“…nada hay verdad, ni mentira: todo es
según el color del cristal con que se mira”, Ramón de
Campoamor
ADVERTENCIA: El
presente escrito representa solo una versión abreviada de la ponencia presentada
verbalmente el sábado, septiembre 4 de 2021 ante la Academia de la Historia de
Cuba en el Exilio, en el Centro Cultural Musto, de Union City, New Jersey, EUA. La versión más completa, con todas sus notas
al pie adicionales, y la correspondiente Bibliografía, será publicada en el
próximo ANUARIO de la AHCE, correspondiente al año 2022. Como
es mi costumbre, agradecería toda crítica constructiva.
I— INICIO:(1) De más estar decir que los sistemas autocráticos supuestamente
disímiles, como los de Hitler, los hermanos Trujillo y los fraternos Castro
comparten un sinnúmero de rasgos comunes. Entre esos sobresale el pretender reescribir
la historia insidiosamente a su favor, como lo enfatizó Eric Blair [aka George
Orwell]. Peor aún, lo han hecho rutinariamente
en complicidad con escritores extranjeros que ansían higienizar sus imágenes en
el exterior con falsas narrativas (Aron, 1955; Hollander, 2006). El régimen imperante en Cuba desde 1959 cuenta aún con ciertos
apologistas que, cómodamente desde ultramar, continúan ensalzando y
justificando la dictadura a pesar de sus calamitosas fallas y el alto costo humano,
espiritual y socioeconómico (Holgado, 2020).
El dúo de los Castro, sin duda, disfrutó de
gran apoyo popular inicialmente, pero fue disminuyendo a medida que ellos empinaban
el país al fallido modelo soviético, lo que provocó un éxodo masivo de cubanos,
un fenómeno sociopolítico sin precedentes en la Américas. Fulgencio Batista, quien había llegado al
poder por medio de un golpe de estado injustificado en marzo de 1952, abandonó
Cuba el primero de enero de 1959, incluso bajo presión de EE.UU.
La lucha
antibatistiana (1952-1958), esencialmente burguesa, fue una rebelión política civilista
y proconstitucionalista (de la Cuesta y Alum, 1974; Thomas, 1971), y no una
revuelta popular con tonos socioeconómicos nacionalistas. Disfrazados de “revolucionarios humanistas”, los
Castro llenaron el vacío de poder con la promesa de restaurar el ritmo
constitucional. Pero en vez, impusieron un
totalitarismo orwelliano que sumió a los cubanos en la depauperación, excepto
por los privilegiados “apparatchiks” de la “nomenklatura”
criolla. Se suplantó la relativamente
breve dictadura autoritaria del exmilitar Batista de seis años y nueve meses por
un longevo absolutismo hipermilitarista de carácter marxista-estalinista. (Nótese, por cierto, que Batista ha sido el único
jefe de estado de origen afrocubano).
Pero la tiranía castrista
continúa todavía seis décadas más tarde con sus herederos designados a dedo —Miguel
Díaz Canel— sin jamás consultar con el pueblo por
medio de elecciones libres.
Así y todo, la lista de los que han defendido al régimen
“con los ojos ampliamente cerrados” desde fuera del país es larguísima (de la
Nuez, 2007; Fontova, 2005; Hollander, 2006).
Pero, obviando nombres, prefiero enfocarme en “deconstruir” el mensaje común
del coro de los fanáticos pro-oficialismo.
Ellos arguyen,
por ejemplo, que los problemas socioeconómicos que afligieron a la Cuba
republicana (1902-1958) fueron eliminados por el llamado Gobierno
Revolucionario. Porfían incluso que
entre 1959 y 1991 Cuba era un “Edén”. Según ellos, ese supuesto paraíso “exótico” solo
se ha ido resquebrajando debido a la desaparición de los subsidios del
otrora Bloque Socialista de la Europa Oriental dirigido por la Unión Soviética,
que se desplomó en 1991 por su propio peso destructor, lo que dio comienzo en Cuba al tildado "Período
Especial en Tiempos de Paz" (Holgado, 2020).
