Monday, October 31, 2022

Las calles de La Habana

Por Guillermo A. Belt

Mi madre nos contaba siendo nosotros niños y luego nos recordaba en la adolescencia que como alcalde de La Habana nuestro padre había propiciado la restitución de sus nombres antiguos, tradicionales y populares a las calles de la capital.

Hoy, al ver una fotografía de mis nietas disfrazadas como lo estarían esta tarde de no ser porque han dejado atrás las costumbres de la infancia, he caído en una de las trampas que tiende la nostalgia al recordar una vez más aquella decisión de un alcalde que fue por décadas el más joven de quienes ocuparon el segundo cargo en la jerarquía política de Cuba.

Dada su extensión comparto sólo la primera parte del Informe del Historiador de la Ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring, en la que este relata los antecedentes y enumera las normas por las que se rigió la restitución de sus nombres a las calles de La Habana.

Emilio Roig de Leuchsenring

CUADERNOS DE HISTORIA HABANERA


Dirigidos por Emilio Roig de Leuchsenring Historiador de Ciudad de La Habana

LAS CALLES DE LA HABANA: BASES PARA SU DENOMINACION. RESTITUCION DE NOMBRES ANTIGUOS, TRADICIONALES Y POPULARES

Hemos querido reunir en éste, el quinto de los CUADERNOS DE HISTORIA HABANERA, toda la documentación relacionada con el problema, al fin resuelto — por el Decreto núm. 511, de 13 de enero del corriente año, publicado en la Gaceta Oficial, edición extraordinaria número 11, del día 17 de dicho mes — de la nomenclatura de las calles de La Habana y restitución de sus nombres antiguos, populares y tradicionales.

Hace varios años que se viene clamando en todos los tonos, por particulares y por corporaciones, contra el desbarajuste que en la denominación de nuestras calles habían introducido los inarmónicos y a veces inconsultos acuerdos tomados en ese sentido, de 1899 a 1933, por la Cámara Municipal y el Consejo Deliberativo. Y fueron numerosas las demandas que en ese período de tiempo se formularon para que, ya por el propio Ayuntamiento, ya por el Congreso, se pusiese coto a ese intolerable y perjudicial abuso, regulándose la forma y el procedimiento en que pudieran ser cambiados los nombres de nuestras calles.

No ha sido sencilla y breve esta labor, ni tampoco, obra exclusiva nuestra ni de la actual Administración Municipal.

Larga fue la lucha, pues comenzó en 1928, durante la administración del Alcalde Dr. Miguel Mariano Gómez, quien encomendó el estudio de la cuestión a la Comisión de Historia, Ornato y Urbanismo, creada por acuerdo municipal, según proyecto que al Consistorio presentó el entonces concejal Sr. Ruy de Lugo Viña.

A esa Comisión, de la que nosotros formamos parte, prestaron su talento, su cultura histórica y su buena voluntad, además del Sr. Lugo-Viña, los señores Evelio Govantes, jefe del Departamento del Municipio y presidente de la Comisión, Ezequiel García Enseñat, Gabriel Camps, Napoleón Gálvez, Manuel Pérez Beato, Tomás Jústiz, Pedro Martínez Inclán, Francisco Centurión, Luis Mondes, Luis Rodríguez Lamont, Gonzalo Aróstegui, Javier de Acevedo, José Manuel de Ximeno y Alfredo Longa.

Durante varios meses laboramos intensamente hasta dar cima a nuestros trabajos en un extenso y documentado Informe, del que fuimos ponentes, auxiliados de manera eficaz por los compañeros Govantes, Lugo-Viña y Ximeno. Ese informe fue enviado por el Alcalde Dr. Gómez, a la Cámara Municipal, para que ésta le impartiese su aprobación, convirtiéndolo en acuerdo. Pero, por motivos diversos, que no es del caso enumerar, fue imposible que el trabajo de la Comisión culminase en acuerdo municipal. Y sobre la mesa quedó durante todo el período final de la administración del Dr. Gómez. Después, desaparecido el Término Municipal de La Habana, para transformarse, bajo la garra de la dictadura machadista, en el tristemente célebre Distrito Central habanero, no era posible que prosperase un proyecto, como ese, beneficioso a la comunidad municipal.

Caído Machado, al ocupar la Alcaldía, hace ahora un año, el Dr. Guillermo Belt y Ramírez, tuvimos la satisfacción de encontrar en él la más calurosa acogida al viejo empeño de regular la denominación de las calles habaneras y restituirles sus nombres antiguos. Y al efecto, aprovechando la labor ya realizada en 1928 por la Comisión de Historia, Ornato y Urbanismo, redactamos, en nuestro carácter de Historiador de la Ciudad de La Habana, un Informe, que mereció, no sólo la aprobación del Sr. Alcalde, sino también la de asociaciones de tanta significación e importancia en nuestra capital como los Amigos de la Ciudad, el Centro de la Propiedad Urbana, el Club Rotario, el Automóvil Club, la Asociación Nacional de Propietarios y la Sociedad Colombista. Todas estas asociaciones impartieron su conformidad a nuestro Informe, haciéndolo así saber, primero, al Presidente de la República, coronel Carlos Mendieta, y después, al actual Presidente Dr. José A. Barnet, a fin de que por el Ejecutivo y Consejo de Secretarios fuese sancionado el Decreto-Ley que, basado en nuestro Informe, presentó en dicho Consejo el Sr. Alcalde Municipal.

Si antes recordamos los nombres de las personalidades que colaboraron el año 1928 en la Colisión de Historia, Ornato y Urbanismo, justo es también que reconozcamos la cooperación utilísima que nos prestaron ahora en nuestro trabajo los señores Emilio Vasconcelos, jefe del Departamento de Fomento, José Luciano Franco, jefe del Departamento de Cultura, Ángel Luis Valladares, ingeniero del Departamento de Fomento y Julio Gomiz, Oficial Primero de la Oficina del Ayuntamiento.

Y queremos citar, además, de manera especial, al ingeniero Mario Guiral Moreno, quien, como presidente de la Sección de Estética Urbana de los Amigos de la Ciudad, redactó un notabilísimo dictamen en el que estudia detenidamente nuestro Informe, mostrándose favorable al mismo en términos generales, dictamen que reproducimos en este Cuaderno y ha sido acogido, por su valor e interés, en las páginas de la Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros.

Al apoyo decidido de las asociaciones antes mencionadas se debe el feliz éxito alcanzado sobre éste que parecía ya insoluble problema, pues ellas, con la fuerza de su prestigiosa representación, inclinaron el ánimo del Sr. Presidente de la República y de los señores Secretarios del Despacho a aprobar el Decreto-Ley que regula la denominación de las calles habaneras y restituye sus nombres antiguos.

Los puntos básicos de este Decreto-Ley son los siguientes:

I o — Que tiene carácter y fuerza de ley, y, por lo tanto, sólo puede ser modificado o derogado por el Congreso.

2 o — Que en él se han incluido las Bases Generales que nosotros redactamos en nuestro Informe y mediante las cuales se regula, ahora y para el futuro, la denominación de las calles habaneras.

3 ° — Que lo esencial de esas Bases, hoy ley de la República, es:

Se conservará o restituirá el nombre antiguo, tradicional y popular, siempre que no hiera el sentimiento patriótico cubano.

Se suprimirá todo nombre antiguo que hiera el sentimiento patriótico cubano.

Ninguna calle llevará el nombre de persona que se encuentre viva.

No se dará a calle alguna el nombre de persona que tenga menos de 10 años de fallecida.

Se conservará en los barrios de El Vedado, Medina, Carmelo y sus ampliaciones, el sistema de números y letras, que desde su fundación se ha usado para denominar sus calles.

No podrá dejarse al capricho de los dueños de los repartos que de aquí en adelante sean urbanizados, la denominación de las calles, sino que éstos deben ser sometidos al estudio y resolución de una comisión especial que al efecto se creará por la Alcaldía y en la que estarán representadas las corporaciones y asociaciones con intereses vitales en el Término Municipal. 

Se simplificarán los nombres extensos y complicados que ostentan algunas de dichas calles a fin de hacerlos más fácilmente utilizables por el público, logrando que con ello adquieran rápida y permanente popularidad.


4 o — Que igualmente se establece que los nombres definitivos que ahora se dan a las 104 calles cuya denominación había sido cambiada de 1899 a 1933, y a la calle de Ricla, siempre conocida por el de la Muralla, no podrán ser alterados sino únicamente mediante una ley del Congreso.

5° — Que los nombres de patriotas revolucionarios de nuestras luchas emancipadoras que ha habido necesidad de quitar de las calles antiguas de La Habana, han sido trasladados a calles innominadas del reparto Ensanche de El Vedado, llamado a convertirse en plazo breve en uno de los lugares más hermosos de la capital, ya que constituye el centro de la Grande Habana del futuro.

Las únicas excepciones que el Consejo de Secretarios introdujo, al aprobarlo, en el proyecto de Decreto-Ley presentado por el señor Alcalde y basado en nuestro Informe, son las siguientes:

No se han restituido los nombres antiguos a las calles de Correa, Estrella y O'Reilly, sino que se les han consentido sus nombres modernos respectivos de Avenida del Presidente Gómez, Enrique Barnet y Presidente Zayas; a la calle de Infanta no se le ha dado el nombre definitivo que nosotros propusimos de Calixto García, sino se le ha aconsejado el moderno de Avenida del Presidente Menocal.

Debemos también dejar constancia de la restitución que por el Decreto-Ley se hace, de acuerdo con nuestro Informe, del nombre antiguo de Muralla, dado por el pueblo a la calle que hasta ahora, y desde 1763, se denominaba oficialmente calle de Riela. A pesar de lo remoto de la fecha en que le fue dada por el Ayuntamiento esta última denominación, el pueblo siempre la ha denominado calle de la Muralla o Muralla, y por ello nosotros propusimos, y ha sido aceptado por el Consejo de Secretarios, se legalizase este nombre popular.

Se ha dado, por último, el nombre de Calzada de la Independencia, que ostentó en un tiempo la Avenida de Carlos III, a la mejor, por su amplitud y extensión, de las vías con que cuenta el Término Municipal de La Habana, o sea a la calzada que parte del Paseo de Carlos III hasta el límite de este Término, y a su prolongación hasta el Cacahual.

