Sunday, June 23, 2024

Film "Amigos" by Iván Acosta at Coral Gables Art Cinema

 


Description

FILM + Q&A with writer/director Iván Acosta and actor Ruben Rabasa, moderated by local filmmaker Gabriel de Varona.

 A Cuban refugee named Ramon (Ruben Rabasa) arrives in Miami after being in prison for years. Freed during the Mariel boatlift, Ramon is welcomed to Florida by his childhood friend Pablo (Reynaldo Medina). Pablo, now a successful car salesman with a comfortable life and a beautiful fiancée (Lucy Pereda), takes Ramon under his wing. As Ramon navigates his new life, Pablo helps him experience the American dream.

Upset by the negative depiction of "Marielitos" in Brian De Palma's Scarface (1983), Cuban writer/director Iván Acosta (El Super play) sought funding to make the first feature-length film made in the U.S. entirely by Cuban filmmakers, artists, technicians and actors. Amigos presents "the other face of Scarface" (Miami Herald) and was filmed on location in Miami, with additional scenes shot in Washington D.C., Union City, New Jersey, and New York City.

 "The Cuban community in Miami had a very negative attitude towards the new refugees. So, to me, it was very important to tell the human story of the "Marielitos." In Amigos, we aimed to do just that, in El Súper’s style. In El Súper, I had Roberto Amador Gonzalez expressing the Cuban exile experience of those days. In Amigos, I have Ramón Goizueta Fernández, telling the stories of many Cuban refugees who decided to leave everything behind, to escape through the Mariel boatlift. I wrote the script as a bittersweet comedy drama." —Iván Acosta

 Ruben Rabasa, who stars in Amigos, is also featured in the film Thelma, showing at Coral Gables Art Cinema June 21 to July 4.

 "A story of a Mariel refugee told with warmth and humor." — The Miami News

Tuesday, June 18, 2024

Los edificios más antiguos de El Vedado*

Casa de Cosme Blanco Herrera, hoy Centro Cultural Vicente Revuelta


Por Yaneli Leal

El Vedado, paradigma del urbanismo moderno, modelo permanente para los barrios de expansión de La Habana, referente obligado, intensamente estudiado por los urbanistas cubanos del siglo XX, fue la primera bandera de modernidad plantada en la capital cubana. Dígase mejor, trazada en su tierra. Colmado luego por palacetes que desplegaron lo mejor de la arquitectura republicana, y alzado su perfil con múltiples torres de apartamentos, no detuvo su espíritu de vanguardia hasta mediados del siglo XX.

No obstante, El Vedado (nombre genérico que incluye el reparto El Carmelo) nació en el siglo XIX, época de la que aún conserva algún patrimonio construido. Conocerlo es el primer paso para valorarlo. Preservarlo debería ser, dado su significativo deterioro, un compromiso urgente.

De 1859-60 es la concepción de su magnífico trazado que tan eficientemente ordenó la circulación peatonal y vehicular, y privilegió el confort doméstico con el uso de la vivienda aislada con jardín, portal y pasillos laterales, provocando una excelente transición entre el espacio público y privado con la vegetación como elemento protagónico. Su ejecución, contrario a lo que se creería, tomó tiempo. En los primeros años del siglo XX, Renée Méndez Capote, quien tenía su residencia en 15 y B, comentaba que aún no habían parques ni aceras, y que las únicas calles no interrumpidas por furnias eran Línea, 17 y Calzada. El alumbrado era con faroles de gas y aún no había alcantarillado.

En esta zona de la ciudad existían varias canteras de piedra, de las cuales se extrajo material de construcción, sobre todo empleado en Centro Habana. Todavía queda la huella de algunas como las furnias de 25 y N (Canteras de la Cueva) y 25 y K (Canteras de Vega), sobre la que hoy se levanta el nuevo mastodonte hotelero.