Hay varios subtópicos por cubrir al respecto;
pero me limito a citar, en contraposición, las impresiones recogidas en Cuba misma
antes del colapso del bloque pro-soviético por varios observadores, también
extranjeros, aunque más honestos intelectualmente que los apologistas. Estas narrativas
cándidas desdicen las historietas viciadas de los revisionistas pro-dictadura. Y recurro solo a extranjeros ya que los
cubanos, tanto en el “insilio” (dentro del país) como en el exilio que
opinan en disidencia son injuriados rutinariamente en los círculos académicos y
mediáticos internacionales —incluyendo a Hollywood— con ataques calcados de las
consignas de la propaganda oficialista (del Risco, 2019; Fontova, 2005).
II—CRITERIO:
Además de ser no
cubanos, el criterio para escoger estos ocho escritores consiste en el: A) haber sido inicialmente un defensor ideológico
del gobierno de los Castro; B) haber
pasado un tiempo residiendo en Cuba entre 1959 y 1991; y C)
el haberse desengañado del régimen a través de su propia experiencia personal,
lo que considero equivalente al “estudio de campo” típico de la Antropología
Sociocultural, “viviendo entre los nativos” (Abrams,
1974).
Esta es la
dimensión que en la Antropología nos referimos también como la visión interna,
o (en inglés) de la “emic”, semejante al concepto de la “epistemología
personal”. Figuran en esta lista de
autores renombrados cinco estadounidenses, un chileno, un francés, y un
ucranio-argentino-israelí, todos considerados de izquierda, políticamente
hablando (aunque hay matices), y algunos de ellos hasta fueron víctimas
directas del régimen castrista.
III—LOS OCHO DECEPCIONADOS
A) Jules Dubois (1910-1966) fue un periodista corresponsal para
Latinoamérica del CHICAGO TRIBUNE
que visitaba a Cuba frecuentemente desde los años 50. Considerado un liberal (aunque anticomunista,
típico de la época), fue un crítico tenaz de la dictadura batistiana. Conoció a Fidel Castro, a quien exaltó en sus
despachos periodísticos y en su libro Fidel
Castro (1959) <https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d317>. Pero empezó a reprobar en sus reportes periodísticos
la ruta anti-democrática que tomaba el gobierno, sobre todo la influencia que
se percibía de comunistas notorios, incluso algunos ex colaboradores de
Batista. Como resultado de sus críticas,
se le dificultó la entrada a Cuba y fue ridiculizado por el exparlamentario y
periodista radial José Pardo LLada —entonces aún progubernamental— quien le puso el mote de “el de la oreja peluda”,
aunque irónicamente, luego se exilió en Colombia (marzo de 1961) <https://www.cubamilitar.org/wiki/Jos%C3%A9_Pardo_Llada>).
B) Allen Ginsberg (1926-1997)
era un poeta de Nueva Jersey, líder de la “Beat Generation”. Un declarado drogadicto, gay y enemigo del
capitalismo que viajó a Cuba en 1965 para “vivir la revolución”. Pero fue expulsado del país cuando intentó abogar
por los derechos de los gays y se quejó sobre los campamentos de la UMAP <https://en.wikipedia.org/wiki/ Allen_ Ginsberg>.(2)
C) Oscar Lewis (1914-1970)
era un famoso antropólogo sociocultural estadounidense que, entre otras
propuestas, ensayó someter a prueba en Cuba en 1969-70 su hipótesis de que la
"Cultura de la Pobreza" no podía existir en un país socialista. Inspirado por Marx, Lewis asumía que las
condiciones socio-enajenantes que la generan solo se desarrollaban en
sociedades capitalistas (Lewis, et al., Living
The Revolution, 1977-78). Empero,
a pesar de que él y su asociado Douglas Butterworth habían sido recibido con
beneplácito oficial, fueron expulsados del país súbitamente, acusados de ser “espías”.
