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Oscar Lewis |
Por:
Rolando A. Alum Linera [miembro de la
AHCE desde 2021]
SUMMARY: I have
been writing for decades about the aborted “Culture of Poverty” Project by U.S.
anthropologists Oscar Lewis and Douglas Butterworth in socialist Cuba in 1969-70. I synthesize past findings and update them
with fresh research, while narrating about the Insua family, who were the
Project’s main victims (Alvaro Insua spent six years in jail for collaborating
with the Project]. Likewise, I rebut S.
Rigdon --the biographer of O. Lewis-- who insulted the Insuas (and me) online about
the obituary of álvaro Insua that
I authored for the Anthropology News
(of the American Anthropological Assoc.) [vid Alum, 2020; see link below, at
the end]. For the sake of space
economics, I only address in the Academia’s Blog some of the issues raised in
my more thorough chapter on the topic in the Academia’s ANUARIO # 7 (2023:
pp.152-163), though focusing here on the Rigdon unwarranted confrontational comments
. This brief version does not include
the Footnotes, Bibliography and my Biographical Information, which do appear in
the Anuario # 7 {ralum@pitt.edu}.
I--Exordio: En 1969 el
famoso antropólogo sociocultural (etnólogo) estadounidense Oscar Lewis fue a Cuba
acompañado de su esposa Ruth Maslow Lewis y de su principal colega, Douglas
Butterworth con el propósito de conducir el primer estudio en un país
“socialista” sobre la “Cultura de la Pobreza” [C-P en
adelante]. Tenían la anuencia excepcional de la máxima cúpula
gubernamental que llanamente esperaba resultados favorables al gobierno con
fines propagandísticos posteriores. El estudio
investigativo [el Proyecto en adelante], rodeado de
controversias, reveló
información demostrativa sin precedentes acerca de los efectos iniciales de la
regimentación socialista en Cuba post-1959.
Esta
versión resumida para el Blog de la Academia no incluye las Notas al Pie, la Bibliografía
relevante, y los Datos Biográficos que sí aparecen en el ANUARIO # 7
(2023).
II--Enigmas de la teoría de la C-P:
Influenciado por el análisis
marxista, y basado en sus estudios previos entre mexicanos y puertorriqueños, Lewis
había catalogado los aspectos comunes del elusivo dilema de los pobres en sociedades
capitalistas. Aunque la pobreza se
define en términos relativos, la C-P se conceptualiza como un cuerpo amorfo de
creencias y conductas transmitidas socio-culturalmente de generación en
generación; por ej., baja ética de trabajo y de conciencia socio-cívica, abuso
doméstico, alcoholismo, fatalismo, matrifocalidad, homofobia/machismo, consumo
conspicuo, y sobre todo gratificación/orientación inmediata.
Con el
apoyo de una generosísima subvención de la Fundación Ford [casi $300,000 -- equivalente
a más de $2.5 millones en 2024], los antropólogos intentaron someter a prueba
un corolario a la teoría de la C-P. Con una ingenuidad asombrosa, planteaban
que la C-P no podría existir en un país comunista, ya que asumían que las
condiciones socioeconómicas enajenantes que la engendran no podrían existir bajo el socialismo.
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El equipo cubano de Oscar Lewis en 1969 |
III--Trascendencia del Proyecto: Por supuesto que siempre hubo cubanos pobres --y de
todo fenotipo-- desde la época colonial, y es concebible que existiera alguna
versión de la C-P en los apenas 56 años de la era republicana [1902-1958]. No obstante, en mis propias comunicaciones con
Butterworth me confirmó el hallazgo notable que él desarrolló en su excelente
etnografía, The People of Buenaventura (1980),
acerca de los residentes de viviendas públicas en las afueras de La Habana
donde fueron relocalizados antiguos pobladores de favelas. A pesar de que tenían muy pocos años de
fabricadas, ya estaban plagadas de abandono y “nada funcionaba bien”. Aunque Butterworth reconoció las deficiencias
socioeconómicas de la Cuba de Ayer, no pudo confirmar --por ejemplo, a través
de las “historias de vida” que logró recopilar-- si una C-P generalizada
existiera antes de 1959.
Sin
embargo, Butterworth pudo verificar que sí existía ya una
C-P generalizada en 1969-70, aunque no necesariamente como sobreviviente del
llamado ancien régime ya que estimó que apuntaba a ser una consecuencia
del sistema socialista post-1959. Por lo
que el corolario de la tesis de Lewis de la supuesta imposibilidad de la C-P en
un sistema socialista resultó ser refutada empíricamente. A pesar de esta obvia conclusión,
curiosamente, poca atención se la ha dado en la literatura de la Cubanología o
de las ciencias sociales en general.
