Tuesday, June 29, 2021

Poetas en Nueva York

Por Enrisco

Nueva York siempre ha inspirado a los poetas de lengua española. Es llegar y ponerse a escribir versos. Como si entraran en trance.

No es que sea una ciudad muy poética que digamos. Debe ser el contraste.

Viene el poeta con la cabeza llena de pájaros y le preguntan que a cuánto vende la libra de pájaros.

No sabe qué contestar y lo dejan con la palabra en la boca. Entonces el poeta, desolado, se aplica febrilmente a demostrar que sí tiene algo importante que decir.

Algo así le pasó al primero, el cubano José María Heredia. Llegó a la ciudad el 22 de diciembre de 1823 dispuesto a comérsela viva pero el frío y el inglés lo hicieron huir año y medio después, como el peligro a que lo fusilaran los españoles lo había hecho huir de Cuba.

Pero antes de abandonar Nueva York alcanzó a publicar su primer libro de poesía y un brinquito que se dio a las cataratas del Niágara le inspiró su poema más famoso.

Está el caso de su compatriota José Martí quien durante sus quince años en Nueva York se aburrió de escribir poemas hasta que regresó a Cuba a servirle de tiro al blanco a las tropas españolas.

Ya para entonces Nueva York era el paradigma de la modernidad capitalista que Martí se dio gusto de explicarle al resto de Latinoamérica mientras se quejaba de la falta de espíritu poético de la ciudad.

Estando todavía en la ciudad lo visitó el gran poeta nicaragüense Rubén Darío. Darío acababa de ser designado cónsul de Colombia en Buenos Aires y de alguna manera consiguió convencer al que sacaba los pasajes que el camino más corto a Argentina pasaba por Nueva York y París.

También visitó las cataratas del Niágara pero le parecieron inferiores al poema de Heredia. Más húmedas, supongo. Darío visitó Nueva York dos veces más. En 1907 y en 1914.

La última visita no le fue especialmente agradable. Andaba corto de dinero y encima contrajo neumonía doble.

Archer Huntington, presidente de la Hispanic Society le ofreció dinero pero Darío solo aceptó quinientos dólares y, para mantenerse, escribió artículos para el periódico en español La Prensa.

El New York Times lo anunció como poeta sudamericano y, en venganza Darío describió la ciudad así:

“Casas de cincuenta pisos, Servidumbre de color,/ Millones de circuncisos,/ Máquinas, diarios, avisos,/ Y dolor, dolor, dolor”.

En la primavera de 1905 Darío saldría para Guatemala invitado por su presidente Manuel Estrada Cabrera, un señor que ganaba elecciones y amansaba volcanes por decreto y celebraba festividades a la diosa Minerva para gloria suya.

No es que el poeta apreciara mucho al amansavolcanes pero este prometió encargarse de los gastos de estancia y Darío se marchó de Nueva York sin saber que le quedaba menos de un año de vida.

Al año siguiente llegó a la ciudad el poeta español Juan Ramón Jiménez para casarse con su compatriota Zenobia Camprubí en la iglesia de St. Stephens (en la 69 entre Columbus y Broadway).

No estuvo en la ciudad mucho tiempo pero el viaje le sirvió de pretexto para escribir su Diario de un poeta recién casado en el que lo mismo llama a la ciudad “maravillosa Nueva York” que “el marimacho de las uñas sucias”, whatever it means.

Pero el más famoso de los encuentros poéticos en español con Nueva York fue el de Federico García Lorca entre 1929 y 1930. Más que encuentro fue un choque.

El cantante de los campos verdes y los gitanos multicolores se puso a escribir cosas como:

“Debajo de las multiplicaciones/ hay una gota de sangre de pato; debajo de las divisiones/ hay una gota de sangre de marinero”.

Como si hubiera confundido un tomacorrientes con su tintero y los versos le salieran electrocutados.

Su Poeta en Nueva York no aparecería hasta después de que los franquistas lo usaran de diana y, para desgracia de la poesía, acertaran.

