Por Enrique Del Risco
Ena Curnow acumula una larga trayectoria en
el rescate de figuras relevantes en la historia cubanas, sobre todo mujeres. Es
autora de Manana: detrás del Generalísimo, una biografía de Bernarda Toro de
Gómez, esposa del de Mayor General del Ejército Libertador Máximo Gómez.
También es obra suya Cien años de rebeldía y pasión, biografía de Leonor
Ferreira, luchadora que se enfrentara sucesivamente a las dictaduras de Gerardo
Machado, Fulgencio Batista y Fidel Castro. Justo ahora acaba de salir a la luz
su monumental estudio Emilia Casanova: la patriota cubana y gran amor de CiriloVillaverde (Alexandria Library, 2024, 521 páginas). Sobre este último libro en
particular giró nuestra entrevista a la autora.
Empecemos como se debe: por el principio. ¿De
dónde vienes? ¿De dónde sale ese apellido tuyo tan inusual?
Hasta donde he podido investigar, mi
bisabuelo John Toms Curnow, de origen Cornish, o sea gentilicio de los nacidos
en Cornwall, región al sudeste de la isla grande de Gran Bretaña, llegó al oriente
cubano probablemente en la segunda mitad del siglo XIX y allí debió conocer a
mi bisabuela Ana María Asencio, quien residía en Santiago de Cuba. Ana María era
sobrina de Asencio Asencio, a su vez padrino de Antonio Maceo, Lugarteniente general
del Ejército mambí, como lo acoto en mi libro “Manana. Detrás del Generalísimo”.
Luego el matrimonio debió asentarse en Palma Soriano,
muy cerca del sitio señalado. Allí concibieron cinco hijos: Jorge, Federico, Rosa,
Amanda y Juan Miguel, a los cuales conocí, pero sólo vi una o dos veces. Jorge
se parecía mucho a mi abuelo Juan Miguel (con estatura promedio, nariz aguileña
y ojos muy azules); Federico era un hombre menudito, pero muy culto y siempre
elegantemente vestido. Su principal oficio era dar clases de inglés. A Rosa y
Amanda las conocí cuando ya eran dos señoras bien mayores. Amanda vivía en
Marianao y su oficio era ama de casa. De Rosa me acuerdo de su piel blanca y sus
mejillas muy rojas (perennemente ruborizada). Rosa estaba pasadita de peso.
Amanda tenía el pelo castaño y era un poco más trigueña. Mi abuelo Juan Miguel,
siempre soltero y componiendo poesías, mitad en español y mitad en inglés, usualmente
dedicadas a las chicas del correo cercano. En realidad, era un condottiero.
Nunca constituyó un hogar. Afincó su vida en Guantánamo y viajaba ocasionalmente
a La Habana para ver a sus hijos, que eran cuatro: Francisco (Panchín), mi
padre Antonio (Toñico), Alfredo y Zoila, la tía adorada. John Michael (Juan
Miguel, en Cuba) contaba haber llegado a Cuba a los catorce años. Cuando ocasionalmente
trabajaba, se ganaba la vida como intérprete de la base naval de Guantánamo. Fue
muy estricto con el uso del idioma paterno y trató de enseñarnos algo a sus
nietos, pero su estancia en nuestra casa duró poco y nosotros, los frutos del
matrimonio de su hijo Antonio, con mi madre Ena Asencio, hija a su vez de Juan
Agustín y María del Carmen León. Juan Agustín era primo hermano de Juan Miguel,
mi abuelo paterno, el “Cornish” e hijo a su vez de Ana María Asencio sobrina
del ya mencionado Asencio Asencio, o sea dos veces el mismo nombre… No sé el
porqué.
Pero en un plano más personal, mi madre se
llamó Ena… Fui la tercera de sus hijas y como se le acabaron los nombres
decidió ponerme el suyo a mi… Así lo cuento en un artículo mío titulado “Le
robé el nombre a mi madre” publicado hace años en el Diario las Américas.
