Por Teresa Fernández Soneira
- «Que yo en mi suelo querido, 
 al susurro de las palmas,
 exhalaré la existencia:
 quiero morir en mi patria».
 Catalina Rodríguez[1]
El
 primer grito de independencia en Pinar del Río fue dado por quince 
patriotas en Las Martinas, el 23 de septiembre de 1895. De allí los 
patriotas fueron a La Grifa y a Paso Real de Guane donde conferenciaron 
con la capitana Isabel Rubio[2] y, habiéndoles informado que la expedición esperada no había llegado a Dimas, se disolvieron.[3]
 Fue en el extremo occidental de Vueltabajo y en Guane donde Isabel 
Rubio inició los trabajos encaminados a formar núcleos de patriotas 
dispuestos a tomar las armas tan pronto como sonase el clarín de guerra.
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| Capitana Isabel Rubio | 
Es
 muy probable que la mambisa que nos convoca hoy, Regla Socarrás y 
Socarrás, natural de Bahía Honda, haya conocido a Isabel Rubio, y 
también a Adela Azcuy Labrador, a Catalina Valdés Páez y a Magdalena 
Peñarredonda, todas egregias patriotas de la Guerra del 95 de esta 
hermosa provincia occidental. Fueron miles de mujeres cubanas las que 
lucharon en las guerras de independencia de Cuba así como en las 
conspiraciones que se llevaron a cabo desde mediados del siglo XIX, pero
 sus hazañas y desvelos no son muy conocidos. Es por eso que hoy vamos a
 recordar y honrar a una de ellas.
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| Adela Azcuy | 
La familia Socarrás y las ansias de libertad 
Ya
 desde mediados del siglo XIX la familia Socarrás venía colaborando con 
los independentistas. Los Socarrás poseían haciendas y un trapiche de 
cañas en Las Pozas, y fueron ellos de los pocos cubanos que secundaron a
 Narciso López[4]
 en 1851 cuando este desembarcó en Playitas en su segunda expedición y 
en un intento por liberar a Cuba. Por su involucración en la 
conspiración de López, Miguel Socarrás, junto con otros miembros de su 
familia, fueron hechos prisioneros y conducidos a La Habana donde 
posteriormente fueron amnistiados. Uno de los hijos de Miguel, Carlos 
Socarrás Acosta,[5]
 contrae matrimonio con Antonia Socarrás Barrios, y de esa unión nacen 
cuatro hijos: Miguel, Antonio, Regla y Olalla. Al igual que sus 
ancestros, Carlos y Antonia también ansiaban la libertad de Cuba y les 
habían transmitido a sus hijos ese mismo sentir.
Aunque
 la Guerra de los Diez Años (1868-1878) no había traído la 
independencia, los cubanos siguieron pensando y haciendo planes para la 
soberanía, y cuando en 1895 estalla la Guerra de Independencia, que 
sería la definitiva, Carlos Socarrás se une a los mambises y se lleva a 
la manigua a su esposa Antonia y a sus hijos, así como a algunos hombres
 bien armados para prestar sus servicios en la Brigada Norte de Pinar 
del Río.
Reglita,
 como cariñosamente la llamaban, la tercera de los hijos de Carlos y 
Antonia, había nacido muy cerca del pueblo de San Diego de Núñez en el 
1880. Aunque no disponemos de ninguna documentación para confirmarlo, 
pensamos que fue bautizada en la parroquia de San José de Bahía Honda 
que era la más cercana al hogar. Cuando se va a la guerra, Regla trabaja
 en los hospitales de sangre de la zona comprendida entre Río Blanco y 
Cacarajícara. Allí cura heridos y atiende a los enfermos. También, con 
la ayuda de sus compañeras de lucha, Regla y de su hermana Olalla, cavan
 fosas para enterrar a los caídos y velan los contornos de los 
hospitales. Pero Regla también es luchadora y maneja bien las armas. Una
 vez en un combate es herida en una pierna aunque no de gravedad. Un 
periódico[6] de la época que narra las hazañas de las que el periodista llama amazonas, reporta: «Una de estas ‘amazonas’ que recientemente mantuvo a las tropas españolas a raya fue la hija[7] de
 un líder de la insurrección, [Carlos] Socarrás. Ella peleó hasta el 
final como cualquier hombre, y cuando disparó su último cartucho, con 
aplomo y valentía entregó el revólver a los españoles que la tenían 
cercada, declarando mientras señalaba hacia los soldados que había 
matado: ‘¡espero que ustedes puedan hacer buen uso del revólver como yo 
lo he hecho!’».