En sus Memorias de una cubanita que nació con el siglo, Méndez Capote describe un Vedado que mantenía un fuerte matiz campestre al empezar el siglo XX, donde abundaban murciélagos y lechuzas, y pastaban chivos, vacas y burras. Así lo resume: "El Vedado de mi infancia era un peñón marino sobre el que volaban confiadas las gaviotas y en cuyas malezas crecía silvestre y abundante la uva caleta. Las cercas eran de tunas espinosas, el aire lo poblaban las auras tiñosas, los totíes, los gorriones, las bijiritas y los sinsontes y en las furnias gigantescas de la orilla derecha del Almendares, de las que serían la Calle 23 y la Calle 15, anidaban las iguanas, los hurones y las ratas".

Como construcciones de siglos anteriores estaban: el reducto de la Chorrera (c.1641-43), el Castillo del Príncipe (1767-79) y el Cuartel de la Pirotecnia Militar (Colina Universitaria) en su límite sur. ¿Pero qué edificios ocuparon El Vedado del siglo XIX? ¿Cuáles quedan?

Coincidiendo con la fundación del reparto, en Línea y 18 se definió una estación o paradero para el tranvía que comunicaba con La Habana Vieja. Se dice que el inmueble actual es de inicios del siglo XX. También se comenzó a construir al sur el cementerio Colón en 1871; la Iglesia de la Virgen del Carmen (o del Rosario) en 16 entre 13 y 15, en 1872, que permanece inconclusa; y en 1880 el hospital Nuestra Señora de las Mercedes, en 23 y L (demolido en 1958). Además había algunos baños de mar y el Club de Béisbol Habana.

Hotel Trotcha


En 1886 se inauguró el Hotel Trotcha, en Calzada y 2, que desde temprano fue muy popular como espacio de alojamiento y por los bailes, juegos, conciertos y obras de teatro que organizaba. Ya muy maltrecho, el edificio fue parcialmente destruido por un incendio en 1986. Su pórtico monumental, querido y recordado por los vedadenses cayó con el huracán Irma en 2017. Los restos de las columnas fueron removidos del lugar muy a pesar de los vecinos.

Dos décadas después de aprobado El Vedado, alrededor de 45 manzanas estaban ocupadas total o parcialmente con viviendas. Las edificaciones se concentraban sobre la calle Línea hasta 3ra y al sur hasta 13, en el tramo inscrito entre las calles 24 y G. Atravesada en la retícula aún se conservaba la hacienda del conde de Pozos Dulces (entre las manzanas D, 11, F y 15 aproximadamente). Según Méndez Capote, "estaba abierta para los niños con su verja alta y su gran jardín lleno de flores y de árboles frutales en que abundaban los nidos, y la casa de vivienda se alzaba acogedora en una loma. Todas las mañanas íbamos a jugar a la hacienda de Pozos Dulces, como dábamos una vuelta por casa de los Parajón, que tenían animales en el jardín y nos llegábamos al Trotcha a ver los cocodrilos".

Las primeras viviendas tuvieron gran relación con las quintas de El Cerro, copiaron la elegante línea neoclásica de las fachadas, los altos puntales y techos planos, los grandes ventanales con lucetas de colores y la fantástica herrería de cancelas, barandas y rejas de portal. Por regla general omitieron el patio interior típico de la vivienda colonial, cuya función climática sustituyó el entorno ajardinado, e incorporaron pasillos interiores para articular las habitaciones de la casa. Algunas son de una planta como la de Juan Bautista Docio (1880) en Línea 804, y la de Línea, entre 8 y 10 (1889), de las pocas con patio interior; y otras de dos plantas como las de Antonio González Curquejo (c.1880) en Línea y B 612, y las gemelas de B entre Línea y Calzada (151 y 153), también construidas por González Curquejo para alquiler.

No faltó el uso de viviendas en tira con paredes medianeras, como las de Línea entre C y D, y las de Calzada entre 8 y 10. No obstante, el modelo de casa exenta se impuso. Las más vistosas residencias que se conservan del siglo XIX son las que están en Línea entre D y E: la de Francisco López García (1888), en el número 508; su vecina en el 502, ya de 1900; y enfrente la número 505, de Cosme Blanco Herrera (1892-1901).