Saturday, June 19, 2021

Entrevista al historiador francés Paul Estrade sobre Severiano De Heredia, cubano alcalde de Paris

Por Roberto Perera

Hoy te quiero hablar de un cubano ilustre del siglo XIX cuya historia y trayectoria no dejan de asombrarme. Se trata de Severiano de Heredia, primo de José Maria Heredia, el poeta romántico cubano, el del Himno del Desterrado y de la Oda al Niágara. ¿Y por qué su biografía es digna de recordar? Pues porque este cubano del siglo XIX llego a ser alcalde de Paris y ministro de la 3ra Republica en Francia. El historiador e hispanista francés Paul Estrade escribió una biografía publicada en español en 2018 por la editorial Boloña de la Oficina del Historiador de La Habana y que se titula: Severiano de Heredia. El mulato cubano alcalde de París. Paul Estrade está con nosotros hoy para hablarnos de Severiano de Heredia... 
Músicas utilizadas: Siboney - de Ernesto Lecuona - Versión live interpretada por Rubén González.



Friday, June 18, 2021

Jorge Luis Camacho. Sinfonía cubana I. Una familia cubana en la tormenta de la revolución. Primer movimiento. “Allegro ma non troppo.”



Por Rafael E. Saumell, Profesor Emérito de Español, Sam Houston State University, Texas.

Sobre la revolución de Fidel Castro se han publicado riadas de libros de todos los géneros, dentro y fuera de la isla. La novela en cuestión podría ser calificada bajo el rubro de “literatura en el exilio”, según la distinción establecida por Claude Cymerman en su ensayo “La literatura hispanoamericana y el exilio” (Revista Iberoamericana, julio-diciembre 1993, núms. 164-65: 523-550). es decir la que se escribe fuera de Cuba y que trata de los avatares ocurridos desde el 1 de enero de 1959 con el derrocamiento de un régimen impuesto mediante un golpe de estado (10 de marzo de 1952), por el general Fulgencio Batista Zaldívar, quien escapó de Cuba en las primeras horas del año en el cual comienza esta obra. Precisamente Cymerman destaca “…que la revolución castrista…ha incurrido en un totalitarismo que ha llevado al exilio a numerosos cubanos y a muchos intelectuales de la isla” (523).

Por ese motivo esencial, el autor radica en París, Francia, desde 1981 donde ha desarrollado una multiplicidad de profesiones: actor, guionista, escritor y músico. Esta última es clave para entender el título del libro y la descripción del ritmo narrativo predominante en la primera parte. Las transformaciones en los destinos de los personajes ocurren de manera acelerada aunque no demasiado, y esos hechos están condicionados por el referente histórico-político sobre el cual no tienen control ni capacidad de reaccionar, exitosamente, para detener sus consecuencias profundas y devastadoras en varios planos: económico, social, político y privado.

En el caso de esta trama y en relación con los personajes, se puede hablar más que de instrumentos materiales (cuerdas, metales, percusión, viento, etc.), de un coro de voces simultáneas dirigidas por el narrador que ordena sus actuaciones en un esquema cabalmente organizado.

¿Quiénes son esas voces? Se trata de los integrantes de la familia Robles-Serra asociados, en tanto que propietarios y comerciantes, con la primera industria nacional, la azucarera, que ha marcado la vida nacional desde finales del siglo XVIII, cuando la revolución de Haití comprometió el lugar cimero, a nivel planetario, que ocupaba esa parte de La Española en la producción de azúcar y café. Los hacendados y su séquito se marcharon a Cuba y allí invirtieron y reprodujeron sus capitales.

Dichas voces tienen nombres: Fernando Andrés, el patriarca, su esposa Sofía, los hijos de ambos Rodrigo y Patricio, Libertad, esposa del primero y madre de Julio, un niño que aparte de sus deberes escolares estudia piano clásico. Con él entran a la novela personajes y elementos de la cultura afrocubana, especialmente en lo tocante a la música popular y a las religiones sincréticas.