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| Capitana Regla Socarrás | 
Por
 sus actos de audacia y de patriotismo el General Antonio Maceo confirió
 a Regla el grado de capitana. Prueba de ello es un documento que con 
cariño atesora en Miami una de las nietas de Regla, la Sra. María Elena 
Prío Tarrero[8].
 Durante el curso de una entrevista, la Sra. Prío me muestra el 
documento, y emocionada me alerta diciendo: «Mira, la nombró capitana el
 propio Antonio Maceo». Y lo compruebo al leer el documento que dice 
así:
«El general Pedro Díaz y Molina, Jefe del Sexto Cuerpo del Ejército Libertador de Cuba:
HAGO
 CONSTAR: que la señora REGLA SOCARRÁS Y SOCARRÁS sirvió en el Cuerpo de
 mi mando, con el grado de Capitana Jefa de Sangre desde Cacarajícara 
hasta Río Blanco, desde el cinco de mayo de mil ochocientos noventa y 
seis, en que se le confirió dicho grado el Mayor General Antonio Maceo 
en su Campamento «La Madama», hasta que terminó la guerra de 
Independencia en mil ochocientos noventa y ocho; cuyo nombramiento, dice
 la interesada, le fue extraviado en una de las acciones de guerra en la
 que se encontró tomado parte, entre otras, en la de Cacarajícara, Sitio
 Café y La Palma, en una de las cuales fue herida de bala, levantándose 
en armas a favor de la Revolución, en seis de enero de mil ochocientos 
noventa y seis, y teniendo como jefes inmediatos durante toda la campaña
 a su padre, el Teniente Coronel Carlos Socarrás y Acosta, Teniente 
Coronel Adolfo Peña y al que suscribe.
Y
 para que la interesada pueda hacerlo constar donde le convenga, en 
defecto del nombramiento perdido, expido la presente en La Habana, a 
siete de agosto de (ilegible el año en el documento)» Firmado Mayor 
General Pedro Díaz y Molina
«No habla de amor mi corazón que late;
cuando en mi corazón hay un latido, 
es que me anuncia que en algún combate 
un héroe de la patria ha perecido».[9]
José Martí
Los Socarrás se inmolan
El
 General Antonio Maceo estimaba mucho al coronel Carlos Socarrás y 
Acosta que llevaba siempre sus huestes a la victoria. Es valiente y 
decidido, pero en el combate de Cacarajícara, el 30 de abril de 1896, lo
 tirotea una columna española y muere. La muerte del padre de Regla en 
combate no sería la única desgracia que sufriría esta heroica familia. 
Ellos guardan otro triste episodio de aquellos pavorosos días de la 
guerra. En presencia de Regla, de su madre y de su hermana Olalla, los 
españoles matan a sus hermanos: Antonio, quien es comandante y cuenta 18
 años, y a Miguel, que es teniente y tiene en ese momento 16 años. Luego
 el tío cae gravemente herido a los pies de Regla muriendo poco tiempo 
después. La valiente mambisa no se arredra ante todo esto. Toma en sus 
manos el rifle del tío y en desenfrenada carrera se interna en los 
montes disparando por la libertad de Cuba. Más tarde, en unión de su 
madre y de su hermana, que ha quedado sorda por la detonación de un 
cañón, acompañada por algunas mujeres, vagan por la manigua durante 
mucho tiempo. Finalmente son sorprendidas y hechas prisioneras en San 
Diego de los Baños por la delación de un «presentado»[10].