Emilio Roig de Leuchsenring,

Historiador de la Ciudad de La Habana.





Thursday, October 27, 2022

Anuario Histórico Cubanoamericano, Número 6

Acaba de salir el último número del ANUARIO HISTÓRICO CUBANO-AMERICANO, el número 6, de este año 2022, una publicación de la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio, Corp.
El ‘Dossier’ de este número se concentra en la “Resistencia civil en Cuba (1959 – 2021)” y tiene muy interesantes estudios sobre “La larga memoria de la historia”, del conocido periodista Pedro Corzo; la “Protesta del pueblo de Perico”, de Lidia Martínez; “Protesta por la visita de Anastás Mikoyán en el Parque Central de La Habana”, de Juan Manuel Salvat; “Un asesinato y tres latrocinios”, de Julio Estorino; “El Cano y Cárdenas, 1962: Verano de Protestas”, por Daniel J. Pedreira; “El Comité Cubano Pro-Derechos Humanos, Ricardo Boffill y la Primera Mesa Redonda Disidente”, de Ricardo Cartaya; la “Carta de Presos Políticos Cubanos de 1978”, de Ángel de Fana; la “Carta de los Diez”, de María Elena Cruz Varela; la “Memoria del Maleconazo”, de Luis Leonel León; las “Memorias Reflexivas de ‘Concilio Cubano’, de Juan José López Díaz; “A los Veinte y Cinco Años de ‘La Patria es de Todos’”, de Pedro Corzo; “Las Damas de Blanco, Ejemplo del Patriotismo de la Mujer Cubana”, de Roberto Álvarez Quiñones; “Patria y Vida: La Canción de las Protestas en Cuba”, de Antonio Gómez Sotolongo y “11-J: Anhelado y (Por el Momento} Frustrado Despertar de los Cubanos”, de Luis Leonel León.

Asimismo, se encuentran artículos y ensayos de los escritores José Azel, Santiago Juan-Navarro, Pedro Monge Rafuls, Ingeborg Portales, Manuel Gayol Mecías, Jesse Fernández, Sylvia Landa, María Argelia Vizcaíno, Teresa Fernández Soneira, Rafael Peñalver, Vicente Morín Aguado, Pedro Corzo, Rolando Alum Linera y Federico R. Justiniani, como a la vez el “Documento con la firma a mano de los 31 miembros de la Asamblea Constituyente Cubana de 1901”, del profesor Raúl Eduardo Chao. Finalmente, una recopilación bibliográfica original sobre la “Presencia del Exilio en la Internet”, del ensayista Manuel Gayol Mecías.

Esta bella y atrayente publicación de 340 páginas ya puede adquirirse aquí.

Friday, October 14, 2022

La hispanidad en EEUU y el frustrado boicot hacia Goya Foods del 2020*

By Rolando Alum Linera

Ya es una tradición en EEUU el celebrar este mes de octubre como “el mes de la Hispanidad”. Es menester repasar la historia, aun relativamente reciente, del fracasado boicot contra la afamada firma de comestibles hispanos Goya Foods en el verano de 2020.(1)

Hace años participé en una conferencia universitaria acerca del progreso de la comunidad hispana –sobre todo la cubana– en el condado de Hudson, en la ribera oeste del río del mismo nombre, en el noreste del estado de Nueva Jersey. De pronto, y casi de una manera cómica, una señora no hispana se quejó de que “el problema mayor” era que le hablaban mayormente en español cuando ella entraba en las tiendas de la simbólica Avenida Bergenline (que atraviesa las pequeñas municipales de Union City y West New York).


Varios de los asistentes tratamos de persuadirla de que ella tenía la opción de comprar en los establecimientos donde ella se sintiera cómoda; pero ella insistió en apuntar el supuesto “daño sociocultural-cultural” que la presencia cubana en especial le estaba haciendo área.

Este ejemplo deshace el mito que pregonan ciertos académicos estadounidenses de que la población promedio norteamericana dió a los exiliados cubanos una bienvenida privilegiada, lo que presumiblemente explica su éxito comparativo. Pero, irónicamente, incluso hubo anuncios de apartamentos para renta –en Miami y Nueva Jersey– que advertían “No dogs, no Cubans”. También un alcalde de Union City en los años 70 intentó demagógicamente detener la llegada de cubanos a su ciudad. Se olvida también de la campaña del “English Only” en el sur de la Florida, sobre todo a raíz de la llegada en masa sin precedentes de refugiados por el Mariel en el verano de 1980.

Sin embargo, con el tiempo, los exiliados y sus descendientes escalaron en todas las esferas socioeconómicas y políticas, tanto en la Florida como en Nueva Jersey, y a su vez les abrieron las puertas a otros inmigrantes latinoamericanos. No obstante, los hay en el mundo académico y de la prensa que les quieren negar a los cubanoamericanos ese crédito histórico.

Con fines de definición práctica, consideremos esos ejemplos de xenofobia, etnocentrismo y hasta racismo como de la Derecha político-social tradicional. No obstante, en el verano del año 2020, un tema predominante fue el ridículo boicot lanzado por algunos autonombrados abanderados de la Izquierda hispano-estadounidense contra Goya Foods.

La historia de Goya es emblemática de la tradición de los negocios con orígenes étnicos en EEUU. Honrando el nombre del célebre pintor español Francisco Goya (1746–1828), fue fundada en Nueva York en 1936 por la familia Unanue, inmigrantes españoles. Ha proporcionado empleo por nueve décadas a miles de trabajadores de diversos orígenes a través de EEUU, así como Puerto Rico, República Dominicana (tras la caída de la dictadura de los hermanos Trujillo), y España (luego de eliminada la dictadura fascistoide de Franco).
 


Aparte de Bacardí –la mundialmente famosa firma de bebidas de origen cubano–, Goya es la empresa hispana en EEUU con más ventas (sobrepasa los mil millones de dólares anuales), y con la mayor nómina de empleados, esparcidos en varios estados, particularmente Florida, Texas, Nueva York y Nueva Jersey, donde radican sus oficinas centrales.

Aunque este relato sobre el llamado a rechazar a Goya al estilo del “cancel culture” en boga ocurrió hace apenas dos años, ya constituye una historia merecedora de un análisis didáctico, si preliminar.

La excusa esgrimida para lanzar esa malévola furia tóxica de los autodenominados “activistas comunitarios” contra la renombrada Goya se originó porque su director ejecutivo, Robert Unanue, aceptó una invitación a un cónclave de empresario/as en la Casa Blanca con el entonces Presidente Trump.

Tanto Unanue como sus predecesores en el liderazgo de dicha empresa lo habían hecho rutinariamente con presidentes estadounidenses anteriores de ambos partidos políticos, sin que nadie lo objetara. En años anteriores, conocí a los directivos principales de Goya a la sazón, en mi capacidad de administrador fundador del que fuera el nacionalmente premiado Buró de Empresas Hispanas del Gobierno del Estado de Nueva Jersey, así como en mi función de presidente del Comité Federal Asesor al Censos, y pude palpar el compromiso de ellos a mejorar el estatus e imagen de la comunidad hispanoparlante.(2)

Entre los líderes del absurdo boicot se encontraban una congresista de Nueva York y un político de Texas (que aunque no hispano, se presenta como tal), quienes ambicionan convertirse en “líderes” de la Izquierda hispano-estadounidense, sin ni siquiera dominar el idioma español. Incluso, es dudoso que esos gritones intolerantes consuman regularmente productos de la cocina hispana, excepto para efectos de “photo-opps” de publicidad demagógica oportunista.

Por supuesto, los boicoteadores tienen derecho a enunciar sus objeciones civilmente. Sin embargo, como lo expresaron algunos comunicadores sociales más objetivos, lo que los vociferantes boicoteadores demostraron fue un visceral odio divisivo que, además, pregonaba la venenosa lucha de clases (al estilo marxista) en esta, la sociedad abierta por excelencia, como lo ideó el gran filósofo Karl Popper, de mi preferencia.

De igual manera, reclamamos el derecho a ripostarles, aunque más elegantemente que los bajos estilos de “bullying” y “woke” de moda en ciertos círculos de élite, que ellos suelen emplear.

Es posible argumentar que los envidiosos que han atacado a Goya parecían haber tenido al menos una intención perversa adicional: La de infligir más daños (en medio de la pandemia del Covid-19) a la economía de los estados con mayor concentración de hispanos, como son Nueva Jersey en el norte y la Florida en el sur. Si en tiempos normales dichas metas antisociales son censurables, en épocas epidémicas son más imperdonables, moralmente hablando.

Quizás no es coincidencia que muchos de los boicoteadores gritones resultaban también ser apologistas de los regímenes socialistas de Chávez-Maduro en Venezuela, del clan de los Ortega en Nicaragua, y de los hermanos Castro en Cuba, en los cuales reclamaron encontrar inspiración ilusoria (y a pesar de que esas tiranías han arruinado a sus respectivos países). Y todo ese alboroto, inconsistentemente, en aras de una supuesta sensibilidad étnica, igualdad social, tolerancia, diversidad, “antifascismo, y “justicia social y racial” [sic]. Para los exiliados cubanos, venezolanos, nicaragüenses, y demás que han experimentado en carne propia la opresión de dicho tipo de autocracia, estas propuestas de fantasía orwelliana constituyen insultos a la inteligencia.

Paradójicamente, como resultado del boicot, la Goya reportó un aumento en sus ventas, incluso en ciudades donde la comunidad hispana es ínfima. Curiosamente, esto no fue reportado debidamente por los medios de comunicación.

Es obvio que el fallido boicot encaja en una escuela de pensamiento contraproducente a la meta del éxito socioeconómico a que aspira toda comunidad en un sistema básicamente capitalista y democrático, como lo es EEUU. Hace años sorprendí a un colega argüir con los estudiantes donde dictábamos clases que el hispano que abandonara la pobreza estaba de facto renunciando a su etnicidad hispana. De igual manera, los boicoteadores contra Goya, en vez de alabarlo, aborrecen al comerciante hispano triunfante cuando alcanza a rozar codos con el líder del Mundo Libre.

Esa es una mentalidad que conspira contra la prosperidad nuestra, una posición que al mismo tiempo promueve el rencor hacia empresas célebres como Goya Foods y a los hispanos e hispanas exitosos en todas las ramas de la sociedad.