¿Cómo se da el referente histórico-político en la novela? Mediante la inserción de breves noticias que informan al lector y a los personajes de las medidas que va implementando el gobierno revolucionario desde su asunción del poder. Ante ellas, los personajes opinan, expresan sus juicios y emociones frente al escenario presurosamente voluble del contexto.

Una virtud de la novela radica en que ni el narrador ni los personajes se manifiestan de manera tendenciosa, un defecto de cierta literatura de agitación política contra el cual se pronunció el mismísimo Friedrich Engels. En una carta a Minna Kautsky, este opinó al respecto: “la tendencia debe surgir de la situación y de la acción mismas, sin que se haga explícitamente referencia a ella, y el poeta no debe dar al lector ya acabada la futura solución de los conflictos sociales que describe”

En otras palabras, el narrador de la Sinfonía ofrece datos y deja que los personajes se rebelen contra lo que les perjudica pero no sermonean a otros ni mucho menos al lector con graves discursos sobre lo que debería hacerse, ellos simplemente actúan dadas las circunstancias expuestas en el texto literario.

También el uso de la cronología de los hechos da una guía temporal y contextual que le sirve al lector para evaluar el comportamiento de los personajes ante cada nueva situación, en qué orden se presentan los acontecimientos y las acciones, qué expectativas se abren en el ámbito de la trama, para revisitar el pasado y observar el comportamiento de individuos y clases involucrados en un ambiente de transformaciones inéditas que se suceden sin pausa y cada vez con mayor impacto y arbitrariedad en el porvenir de una nación.

Recomiendo con mucho entusiasmo esta obra a los lectores de todas las edades y que deseen enriquecer sus valoraciones sobre un régimen aún inestable y en vigor sesenta y dos años después del inicio de la trama comentada.

Disponible en Amazon.

 

Thursday, June 17, 2021

PRESENTACIÓN EN MADRID DE HISTORIA DE LA CENTENARIA BANDA DE CONCIERTOS DE CAIBARIÉN

Por Jesús Díaz Loyola

Su autor, el clarinetista cubano Alberto Rodríguez Acuña, bajo el sello de RoqueLibros nos lega un valioso documento para comprender la raíz de una agrupación que ha hecho de una ciudad cubana, cuna de grandes músicos.
El doctor Rafael Garesse Alarcón, rector de la Universidad Autónoma de Madrid, destacó los valores de una de las bandas de música más antiguas de Cuba que tuvo entre sus primeros directores a un célebre español: el valenciano de Alcoy, Ernesto Jarque Gómez.
Caibarién, un pueblo del norte de Cuba es cuna de grandes músicos como Manuel Corona, que lo ha hecho célebre con «Longina», una de sus canciones más universales. Y lo es también por la Banda de Conciertos de la ciudad, que tuvo entre sus más célebres directores al valenciano Ernesto Jarque Gómez, un emigrado de Alcoy a la isla a principios del siglo XX.
Este martes 8 de junio, el libro sobre la historia de la mítica agrupación, contada con precisión tras muchos años de investigación por el clarinetista, profesor y director de orquesta cubano-español, Alberto Rodríguez Acuña (1950), fue presentado en Madrid en una cuidada edición de RoqueLibros, el sello editorial que en el último año se viene especializando en la promoción de historias de la vida cultural cubana.
Su editor, Juan Carlos Roque García, ha exaltado los valores de identidad de
"Banda de conciertos de Caibarién: Un ícono de la música cubana”, y el esmerado trabajo de investigación de su autor en el volumen de 230 páginas.
En la velada de presentación, el doctor Rafael Garesse Alarcón, rector de la Universidad Autónoma de Madrid, tuvo elogios para el profuso trabajo que Alberto Rodríguez consigue reunir con la historia de más de un siglo de la banda de su pueblo. Y reconoció “una labor de investigación admirable.”
Rodríguez Acuña radicado en España hace más de tres décadas, es hoy por hoy un consumado músico, laureado clarinetista y director de orquesta que atesora una prolífica carrera que tuvo sus emprendimientos a la luz de los años dorados de la Academia de la propia banda ahora hecha historia.
Alberto Rodríguez está considerado como uno de los clarinetistas más representativos del panorama musical europeo. En Praga fue clarinete solista de la Orquesta de la Ópera Mozart y de la Orquesta Sinfónica Bohemia, y cada año figura en el plantel de músicos de los festivales internacionales en la capital checa. Es destacado también por su labor pedagógica en la formación de nuevas generaciones de músicos.
Sus años españoles han sido imprescindibles para completar su historia y la figura particular del valenciano Ernesto Jarque, el prolífico segundo director de la agrupación después que el maestro cubano José Pilar Montalván Raimundo la fundara en 1904.
En marzo último, “Banda de conciertos de Caibarién: Un ícono de la música cubana” (RoqueLibros), llegaba al mercado editorial de Amazon en dos versiones: la impresa y en versión kindle
para ebook