La primera, hoy en restauración por el estudio privado de arquitectura Infraestudio para centro de arte contemporáneo, destaca por su magnífico portal de seis metros con arcada de pilastras adosadas. Su enorme cancela es una obra de arte de la herrería decimonónica, sin duda la más elaborada y vistosa de la barriada, cubierta por un mediopunto de fábrica que tuvo tres copas de cemento. Hermosas son también las piñas piñoneras colocadas sobre cada montante de la reja de entrada. A su lado, la número 502 destaca por las delgadas columnas de hierro que sostienen el portal con gingerbreads también metálicos.

Aunque la reina de la ornamentación fue la residencia del industrial Cosme Blanco Herrera, donde la base neoclásica se desbordó con la filigrana de las molduras y los balcones de vidrios de colores. Desde 1970 esta vivienda albergó la sede de Teatro Estudio, y ha sido utilizada como local de ensayo, representaciones, exposiciones y oficinas de las direcciones de arte dramático. Conocida como la Casona de Línea, desde 2014 se llama Centro Cultural Vicente Revuelta. En 2003, se inauguró en sus jardines una nueva sala de teatro llamada Adolfo Llauradó, que al día de hoy continúa siendo uno de los espacios preferidos del teatro cubano.

Tal vez la más popular de las casas del siglo XIX vedadense es la de Línea y 14 (c.1880). Inicialmente de alquiler, fue residencia definitiva de Dulce María Loynaz entre 1920 y 1946, aunque antes su familia la alquiló en varias ocasiones. Se levanta sobre un basamento donde estaban las habitaciones de servicio, y para el acceso a la planta principal tiene una escalera bifurcada. Es de las pocas con techo inclinado y portal de madera. Federico García Lorca, quien la visitó, la llamaba "mi casa encantada".

Casa de Dulce María Loynaz

Al igual que otras viviendas de su época ha sido convertida en ciudadela, y sufre un crítico estado de deterioro. Maltrechas sobreviven esas casas para recordar los inicios de El Vedado, de ese barrio insignia de la modernidad habanera. En su poema "Últimos días de una casa", Dulce María Loynaz dio voz a esta casa que cuenta la transformación del entorno y llora su ruina. Quede esta estrofa como un reclamo amplificado más de medio siglo después de escrito el poema:

No he de caerme, no, que yo soy fuerte.
En vano me embistieron los ciclones
y me ha roído el tiempo hueso y carne,
y la humedad me ha abierto úlceras verdes.
Con un poco de cal yo me compongo:
con un poco de cal y de ternura…

*Tomado de Diario de Cuba


Sunday, June 9, 2024

ASPECTOS DE LOS MISTERIOS DEL ESTUDIO SOBRE LA CULTURA DE LA POBREZA EN CUBA, POR OSCAR LEWIS

Oscar Lewis

Por:  Rolando A. Alum Linera  [miembro de la AHCE desde 2021]

SUMMARY:   I have been writing for decades about the aborted “Culture of Poverty” Project by U.S. anthropologists Oscar Lewis and Douglas Butterworth in socialist Cuba in 1969-70.  I synthesize past findings and update them with fresh research, while narrating about the Insua family, who were the Project’s main victims (Alvaro Insua spent six years in jail for collaborating with the Project].  Likewise, I rebut S. Rigdon --the biographer of O. Lewis-- who insulted the Insuas (and me) online about the obituary of álvaro Insua that I authored for the Anthropology News (of the American Anthropological Assoc.) [vid Alum, 2020; see link below, at the end].  For the sake of space economics, I only address in the Academia’s Blog some of the issues raised in my more thorough chapter on the topic in the Academia’s ANUARIO # 7 (2023: pp.152-163), though focusing here on the Rigdon unwarranted confrontational comments .  This brief version does not include the Footnotes, Bibliography and my Biographical Information, which do appear in the Anuario # 7 {ralum@pitt.edu}.  