 Débiles, enfermas, hambrientas y extenuadas las llevan a La Cabaña en 
La Habana en calidad de presas políticas, pero terminada su prisión 
regresan a Bahía Honda y Regla sigue luchando por Cuba.
La Reconcentración 
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| Reconcentrados | 
Cuando el Capitán General Valeriano Weyler y Nicolau[11] promulga la orden de la reconcentración[12]
 de la población, en Pinar del Río se siente con crueldad el azote de 
esta orden sobre todo en la ciudad de Mantua y en Los Arroyos, donde hay
 un número considerable de víctimas inocentes. El hacinamiento, las 
inexistentes condiciones higiénicas, la falta de alimentos y las 
enfermedades, provocan el aumento de la mortandad. En el cementerio de 
este poblado encontraron sepultura los cientos de niños que habían 
perecido por el hambre y las enfermedades.[13]
 Pensemos por un momento el dolor de aquellas madres y lo impotentes que
 se sentirían al no poder hacer nada por sus hijos. ¡Cuántos niños no 
habrá auxiliado Regla Socarrás, no solo en la guerra sino también en 
aquellos penosos meses de la Reconcentración! [14]
 Al acabar la guerra un censo de la población arrojó que la cifra en 
pérdida de vidas en toda Cuba era sobrecogedora. En el término municipal
 de Mantua solamente, que en 1887 contaba con 11,122 habitantes, en 1899
 tenía 8,366 habitantes. La disminución de población en esa región de 
Pinar del Río fue de 2,756 habitantes.[15]
La República
Mucho
 se tuvo que trabajar al terminar la guerra para reconstruir al país que
 había quedado en ruinas en aquellos terribles años finales del siglo 
XIX, y para la familia de Regla Socarrás, que además había perdido seres
 queridos en la contienda, tuvo que ser aún más difícil y penoso. «Regla
 tuvo que mantener a la familia con solo las pequeñas pensiones que 
ambas hermanas recibían como veteranas de la Guerra de Independencia», 
me cuenta su nieta María Elena Prío Tarrero. Y continúa diciéndome: «Su 
hermana Olalla quedó traumatizada, casi sorda y bastante inútil, por lo 
que Regla tuvo que también hacerse cargo de ella».
Ya
 en la República Reglita contrae matrimonio con el revolucionario 
Francisco Prío Rivas, quien había permanecido exiliado y regresa a Cuba 
al terminar la dominación española. El matrimonio tuvo cuatro hijos: 
Francisco, Carlos, Antonio y María Regla. El segundo de los hijos, 
Carlos Prío Socarrás[16],
 llegaría a ocupar la Primera Magistratura de la nación. Sería 
presidente constitucional de la República de Cuba desde 1948 hasta el 
golpe de Estado de 1952. ¡Qué alegría para Regla ver que uno de sus 
hijos servía a la nación como ella también había hecho durante la 
guerra! 
«Pero también tuvo penas, confiesa su nieta María Elena. «Su 
esposo, Francisco Prío Rivas, mi abuelo, estuvo en silla de ruedas 
durante años y murió bastante antes que ella. No tuvo una vida fácil mi 
abuela», concluye diciendo Prío.
Mi
 conversación con la nieta de Regla se vuelve muy interesante. Buscando 
en una caja algún material para mostrarme, mirando unas fotos antiguas 
me alerta enseñándome una y me dice: «Mira esta; mi abuela Regla 
siempre, siempre, vestía igual». Y la describe: «un vestido de lino 
blanco largo, o si no, otro jaspeado en blanco y negro con zapatos de 
cordones negros. En el refajo llevaba un alfiler de criandera con 6 o 7 
medallas religiosas prendidas». Y luego añade: «Sus prendas eran solo un
 reloj tipo pasador pequeño que llevaba prendido a la blusa, y el anillo
 de bodas, nada más. Su pelo, muy blanco, lo llevaba recogido en un 
moñito, pegado a la nuca. Se pasaba la mayor parte del día sentada en 
una mecedora de mimbre y en su mano siempre un pañuelo. No recuerdo el 
propósito principal del pañuelo, pero sé que cuando no quería comer 
escondía la comida en el pañuelo o se la daba al perro. La lucha de mi 
Tía Yeyé para que comiera era a diario, pues mi abuela era muy 
delgadita».