En la presentación del libro en Madrid, además de las exposiciones del autor, se escucharon intervenciones virtuales desde Caibarién, Cuba, por la clarinetista Angela Sañudo Rodríguez, actual directora de la banda y del saxofonista Julio Rodríguez Elí, uno de los músicos más antiguos en la plantilla de la laureada formación, que ya en 1911 cuando la integraban noveles músicos ganó el premio del Concurso Nacional de Bandas bajo la batuta de Jarque con la brillante ejecución de las oberturas “Si yo fuera rey”, de Adams y “Obertura 1812”, de Tchaikovsky. “Todos cuantos oyeron a la simpática Banda en las piezas que tocaron se hacen lenguas de su magistral interpretación”, relataron las crónicas de la época.
Más de un siglo después, el virtuosismo de la historia musical de Caibarién retumbó el martes en el Salón Príncipe de Asturias del Centro Asturiano de Madrid -que acogió la presentación- con la fabulosa interpretación de la épica “Longina” de Corona por la soprano checa-española Eva Novotná y la magistral ejecución del piano por el maestro Alberto Joya.
El director del Centro Asturiano, Valentín Martínez-Otero, agradeció el acontecimiento en la sede de los astures, entre rigurosas medidas preventivas por la pandemia.
El libro de Alberto Rodríguez Acuña quedará como un testamento imperecedero de los años de gloria de la Banda de conciertos de Caibarién, que al otro lado del océano sigue siendo aplaudida como un icono incuestionable, cada vez que el plantel de sus músicos desenfundan sus instrumentos y llenan con su armonía adorable un rincón cubano junto al mar.

Tuesday, June 8, 2021

Emilia Bernal. Antología literaria: verso, prosa y traducción poética

 


Selección e introducción de Manuel J. Santayana Ruiz. Prólogo, edición y notas de Emilio Bernal Labrada.  Colección Pulso Herido, Academia Norteamericana de la Lengua Española. The Country Press, Lakeville, MA, 2020, 302 pp. 

POR GUILLERMO A. BELT

Es una obra de amor, y con razón así la califica  el prólogo a esta antología de los poemas, la prosa y las traducciones literarias de Emilia Bernal. Es también un acto de justicia, porque rescata del prolongado eclipse editorial, señalado por el profesor Manuel Santayana en la Introducción, la muy larga y destacada labor de la viajera de la palabra escrita, como la llamó Luis Mario. Y es, agrego, un elegante recuerdo del temprano interamericanismo de Emilia Bernal, patriota cubana adelantada a su tiempo, tan evidente en su libro Cuestiones cubanas para América, publicado en Madrid en 1928. 

En el Capítulo I leemos poemas procedentes del primer libro de Emilia Bernal, Alma errante, publicado en La Habana en 1916, algunos con traducción al inglés por el editor de la obra, el citado  Bernal Labrada. Siguen los de ¡Como los pájaros! (San José de Costa Rica, 1922), con algunos igualmente traducidos. De entre ellos Santayana ofrece una selección de madrigales y sonetos. 