El Proyecto
proporcionó
revelaciones notables que los defensores foráneos de la dictadura cubana todavía
continúan obviando. Entre otras cosas, demostró
que la vida del cubano promedio hacia finales de la década inicial del régimen ya
estaba atestada de corrupción y escasezes, así como de un desencanto extensivo con
los gobernantes. Todo esto es
característico de lo que se denomina las “economías de escasez”, el
estándar que se practicaba en las sociedades europeas de modelo soviético.
Butterworth reveló cómo los cubanos “de a pie” ya se dedicaban a lo
que hoy llamamos “formas cotidianas de resistencia”, el arma social de los
subyugados en cualquier lugar. También informó cómo
los cubanos ya estaban socavando el estado hegemónico a través de acciones
tabú, como: ausentismo, mercado negro, hurtos, y vandalismo, al igual que lo
han descrito otros observadores extranjeros (e.g., el diplomático chileno Edwards
[1973] y la antropóloga estadounidense Hirschfeld [2008]).
IV--Cancelación del Proyecto: Como se
confirmó después, el gobierno espiaba todo
aspecto del Proyecto: electrónicamente, plantando espías en el personal de
oficina y de servidumbre, y los vecinos de los apartamentos asignados a
los Lewis para oficinas y residencias en la otrora exclusiva Miramar, confiscados
a exiliados. Hasta la mayoría de los
entrevistados fueron escogidos por la Seguridad del Estado. Además, los entrevistadores eran principalmente
miembros de la “Juventud” del Partido Comunista, quienes llegaban al punto de
regañar a los entrevistados que se atrevían a quejarse del régimen. A su vez, los entrevistadores tenían
que reportar a oficiales del gobierno sus actividades diarias, según me contó a
mí --y también a la historiadora Lillian Guerra (2015)-- la psicóloga [Dra.] Maida Donate (2011), quien participó
en el Proyecto, aunque ya exiliada por años.
Al enterarse el gobierno de las conclusiones negativas que se
iban elucidando, los antropólogos extranjeros fueron súbitamente expulsados del
país a mediados de 1970, acusados públicamente de “espiar para el
imperialismo”. Gran cantidad de los materiales de investigación, así como
equipos y automóviles VW importados por Lewis fueron confiscados. Peor aún, Álvaro Ínsua [1935-2019], quien aparte
de servirle como entrevistado ayudó a Lewis con estadísticas --su profesión en
la Academia de Ciencias cubana-- fue encarcelado, irónicamente el 4 de julio
de 1970, acusado de “colaborar con espías.” |
Alvaro Insua |
Aparte del libro de Butterworth (1980), otros tres volúmenes resultaron
del Proyecto: la “Trilogía”, titulada paradójicamente Living the Revolution [Viviendo
la Revolución (1977-78)], editados por Mrs. Lewis con la ayuda de la
contratista Susan Rigdon [ver abajo], y basados en el material de entrevistas
que los Lewis habían logrado sacar del país-isla previamente.
Los Insua fueron abandonados en Cuba a su suerte. En mayo de 1980 se les “permitió” salir a
Costa Rica, llegando luego a
Miami, coincidiendo con el arribo de los refugiados del Mariel. Seis meses más tarde se mudaron a Nueva
Jersey, donde les di la bienvenida; y cinco años más tarde regresaron a Miami
al ser nombrado allí Álvaro --también por sugerencia de varios de nosotros-- el
corresponsal principal del incipiente Radio Martí (del Gobierno de EE.UU.).
V--Debate Vs. S. Rigdon: Al fallecer Ínsua a principios de 2019, la American Anthropological
Association (la cual me hizo después “Miembro Distinguido”) publicó el
obituario de Insua de mi autoría en el Anthro News, órgano de la
organización. Pero la antes mencionada S.
Rigdon me refutó hostilmente vía online [Internet] (ver R. Alum, 2020, <https://www.anthropology-news.org/articles/alvaro-insua/>;
por ejemplo, la Dra. Rigdon:
1—Intentando mancillar la memoria de Álvaro,
cuestionó el número de duros años que él cumplió en prisión, que incluyó campos
de trabajo forzado: Fueron seis; pero Rigdon
esgrime que fueron menos, como si eso, de todas maneras, cambiara la ecuación.
2—Negó que Greta Ínsua haya participado en
el Proyecto: Aunque no figuraba en la
nómina oficial, sí colaboró estrechamente (pro bono), según me contaron
Álvaro, Greta y el hijo Manolo Insua en nuestras conversaciones a través de las
décadas. Es evidente que los Insua eran prácticamente
los únicos cubanos en quienes Lewis podía confiar.