Y nos preguntamos: ¿es esa la ideología negativa la que debe representar el pensamiento de los hispano-estadounidenses?


Notas

(1) Le dedico este modesto escrito a los comerciantes e industriales hispanos en EEUU, héroes anónimos que crean fuentes de trabajo. Como es mi costumbre, le doy bienvenida a toda crítica constructiva {ralum@pitt.edu}.

(2) Debo aclarar que nunca he recibido ningún privilegio u obsequio de la susodicha empresa. Aunque he escrito con anterioridad sobre el tema, mi propósito principal aquí es el de: (a) resumir las reflexiones anteriores, (b) aprovechar la oportunidad para expandir sobre el tópico visto ya desde la distancia de un par de años, (c) y estimular a otros estudiosos a que profunden el análisis del fenómeno del fracasado boicot a Goya como un caso de estudio.

* Tomado de Periódico Cubano

Thursday, October 13, 2022

CRISTÓBAL COLÓN, EL DESCUBRIDOR DE AMÉRICA, SÍ SEÑOR

Por Antonio Gómez Sotolongo

No es casual que todos los anticapitalistas estén en contra del concepto «Descubrimiento de América», una hazaña clara y fundamental para el conocimiento en la Historia de la Humanidad. Condenar a Cristóbal Colón por el descubrimiento de América, es tan absurdo como condenar a Albert Einstein por el descubrimiento de la bomba atómica.

El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón, el Gran Almirante de la Mar Océana, avistó nuevas tierras, cuentan que allí también incumplió la primera promesa de un europeo en tierras del Nuevo Mundo, al negarle a Rodrigo de Triana la primacía del avistamiento de aquella candelita que en la obscuridad de la noche dijo el Adelantado haber visto antes que desde el Palo Mayor se escuchara la atronadora voz de: ¡¡¡TIERRAAAAA!!!.

La anécdota es conocida, pero la hazaña fue tan increíble que cada año da más de qué hablar.

El hecho que cambió el rumbo de la Humanidad para siempre se celebra en algunos países y en otros, al parecer, desde hace algunas décadas, se padece. Según El País, del pasado 31 de agosto, el Ayuntamiento de Los Ángeles -a donde nunca llegó Colón-, votó para cambiar el Columbus Day, que se celebra en los Estados Unidos, por el Indigenous People´s Day, o Día de los Pueblos indígenas. En 2011, Evo Morales decretó el 12 de octubre como Día de la Descolonización y ayer a través de Twitter dijo: «En el Día de la Descolonización denunciamos la invasión europea del imperio español de 1492, que trajo muerte, saqueo y explotación en Abya Yala». Hugo Chávez cambió, mediante el Decreto N° 2.028 de 10 de octubre de 2002, el Día de la Raza, por el Día de la Resistencia Indígena, y Nicolás Maduro ha dicho ayer que «El rey de España lo que debe hacer es pedir perdón y hacer una indemnización histórica a los pueblos indígenas que masacraron los Borbones a lo largo y ancho de nuestra América».

En Nicaragua se celebra el Dia de la Resistencia Indígena, Negra y Popular. El pasado día 9 el Parlamento de Navarra proclamó el día 12 de octubre como Día de los pueblos indígenas y de respeto a la diversidad cultural, y ayer, en el atrio del Parlamento, Fanny Carrillo, la parlamentaria foral de Podemos, oriunda de Ecuador, dijo: «Quienes tenemos el privilegio de portar en nuestra identidad parte de la dignidad de las milenarias civilizaciones indígenas debemos recordar el 12 de octubre como el día del inicio del holocausto de nuestros abuelos. Y los días sangrientos ni se festejan ni, muchos menos, se agradecen».

A pesar de todos estos dichos y hechos, Colón descubrió una región absolutamente desconocida para la Europa del siglo XV y completó así la geografía del planeta Tierra. Aunque según lo que han podido documentar sus biógrafos el genovés no se dio cuenta del tamaño de su hazaña y nunca entendió que había descubierto un nuevo continente, según las Cartas que anunciaron el descubrimiento de Las Indias en 1493, «había encontrado unas islas con gente sin número, y por sus Altezas plantó su bandera y tomó posesión de ellas sin que nadie se lo impidiera», y con esa idea murió en Valladolid, creyendo que estas eran unas islas, que según las descripciones de Marco Polo en el Libro de las Maravillas, preludiaban lo que él en realidad buscaba: Las Indias Orientales, el imperio mongol del Gran Kan, Cipango y Catay.

El Almirante no tuvo nada que ver con lo que vino después, ni siquiera el continente lleva su nombre, sino que fue adjudicado por Martin Walldseemüller a Américo Vespucio, quien sí comprendió la magnitud del descubrimiento. La crueldad de la conquista, el sometimiento al vencido y el saqueo eran entonces y aun lo siguen siendo en ciertas regiones del planeta y para ideologías como la marxista, actuaciones acordes con la moral, ¿o qué fueron los fusilamientos indiscriminados que ordenó Ernesto Guevara, alias el Che en 1959 en Cuba? ¿o qué fueron las Cruzadas? ¿y qué del dominio de los mexicas sobre otros pueblos indígenas? ¿y qué de la alianza de los totonacas y los tlaxcaltecas con Hernán Cortés para conquistar Tenochtitlan? ¿qué fue de las rivalidades entre Tikal y Kalakmul? ¿cómo dominaron los quiché a otros pueblos mayas? ¿fue Moctezuma un pacificador de las 450 poblaciones que conquistó entre 1503 y 1517? ¿y qué de la conquista musulmana de la península ibérica? ¿Cómo conservar rencor por lo que sucedió hace siglos y tratar de juzgarlo como cosa sucedida hoy? En mi opinión es un absurdo.

El Genovés fue el navegante más conocedor e intrépido de su época, pudo leer los más importantes documentos que existían entonces sobre navegación, geografía y astronomía, conoció las teorías sobre la redondez de la tierra de Eratóstenes, las teorías de Paolo dal Pozzo Toscanelli expuestas en una carta de 1497, que aún se conserva, destinada a Alfonso V de Portugal, conoció de las campañas de Enrique el Navegante, y cuando se dispuso a atravesar la Mar Océana ya había viajado por casi todas las rutas conocidas por los europeos. Así que no por azar se obsesionó con la búsqueda del oriente por el occidente, sino el más profundo conocimiento de la navegación del siglo XV, y esa obstinación le permitió probar la redondez de la tierra y la existencia de corrientes marinas en el Atlántico que permitían su navegación, conocimientos estos, que, de haber permanecidos ocultos al saber humano durante cien años más, el mundo de hoy no sería ni la sombra de lo que es.

Pero esa realidad, desde hace más de dos décadas, esa hazaña es negada por algunos grupos que entienden que aquello solo fue una gran matanza, una tragedia que originó la conquista, la colonización, el saqueo de las riquezas de esta parte del mundo y que no debería ser motivo de celebración, pero la Historia no se puede amoldar con los códigos morales de quien la estudia, no se pueden pasar por el tamiz de las ideologías las acciones de quienes se embarcaron en aquellas tres diminutas naves siguiendo a un «alucinado» Almirante, está muy claro para mí que toda esa desproporcionada «ofensiva revolucionaria» contra una gesta que completó la geografía del planeta tiene un propósito: acarrear agua a los molinos de los antisistema, a quienes necesitan romper el tablero nuevamente para llegar al poder, no es casual que todos los anticapitalistas estén en contra del concepto «Descubrimiento de América», una hazaña clara y fundamental para el conocimiento en la Historia de la Humanidad. Condenar a Cristóbal Colón por el descubrimiento de América, es tan absurdo como condenar a Albert Einstein por el descubrimiento de la bomba atómica.

Tomado del blog del autor:


Te quiero y te llevo al cine (a ver la Cuba que no quieren que veas)*


Por Luis Leonel León

Debería conocerse, desde hace mucho tiempo, que la historia de la censura en Cuba es tan larga y tortuosa como el castrismo. Antes de adjudicarse el poder total, el dictador Fidel Castro y sus más hábiles cómplices, eran conscientes de que la subsistencia de su macabro plan se basaba no solo en el pánico colectivo al paredón y otros castigos revolucionarios que se encargaron de publicitar revolucionariamente, sino también en envolver la sociedad, lo más rápido posible, con un manto capaz de sistematizar -e incluso casi legitimar con desinformación, porrazos y contubernios internacionales- la imposición del silencio.

A través de las artes y la literatura, no solo en estos tiempos neoposmodernos de Internet y redes sociales, cubanos osados han plasmado en sus obras la inconformidad, los miedos y anhelos, las dudas y angustias, el desencanto y la desesperación de su tiempo. El cine ha sido una de las vías para criticar la terrible realidad de la Isla, la mayoría de las veces echando mano a las benditas metáforas, lo mismo en la ficción que en el documental o lo experimental. Otras con duro y puro testimonio. Cerebros y espíritus recalcitrantes, incómodos, conflictivos, contestatarios. Piedras en la bota castrista.

Tal disidencia cinematográfica no ha sido cosa de los márgenes, aunque en ellos, inevitablemente, han crecido las flores a su aire del pantano. Buena parte del riesgo contestatario de los cineastas cubanos, desde 1961 hasta los primeros años del siglo XXI, ha ocurrido en el vientre, agolpado de hijos díscolos, o en los brazos del primer instituto fundado por la revolución, el Icaic (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos), creado por la dirección de cultura del Ejército Rebelde el 24 de marzo de 1959, a solo 83 días de que los revolucionarios tomaron el control del país, con Alfredo Guevara, un intelectual y promotor cultural comunista, quien hasta casi su muerte algunas veces entreabrió la cortina del oxidado hierro castrista para congraciarse con los jóvenes artistas, descompresionar la olla o lavarse un poco la cara y la conciencia.

La Maison de L'Amérique Latine (Casa de América Latina en París) proyectó el lunes 10 de octubre dos películas del realizador cubano Ricardo Vega que muestran la Cuba que tanto el régimen de La Habana como sus acólitos en el mundo no quieren que se vea y muchos menos son piezas que desmembran, tal es el caso, las falacias que se han impuesto dentro y fuera para suplantar la realidad. Se trata del cortometraje Opus Habana, recién terminado de editar pero filmado en la década de 1980, y el largometraje Te quiero y te llevo al cine, rodado entre 1988 y 1992 también en la Isla y vetado en 1993.