Por cierto, ellos dejaron abandonado en
la cárcel a su colaborador cubano, el académico Álvaro Ínsua, sobre quien he
venido escribiendo por cuatro décadas <https://blogacademiaahce.blogspot.com/search/label/
Rolando%20Alum>. Es
más, su obituario en una publicación profesional de Antropología de mi autoría
en inglés ha generado una polémica con una estadounidense aparentemente apologista
del régimen <https://www.anthropology-news.org/articles/alvaro-insua/>.
D) Douglas Butterworth (1930-1986) era el antropólogo asociado principal de Lewis,
quien después de la muerte de su mentor reveló que el proyecto investigativo sí
había encontrado incidencia de la “Cultura de la Pobreza”, lo que aparentemente
explica la expulsión repentina. Basándose
en entrevistas a docenas de cubanos, Butterworth indicó en The People of Buena Ventura (1980) que
a pesar de los vaivenes socioeconómico-políticos de la era republicana
(1902-1958), dicha “Cultura de la Pobreza” no parecía haber estado arraigada
antes de 1959. Concluyeron que ese
fenómeno sociocultural era producto del "nuevo orden socialista", lo
que, además, refutó la hipótesis preliminar de Lewis.
E) Maurice Halperin (1906-1995) fue un académico estadounidense tan
ultraizquierdista que se autoexilió en los años 50 al acusársele de espiar para
los soviéticos, instalándose primero en México —donde, por cierto, se reunió
con Oscar Lewis—, y después hasta en el mismo Moscú. Allí conoció al “Ché” Guevara durante una visita
diplomática, quien lo invitó a mudarse a La Habana. En 1962 Halperin se desempeñó como asesor del
gobierno cubano, así como profesor universitario. Sin embargo, defraudado, se marchó a Canadá
cuando tuvo la primera oportunidad en 1967.
Luego visitó a Cuba en dos ocasiones y escribió artículos y tres libros
(1973, 1981, y 1994). En ellos afirmó
que a pesar “del caos de los tres años revolucionarios iniciales”,
La Habana de 1962 era aún “un París caribeño” que contrastaba con el monótono Moscú;
pero que eso era gracias a que Cuba todavía era heredera de los “beneficios capitalistas”
remanentes de la “Cuba de Ayer". En
su última visita en 1989 observó cómo Cuba ya se asemejaba más al "tétrico
modelo soviético" que él conoció íntimamente en Moscú, por ej.: colas, penurias,
escaseces, deterioro, abandono, prostitución; gente demacrada, quejosa y harapienta;
y una obvia resistencia ciudadana reflejada en un vasto “mercado negro”. Debo añadir que, paradójicamente, cuando se
desclasificaron los documentos del llamado proyecto “Venona” en los años
postsoviéticos, se confirmó que Halperin sí había espiado para los rusos en sus
años mozos <https://en.wikipedia.org/wiki/Maurice_Halperin>.
F) Jorge Edwards (1931-- ) es un prestigioso escritor chileno que
sirvió como embajador de su país en Cuba, nombrado por el presidente marxista
Salvador Allende en 1971 (luego derrocado por el golpista General Pinochet). Paradójicamente, Fidel Castro mismo declaró a
Edwards “persona no grata” debido a las relaciones amistosas que sostenía con autores
que iban cayendo en desgracia con el régimen por su independencia de
pensamiento (por ej., el poeta Heberto Padilla). En Persona
non grata (1973), Edwards relata su desengaño con el castrismo,
que critica por imponer un estado policíaco opresivo y miserable que, a pesar
de su status diplomático, solo pudo tolerar por apenas unos cuatro meses.