De mi padre al igual hablo en otro escrito, también publicado en el mismo
periódico bajo el título “¿Dónde está mi papá?”, en ocasión de su fallecimiento.
Creo que ambos escritos están en Internet.
En tu obra se percibe un claro interés por
rellenar el vacío que hay sobre personalidades femeninas destacadas de nuestra
historia. ¿Qué te llevó a elegir a Emilia Casanova por encima de otras figuras?
En el prólogo de mi libro lo digo con
absoluta franqueza: “No sé cómo llegó Emilia a mi vida”, pero meditando al
respecto pienso que debí “tropezarme con ella cuando investigaba sobre la vida
de Manana” y entonces fui de asombro en asombro. Increíble la trayectoria de
esta cubana nacida en Cárdenas y crecida al calor de esta gran nación que es
EE.UU, el segundo hogar de los cubanos entonces y hoy.
Cuéntanos cómo fue investigar sobre la vida
de Emilia Casanova. ¿Qué cuestiones te parecían más importantes dilucidar desde
un inicio? ¿Cuáles fuentes se revelaron más provechosas en tu investigación?
Investigar sobre Emilia fue toda una
aventura, plagada de escaseces económicas y falta de tiempo. No es fácil escribir
cuando uno debe buscar “el pan de cada día, trabajando duro” y emplear los pocos
recursos, viajando y pagando la estancia en sitios tan caros como Nueva York y
tan distantes como la Gomera, una de las islas Canarias, adonde viajé. No
obstante, casi al final tuve la suerte de ganar por dos años consecutivos el
premio de la Herencia Hispana”, con sendos proyectos sobre el tema y de contar con
la ayuda, ya en la etapa final de proyecto, de varios de los descendientes de
la patriota, residentes en EE.UU., como lo reconozco en el Prólogo.
Elegiste, para narrar la historia de Emilia,
un híbrido entre la monografía académica con su cuerpo de notas y referencias y
la biografía novelada. ¿Qué fue lo que te llevó a esa elección?
Creo que contribuyó mi experiencia como periodista.
Por 15 años trabajé en el Diario las Américas y otros más en La Poderosa
y Radio Mambí. También incursioné en la publicidad y fui redactora de revistas
del corazón, entre otras desde el conglomerado de la Editorial Vanidades… Y de
pequeña, mis padres y maestros me regañaban constantemente “por estar pensando siempre
en las musarañas”
Emilia Casanova llega a convertirse no sólo
en una de las figuras más importantes del exilio en un mundo abrumadoramente
dominado por los hombres sino también en la más vilipendiada por la prensa
colonial. ¿Por qué piensas que sucedió eso?
Porque “hombres al fin” actuaban de conjunto.
De ahí el llamado “sexo fuerte”, aplicado al cuerpo cuando “el cerebro es
débil”. En medio de esa mentalidad retrógrada de “un mundo de hombres”, saltar la
barrera debió ser un acto temerario y heroico. La “lógica” -tan ilógica a
veces- indica la existencia de otras muchas Emilia quienes secundaron a su
líder y cuyos nombres me di a la tarea de que aparecieran en este libro. Me
propuse que así fuera. Quise rescatar el mayor número posible. A tono con el
pensamiento de la época la prensa hizo “oídos sordos” a su presencia, aunque
fuera para vejarlas y ofenderlas. No debemos callar tampoco el silencio
guardado al respecto por nuestros héroes. Y para mayor asombro también “callaron
hasta las propias mujeres”.
Se suele mencionar el hecho de que Ana Bethancourt
abogara por la liberación de la mujer en la asamblea constituyente de Guáimaro
en 1869, pero por otro lado la intensa labor desarrollada por Emilia Casanova y
sus compañeras desde el exilio en Nueva York, dando pasos concretos hacia una
participación activa y autónoma de las mujeres en las grandes decisiones
políticas, ha sido sistemáticamente ignorada. ¿A qué crees que se deba esto?