En aquellos tiempos de falsas ilusiones de transición a la libertad, atizadas por la caída del muro de Berlín y el bloque comunista del Este, Vega logró enviarle los negativos de Te quiero y te llevo al cine al director de fotografía hispanocubano Néstor Almendros, ganador del Oscar por Days of Heaven. Guevara le había prometido al joven exhibirlo una semana en la Cinemateca de Cuba, pero incumplió, en medio de las polémicas generadas por Fresa y chocolate, de Tomás Gutierrez-Alea, el más reconocido cineasta cubano en esa época. Así que Vega, que estaba vinculado al Icaic a través de la Asociación Hermanos Saíz (jóvenes creadores bajo la lupa del Ministerio de Cultura), le dijo que se iba del país y Guevara, cuyos poderes no eran pocos por su vieja amistad con Castro, se quitó el problema de encima y le facilitó marcharse poco después a Francia junto con Zoé Valdés, quien ya había escrito su famosa novela La nada cotidiana y era su esposa, y su pequeña hija Attys Luna Vega Valdés, hoy compositora y cineasta cubanofrancesa.

Para el músico y pintor cubano Adrián Morales (AdriáNomada) “la justicia que demora no es justicia”. Sobre todo la que tarda demasiadas décadas en llegar. Pero no es menos cierto que siempre será preferible una justicia tardía que la injusticia eterna. Y esa es la cura que a veces les ha llegado a los artistas fustigados por el castrismo. Morales, cuyos cuadros son parte de la visualidad de Te quiero y te llevo al cine y que trabajó la escenografía y hasta él mismo figura en la película, es uno de los que jóvenes, que hace 32 años, fueron violentados, a punta de ametralladoras, por participar en una pequeña muestra de cine no oficialista.


Morales no olvida cómo fueron “reprimidos con armas largas” por tropas del ejército. “Tuvimos que largarnos de allí casi con el rabo entre las piernas. Es muy curioso que después de 30 años Armando Valdés-Zamora y el director Ricardo Vega coincidan en París para seguir hablando precisamente de las mismas cosas. El Estado totalitario es enemigo de la verdad”, subraya desde Estambul el creador de Pilgrim Souvenir (Apuntes para una Cimática), Nómada, Ruta sobre ruinas, o Hispánico, y uno de los pioneros en desarrollar la visión multimedia en la producción artística de la nación.

Aquél golpe ocurrió en la primavera de 1990, en la llamada “ciudad nuclear” de Cienfuegos, donde se comenzó a construir bajo asesoramiento soviético, y por suerte nunca se terminó, la central nuclear Juraguá. Uno de los proyectos psiquiátricos del fallecido Castro. Allí el escritor y profesor Armando Valdés-Zamora programó una muestra de cine joven, que incluida uno de los cuentos de Te quiero y te llevo al cine y otras obras no agradables para el establishment, siendo por ello detenido e interrogado varios días por la policía política, expulsado de su puesto como asesor literario y enviado a trabajar a una biblioteca municipal como castigo a su audacia.


Vega no pudo viajar desde la capital a Juraguá pero envió uno de los tres cuentos que estructuran el filme, Insomnio, basado en un microrrelato En el insomnio de Virgilio Piñera, y que se había proyectado en La Habana en algunos eventos culturales. Es el opening del largometraje y muestra a un joven afectado por el insomnio (interpretado por Rolando Tarajano) que intenta sobrevivir la madrugada mirando la televisión desde su cama y reflejando su malestar en su máquina de escribir, pero que termina dándose un tiro en la sien.

Valdés-Zamora y Vega se conocieron personalmente en el exilio, en París. “Yo espero que después de esta proyección en la Maison de L'Amérique Latine a Armando no lo vayan a expulsar de la Universidad de aquí, de su trabajo”, advierte Vega, autor además del documental Cuba la bella y la serie Un pintor, un cuadro, 16 documentales de arte que le impulsó a realizar Zoé Valdés en los primeros tiempos de su exilio, momento en que el director no quería hacer nada relacionado con el cine. Algo que afortunadamente luego cambió.

Opus Habana (construida con imágenes documentales de la década de 1980 y con un montaje poético e intelectual) y Te quiero y te llevo al cine,“tratan de lo que sentíamos en esa época”, recuerda Valdés-Zamora, quien considera estos experimentos de Vega “un poco la imagen visual de la esperanza que teníamos en un cambio como el que había ocurrido en la Unión Soviética y en los países (comunistas) del Este (de Europa)”, explica el doctor por la Universidad de la Sorbona con una tesis sobre José Lezama Lima y profesor titular de la Universidad París-Est Créteil (Upec).



Para el autor de la novela Las vacaciones de Hegel (2000) y los poemarios Libertad del silencio (1996) y el volumen de cuentos Horizontes del cangrejo (2020), aquel acto represivo fue unos de los “momentos más duros” de su vida. Se sentía con una “soledad absoluta”, “no tenía otro interlocutor que el silencio y no sabía qué hacer”. Hoy, 32 años después, se siente emocionado: “El destino quiere que Ricardo y yo estemos juntos. De alguna manera esto es un ejemplo de la libertad. Gracias a la libertad que poseemos podemos ahora expresarnos”.

Unas veces más sutiles, otras más vulgares, el castrismo ha censurado a diestra y siniestra. Desde antes del legendario cortometraje PM, de Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera Infante, y las Palabras a los intelectuales que Castro dictaminó con su pistola sobre la mesa y custodiado por ametralladoras en la Biblioteca Nacional. A pesar de la coacción, diferentes generaciones han expresado lo que piensan o sienten y han pagado ese atrevimiento contrarrevolucionario. Son mucho más los que hemos escapado que los que persisten en el enfrentamiento o simplemente en la resistencia al aparato represivo. Lo mismo en balsas que con pasaportes, unos más contestatarios y arriesgados que otros, hemos transformado el arte de la fuga en deporte nacional y, por carambola, en una irónica y próspera industria del exilio. Somos muchísimos los fugados, desperdigados a pesar de nuestra complicada juntamenta, por todo el mundo.

La revolución socialista ha conseguido mantener millones de bocas cerradas, no solo para que no les entren moscas sino para que la contundente verdad no salga a la luz pública. Cuando en una sociedad cerrada las verdades silenciadas comienzan a compartirse más allá del susurro cotidiano, la pérdida del miedo puede llegar a explotar, y ese siempre será uno de los grandes peligros y temores de los totalitarios pues saben que el arte, con su poder comunicacional emotivo, es un elemento catalizador. De ahí el apego del dictador a la censura. Entretanto, una pregunta continúa levitando: ¿Podría el arte contestatario derrocar finalmente el régimen totalitario de La Habana?

Lo cierto es que estas dos películas no son solo testimonio de la naturaleza agónica y perversa del socialismo real, sino que también son la evidencia histórica de un cine contestatario hecho, durante 6 décadas, dentro y fuera de la Isla.

Monday, October 10, 2022

EL EJEMPLO DE LOS PROCERES

P
or Néstor Carbonell Cortina

Los tiranos a través de la historia se han valido de todo tipo de argucias para usurpar el poder, y han recurrido a todo género de coacciones para eliminar o neutralizar la resistencia. Pero los que perfeccionaron la técnica de yugulación han sido los regímenes totalitarios, maestros en el arte de sojuzgar y envilecer.

Una de las armas más eficaces que han utilizado para obnubilar y subyugar a poblaciones enteras ha sido la mentira. Cuando es grande, repetida y no impugnada, la mentira es un arma letal que no deja huellas físicas, pero que ofusca la mente, degrada el carácter, corroe la voluntad y envenena el espíritu.

Los tiranos totalitarios la utilizan sistemáticamente para encubrir su iniquidad. Con ese fin, deforman la historia, agigantando los errores pretéritos cometidos. Su objetivo es hacer table rasa del patrimonio nacional, cercenar todo nexo institucional y cultural con el pasado para consumar, en el vacío creado, la estafa totalitaria y convertir a las masas incautas en dóciles rebaños sin espinazo moral y sin perspectiva histórica.

Decía Ortega y Gasset que “el hombre es, por encima de todo, heredero. Y esto, y no otra cosa, es lo que lo diferencia radicalmente del animal. Tener conciencia de que se es heredero es tener conciencia histórica.” (1) Muy acertado el pensamiento de Ortega, porque cuando falta o se pierde esa conciencia, cuando se quiebran las raíces de la nacionalidad, los hilos de las tradiciones y los lazos de la cultura, los pueblos, aun los más civilizados, sufren hondas aberraciones y caen en el laberinto oscuro de la tiranía o en el vórtice asolador de la barbarie.

Eso fue, a grandes rasgos, lo que le aconteció a Cuba en 1959. Bajo un estado sicopático de histeria colectiva, el país, proclive al mito de la revolución, se entregó en manos de un megalómano que deformó el pasado para controlar el futuro. Desechando los valores, creencias y tradiciones de Cuba, y denigrando a sus héroes, el tirano reescribió la historia con los tintes biliosos del resentimiento y las consignas malévolas del comunismo.

Teniendo muy presente la necesidad de rescatar, no sólo la libertad de Cuba, sino también el patrimonio nacional, aplaudí la feliz iniciativa de la Editorial Cubana de publicar en 1999 una nueva edición del libro Próceres, escrito por uno de mis mayores: el diplomático, escritor, historiador y devoto de Martí, Néstor Carbonell Rivero. Asimismo, acepté la honrosa encomienda de redactar el prólogo en el exilio. Aquí va una síntesis evocando el pasado y mirando al futuro.

Contenido y Significación de Próceres

Próceres, libro cautivante que Néstor Carbonell Rivero escribió en 1919 y publicó, en edición especial, en 1928, es un devocionario patriótico que le dedicó a la juventud de Cuba, sedienta de fe y urgida de historia. Contiene treinta y seis ensayos biográficos o semblanzas de próceres cubanos, con ilustraciones del notable retratista Esteban Valderrama.