 

   I--Exordio:  En 1969 el famoso antropólogo sociocultural (etnólogo) estadounidense Oscar Lewis fue a Cuba acompañado de su esposa Ruth Maslow Lewis y de su principal colega, Douglas Butterworth con el propósito de conducir el primer estudio en un país “socialista” sobre la “Cultura de la Pobreza” [C-P en adelante].  Tenían la anuencia excepcional de la máxima cúpula gubernamental que llanamente esperaba resultados favorables al gobierno con fines propagandísticos posteriores.  El estudio investigativo [el Proyecto en adelante], rodeado de controversias, reveló información demostrativa sin precedentes acerca de los efectos iniciales de la regimentación socialista en Cuba post-1959. 

   Esta versión resumida para el Blog de la Academia no incluye las Notas al Pie, la Bibliografía relevante, y los Datos Biográficos que sí aparecen en el ANUARIO # 7 (2023).   

   II--Enigmas de la teoría de la C-PInfluenciado por el análisis marxista, y basado en sus estudios previos entre mexicanos y puertorriqueños, Lewis había catalogado los aspectos comunes del elusivo dilema de los pobres en sociedades capitalistas.  Aunque la pobreza se define en términos relativos, la C-P se conceptualiza como un cuerpo amorfo de creencias y conductas transmitidas socio-culturalmente de generación en generación; por ej., baja ética de trabajo y de conciencia socio-cívica, abuso doméstico, alcoholismo, fatalismo, matrifocalidad, homofobia/machismo, consumo conspicuo, y sobre todo gratificación/orientación inmediata.

    Con el apoyo de una generosísima subvención de la Fundación Ford [casi $300,000 -- equivalente a más de $2.5 millones en 2024], los antropólogos intentaron someter a prueba un corolario a la teoría de la C-P.  Con una ingenuidad asombrosa, planteaban que la C-P no podría existir en un país comunista, ya que asumían que las condiciones socioeconómicas enajenantes que la engendran no podrían existir bajo el socialismo.  


El equipo cubano de Oscar Lewis en 1969

   III--Trascendencia del Proyecto:   Por supuesto que siempre hubo cubanos pobres --y de todo fenotipo-- desde la época colonial, y es concebible que existiera alguna versión de la C-P en los apenas 56 años de la era republicana [1902-1958].  No obstante, en mis propias comunicaciones con Butterworth me confirmó el hallazgo notable que él desarrolló en su excelente etnografía, The People of Buenaventura (1980), acerca de los residentes de viviendas públicas en las afueras de La Habana donde fueron relocalizados antiguos pobladores de favelas.  A pesar de que tenían muy pocos años de fabricadas, ya estaban plagadas de abandono y “nada funcionaba bien”.  Aunque Butterworth reconoció las deficiencias socioeconómicas de la Cuba de Ayer, no pudo confirmar --por ejemplo, a través de las “historias de vida” que logró recopilar-- si una C-P generalizada existiera antes de 1959.  

    Sin embargo, Butterworth pudo verificar que existía ya una C-P generalizada en 1969-70, aunque no necesariamente como sobreviviente del llamado ancien régime ya que estimó que apuntaba a ser una consecuencia del sistema socialista post-1959.  Por lo que el corolario de la tesis de Lewis de la supuesta imposibilidad de la C-P en un sistema socialista resultó ser refutada empíricamente.  A pesar de esta obvia conclusión, curiosamente, poca atención se la ha dado en la literatura de la Cubanología o de las ciencias sociales en general.

    El Proyecto proporcionó revelaciones notables que los defensores foráneos de la dictadura cubana todavía continúan obviando.  Entre otras cosas, demostró que la vida del cubano promedio hacia finales de la década inicial del régimen ya estaba atestada de corrupción y escasezes, así como de un desencanto extensivo con los gobernantes.  Todo esto es característico de lo que se denomina las “economías de escasez”, el estándar que se practicaba en las sociedades europeas de modelo soviético.

   Butterworth reveló cómo los cubanos “de a pie” ya se dedicaban a lo que hoy llamamos “formas cotidianas de resistencia”, el arma social de los subyugados en cualquier lugar.  También informó cómo los cubanos ya estaban socavando el estado hegemónico a través de acciones tabú, como: ausentismo, mercado negro, hurtos, y vandalismo, al igual que lo han descrito otros observadores extranjeros (e.g., el diplomático chileno Edwards [1973] y la antropóloga estadounidense Hirschfeld [2008]).