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| Presidente Carlos Prío Socarrás y familia | 
Y recuerda: «No consumía productos españoles como jabones Maja,
 uvas, manzanas, sidra, etc., porque según ella, ¡venían de España! Su 
nacionalismo era muy grande. También era devota de Santa Ana. ‘¡Ay, Santana Bendita!’
 era una exclamación que repetía con frecuencia. Hasta el día de hoy yo 
repito también esa frase y me acuerdo de ella. Mi hermana Marián y yo te
 podemos decir que era muy callada y serena. Nos besaba y acariciaba con
 mucho cariño, pero no recordamos haber sostenido conversaciones con 
ella. Éramos muy pequeñas».
«
 ¿Y qué me puede decir de sus hijos?», pregunto ahora a María Elena. 
«Sus hijos la veneraban: era puro respeto y adoración lo que tenían con 
ella. Cuando hacían algo que a ella le disgustaba los «controlaba» 
(dicen ellos) con solo abrir bien los ojos». Y luego apunta: «Mi prima, 
Ileana Prío, hija de mi tío Antonio, nació en la casa del Malecón[17]
 y la recuerda bien». «Me consentía en todo, comenta luego Ileana. Me 
relataba muchos cuentos y me hacía melcocha en la cocina». Y después 
agrega María Elena: «allí en Malecón vivían Regla, sus cuatro hijos, los
 cónyuges e hijos de estos; su hermana Olalla, más su primo, el tío 
Francisco junto con Felicia Ferrer, su esposa, y otros cuantos 
«adoptados» por Regla. No sé cómo cabía tanta gente», termina riéndose 
María Elena Prío.
Aunque
 habían pasado muchos años desde el final de la guerra, Regla Socarrás 
mantenía contacto con los combatientes del 95. La familia recuerda que 
recibía visitas, como por ejemplo de Rafael, un compañero negro que 
tenía de la Guerra y que había sido esclavo; y también un señor que 
había luchado en Pinar del Río y había perdido la vista y caminaba con 
mucha dificultad. También la visitaban otras personas de aquella época 
gloriosa que acudían a la casa a conversar y recordar otros tiempos.
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| Carlos Prío con su madre, Regla Socarrás | 
Luego
 de una larga vida dedicada primero a la libertad de la Patria, y luego a
 su familia, la valiente patriota Regla Socarrás y Socarrás falleció en 
La Habana el 3 de marzo de 1960. «El día que murió, señala María Elena 
Prío, se convirtió desde entonces en día de luto en mi casa, y aunque 
ese era el día de mi cumpleaños, como la venerábamos tanto, nunca más me
 celebraron el cumpleaños hasta que cumplí los 15, y para eso solo me 
compraron una torta». Los periódicos de la época reportaron que en La 
Habana el día del entierro fue sorprendente por la cantidad de personas 
que acudieron al Cementerio de Colón a darle a Reglita su último adiós. 
«Fue una abuela especial. Mi familia y yo nos sentimos orgullosos de 
haberla tenido entre nosotros», afirma María Elena Prío.
Por
 sus méritos guerreros y su amor y entrega a la Patria, Regla Socarrás y
 Socarrás, estimada hija de Pinar, siempre será un ejemplo, no solo para
 su provincia, sino para su país. Los cubanos también debemos sentirnos 
honrados por haber contado con una familia tan ilustre como esta en la 
historia de Cuba.
Bibliografía
- Bohemia, «Doña Regla Socarrás», 28 febrero de 1960.
- Fernández Soneira, Teresa: Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, vol. 1, Ediciones Universal, Miami, 2014, pp. 170, 201-205 y 367.
- Gaiga, P. Joaquín: Mantua Mambisa y Martiana, apuntes para la historia de Mantua, Colección Memoria, Ediciones Vitral, 2009, pp. 41-42.
