Friday, May 24, 2024

"Emilia Casanova: la patriota cubana y gran amor de Cirilo Villaverde": entrevista con Ena Curnow

 

Por Enrique Del Risco

Ena Curnow acumula una larga trayectoria en el rescate de figuras relevantes en la historia cubanas, sobre todo mujeres. Es autora de Manana: detrás del Generalísimo, una biografía de Bernarda Toro de Gómez, esposa del de Mayor General del Ejército Libertador Máximo Gómez. También es obra suya Cien años de rebeldía y pasión, biografía de Leonor Ferreira, luchadora que se enfrentara sucesivamente a las dictaduras de Gerardo Machado, Fulgencio Batista y Fidel Castro. Justo ahora acaba de salir a la luz su monumental estudio Emilia Casanova: la patriota cubana y gran amor de CiriloVillaverde (Alexandria Library, 2024, 521 páginas). Sobre este último libro en particular giró nuestra entrevista a la autora.

Empecemos como se debe: por el principio. ¿De dónde vienes? ¿De dónde sale ese apellido tuyo tan inusual?

Hasta donde he podido investigar, mi bisabuelo John Toms Curnow, de origen Cornish, o sea gentilicio de los nacidos en Cornwall, región al sudeste de la isla grande de Gran Bretaña, llegó al oriente cubano probablemente en la segunda mitad del siglo XIX y allí debió conocer a mi bisabuela Ana María Asencio, quien residía en Santiago de Cuba. Ana María era sobrina de Asencio Asencio, a su vez padrino de Antonio Maceo, Lugarteniente general del Ejército mambí, como lo acoto en mi libro “Manana. Detrás del Generalísimo”.

Luego el matrimonio debió asentarse en Palma Soriano, muy cerca del sitio señalado. Allí concibieron cinco hijos: Jorge, Federico, Rosa, Amanda y Juan Miguel, a los cuales conocí, pero sólo vi una o dos veces. Jorge se parecía mucho a mi abuelo Juan Miguel (con estatura promedio, nariz aguileña y ojos muy azules); Federico era un hombre menudito, pero muy culto y siempre elegantemente vestido. Su principal oficio era dar clases de inglés. A Rosa y Amanda las conocí cuando ya eran dos señoras bien mayores. Amanda vivía en Marianao y su oficio era ama de casa. De Rosa me acuerdo de su piel blanca y sus mejillas muy rojas (perennemente ruborizada). Rosa estaba pasadita de peso. Amanda tenía el pelo castaño y era un poco más trigueña. Mi abuelo Juan Miguel, siempre soltero y componiendo poesías, mitad en español y mitad en inglés, usualmente dedicadas a las chicas del correo cercano. En realidad, era un condottiero. Nunca constituyó un hogar. Afincó su vida en Guantánamo y viajaba ocasionalmente a La Habana para ver a sus hijos, que eran cuatro: Francisco (Panchín), mi padre Antonio (Toñico), Alfredo y Zoila, la tía adorada. John Michael (Juan Miguel, en Cuba) contaba haber llegado a Cuba a los catorce años. Cuando ocasionalmente trabajaba, se ganaba la vida como intérprete de la base naval de Guantánamo. Fue muy estricto con el uso del idioma paterno y trató de enseñarnos algo a sus nietos, pero su estancia en nuestra casa duró poco y nosotros, los frutos del matrimonio de su hijo Antonio, con mi madre Ena Asencio, hija a su vez de Juan Agustín y María del Carmen León. Juan Agustín era primo hermano de Juan Miguel, mi abuelo paterno, el “Cornish” e hijo a su vez de Ana María Asencio sobrina del ya mencionado Asencio Asencio, o sea dos veces el mismo nombre… No sé el porqué.