   IV--Cancelación del Proyecto:  Como se confirmó después, el gobierno espiaba todo aspecto del Proyecto: electrónicamente, plantando espías en el personal de oficina y de servidumbre, y los vecinos de los apartamentos asignados a los Lewis para oficinas y residencias en la otrora exclusiva Miramar, confiscados a exiliados.  Hasta la mayoría de los entrevistados fueron escogidos por la Seguridad del Estado.  Además, los entrevistadores eran principalmente miembros de la “Juventud” del Partido Comunista, quienes llegaban al punto de regañar a los entrevistados que se atrevían a quejarse del régimen.  A su vez, los entrevistadores tenían que reportar a oficiales del gobierno sus actividades diarias, según me contó a mí --y también a la historiadora Lillian Guerra (2015)-- la psicóloga [Dra.] Maida Donate (2011), quien participó en el Proyecto, aunque ya exiliada por años.

    Al enterarse el gobierno de las conclusiones negativas que se iban elucidando, los antropólogos extranjeros fueron súbitamente expulsados del país a mediados de 1970, acusados públicamente de “espiar para el imperialismo”.  Gran cantidad de los materiales de investigación, así como equipos y automóviles VW importados por Lewis fueron confiscados.  Peor aún, Álvaro Ínsua [1935-2019], quien aparte de servirle como entrevistado ayudó a Lewis con estadísticas --su profesión en la Academia de Ciencias cubana-- fue encarcelado, irónicamente el 4 de julio de 1970, acusado de “colaborar con espías.”

Alvaro Insua

   Aparte del libro de Butterworth (1980), otros tres volúmenes resultaron del Proyecto: la “Trilogía”, titulada paradójicamente Living the Revolution [Viviendo la Revolución (1977-78)], editados por Mrs. Lewis con la ayuda de la contratista Susan Rigdon [ver abajo], y basados en el material de entrevistas que los Lewis habían logrado sacar del país-isla previamente. 

    Los Insua fueron abandonados en Cuba a su suerte.  En mayo de 1980 se les “permitió” salir a Costa Rica, llegando luego a Miami, coincidiendo con el arribo de los refugiados del Mariel.  Seis meses más tarde se mudaron a Nueva Jersey, donde les di la bienvenida; y cinco años más tarde regresaron a Miami al ser nombrado allí Álvaro --también por sugerencia de varios de nosotros-- el corresponsal principal del incipiente Radio Martí (del Gobierno de EE.UU.).

    V--Debate Vs. S. Rigdon:   Al fallecer Ínsua a principios de 2019, la American Anthropological Association (la cual me hizo después “Miembro Distinguido”) publicó el obituario de Insua de mi autoría en el Anthro News, órgano de la organización.  Pero la antes mencionada S. Rigdon me refutó hostilmente vía online [Internet] (ver R. Alum, 2020,       <https://www.anthropology-news.org/articles/alvaro-insua/>; por ejemplo, la Dra. Rigdon:

1—Intentando mancillar la memoria de Álvaro, cuestionó el número de duros años que él cumplió en prisión, que incluyó campos de trabajo forzado:  Fueron seis; pero Rigdon esgrime que fueron menos, como si eso, de todas maneras, cambiara la ecuación. 

2—Negó que Greta Ínsua haya participado en el Proyecto:  Aunque no figuraba en la nómina oficial, sí colaboró estrechamente (pro bono), según me contaron Álvaro, Greta y el hijo Manolo Insua en nuestras conversaciones a través de las décadas.  Es evidente que los Insua eran prácticamente los únicos cubanos en quienes Lewis podía confiar.

3—Negó que el Proyecto fuera cancelado por el gobierno debido a las conclusiones negativas al régimen que iban surgiendo:  Pero hasta ahora, Rigdon no ha ofrecido otra explicación confiable.