El autor se concentró en próceres fallecidos con anterioridad a la redacción del libro; por eso no figuran en sus páginas patricios como Manuel Sanguily, Enrique José Varona, Emilio Núñez y Juan Gualberto Gómez. La lista de los personajes seleccionados es representativa, pero no exhaustiva. En un sólo volumen no caben todas nuestras luminarias. Inevitables son, pues, las omisiones, pero éstas no le restan lustre ni valor a la colección de estampas egregias incluidas.

Siguiendo un orden alfabético, el libro comienza con Ignacio Agramonte, arquetipo de la epopeya del 68 a quien Martí llamara “un brillante con alma de beso,” y termina con Cirilo Villaverde, una de nuestras cumbres literarias y patrióticas.

Aparte de los libertadores más insignes y conocidos, como Carlos Manuel de Céspedes, Salvador Cisneros Betancourt, Francisco Vicente Aguilera, Antonio Maceo, Máximo Gómez, Calixto García y el sin par José Martí, el libro incluye a los protomártires de nuestra independencia, entre los cuales sobresalen Ramón Pintó, Joaquín de Agüero, Isidoro Armenteros y Narciso López.

No podían faltar, en el soberbio desfile de próceres, los forjadores de la nacionalidad cubana, aquellos que con tanto talento y fervor se esforzaron en cimentar nuestra identidad, sembrando ideas, formando hombres, hacienda patria: Francisco Arango y Parreño, Félix Varela, José de la Luz y Caballero, y José Antonio Saco, entre otros. Y como máxima representación de los poetas que fueron surtidores de cubanía y abanderados de la libertad, figura el ínclito cantor de El Niágara, José María Heredia.

Es imposible recorrer las páginas de Próceres sin que se enardezca el corazón y se encumbre el orgullo patrio. Las semblanzas enmarcadas ponen de relieve el tesoro espiritual de heroísmos y grandezas que tienen los cubanos. Claro que hay gradaciones entre los grandes, pero el autor no hace comparaciones estériles y lesivas. Sólo muestra con fina sensibilidad y perspectiva, en todo su esplendor, las constelaciones de próceres que fulguran en nuestro cielo—algunas mayores, otras menores, pero todas imponentes y magníficas.

Diversas y excepcionales fueron las ofrendas de los treinta y seis próceres a la patria que tanto amaron. Unos le dieron la savia nutricia de su prosa cristalina; otros la lírica apasionada de su corazón poético; otros el verbo acendrado de su oratoria elocuente; otros la concepción filosófica de su mente fértil; otros el sacerdocio ejemplar su vida prístina; otros el genio económico para crear riquezas; otros la estrategia militar para sacudir el yugo; otros el viril martirio para conquistar la independencia.

No encontrará el lector en este libro la clínica frialdad de un diccionario biográfico, ni la petulante aridez de una disquisición erudita. Con prosa vibrante y fluida, el autor logra condensar el fruto de sus investigaciones, trazando con pulso firme y atinado los rasgos más sobresalientes de la personalidad y la vida de cada uno de los próceres.

Se leen las semblanzas de Carbonell Rivero como poemas homéricos, porque homéricos son muchos de los episodios narrados, de las hazañas que con unción patriótica el autor describe. Mas no hay fantasía en sus cantares; no hay adulteración ni rebuscamiento en sus épicos relatos; solo galanura y vehemencia con apego riguroso a los hechos.

El Culto a los Héroes

El autor de Próceres estudió seguramente a Carlyle. Este romántico de las letras inglesas fue el escritor de la era moderna que con mayor brillantez enfocó el culto a los héroes—seres excepcionales que por su genio visionario, su valor índómito o su dedicación sublime dejan huellas indelebles en la humanidad a su paso por la vida.

Según Carlyle, el mundo en todas las épocas se ha adherido a unas pocas personas magnéticas, intérpretes de inquietudes humanas, catalizadores de fenómenos sociales, que asumen la función de misioneros, guías, estadistas o libertadores. Por eso Carlyle llegó a sentenciar que la historia universal no es sino la historia de los grandes hombres sobre la tierra.

Esta tesis, que tuvo hondas resonancias en pensadores como Nietzsche, Maeterlink, James y Emerson, ha sido muy debatida por lo que tiene de individualismo hipertrofiado, de fatalismo encarnado en los seres providenciales. La crítica es válida, pero aun reconociendo el concurso de factores económicos, políticos y culturales que influyen en la organización y evolución de las sociedades, no puede negarse el singular impacto en la historia de los grandes hombres (expresión genérica que abarca naturalmente a ambos sexos).

La necesidad que tienen las democracias, en su maduración, de depender de la solidez de sus instituciones más que del carisma a veces embustero de sus líderes, no debe llevarnos a desdeñar u olvidar la estela luminosa de sus héroes y mártires, el ejemplo nimbado de gloria de los ciudadanos eminentes. Los pueblos requieren para progresar de una escala notable de valores, de una jerarquía sugestiva del intelecto y el espíritu que sirva de modelo para exaltar la virtud y superar la mediocridad, que estimule el avance de los que son, o pueden ser, realmente grandes por la inteligencia, el carácter o el dinamismo en la búsqueda afanosa y desprendida del bien.


Escala de valores no implica, desde luego, odiosas castas ni almidonado elitismo. Como decía Emerson, refiriéndose a lo que algunos llaman masas u hombres comunes: “…no existen hombres comunes. Todos los hombres son, al fin y al cabo, de alguna talla; y el verdadero arte es sólo posible por la convicción de que cada talento halla su apoteosis en alguna parte. ¡Juego limpio y campo abierto, y frescos laureles para todos los que los hayan ganado!” (2)

Mas, como sabemos los cubanos por trágica experiencia, no siempre los que aparentan ser grandes lo son en verdad. La historia está cuajada de farsantes y simuladores, de seudosalvadores de pueblos que enajenan con el paroxismo de su demagogia engañosa y subyugan con el latigazo de su tiranía vil. Hay que cuidarse de ellos, como advirtiera San Mateo en el Nuevo Testamento: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces.” ¿Cómo identificar a estos impostores? No por sus palabras ni por sus promesas. Como señalara San Mateo, “por sus frutos los conoceréis.” (3)

Ahora bien, el hecho de que haya falsos profetas no niega la existencia de genuinos y sabios guías. La aberración de la mentira confirma la norma de la verdad. Hay árboles que sólo dan abrojos espinosos, pero hay otros que dan higos frescos. Si hay seres malvados que enlodan y rebajan la especie humana, hay también seres excelsos que la eleven y dignifican.

Al escudriñar la vida de las luminarias, al reseñar la trayectoria de los héroes, algunos escritores se deleitan en agigantar sus fallos para poder así regañar al genio. Otros, por el contrario, los endiosan con loas desmesuradas, cubriendo sus lunares con incienso. El biógrafo o ensayista de nota debe evitar estos extremos. Siguiendo la regla de oro de Platón, ha de lograr la estrecha unión, la indispensable alianza de amor y de conocimiento. No puede el escritor ser un alegre sin pensar que es un necio, ni un romántico sin enjundia que es un tonto, ni un predicador del bien sin conciencia del mal que es un iluso.

El feliz balance de elogio edificante y juicio reflexivo, apoyado en sólida documentación, lo encontramos en las páginas de Próceres—líricas pero conceptuosas, emotivas pero lúcidas, apasionadas pero justas. Sin complejos bastardos ni motivaciones espúreas, Néstor Carbonell Rivero acomete la delicada tarea de enhebrar las semblanzas de nuestros grandes. El autor los ensalza sin raquitismo envidioso, mas no cae en la hibérbole vacua ni en la hagiografía pueril. Para él, los próceres no son semidioses de nuestra mitología ni arcángeles de nuestro cielo. Son seres superiores porque se sobreponen con talento y virtud a las flaquezas de su humana condición.

Perennidad de Próceres

Encomiable ha sido la decisión de Editorial Cubana, que con alta distinción presidió el Dr. Luis Botifoll, de publicar una nueva edición de Próceres. Libros como éste tienen lo que pudiéramos llamar perennidad, no sólo porque son clásicos de las letras, sino porque sirven de enseñanza histórica, de norte cívico y de ancla moral para todas las generaciones, en todas las épocas.

Esbozar en lienzos duraderos el perfil de patricios y repúblicos es sentar derroteros de grandeza; es abrirle a la mente inquieta vastos campos de ideación para enfrentar los retos; es impartirle a la imaginación feraz y al magno sentimiento el ímpetu vital para realizar los sueños. La vida inspiradora de los grandes deja siempre seguidores a su vera.

Antes de servir de acicate a los demócratas cubanos, Próceres nos ayudará a cumplir una misión esencial: remover la costra de falsedades con que el régimen de Castro ha tergiversado nuestra historia y denigrado a nuestros héroes. La tiranía que se implantó en Cuba en 1959 no solo contó con el terror difuso que intimida y con la fuerza bruta que esclaviza. Contó también con la mentira larvada que atonta, corroe y envenena.

Para rehacer a Cuba con molde totalitario, hubo que arrasar todos los cimientos, estructuras, tradiciones y creencias. Por eso el tirano, en su afán de justificar su monstruoso crimen social, reescribió la historia con tintes sombríos, pintando a nuestra isla progresista como un lodazal de corrupciones, como un páramo de indigencia y de miseria. Y en su campaña nihilista y vilipendiosa, profanó a nuestros próceres y los suplantó con falsas deidades que él cambiaba a capricho desde el olimpo de su vana omnipotencia. En el caso de Martí, no pudiendo esfumarlo, lo maquilló de socialista, presentando al Apóstol que luchó por la libertad de Cuba como precursor del régimen que la aniquiló.

Libros como Próceres servirán para limpiar la infamia y corregir los hechos. En la ingente tarea de reeducación cívica y moral que en el futuro se emprenda, habrá que separar lo falaz de lo genuino, lo pérfido de lo cubano. La consigna ha de ser una sola: a la mentira totalitaria, la verdad histórica; a la estafa encubierta, transparencia plena.

Pero antes, tenemos los exiliados cubanos que extraer nuevos bríos del ejemplo de los próceres, y luz orientadora de su credo, para acelerar la liberación de Cuba y ponerle fin a su larga agonía. Víctor Hugo, quien durante veinte años luchó desde su exilio contra el imperio despótico de Napoleón III, demostró la enorme importancia que tienen la militancia, la prédica y los versos de los desterrados, de los patriotas fieles a la causa de los vencidos.

