Tuesday, February 11, 2025

WALDO BALART, in memoriam*




Por Felipe Lázaro

Personalmente conocí a Waldo a mediados de los años 70 en un Madrid marcado por la abundante presencia de exiliados cubanos que, desde 1959, llegaban a España sin cesar, en oleadas sucesivas. Esos años, como los 80 y la década de los 90, fueron testigos de un boom cubano en la madre patria, sobre todo en Madrid; donde casi todos los días había alguna actividad cubana anticastrista, fuese una presentación de libros, lectura de poesía o una exposición de pintura y constantes conferencias de temática cubana, etc. De esa época, recuerdo las concurridas reuniones festivas en la casa de Waldo en la mítica calle de San Cosme y San Damián (calle de poetas cubanos: donde vivió José Mario hasta su muerte y se había suicidado Wifredo Fernández) con la asistencia de sus amigos españoles (los pintores Ceferino Moreno, José María Iglesias y Jerónimo Salinero o los escritores Manolo Conde y Teresa Soubriet) y un buen puñado de cubanos como los pintores Lorenzo Mena y Andrés Lacau o los poetas José Mario e Isel Rivero, Pío E. Serrano y Edith Llerena, David Lago y Benita C. Barroso, Elías Miguel Muñoz y Rolando Morelli, y quien escribe este texto.

Además de otros escritores que lo visitaban, como Reinaldo Arenas o su gran amigo el galerista Florencio García Cisneros que dirigía en Nueva York la revista Noticias de Arte. También su relación con sus amigas del alma: las profesoras Estrella Busto Ogden y Olga Connor, Uva de Aragón y Rosario Hiriart. Más tarde, ya en los 90, fueron asiduos a su atelier otros jóvenes poetas cubanos, de entonces, como Alberto Lauro, Orlando Fondevila, León De la Hoz, Efraín Rodríguez Santana, Bladimir Zamora, Antonio José Ponte y Nelson Simón, entre una lista interminable de amigos (como Osbel Suárez, Santiago Méndez Alpízar o Nidia Fajardo) o como los escritores cubanos residentes en Francia (Zoé Valdés, Jacobo Machover, Armando Valdés Zamora. y William Navarrete). O intelectuales hispanoamericanos como los venezolanos Carlos Contramaestre y Elizabeth Burgos, el dominicano Carlos Julio Báez, el norteamericano Louis Bourne o el historiador y político español Guillermo Gortázar, pero ya en su nueva residencia madrileña de la calle San Ildefonso.

Como un sentido reconocimiento a Waldo, hay que recordar que fue él quien ayudó a José Mario para que refundara en Madrid las Ediciones El Puente (1970-1988), creara las Ediciones La Gota de Agua (1973- 1981) y publicara los 50 números de la revista literaria Resumen Literario El Puente (1979-1988), como de otros innumerables proyectos literarios y culturales que emprendía José Mario. Sin olvidar que también fue ayudado en su labor editora por otros mecenas cubanos como el escritor Pancho Vives y el editor Víctor Batista Falla, entre otros.

De esa época (finales de los 80, y toda la década de los años 90) recuerdo -y siempre le agradeceré a Waldo- su presencia en los actos betanianos, cuando presentábamos algún libro nuevo, fuese en la madrileña Casa de América, en el Ateneo, en el Círculo de Bellas Artes o en la Fundación Hispano Cubana en la calle Orfila. Con especial cariño también recuerdo su invariable asistencia a la Tertulia del Café Central que convocaba la Dra. Martha Frayde y que siempre terminaba en un concurrido almuerzo en alguno de los restaurantes cerca de la Plaza Santa Ana.

Recordemos que durante esos años, un clásico del cubaneo en Madrid siempre fueron las sucesivas exposiciones de Waldo en diversas galerías madrileñas (o su participación anual en la Feria Internacional ARCO) donde sus compatriotas y amigos españoles arropaban su quehacer artístico.

Él siempre fue un imán viviente de amistad y a sus sucesivos domicilios madrileños peregrinaron cubanos, hispanoamericanos y españoles, cuyo eco se ha podido percibir en las redes sociales, tras su muerte.

En estas horas de dolor, recordamos a otros amigos de Waldo, como Mariela A. Gutiérez, Yolanda Portero, Roberto Cazorla y la fotógrafa Lucía del Pozo (poseedora de un nutrido álbum de fotos de él), a su gran amigo y vecino de siempre Ángel Gómez, a sus sobrinas Mirtica y América, y a sus sobrinos Lincoln, Mario, Rafael y José a quienes hacemos llegar públicamente nuestro más sentido pésame.

Waldo Balart ya es para siempre otro hijo de lujo de Banes, un cubano ilustre que tenía dos pasiones vitales: su patria y su obra pictórica. Y su dedicación cotidiana para consolidar ambos amores, lo confirman como un amante de la Libertad, como un luchador incansable de una Cuba nueva, cada vez más cercana, y uno de los mejores exponentes de la plástica cubana de finales del siglo XX y principios del XXI.

¡DESCANSA EN PAZ, amigo Waldo!

*Tras conocer el fallecimiento de nuestro entrañable amigo, el pintor y escultor cubano Waldo Díaz-Balart (Banes, 1931 - Madrid, 2025) ponemos a disposición de los lectores de nuestro blog su libro Ensayos sobre Arte (Betania, 1993) para su lectura y descarga gratuita.

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