3—Negó que el Proyecto fuera cancelado
por el gobierno debido a las conclusiones negativas al régimen que iban surgiendo:
Pero hasta ahora, Rigdon no ha ofrecido
otra explicación confiable.
4—Absurdamente, hasta cuestionó cómo y
cuándo Álvaro y yo entablamos contacto: Dio
la casualidad que Barbara Hutchinson, otrora ataché cultural en la embajada de
EE.UU. en Santo Domingo --donde me había dado la bienvenida como becado
Fulbright en los años ’70-- fue enviada por el Presidente Carter al abrirse la Sección
de Intereses en La Habana en 1978. Cuando Insua fue a solicitar visa, Hutchinson
nos puso en contacto estando yo aun en República Dominicana conduciendo mis
estudios de campo entre cortadores de caña (e.g., Alum, 1985).
5—Negó falsamente que el Proyecto se
enfocara en la C-P: Ese enfoque es obvio
y está bien aclarado por la misma viuda de Lewis en el primer volumen de la “Trilogía”
(1977-78), y como se desprende también de los archivos en la Fundación Ford y
en la Universidad de Illinois a los que he tenido acceso indirectamente solo gracias
al profesor Steven Dikes (2011) de la Universidad de Colorado,
quien es un reconocido experto en el legado intelectual de Lewis (debo aclarar
que años atrás Mrs. Lewis me negó acceso).
6—Negó que los Lewis abandonaron a los Insua--historial
que es indiscutible (Alum, 2021).
Es de notar, además, que Rigdon no es antropóloga, sino científica política;
es experta en la China (donde ha pasado tiempo), no en Iberoamérica; no
participó en el Proyecto, ni siquiera conoció a O. Lewis (solo devino en amiga cercana
y contratista de Mrs. Lewis varios años más tarde); no es ducha en el idioma
español; y nunca entrevistó a los Ínsua directamente, o a ningún otro
participante del Proyecto. Pero aun, jamás
se interesó por tenderle una mano a los Insua.
Pero, así y todo, ella pretende: (A)
saber más que la familia Insua acerca de su propia odisea, y (B) hasta
de cómo y cuándo nos contactamos inicialmente. Es más, en la Antropología consideramos a los
entrevistados como semisagrados; pero --con una ausencia de sensibilidad y
compasión inaudita-- Rigdon le falta el respeto a la familia Insua. Y uno se pregunta: ¿No es esto un ejemplo de
lo que ahora tildan “apropiación cultural”? Puede que esté errado, pero sospecho que
Rigdon no se hubiera atrevido a lanzar sus insultos si las víctimas hubiesen
sido de otra nacionalidad [y no cubanos], opuestos a un sistema de gobierno
distinto.
Mas aun, Butterworth tuvo que publicar su etnografía por separado de la “Trilogía”
--precisamente-- por diferir de las intenciones, aparentemente algo indignas de
la Sra. de Lewis y Rigdon de minimizar fundamentalmente los maltratos a los Insua
y la traición gubernamental a O. Lewis. Quizás jamás imaginaron que
los Insua llegarían al Exilio a contar su historia,
y/o que este humilde antropólogo los asistiera y defendiera públicamente.
Ambas autoras tienen su derecho a justificar
al régimen castrista, si así lo desean.
Pero, como le ripostaron a Rigdon en el sitio Web de la ANTHRO NEWS: (a)
Manolo Insua [el hijo de álvaro y
Greta]; así como (b) la escritora feminista Ileana Fuentes, quien conoció a
Álvaro, además entrevistó a Greta y continua su amistad; (c) y también el
bibliotecario F. “Ray” Pestana, a quienes les
agradezco su apoyo público: ¿Es que
acaso tiene Rigdon el derecho moral a pretender reescribir la historia a favor
del gobierno en Cuba? ¿Es que se cree
ella con el derecho a ofendernos solo por nuestros esfuerzos de honrar la
memoria de Álvaro? (ver Alum, 1982, 2019, 2020, 2021).
Precisamente, la meta de la AHCE
es la de dejar sentado “un registro fidedigno” de la historia cubana --de antes
y después de 1959-- tan tergiversada al estilo orwelliano por la dictadura de
los Castro y sus acólitos extranjeros. Aunque
hay aun mucha tela por donde cortar, queden aquí aclarados algunos de los
“misterios” del “Affaire” Lewis, como lo llamara Maurice Halperin (1981), un
ex-radical estadounidense, amigo y crítico de O. Lewis, quien vivió en, y
escribió tres libros sobre, Cuba.