G) Pierre
Golendorf (¿-?), fotoperiodista, ex militante del Partido Comunista
francés, se fue a Cuba en septiembre de 1971 para escribir un libro favorable
al gobierno. Pero, a medida que
entrevistaba a los cubanos, se iba percatando del totalitarismo impuesto por
los Castro. Al expresar su desencanto,
fue acusado de espiar para “la inteligencia norteamericana” y terminó cumpliendo
38 meses en prisión, que incluyeron torturas físico-mentales. Describió su odisea —que llamó como “kafkiana
en el trágico Gulag tropical”— en su libro 7
ans à Cuba (1976).
H) Jacobo Timerman (1923-1999) fue un prolífero periodista ucranio-argentino-israelí
reconocido mundialmente por haber denunciado las atrocidades de las dictaduras
militares en Argentina y Chile de los años 70. Pudo conducir ciertas entrevistas en Cuba en el
verano de 1987, y relató sus decepcionantes impresiones en Cuba hoy, y después (1990). En él, criticó el culto a la personalidad, "la
nueva clase” gobernante privilegiada y nepotista, el horrible reino del terror,
la falta de libertades básicas, la promoción del odio interhumano, el
racionamiento controlador, y las escaseces, así como la sumisión a la remota Unión
Soviética.
IV—ANáLISIS PRELIMINAR: Estos ocho testimonios coinciden, de una
manera u otra, en que el gobierno de los Castro no solamente no resolvió los
problemas socioeconómicos tradicionales, sino que los exacerbó, y más aún, creó
problemas peores, y a un gran costo humano y psicosocial, y algunos autores
jóvenes también añaden “un gran daño antropológico”.
Durante la primera treintena del régimen, la
calidad de vida ya había desmejorado enormemente, tal como lo experimentaron en
carne propia los ocho escritores internacionales mencionados aquí; por cierto,
al menos cinco de ellos aparentemente eran de origen étnico judío. Y hay muchos otros ejemplos de observadores
extranjeros, hombres y también mujeres (como la francoestadounidense Susan
Sontag), que en vez del proclamado "Hombre Nuevo", ya habían hallado
una cultura de "miseria postrevolucionaria decadente” previo al Período
Especial.(3)
Permítaseme una
anécdota personal: En el verano de 1977,
el distinguido sociólogo dominicano Frank Marino Hernández —mi mentor en Santo
Domingo durante mi estadía allí— encabezó una
delegación cultural de su país a Cuba. A
su regreso, su esposa, doña Elda (quien era salvadoreña), me contó que la propia
“comisaria” asignada a vigilar a los visitantes le susurró que le pasara a
escondidas, en el baño de damas, la ropa interior que llevaba puesta.
Más adelante, en
1988, el economista estadounidense Nick Eberstadt ya citaba a Cuba en The Poverty of Communism como
ejemplo del binomio de pobreza+opresión que han acarreado los sistemas
comunistas históricamente en diferentes países y continentes. También notó similitudes sombrías entre Corea
del Norte y Cuba, por ej., en la militarización de la sociedad, la
subalimentación de la población, y el estilo dinástico de la élite gobernante
autoperpetuada.
V—COMPLEMENTO: El discurso de los apologistas del castrismo ultramarinos
—desmentido por los antes citados intelectuales tempranamente desencantados del
régimen— recurre a repetidas falacias estilo consignas
excusadoras. Entre otras, siguen culpando
los fracasos del gobierno al “subdesarrollo del pasado”, al "coloso del Norte",
y al Exilio.
A pesar de su bendecido
clima y riquísimo suelo agrícola, Cuba ahora importa alrededor del 80% de sus
comestibles, a diferencia de los años anteriores, cuando se autoabastecía y exportaba
muchísimos productos agropecuarios (Comunicación Personal de mi exprofesor, el
economista Carmelo Mesa-Lago, considerado “el decano de la Cubanología”). El turismo se consideraba la segunda
industria, después del azúcar; no obstante, más cubanos tenían el poder
adquisitivo de viajar a EE.UU. y gastar más dinero aquí, que los
norteamericanos en Cuba en los años 50.