Según Enrique José Varona, el gran poeta francés les enseño a todos los oprimidos “la fuerza oculta, pero incontrastable, del derecho, el triunfo final del bien contra el mal, de la inteligencia contra la pasión, de la libertad contra el despotismo; y les [hizo] repetir su invocación sublime: ¡ Resonad, resonad siempre, clarines del pensamiento, y las murallas de la iniquidad, los alcázares de la injusticia, se hundirán al cabo por su propio peso en los abismos!” (4)

Invocaciones como ésta, que alentaron a los mártires de nuestra independencia y a los miles que han caído en la actual epopeya, han de motivarnos hoy para vencer el escepticismo enervante y avivar la fe en nuestra capacidad para rescatar y mantener la libertad. El pasado glorioso de Cuba, condensado en el libro de Néstor Carbonell Rivero que me honro en prologar, puede y debe ser nuncio de un futuro promisorio. No se calibra a los pueblos por sus desviaciones y caídas, sino por su perseverancia, talento y denuedo en sacudirse el polvo y reencontrar su camino. No se juzga a los países por sus eclipses temporales de despotismo, sino por sus epifanías perdurables de libertad. La talla no la dan los tiranos y traidores. Los pueblos tienen el tamaño de sus próceres.



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Notas

1-José Ortega y Gasset, Ideas y Creencias, Obras Completas, vol. V, pág. 400.

2-Ralph W. Emerson, Hombres Representativos, Editorial Iberia, España, 1960, pág. 21.

3-San Mateo 7, 15-16.

4- Enrique José Varona, Estudios y Conferencias, Editorial Cubana, 1998, pág. 269.






Sunday, October 9, 2022

Nomenclatura y mayimbato*

 Por Rafael Almanza


¿Había hambre en la Unión Soviética?

Desde luego. Durante la Segunda Guerra Mundial.

En Kiev, en los años setenta, dos personas almorzaban por un rublo, y si añadían veinte centavos, tomaban sendos vasos de vino.

¿La colonia soviética en Alemania padecía la explotación de su metrópoli?

En Berlín Oriental se vivía mejor que en Moscú. Los restaurantes y cafeterías eran privados.

¿Cómo fue que en Polonia se levantaron cientos de templos católicos, unos cuantos de ellos verdaderas obras de arte, frente a la propaganda del ateísmo comunista?

Ah, es que Cuba siempre fue un país pobre y aquellos eran, de origen, ricos.

Pensemos en China, donde Mao mataba de hambre a millones. Se murió el abusador y el país descubrió que era riquísimo.

Una declaración del doctor Castro en 1959 establecía que su revolución se había efectuado sin necesidad de que el pueblo estuviera pasando hambre.

La asociación del socialismo con un régimen mao-castrista de miseria material absoluta no se corresponde con los datos históricos. Establece además el error que vemos ahora en China: un esplendor material sostenido en un intolerable despotismo.

Sí, sí, pero aquellos países no padecían el embargo de los Estados Unidos.

No. No tenían mucho interés en comerciar con ese país. Lo consideraban peligroso.

Y ¿para qué?

La Unión Soviética alardeaba de que el rublo era una moneda más fuerte que el dólar. Jruschov había dicho que iban a enterrar a los Estados Unidos, esto es, que para 1980 su país los habría vencido en el orden económico y tecnológico. A propósito del vuelo de Gagarin diría: "que prueben a alcanzarnos ahora los demás países".

En Corea del Norte sigue rigiendo la Idea Zuche: socialismo sin ayuda de nadie. Y se pagan sus armas nucleares.

Cuba, la miseria material y moral, y el marxismo

Para entender cómo en Cuba hemos llegado a este espantoso estancamiento en la miseria material y moral, pudiéramos atenernos, por ejemplo, al… marxismo.

En 1960 se publicó en nuestro país, por la editora todavía independiente Librerías Unidas, el texto La Nueva Clase, el libro de Milan Djilas que apenas tres años antes había estremecido el mundo académico marxista.

Djilas era un comunista yugoslavo, compañero del mariscal Tito, en cuyo gobierno alcanzó un lugar principal. Por poco tiempo, porque él venía del mesianismo de Marx, y de inmediato descubrió que el nuevo régimen no solo era distinto a esos sueños de liberación del hombre, sino que los traicionaban descaradamente.

A Tito, hombre de la praxis, no le quedó más remedio que destituirlo y encarcelarlo, aunque sin abusar demasiado porque Djilas era respetado y peligroso.

Lo que Djilas planteaba en su libro era la realidad a pulso, pero que el propio método marxista, empeñado en el análisis de clase, subrayaba con crueldad: el socialismo real, no el de los sueños, destruía el poder de la clase empresarial, pero no para realizar la igualdad social, sino para entronizar a una clase nueva, los dirigentes comunistas, que pasaban a detentar el poder y la riqueza social, mediante una cínica explotación del pueblo.

Djilas llamó a esa nueva clase como Nomenclatura, ya que no todos los comunistas la integraban, sino solo aquellos cuyos nombres integraban la lista de los posibles detentadores del poder y la riqueza.

Para salvar al mundo del fascismo...

Seguir los avatares de la Nomenclatura durante las siete décadas de su dominio mundial trasciende este artículo. Baste decir que esta Nueva Clase fue decisiva para salvar al mundo del fascismo, inició la conquista del espacio, construyó armas de tecnología de punta y logró un mínimo de desarrollo social, aunque siempre estancado, en Europa y finalmente en China y Vietnam.

Incluso en Corea del Norte, más fascista que comunista, la Nomenclatura puede alardear de una capital pretenciosa levantada sobre las ruinas de la guerra.

¿Qué tal La Habana, una metrópoli donde empezaban a alzarse en la década del cincuenta los primeros rascacielos de Latinoamérica, con capital, diseño y trabajo exclusivo de cubanos, hoy convertida en un montón de ruinas?

Eso sí, ahora que ha muerto Mijaíl Gorbachov, es imposible obviar el último avatar de la Nomenclatura: su transformación en burguesía. Djilas había pronosticado en su libro que la Unión Soviética duraría setenta años, profecía exacta que ya había lanzado antes Eduardo Chibás en la revista Bohemia.

La farsa mesiánica socialista

Después de siete décadas de esfuerzo por construir unos países en los que se pudiera vivir, cuando ya se habían ensayado todas las posibles rectificaciones y remiendos, la Nomenclatura soviética, y detrás de ellas las otras europeas, decidieron reconocerse orwelianamente como burgueses, pararse en dos patas y liquidar la farsa mesiánica socialista.

Además del fracaso social del permanente retraso con respecto a ese capitalismo cuyo final habían proclamado sin descanso, del disgusto creciente del pueblo y los intelectuales, y de la ausencia de soluciones viables incluso a corto plazo, los propios nomenclados enfrentaban también el fracaso personal.

Gorbachov, dirigente de esa agricultura soviética que garantizaba comida aun bajo la nieve de meses y meses, se sentía hundido en la impotencia. Querían una agricultura, una economía mejor que la yanqui o la europea.

Como marxistas, tenían además que desearlo y creerlo posible, pues para Marx el socialismo habría de ser una sociedad más avanzada que la capitalista en todos los órdenes, para nada un desastre permanente barnizado por una decadente ideología.

"Reconstruir el socialismo"

Pero Gorbachov, hombre fuerte y hábil, sin dudas el príncipe de su Nomenclatura, fracasaba en la tarea de que koljoses y sovjoses produjeran como en Montana o en Provenza. Había que enfrentarse al fracaso personal con la audacia personal. Había que reconstruir el socialismo.

Fue entonces cuando la Nomenclatura ensayó su ultima ratio, en la línea de Djilas aunque sin su participación: había que volver al socialismo de Marx, cambiar la propiedad estatal, cuyos dueños eran los nomenclados, por la propiedad social, en la que los trabajadores gobernaran las empresas.


Ya Tito, como sabía de sobra Djilas, había intentado algo similar, con su doctrina de la Autogestión. Otro fracaso asegurado, porque la gente no va a las empresas a dirigirlas sino a trabajar para ganarse la vida. Marx, que nunca trabajó dónde, estaba equivocado. La propiedad social resulta ser imposible, y lo que es peor, innecesaria.

El capitalismo, como aclararía Carlos Prío en la televisión cubana de entonces, socializaba la producción mediante la venta de acciones de las empresas. El capitalismo, siempre abierto y cambiante, había derrotado al socialismo socializando la producción. En Japón esos y otros mecanismos llegaron a una sofisticación de participación y eficiencia de veras impresionante.

La posibilidad de un retorno a Marx

Cerrada la posibilidad de un retorno a Marx, incluso a Lenin que en su lecho de enfermo terminal intentó recomendar algo en esa dirección, al sector reformista de la Nomenclatura soviética solo le quedaba la solución socialdemócrata, a la que terminó asociado Gorbachov, con la perspectiva de que Rusia se convirtiera, de un día para otro, y por obra de los nomenclados, en su vecina Suecia.

Pero ya eso no era reforma ni reconstrucción, era el paso a una sociedad capitalista.

Hasta cierto punto me inclino frente a esos reformadores. Para mí fueron en el primer momento de algún modo negativos, porque me hicieron esperar una reforma exitosa del sistema, cuando yo llevaba años de fracasos bastante más modestos pero no menos irritantes.

Hoy los veo como gente que se enfrentó a problemas colosales con la teoría que les copaba la cabeza, pero también con un corazón responsable y valiente y alejado de la violencia y el fraude. Hicieron lo que pudieron. Otros lo hicieron peor. Y con intenciones peores.

Por entonces veíamos en la TV el serial Kippenberg, de la República Democrática Alemana. Un científico mediocre y oportunista lo había logrado todo: mansión en la ciudad, casa de campo, autos, viajes.

Pero él mismo confesaba que su colega de la RFA disfrutaba más de dos casas, yate, avión y sobre todo, seguridad y libertad. Pues el nomenclado, si bien tiene muchísimo más que el pueblo, nunca llega a alcanzar demasiada riqueza, porque la sociedad que dirige falla en producirla, y porque hay un poder supremo y opulento que impide que se le haga la competencia.