En 1925 Emilia publica en Madrid Los Nuevos Motivos. El ilustre antólogo nos regala más de una docena de poemas de este libro, y de Evocación al Quijote comparto la primera estrofa, clamor vigente hoy, casi un siglo después: 

 

¡Padre y señor de mi alma, Don Quijote! 

Sobre nosotros tu locura enjuicia 

para que vuelva a enraizar y brote 

en la tierra la flor de la justicia. 

 

También en 1925, y en Madrid, nace Vida. Entre los poemas de este libro hay uno sobre la Alhambra a la luz de la luna, con inspirada traducción (del Bernal Labrada), otro regalo para quienes guardamos recuerdos del patio de los arrayanes. 

Siete poemas selecciona Santayana de Exaltación (Poema sinfónico), publicado tres años después de Vida, de nuevo en Madrid. Teniendo en cuenta el interés de los anglohablantes, también aparece aquí, junto al original de Persecución astral, su versión inglesa. 

En 1934 Emilia Bernal publica en La Habana el libro Negro (Poemas), con una selección de sonetos y una introducción en prosa. Y en 1937 publica América, libro que, nos dice Santayana, fue “dedicado por Emilia Bernal a los países por ella visitados en su largo periplo a través del continente, durante el cual dio conferencias, compuso versos y se relacionó con los más importantes escritores, poetas y entidades culturales de cada país y localidad.” 

El año 1937 fue especialmente fecundo. En el libro Sonetos Emilia reúne, de nueve de sus obras publicadas hasta esa fecha, los poemas pertenecientes a esta categoría. Cinco de los seleccionados para la antología corresponden a Mallorca (Santiago de Chile, 1937) y los restantes a Negro

El Capitulo I cierra con seis poemas transcritos por la Dra. Hilda Bernal Labrada, hija de la poetisa, tomados del libro inédito Lubricán, que Emilia Bernal preparaba en Cuba durante sus últimos años allí, antes de salir al destierro en Washington, D.C. 

La prosa de Emilia Bernal es el tema presentado en el Capítulo II. Los textos proceden de cinco libros: Sentido; Mallorca;Layka Froyka. El romance de cuando yo era niña; La raza negra en Cuba,  Martí por sí mismo. Santayana selecciona los textos de los dos primeros, ambos publicados en Santiago de Chile, ediciones de 1938. La Dra. Hilda Bernal Labrada, fallecida en 1985, había hecho una selección preliminar —con miras a una futura antología— de los contenidos procedentes de la obra autobiográfica, cuya edición príncipe se publicó en Madrid en 1925; los del trabajo precursor sobre la mezcla de razas, que salió a la luz en Santiago de Chile en 1937, y los del libro sobre Martí, publicado por Emilia Bernal en La Habana en 1934, fueron escogidos por el propio antólogo, Manuel Santayana.  

En las cincuenta páginas del Capítulo III se recogen traducciones poéticas de Emilia Bernal, comenzando con las del poeta portugués Anthero de Quental. Seguidamente, las del catalán Joaquim Folguera. De la obra en lengua gallega de Rosalía de Castro, citamos lo siguiente: “Su lira inspiró a Emilia Bernal a traducir una porción considerable de sus entrañables versos…” 

Emilia tradujo en su totalidad el libro Juca Mulato del poeta brasileño Menotti del Picchia, y publicó la traducción en La Habana en 1940 con una introducción de del Picchia, proclamado “Príncipe de los Poetas Brasileiros” en 1982. Asimismo tradujo el libro Martím Cereré del brasileño Cassiano Ricardo. 

Este capitulo, el último, concluye con las traducciones del poeta catalán Ventura Gassol y de los portugueses Eugénio de Castro y Antonio Nobre, éste ya fallecido cuando Emilia Bernal conoció su obra durante su estancia en Portugal. 

Obra de amor, acto de justicia, elegante recuerdo que en su Colección Pulso Herido acoge la Academia Norteamericana de la Lengua Española.