Emilia fue demasiado mujer en un “mundo de
hombres” cuando precisamente eran ellos quienes controlaban todos los canales
de información y como dije, hasta las propias mujeres sentían temor de saltar a
la palestra pública. Tampoco las feministas norteamericanas habían alcanzado suficientes
fuerzas y cuando lo lograron, al parecer no mostraron solidaridad alguna con
las de su mismo sexo fuera de su suelo.
Al inicio de la guerra de independencia ya
Emilia Casanova llevaba casi dos décadas viviendo en Estados Unidos. ¿Hasta qué
punto crees que fue influida por las luchas de las feministas norteamericanas y
por su experiencia norteamericana en general en su decisión de participar de
manera tan activa y autónoma en su apoyo al movimiento independentista?
No creo que existieran vínculos entre la Liga
y el movimiento feminista norteamericano, apenas en crecimiento. Sin embargo, sí
existieron contactos con mujeres de ese origen. Así puede apreciarse, por
ejemplo, en la p 431 de mi libro, que recoge el Llamamiento de la Sociedad
de Socorros de las mujeres americanas en alivio de las mujeres y niños de Cuba.
(El Demócrata. 11 de octubre de 1870). Creo que por su actitud y protagonismo Emilia
fue una precursora del movimiento feminista no sólo de Cuba sino también de
EE.UU. No se ha dado muchos casos de patriotas que hayan tratado de preparar un
ejército de mujeres para libertar a su Patria. ¿Será incultura mía o así es?...
En tu libro junto a la personalidad de Emilia
emergen la de varios hombres que fueron parte importante de su vida como su
padre, el potentado Inocencio Casanova, o su esposo, el escritor Cirilo
Villaverde. ¿En qué medida estos influyeron positiva o negativamente en la
evolución y proyección política de Emilia? ¿En qué medida Emilia influyó en
ellos?
Sin duda alguna… Emilia admiró y quiso mucho
a su padre. De él heredó su resolución y capacidad de decisión, entre otros
valores de ese zar de los negocios. Y él, por su parte fue actualizando su
retrógrado pensamiento. De su marido y gran amor, la gentileza, las buenas
formas, su pensamiento pulido y puro… La efectividad de Cirilo en la manera de
hacer Patria.
Casi con el mismo fervor con que Emilia se
enfrentó al colonialismo español entró en contradicción abierta con quien era
por entonces uno de los principales representantes del exilio cubano en Nueva
York, el potentado Miguel Aldama. ¿Cuáles eran las claves centrales de este
enfrentamiento?
La incomprensión de Aldama y el coraje de
Emilia. El mucho hombre y ella demasiada mujer. Los demás está en el libro.
¿Piensas seguir investigando sobre el aporte
femenino en la conformación y afianzamiento de la nacionalidad cubana? ¿Conoces
la labor de otros historiadores empeñados en temas similares?
A veces digo que no. Otras, que sí. Me gustaría
escribir la biografía de una gran mujer, exiliada y ejemplo de todo lo que ha
sufrido la diáspora, aunque ya haya narrado una parte de lo sucedido en la biografía
de la Dra. Leonor Ferreira, cuyo título es “Cien años de rebeldía y pasión”. Tengo
al igual en mente escribir sobre otro interesante y explosivo tema… Pero no sé…
También quiero disfrutar de mi familia, de mis preciosos nietos... De leer, de
viajar, de jugar dominó…
En la lucha actual por la reinstauración de
la democracia en Cuba la presencia femenina ha tenido un protagonismo
incomparable con otros procesos políticos de la historia cubana. ¿Qué lecciones
útiles para el movimiento actual pueden sacarse de la labor pionera de personalidades
como Emilia Casanova?
Si pudiera, enviara cientos de libros sobre Emilia a Cuba. Pero en realidad, concluyo, no son imprescindibles. La lucha de
las cubanas contra el castrismo no tiene parangón. Es superior, impensable,
increíble. Algún día conoceremos su verdadera dimensión.
No comments:
Post a Comment