Ese mismo poder puede liquidar tales privilegios en un instante, sin razón alguna. El nomenclado tiene siempre poco en comparación con lo que pudiera lograr si fuera un empresario capitalista, y nada de lo que posee es suficientemente seguro, ni siquiera la libertad de su persona.

La Nomenclatura Universal

El nomenclado vive en el mismo terror que la gente del pueblo, o más. Los reformadores socialistas contaban como aliados a esa gente que reclamaban un cambio porque querían ser mucho más ricos, más que Maia Pliteskaia con su limosina y Dmitri Shostakovich con su avioneta, artistas que se merecían eso y más y lo hubieran alcanzado en cualquier esquina de Occidente (y la Plisetskaia, en su vejez, se hizo española).

Para poseer propiedades seguras a la altura de su trabajo y de sus ambiciones, esos nomenclados suspiraban por el capitalismo rampante, y lo lograron saboteando a Gorbachov y luego robando sin fin bajo el déspota Yeltsin, heraldo del multimillonario Putin.

Y todavía habría que mencionar a los partidarios de la Continuidad Soviética, que dieron un golpe de estado risible que empoderó a sus enemigos. Su fracaso estrepitoso puso en claro que la inmensa mayoría de la Nomenclatura deseaba salir del socialismo, y que el pueblo la apoyaba.

La Nomenclatura Universal fue creada por ideas europeas equivocadas, aunque de mucha ambición. El capitalismo dista de ser el paraíso, y es inevitable que una y otra vez se busquen soluciones a sus miserias, muchas de las cuales proceden de la naturaleza humana, no del capitalismo en sí.

"Convertir a Rusia en Suecia era otro sueño equivocado más..."

Marx lo intentó frente a un capitalismo cuyas brutalidades ya no existen, pero en cuya evolución positiva hay mucho de las demandas de los revolucionarios marxistas. Los verdaderos herederos del método de Marx fueron los socialdemócratas. Lenin los acusó de revisionistas, pero el revisionista era él: se atuvo al voluntarismo de Marx, que es una de las fuentes de sus disparates.

Stalin revisó a Lenin con más voluntarismo, y errores y crímenes todavía mayores. Pero en la época de la perestroika los errores y los crímenes habían amainado, puesto que la Nomenclatura se sentía tranquila en su poder. La Unión Soviética era un club de borrachos, pero el número de presos políticos era pequeño. En ese ambiente de comodidad envenenada, los reformadores intentaron pensar y actuar responsablemente.

Recordaron que el partido al que pertenecían se había llamado Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, antes de que Lenin le cambiara el nombre. Pero convertir a Rusia en Suecia era otro sueño equivocado más. Primero Yeltsin y luego Putin se decidieron por la real politik: un despotismo capitalista con un barniz religioso. Que tiene ahora sus émulos en Polonia, Hungría y Serbia.

La Nomenclatura: ideas políticas inspiradas en Marx y manejadas por un partido

En otros países la Nomenclatura se retiró a sus mansiones o se recicló en cualquier opción de derecha o izquierda. En China y Vietnam al capitalismo de Estado lo han llamado socialismo, y el despotismo sigue igual.

Hay unas características comunes a toda la Nomenclatura: ideas políticas inspiradas en Marx y manejadas por un partido, y una necesidad de éxito que ante la evidencia del fracaso la conduce al intento de reforma o la re-conversión a alguna variante de capitalismo de Estado, o a la socialdemocracia o el liberalismo rampante.

¿Es esa la nomenclatura que tenemos instalada en La Habana? No, y eso es lo que explica que todavía esté ahí.

La nueva clase dominante cubiche no procede de un partido político, leninista o socialdemócrata radical, vinculado a la clase obrera, que conquista de alguna manera el poder con unas provisiones teóricas y una estrategia definida. Sino de una guerra civil encabezada por sectores de la clase media con aspiraciones de democracia popular.

¿Criticar a los soviéticos?

El líder de la insurrección contra la dictadura miente sobre sus propósitos y finalmente instaura, mediante otra guerra civil, su dictadura. Se apoya en el antiguo partido comunista para organizarla y sostenerla, y ese partido, lejos siempre de cualquier posibilidad de llegar al poder, se entrega alegremente al fraude.

Anibal Escalante

El nuevo partido resulta ser de tipo personal, carente de vida política interna, pues los modestos esfuerzos en ese sentido, la llamada microfracción de Aníbal Escalante y la actividad politológica de la revista Pensamiento Crítico, son eliminados enseguida. El dictador cambiará de orientación política práctica cuando le venga en gana, pero este partido carece de un Djilas o de una discusión como la de los soviéticos sobre el Cálculo Económico.

Guevara quiso abrir algún debate o por lo menos opinar él, digamos criticar, a los soviéticos, y fue exportado. A duras penas el partido presentó, con los años, un Programa destiladamente soviético y completamente inútil para ellos mismos, pues el dictador jamás se atuvo a programa alguno, ni a la ortodoxia marxista.

Al final de un Congreso lanzaba un discurso estableciendo lo contrario de lo que habían acordado esos súbditos, o se manifestaba contra la Crítica del Programa de Gotha, texto irrenunciable de Marx.

Finiquitado el sovietismo, el partido renuncia a debatir el escándalo y a última hora decide acordarse del origen de su fraude, definiéndose como martiano antes que marxista, lo que causaría el asombro y la burla de cualquier teórico de cualquier variante. Un partido comunista es nada más que marxista o es nada, porque el marxismo es una doctrina absoluta y excluyente.

Socialismo castrista...

Pero esas definiciones carecen de interés, excepto para que entendamos que el partido cubiche disiente de los partidos de la Nomenclatura Universal. Carece de la orientación filosófica y civil de un partido y también de vida política interna. Nadie puede discutir adónde se va, ni cómo, ni con quién.

Se trata de un equipo militar e ideológico para sostener de cualquier manera el poder de la clase dominante, detentado por una sola persona, su familia y sus compinches.

El programa del supuesto partido intentó explicar su llegada al poder como un proceso sometido a ley, endógeno y fatal, descifrado por el genio y la acción del doctor Castro. Pero si miramos bien, el socialismo castrista, a diferencia del coreano, nunca logra vivir de sí.

El fracaso de la Zafra de los Diez Millones, gran salto adelante maoísta concebido para pagar la deuda con la Unión Soviética, deja claro que esta nomenclatura va a depender siempre de la ayuda externa para sobrevivir. La incipiente nomenclatura cubiche se define desde 1970 como parasitaria. Los soviéticos aplazan la deuda y siguen enviando miles y miles de millones de rublos año tras año.

Cuba en el "club soviético"

Sin embargo, esa ayuda está envenenada. Cuba integra el club soviético no como miembro del Segundo Mundo sino como neocolonia, en condición de fuente de productos agropecuarios: azúcar y cítricos. La industrialización queda en los buenos deseos. El país que tiene un robot lunar nos diseña la KTP 1, cosechadora cañera a la que los obreros le agregan un tanque de agua encima, para cuando se incendie.

Y ni así, en condición de subdesarrollados subsidiados (la URSS pagaba el doble del precio del mercado mundial del azúcar, cualquiera fuese), lograba la nomenclatura cubiche un éxito: Cuba nunca logró cumplir con la cifra de azúcar convenida con la URSS. Unos tahúres de una novela de Vargas Llosa cantan aquello de que "no sabemos trabajar...".

La nomenclatura cubiche tampoco. Al final los soviéticos están desesperados y organizan en La Habana una reunión del Consejo de Ayuda Mutua Económica, el organismo de coordinación del imperio soviético europeo, a fin de recordarle al doctor que es necesario cumplir lo convenido. Por gusto.

Hubo países donde podía intentarse el socialismo, desde dentro o desde afuera, y alcanzar algunos resultados durante cierto tiempo. En Cuba es el costoso fraude de una persona que se sobrevalora. Y un fraude, cómo va a generar recursos y competencias.

Los sueños de las centrales electronucleares y la industrialización del país, incluyendo la agricultura, se quedan en un desperdicio mayestático de la ayuda soviética. Téngase en cuenta que Polonia y Alemania Oriental quedaron en ruinas después de la guerra mundial. Arruinada la Unión Soviética también, era inimaginable que recibieran demasiada ayuda. Transcurridos treinta años la RDA y Polonia eran potencias industriales.

El intento de socialismo y la incapacidad de la nomenclatura

Pero en 1989 Cuba era un país atrasado y arruinado, incapaz de sobrevivir sin ayuda extranjera, y de encontrarla, y de gestionarla.

El fraude del intento de socialismo y la incapacidad de la nomenclatura, encabezada por un individuo ignorante y delirante, para manejar la economía nacional, le pasaba al pueblo la implacable cuenta. Pero no a esos incapaces.

La nomenclatura caribeña se sumó a la universal en la atribución de privilegios materiales. Se dice que Ho Chi Minh vivía en una cabaña de troncos, pero el doctor Castro, tras su entrada en la capital, se instaló en la suite de lujo del Habana Hilton, y se hizo filmar por los yanquis en bata de seda.

Luego se trasladará al barrio ahora titulado humildemente Siboney, ciudad jardín creada por el millonario Pote para albergar a la alta burguesía. En torno a él se instala la Familia. Otras zonas residenciales acogen al resto de la cúpula militar y política. Obras maestras de la gran arquitectura moderna cubana de los cuarenta y los cincuenta están secuestradas ahí: es peligroso acercarse a ellas sin un permiso.

"Los mayimbes"

Hasta el día de hoy esas personas viven con mucha seguridad en un disfrute de lo mejor que la burguesía dejó, pues tampoco han manifestado la creatividad, grotesca por demás, del palaciego Ceaucescu.

A diferencia de la nomenclatura soviética, que compartía sus privilegios con gente socialmente destacada —escritores, artistas, científicos y tecnólogos cohabitaban con los dirigentes un Siboney de allá, el barrio moscovita de Peredélkino, incluso si se trataba del intratable Pasternak—, los mayimbes han mantenido la hermeticidad de sus barrios.

La casa de Alicia Alonso en Siboney, en la que estuve, fue una excepción, y distaba de ser una mansión. Para fingir austeridad, y por pánico a la ira popular, los mayimbes han ocultado siempre sus batas de seda, sus casitas expropiadas, sus cotos de caza con antílopes y perros de la casa real danesa, sus yates y sus aviones.