- García de Coronado, Domitila: Álbum poético fotográfico de las escritoras cubanas, Imp. Militar de la Vda. de E. de Soler, La Habana, 1868, p. 83.
- Martí, José: Revista Universal de México, 28 de noviembre de 1875.
- Revista de Historia: «La reconcentración de Cuba», https://revistadehistoria.es/poco-conocido-genocidio-espanol-cuba-la-reconcentracion-cuba-1896-1898.
- The Miami Metropolis, vol. l núm. 14, Miami, Florida, 14 de Agosto, 1896, p. 8.
- [1] Catalina Rodríguez de Morales (Madruga, 1835-1884). En Domitila García de Coronado: Álbum poético fotográfico de las escritoras cubanas, La Habana, Imp. Militar de la Vda. de E. de Soler, 1868, p. 83.
- [2] Isabel Rubio Díaz (Pinar del Río, 1837 – 1898). Destacada patriota pinareña. Para datos de Isabel Rubio, consultar Teresa Fernández Soneira: Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, Ediciones Universal, Miami, 2014, vol. 1, pp. 170; 201-205, y 367.
- [3] P. Joaquín Gaiga: «Mantua Mambisa y Martiana, apuntes para la historia de Mantua», Ediciones Vitral, Colección Memoria, Pinar del Río 2009, pp. 41-42.
- [4] Narciso López de Urriola (Caracas, 1796 – La Habana, 1851), militar y político venezolano creador de la bandera y el escudo de Cuba junto a exiliados cubanos que residían en Nueva York, en 1849. El 11 de agosto de 1851 el barco El Pampero, con alrededor de 600 hombres, arribó a la playa El Morrillo, en Bahía Honda. Allí los expedicionarios contaron con el apoyo de algunos campesinos de la zona, destacándose de entre ellos los miembros de la familia Socarrás. López fue líder de cinco intentos para liberar a Cuba hasta que fuera ejecutado por las autoridades españolas en La Habana por alta traición, en septiembre de 1851.
- [5] Nació en 1863 en Las Pozas, Bahía Honda, Pinar del Río.
- [6] Reportó el St. Louis Post-Dispatch para The Miami Metropolis, Vol. l núm. 14, Miami, Florida, 14 de Agosto, 1896, p. 8.
- [7] Se refiere a Regla Socarrás.
- [8] María Elena Prío Tarrero y Marián Prío Tarrero son las hijas de Carlos Prío Socarrás y María Dolores (Mary) Tarrero Serrano, y nietas de la patriota Regla Socarrás y Socarrás. Residen en Miami, Florida.
- [9] José Martí: «Patria y Mujer», Revista Universal, México, 28 de noviembre de 1875.
- [10] Algunos cubanos temiendo por sus vidas, se presentaban a los españoles antes de que fueran fusilados.
- [11] Valeriano Weyler Nicolau (Palma de Mallorca, 1838-Madrid, 1930), militar y político español. Fue nombrado capitán general de Cuba en febrero de 1896.
- [12] La Reconcentración tenía como fin aniquilar el levantamiento independentista aglomerando de manera forzosa a los campesinos en poblados cercados con el fin de que no auxiliaran a los insurrectos. La medida no funcionó y vio su fin en noviembre de 1897 con la sustitución de Weyler por el general Ramón Blanco y Erenas.
- [13] Teresa Fernández Soneira: Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, vol. II, Ediciones Universal, Miami, 2018, pp.131-166.
- [14] La Reconcentración duró de 1896 a 1898, diezmando a la población de manera considerable.
- [15] Revista de Historia: «La reconcentración de Cuba», https://revistadehistoria.es/poco-conocido-genocidio-espanol-cuba-la-reconcentracion-cuba-1896-1898. Y también Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria, Ibídem.
- [16] Carlos Prío Socarrás, (Bahía Honda 1903-Miami, Florida 1977).
- [17] Casa donde residía la familia Prío.
- [18] Bohemia: “Doña Regla Socarrás”, 28 febrero 1960.
Tomado de la revista Convivencia.

 
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