Pero en un plano más personal, mi madre se llamó Ena… Fui la tercera de sus hijas y como se le acabaron los nombres decidió ponerme el suyo a mi… Así lo cuento en un artículo mío titulado “Le robé el nombre a mi madre” publicado hace años en el Diario las Américas. De mi padre al igual hablo en otro escrito, también publicado en el mismo periódico bajo el título “¿Dónde está mi papá?”, en ocasión de su fallecimiento. Creo que ambos escritos están en Internet.

En tu obra se percibe un claro interés por rellenar el vacío que hay sobre personalidades femeninas destacadas de nuestra historia. ¿Qué te llevó a elegir a Emilia Casanova por encima de otras figuras?

En el prólogo de mi libro lo digo con absoluta franqueza: “No sé cómo llegó Emilia a mi vida”, pero meditando al respecto pienso que debí “tropezarme con ella cuando investigaba sobre la vida de Manana” y entonces fui de asombro en asombro. Increíble la trayectoria de esta cubana nacida en Cárdenas y crecida al calor de esta gran nación que es EE.UU, el segundo hogar de los cubanos entonces y hoy.

Cuéntanos cómo fue investigar sobre la vida de Emilia Casanova. ¿Qué cuestiones te parecían más importantes dilucidar desde un inicio? ¿Cuáles fuentes se revelaron más provechosas en tu investigación?

Investigar sobre Emilia fue toda una aventura, plagada de escaseces económicas y falta de tiempo. No es fácil escribir cuando uno debe buscar “el pan de cada día, trabajando duro” y emplear los pocos recursos, viajando y pagando la estancia en sitios tan caros como Nueva York y tan distantes como la Gomera, una de las islas Canarias, adonde viajé. No obstante, casi al final tuve la suerte de ganar por dos años consecutivos el premio de la Herencia Hispana”, con sendos proyectos sobre el tema y de contar con la ayuda, ya en la etapa final de proyecto, de varios de los descendientes de la patriota, residentes en EE.UU., como lo reconozco en el Prólogo.

Elegiste, para narrar la historia de Emilia, un híbrido entre la monografía académica con su cuerpo de notas y referencias y la biografía novelada. ¿Qué fue lo que te llevó a esa elección?

Creo que contribuyó mi experiencia como periodista. Por 15 años trabajé en el Diario las Américas y otros más en La Poderosa y Radio Mambí. También incursioné en la publicidad y fui redactora de revistas del corazón, entre otras desde el conglomerado de la Editorial Vanidades… Y de pequeña, mis padres y maestros me regañaban constantemente “por estar pensando siempre en las musarañas”

Emilia Casanova llega a convertirse no sólo en una de las figuras más importantes del exilio en un mundo abrumadoramente dominado por los hombres sino también en la más vilipendiada por la prensa colonial. ¿Por qué piensas que sucedió eso?

Porque “hombres al fin” actuaban de conjunto. De ahí el llamado “sexo fuerte”, aplicado al cuerpo cuando “el cerebro es débil”. En medio de esa mentalidad retrógrada de “un mundo de hombres”, saltar la barrera debió ser un acto temerario y heroico. La “lógica” -tan ilógica a veces- indica la existencia de otras muchas Emilia quienes secundaron a su líder y cuyos nombres me di a la tarea de que aparecieran en este libro. Me propuse que así fuera. Quise rescatar el mayor número posible. A tono con el pensamiento de la época la prensa hizo “oídos sordos” a su presencia, aunque fuera para vejarlas y ofenderlas. No debemos callar tampoco el silencio guardado al respecto por nuestros héroes. Y para mayor asombro también “callaron hasta las propias mujeres”.

Se suele mencionar el hecho de que Ana Bethancourt abogara por la liberación de la mujer en la asamblea constituyente de Guáimaro en 1869, pero por otro lado la intensa labor desarrollada por Emilia Casanova y sus compañeras desde el exilio en Nueva York, dando pasos concretos hacia una participación activa y autónoma de las mujeres en las grandes decisiones políticas, ha sido sistemáticamente ignorada. ¿A qué crees que se deba esto?