Solamente ahora el pueblo empieza a ver en las redes las imágenes de este interminable botín de guerra, y el compañero Lage puede alardear, ya qué importa, de su bienestar de siempre incluso habiendo sido defenestrado, y de su salud a los setenta con una raqueta de tenis, como cualquier yanqui que se respete. Mientras el pueblo pasa hambre, el doctor Castro enseña al hijo de Valdés a devorar quesos azules.

Todo un estilo: las playas paradisíacas y privadísimas de Cayo Piedra, la nube de galgos del general, los corceles árabes del comandante campesino, las pesquerías y cazas submarinas por el Caribe decoradas con un García Márquez, lo que se dice unas costumbres proletarias que caracterizan al mayimbe más que los palacios rumanos o el tren de lujo del alemán Honecker, al que el doctor le regaló uno de nuestros cayos, como si le dijera que aquí la opulencia es gratuita y es inmortal.

La homegeneidad de la miseria

La crisis de los noventa obligó a los mayimbes a permitir que algunos artistas hicieran dinero y se hicieran de aire acondicionado central y criados con librea, y a los intelectuales oficiales se les premió regularmente con una cesta que contenía un pavo de la granja del doctor y buenos vinos, y también pasta dental y detergente.

Los dirigentes de menor nivel han disfrutado de las casas de visita, para que eviten adelgazar en el comedor obrero y premien a sus colaboradoras más íntimas con un fin de semana de trabajo arduo. Pero estas magnanimidades jamás osan tocar el misterioso retiro del mayimbato, sus búnkeres espiados por la Seguridad del Estado.

La cerrazón del mayimbe en sus privilegios les ha llevado a perjudicar al pueblo con la prohibición de cualquier ingreso que haga salir al individuo de la homegeneidad de la miseria. Recuerdo aquel mayimbe que se indignó al saber que me habían pagado unos miserables derechos de autor por un libro en el que había trabajado años.

Los cuentapropistas ha sido una jugada de desesperación, y desde luego sus ingresos están bajo un control despiadado. El egoísmo del mayimbe es feroz. El botín de guerra cómo van a compartirlo con gente floja, mediocre.

Prefieren una economía colapsada, con la que ellos nada pierden, antes que permitir que alguien prospere con su trabajo. Buena parte de las nomenclaturas europeas, por no hablar de la China actual, fue menos salvaje.

Disidencia del Mayimbato

Otra disidencia del Mayimbato es su carácter estrictamente militar, como en la China de Mao o en la Corea de siempre. Las nomenclaturas europeas, que vivían del trabajo de sus países, necesitaban un enorme aparato burocrático que era la garantía paradójica de un mínimo de vida política interna del partido: en ese mar de funcionarios los militares significaban poco, excepto los miembros de la Seguridad del Estado.

Incluso en la Unión Soviética los militares eran profesionales casi al margen de los políticos y subordinados a ellos, lo que explica por qué no se sumaron al golpe de estado contra Gorbachov. En el otro extremo, fueron los militares rumanos los que fusilaron al dictador y acabaron con el socialismo en quince días.

Pero el Mayimbato, como ejército de un solo comandante, está dirigido por militares hasta el punto de que sus jefes se han convertido en burócratas y no hay en este momento una sola actividad importante del país que carezca de un general a su cabeza. Cuba es un castro, o con menos latín: un campamento. Así no se funda un pueblo, que huye despavorido; ni siquiera se puede manejar una economía viable.

Los funcionarios civiles saben que son nadie, y de ahí la increíble frase: "la orden de combate está dada". Porque el funcionario civil, que además ostenta un grado militar menor, se siente desprovisto de autoridad. El doctor Castro siempre cuidó de que hubiera guerras que formaran cuadros militares para mantener el orden mayimbe: incluso le dijo a Regis Debray"para los revolucionarios cubanos el campo de batalla es el mundo entero".

"Los militares son el núcleo del Mayimbato..."

En la actualidad la guerra se limita a América Latina con operaciones de inteligencia que fortalecen a los miembros de la Seguridad del Estado, encargados de la tarea única de combatir al pueblo. Se les puede escuchar celebrando sus vacaciones en la isla Margarita o en los volcanes nicaragüenses. Los militares son el núcleo del Mayimbato y su sector más hermético.

Posee cinco estructuras fundamentales: los guerrilleros históricos, en los que reside el poder total; los generales convertidos en burócratas, que encabezan la economía; los generales que velan por un ejército enorme pero mal armado y que no enfrenta guerras ni conflictos; y los que controlan el orden interior: la policía común y la policía política.


El hecho de que un policía disfrute hoy de un salario superior a un médico deja claro cuán militarizada está la sociedad y especialmente el Mayimbato, y cuán importante son sus privilegios, al margen de la ideología y sus griterías.

Mientras que en las nomenclaturas europeas el papel de los militares iba siendo cada vez menor por ausencia de enemigo real externo, en Cuba su papel se ha ido incrementando en forma desmedida en los últimos años. El Mayimbato es militar, es un régimen de soldados, es una anticultura de guerreros abusadores, eficaz solo para la represión y desde luego incapaz de cualquier tarea constructiva, pacífica y social.

El Mayimbato: una nomenclatura fraudulenta y primitiva

El castro hace aguas por todas partes y la reacción única de su senilidad y mediocridad es aumentar la represión, que es lo que saben hacer. Sartre dijo que lo mejor de la Revolución era que había llevado muchachos al poder. El resultado de esa juvenilia es un régimen esclerótico, que tendría aún muchas posibilidades de gestionar una continuidad menos desastrosa.

Pero lo que creen haber aprendido de las nomenclaturas que dejaron de caminar en cuatro patas, es que el más mínimo cambio real les garantiza el desastre.

El Mayimbato resulta ser entonces una nomenclatura fraudulenta y primitiva, rígida y aparentemente autocondenada a la hecatombe. ¿Temen a la hecatombe? Hasta cierto punto no. Goering dijo, al rendir su bastón de mando a los aliados: "durante doce años lo fui todo".

El Mayimbato ha sido todo, con la miseria de ese todo, durante más de medio siglo; y siendo, los que son, militares, y además nonagenarios los jefes, desaparecer en un conflicto violento está dentro de las expectativas de los que ascienden al Valhalla como héroes del Todo. Las ilusiones de la arrogancia sin embargo los impulsan a creer que nacieron para vencer y no para ser vencidos.

El lado civil del Mayimbato

No solo es que el socialismo ha sido vencido aquí como en cualquier otro lugar del mundo, sino que ellos mismos han sido vencidos, incluso se han hecho fracasar a sí mismos, como estadistas, como políticos africanos, como administradores de las bodegas y hasta como padres de familia. Como dice el pueblo: "no ponen una".



Ni siquiera llamando a las cumbres de la burocracia a un conjunto de burócratas de cuello blanquísimo, casi londinenses aunque obesos, que desde luego se revelan incapaces de criar un pollo o un cerdo, que emprenden reformas jurídicas y financieras que perjudican monstruosamente a todos excepto a ellos mismos, que enfrentan como si fuera una coyuntura la ruina del centro de toda economía contemporánea: el sistema energético nacional.

El lado civil del Mayimbato está lejos de mejorar al militar. Alardeando de inteligentes, su fracaso es mayor. Y aún tendríamos que considerar el lado floral de esta nomenclatura: los culturosos. Quisieran haber sido militares pero les sobraba suavidad. Y están faltos de talento para hacer obra de belleza y de servicio social, como los grandes de la creación cubana de los difíciles tiempos anteriores.

Acaban castigando brutalmente a las mujeres que le citan a Martí, que no tienen confusiones ideológicas, que saben que las tradiciones nacionales, como decía el doctor Castro en el programa Ante la prensa de la televisión en 1959, son incompatibles con el marxismo, el sovietismo y la dictadura. La gente fisna y curta del Mayimbato sale ahora en la televisión a partirle la cara a cualquiera.

Diferencias entre las Nomenclaturas y el Mayimbato

Las radicales diferencias entre las Nomenclaturas y el Mayimbato nos autorizan a dudar de que tendremos aquí una evolución similar a las de aquellas. Que por demás engendraron también los despotismos ruso o chino, ahora empeñados en una antigua tarea, ay siempre incumplida, de las Nomenclaturas: derrotar a Occidente y dominar el mundo.

Aquellas fueron revoluciones desde arriba, para los de arriba, que nunca renuncian al estilo de arriba. Los de arriba, aquí, están encantados con su estilo de absoluta y violenta soberbia. Ningún atropello les espanta, ninguna mentira los detiene.

Aunque la realidad suele dar sorpresas, y de hecho el hermetismo de los mayimbes nos impide saber qué piensan algunos de sus miembros, la aparición de un líder reformador o democrático se me antoja ilusoria. Debe haber sectores del Mayimbato que anhelan meterse a capitalistas, y siguen esperando con malicia, callados y pusilánimes.

Panorama de depravación y decadencia

Por otro lado, ciertos voceros menores proclaman un rechazo de la vía china, rusa o, peor, vietnamita. Dicen lo que sus jefes evitan decir, porque necesitan fingir con chinos y rusos.

Están identificados con este despotismo caribeño tal como es y como quieren que siga siendo, anclados en el vicio cubiche, y universal, del macho alfa, único que puede gobernar a un pueblo holgazán, indisciplinado y cobarde, y que ha de dominarlo mediante el engaño, el terror y el abuso.

Hay una enorme cantidad de gente floja y mediocre, repleta de aspiraciones al señorío, luchando por botellas y privilegios o que ya se instaló en esas bendiciones, que está dispuesta a arrodillarse ante cualquiera y a practicar el mal sin escrúpulos.

Frente a este panorama de depravación y decadencia, el pueblo llano grita en las calles y es reprimido una y otra vez con inmoral éxito, pero puede estar creando con ese unánime dolor, y Dios me oiga, la salida divina: la democracia desde abajo, como no se logró en ningún país socialista: el pueblo que recupera la realidad de su soberanía frente a los déspotas, sean los que sean, los de ahora y los que se atrevan en el futuro, y los liquida para siempre.


*Tomado de Arbol Invertido