Cuba jamás
experimentó antes emigración en masa; al contrario. Era un país de inmigrantes, donde hasta las
españolas iban como sirvientas; incluso, más extranjeros residían en Cuba
(sobre todo estadounidenses, abarcando también puertorriqueños) que cubanos en
el exterior, incluyendo a EE.UU. La
isla-nación acogía a los exiliados prodemocráticos de toda Latinoamérica —especialmente
antes del batistato de los 50—, como lo enfatizara
el escritor y político dominicano Juan Bosch (exiliado en Cuba) en su clásico: Cuba, la isla fascinante (1954). Más aún, Cuba recibió al menos tantos
refugiados judíos europeos en proporción a su población (per capita) como los mismos
EE.UU. durante el hitlerato.
El nivel de
vida cubano se consideraba superior al de casi toda Latinoamérica, y que España,
Portugal y otros países europeos. Contrario
a lo que aducen los apologistas —y Hollywood, que a veces parece ser la fuente
principal de información para muchos en la prensa y el mundo intelectual— los
índices de calidad socioeconómicos iban acrecentando por día. Y, por cierto, todas estas buenas noticias a
pesar de, y no gracias al batistato de los 50 <https://2009-2017. state.gov/p/wha/ci/cu/14776.htm>. Claro, habían
muchas imperfecciones por remediar en apenas 57 años de independencia (fue la
última colonia española en independizarse en el continente). Pero, como lo han acotado tantos cubanólogos internacionales,
intelectualmente honestos y respetados, los Castros no solo no las corrigieron,
sino que las empeoraron, y además produjeron nuevas anomalías, es posible que ex
profeso, en su obsesión de dominar el bello país antillano.
Mi enfoque es esencialmente en el ámbito de
las libertades(4). Pero quedan
por describir muchos otros acontecimientos en lo que llamo “el pre-período
especial” que ya reflejaban la naturaleza cruel y devastadora del régimen antes
de 1991. Entre esos se pueden citar el
total control de los medios de comunicación y de la enseñanza, las detenciones
masivas “preventivas” (ej., al iniciarse el desembarco de Playa Girón en abril/1961),
el cambio de la moneda que empobreció fatalmente al pueblo cubano, la total
estatización de la economía en 1968, la descabellada “Zafra de los 10 millones”
de 1970, el episodio de la embajada peruana en La Habana y la consiguiente huida
en masa por el Mariel en 1980, los balseros desesperados [y que continúan], etc.
(AHCE, 2020; <https://diariodecuba.com/economia/1624878747_32228.html>).
En fin,
contrario a lo que todavía proclaman los aduladores extranjeros del castrismo, las
primeras tres décadas del régimen ya constituían una dolorosa "distopía",
una triste antiutopía que aún perdura tres otras décadas más tarde, y que curiosamente
sigue siendo justificada —
notablemente— en los mundos mediáticos y académicos
internacionales, evidentemente, sin importarles para nada el sufrimiento del
pueblo cubano.
NOTAS
SELECTAS
(1) Agradezco humildemente
el honor que me brinda la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio (AHCE) al
invitarme a su membresía. Esta ponencia constituye
una continuación más extensa y profunda de mi previo breve artículo “Antes del
Período Especial” publicado en DIARIO DE CUBA (01/01/2014). Aplico el estilo de citas bibliográficas a la
usanza en la Antropología. Al igual que
otros trabajos míos sobre temas cubanos, este no ha tenido el apoyo financiero,
ni institucional, de ningún organismo. También
doy las gracias a los familiares y colegas que me han ofrecido comentarios a
borradores anteriores de este y otros escritos afines. Dedico este modesto ensayo a la
memoria de: (a) mis dos tíos abuelos
mambises: Federico Alum [muerto en combate] y Emilio García [fallecido ya
nonagenario en el Exilio en Miami]; (b)
así como a mi tío materno, el legendario líder sindical antibatistiano y
prodemocracia Pascasio Linera [también fallecido en el Exilio miamense]; (c) y a su hija, mi querida prima-hermana
Caridad Linera [fallecida recientemente en Miami] <ralum@pitt.edu]>.
