensual, que llegaría a ser la revista favorita de las mujeres cubanas. Vanidades
abarcará los temas de la moda, la costura, consejos de belleza, el hogar, la
salud, cocina, el cuidado de los hijos, y extractos de novelas, cuentos y
poesía. Vanidades era,
definitivamente, una revista “lite”. En 1954, asume su dirección Herminia del Portal, nacida en 1906,
que la dirige hasta agosto de 1960, cuando la revista es nacionalizada por el
gobierno revolucionario y es nombrada nueva directora Adelaida Clemente. La FMC seguirá publicando Vanidades revolucionaria hasta noviembre de 1961, fecha en que se convierte
en la revista Mujeres, órgano oficial
de la FMC.
Josefina Mosquera y Rouco cayó presa el 19 de abril de 1961 y se declaró en huelga
de hambre, que sostuvo por 19 días. Fue liberada sin juicio y salió de Cuba el
19 de marzo de 1962. También Herminia
del Portal saldría de Cuba al exilio en 1960 y en 1961, lanzaría una nueva revista
Vanidades en Nueva York.