Emilia fue demasiado mujer en un “mundo de hombres” cuando precisamente eran ellos quienes controlaban todos los canales de información y como dije, hasta las propias mujeres sentían temor de saltar a la palestra pública. Tampoco las feministas norteamericanas habían alcanzado suficientes fuerzas y cuando lo lograron, al parecer no mostraron solidaridad alguna con las de su mismo sexo fuera de su suelo.

Al inicio de la guerra de independencia ya Emilia Casanova llevaba casi dos décadas viviendo en Estados Unidos. ¿Hasta qué punto crees que fue influida por las luchas de las feministas norteamericanas y por su experiencia norteamericana en general en su decisión de participar de manera tan activa y autónoma en su apoyo al movimiento independentista?

No creo que existieran vínculos entre la Liga y el movimiento feminista norteamericano, apenas en crecimiento. Sin embargo, sí existieron contactos con mujeres de ese origen. Así puede apreciarse, por ejemplo, en la p 431 de mi libro, que recoge el Llamamiento de la Sociedad de Socorros de las mujeres americanas en alivio de las mujeres y niños de Cuba. (El Demócrata. 11 de octubre de 1870). Creo que por su actitud y protagonismo Emilia fue una precursora del movimiento feminista no sólo de Cuba sino también de EE.UU. No se ha dado muchos casos de patriotas que hayan tratado de preparar un ejército de mujeres para libertar a su Patria. ¿Será incultura mía o así es?...

En tu libro junto a la personalidad de Emilia emergen la de varios hombres que fueron parte importante de su vida como su padre, el potentado Inocencio Casanova, o su esposo, el escritor Cirilo Villaverde. ¿En qué medida estos influyeron positiva o negativamente en la evolución y proyección política de Emilia? ¿En qué medida Emilia influyó en ellos?

Sin duda alguna… Emilia admiró y quiso mucho a su padre. De él heredó su resolución y capacidad de decisión, entre otros valores de ese zar de los negocios. Y él, por su parte fue actualizando su retrógrado pensamiento. De su marido y gran amor, la gentileza, las buenas formas, su pensamiento pulido y puro… La efectividad de Cirilo en la manera de hacer Patria.

Casi con el mismo fervor con que Emilia se enfrentó al colonialismo español entró en contradicción abierta con quien era por entonces uno de los principales representantes del exilio cubano en Nueva York, el potentado Miguel Aldama. ¿Cuáles eran las claves centrales de este enfrentamiento?

La incomprensión de Aldama y el coraje de Emilia. El mucho hombre y ella demasiada mujer. Los demás está en el libro.   

¿Piensas seguir investigando sobre el aporte femenino en la conformación y afianzamiento de la nacionalidad cubana? ¿Conoces la labor de otros historiadores empeñados en temas similares?

A veces digo que no. Otras, que sí. Me gustaría escribir la biografía de una gran mujer, exiliada y ejemplo de todo lo que ha sufrido la diáspora, aunque ya haya narrado una parte de lo sucedido en la biografía de la Dra. Leonor Ferreira, cuyo título es “Cien años de rebeldía y pasión”. Tengo al igual en mente escribir sobre otro interesante y explosivo tema… Pero no sé… También quiero disfrutar de mi familia, de mis preciosos nietos... De leer, de viajar, de jugar dominó…

En la lucha actual por la reinstauración de la democracia en Cuba la presencia femenina ha tenido un protagonismo incomparable con otros procesos políticos de la historia cubana. ¿Qué lecciones útiles para el movimiento actual pueden sacarse de la labor pionera de personalidades como Emilia Casanova?

Si pudiera, enviara cientos de libros sobre Emilia a Cuba. Pero en realidad, concluyo, no son imprescindibles. La lucha de las cubanas contra el castrismo no tiene parangón. Es superior, impensable, increíble. Algún día conoceremos su verdadera dimensión.

 

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