(2) Con relación
a los campos de concentración de las llamadas Unidades Militares de Ayuda a la
Producción (U.M.A.P.), donde no solo confinaban a los gays, sino también a practicantes
religiosos, incluyendo a los Testigos de Jehová y de los
cultos afrocubanos (como el Abakuá), ver: R. Núñez; R. Alum; & R.
Nodal, 1985, "The Afro-Hispanic Abakuá", Orbis-Linguistique [Lovaina]:XXXI:263-284.
(3) Hay muchos otros
exsimpatizantes, considerados pensadores de izquierda internacionales que se
decepcionaron del régimen; e.g., el español Fernando Arrabal, el peruano Mario
Vargas Llosa, el alemán Hans M. Enzensberger, el inglés Hugh Thomas (1971), el
canadiense Leonard Cohen, el mexicano Octavio Paz, el portugués José Saramago,
y el estadounidense Irving Horowitz, entre otros que han tenido el coraje de no
temer ser tildados de “reaccionarios” y otros epítetos (del Risco, 2019). Claramente, no hay que residir bajo un
régimen para poderlo juzgar. Ninguno de
nosotros tuvo que sufrir los rigores de las infernales tiranías alemana Nazi o
dominicana de los hermanos Trujillo para poderlas calificar como espantosamente
insoportables <https://www.cubanet.org/opiniones/trujillo-republica-dominicana-cuba>.
(4) A propósito, el régimen insulta a los expatriados
habitualmente con epítetos vitriólicos ("antisociales, bandidos, escoria, gusanos,
‘Lumpen’, lacayos del imperialismo, mercenarios, reaccionarios,” y más
recientemente, “de baja calaña”, etc.), insolencias etnocéntrico-políticas que
repiten insensiblemente los seguidores foráneos del régimen (ver del Risco, 2019,
y <https://deinospoesia.com/2021/08/28/dejar-la-isla-jose-abreu-felippe/>). Aparte de eso, se refieren al Exilio como “la
Mafia de Miami” (y a veces añaden, también “de New Jersey”). Pero: ¿Qué más mafia que la misma familia de
eurodescendientes dominando el país por seis décadas? Irónicamente, es ese Exilio demonizado —incluso
por la prensa extranjera y el mundo académico— quien
subsidia con sus remesas y envíos de provisiones generosos a casi la mitad de
la población en la isla (José Álvarez, economista,
Florida: Comunicación Personal).
=*DATOS BIOGRÁFICOS: Rolando Alum Linera es Investigador “Senior” Asociado en Antropología del
Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh, del cual
es egresado; también recibió un Certificado Postdoctoral de la Universidad de
Virginia. Fue profesor en varias universidades
de EE. UU., Puerto Rico y República Dominicana, y fungió como subsecretario de
Educación de EE.UU. (Región Federal II), y como presidente del Comité Asesor al
Censo. Fue becario Fulbright y de la OEA
en República Dominicana, e investigador huésped en la Hoover Institution
(Calif.), y es un “Senior Fellow” de la Sociedad Para la Antropología Aplicada. También ocupó cargos de subgabinete en el
gobierno estatal de Nueva Jersey, y sirvió como regente de Ramapo College, y actualmente
de DeVry University-N.J. Es además
vicepresidente del Comité Certificante de Psicoanalistas, y del estatal Centro
Hispano Para Políticas, ambos de Nueva Jersey.
Sus más de 175 escritos han sido publicados —en inglés y español— en
revistas académicas, libros, enciclopedias, y periódicos [ralum@pitt.edu].