4—Absurdamente, hasta cuestionó cómo y cuándo Álvaro y yo entablamos contacto:  Dio la casualidad que Barbara Hutchinson, otrora ataché cultural en la embajada de EE.UU. en Santo Domingo --donde me había dado la bienvenida como becado Fulbright en los años ’70-- fue enviada por el Presidente Carter al abrirse la Sección de Intereses en La Habana en 1978.  Cuando Insua fue a solicitar visa, Hutchinson nos puso en contacto estando yo aun en República Dominicana conduciendo mis estudios de campo entre cortadores de caña (e.g., Alum, 1985).

5—Negó falsamente que el Proyecto se enfocara en la C-P:  Ese enfoque es obvio y está bien aclarado por la misma viuda de Lewis en el primer volumen de la “Trilogía” (1977-78), y como se desprende también de los archivos en la Fundación Ford y en la Universidad de Illinois a los que he tenido acceso indirectamente solo gracias al profesor Steven Dikes (2011) de la Universidad de Colorado, quien es un reconocido experto en el legado intelectual de Lewis (debo aclarar que años atrás Mrs. Lewis me negó acceso).  

6—Negó que los Lewis abandonaron a los Insua--historial que es indiscutible (Alum, 2021).

  


  Es de notar, además, que Rigdon no es antropóloga, sino científica política; es experta en la China (donde ha pasado tiempo), no en Iberoamérica; no participó en el Proyecto, ni siquiera conoció a O. Lewis (solo devino en amiga cercana y contratista de Mrs. Lewis varios años más tarde); no es ducha en el idioma español; y nunca entrevistó a los Ínsua directamente, o a ningún otro participante del Proyecto.  Pero aun, jamás se interesó por tenderle una mano a los Insua.  Pero, así y todo, ella pretende:  (A) saber más que la familia Insua acerca de su propia odisea,  y  (B) hasta de cómo y cuándo nos contactamos inicialmente.  Es más, en la Antropología consideramos a los entrevistados como semisagrados; pero --con una ausencia de sensibilidad y compasión inaudita-- Rigdon le falta el respeto a la familia Insua.  Y uno se pregunta: ¿No es esto un ejemplo de lo que ahora tildan “apropiación cultural”?   Puede que esté errado, pero sospecho que Rigdon no se hubiera atrevido a lanzar sus insultos si las víctimas hubiesen sido de otra nacionalidad [y no cubanos], opuestos a un sistema de gobierno distinto.

    Mas aun, Butterworth tuvo que publicar su etnografía por separado de la “Trilogía” --precisamente-- por diferir de las intenciones, aparentemente algo indignas de la Sra. de Lewis y Rigdon de minimizar fundamentalmente los maltratos a los Insua y la traición gubernamental a O. Lewis.  Quizás jamás imaginaron que los Insua llegarían al Exilio a contar su historia, y/o que este humilde antropólogo los asistiera y defendiera públicamente. 


   Ambas autoras tienen su derecho a justificar al régimen castrista, si así lo desean.  Pero, como le ripostaron a Rigdon en el sitio Web de la ANTHRO NEWS: (a) Manolo Insua [el hijo de álvaro y Greta]; así como (b) la escritora feminista Ileana Fuentes, quien conoció a Álvaro, además entrevistó a Greta y continua su amistad; (c) y también el bibliotecario F. “Ray” Pestana, a quienes les agradezco su apoyo público:  ¿Es que acaso tiene Rigdon el derecho moral a pretender reescribir la historia a favor del gobierno en Cuba?  ¿Es que se cree ella con el derecho a ofendernos solo por nuestros esfuerzos de honrar la memoria de Álvaro? (ver Alum, 1982, 2019, 2020, 2021).  

   Precisamente, la meta de la AHCE es la de dejar sentado “un registro fidedigno” de la historia cubana --de antes y después de 1959-- tan tergiversada al estilo orwelliano por la dictadura de los Castro y sus acólitos extranjeros.  Aunque hay aun mucha tela por donde cortar, queden aquí aclarados algunos de los “misterios” del “Affaire” Lewis, como lo llamara Maurice Halperin (1981), un ex-radical estadounidense, amigo y crítico de O. Lewis, quien vivió en, y escribió tres libros sobre, Cuba.