Sunday, July 25, 2021

DECLARACIÓN DE LA ACADEMIA DE LA HISTORIA DE CUBA EN EL EXILIO ANTE LA FALTA DE ESCRÚPULOS Y ÉTICA DE OTRAS INSTITUCIONES ACADÉMICAS.


La Academia de Historia de Cuba en el Exilio ha observado con sorpresa y disgusto cómo en las últimas semanas instituciones de estudios latinoamericanos han puesto a un lado cualquier escrúpulo académico o ético para salir en defensa del gobierno castrista en momentos en que este reprime brutalmente el anhelo de justicia y libertad del pueblo cubano. El pasado 29 de mayo la Latin American Studies Association (LASA) emitió el comunicado “Statement on the protection of human rights in Cuba” que, de hecho, apuntaba menos al objetivo que enunciaba en el título de su declaración que a convertir en víctima del embargo norteamericano al régimen que estaba violando los derechos que la declaración decía defender en su título. El 12 de julio, al día siguiente de que se iniciaran protestas masivas en toda Cuba contra el régimen totalitario, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) se apresuró a emitir un “Pronunciamiento frente a la campaña de manipulación contra Cuba” que convertía tales protestas en “actos vandálicos y terroristas” alentados por los Estados Unidos, mientras insistía en llamarle “Revolución Cubana” a la dictadura más longeva del continente.

Aunque no es norma de nuestra Academia emitir declaraciones políticas, creemos pertinente hacer constar nuestro rechazo a que organizaciones académicas sean utilizadas como plataformas de propaganda y apoyo a regímenes represivos, cualquiera que sea la ideología que estos digan profesar. No nos parece superfluo recordarle a las instituciones mencionadas que falsear la realidad de tal manera que conviertan a los victimarios en víctimas y a las víctimas en agentes de supuestos victimarios va en contra del principio fundamental de cualquier organismo académico que es la búsqueda de la verdad. O recordar que, en el caso específico de CLACSO, con su penosa declaración atenta contra el “fortalecimiento de los derechos humanos y la participación democrática” en el continente, objetivo expreso de dicha institución. La visión elemental y maniquea que proyectan las declaraciones de ambas organizaciones parecen dictadas menos por un estudio profundo de la realidad cubana que por agendas ideológicas que buscan más amoldar la realidad a sus intereses que comprenderla a cabalidad.

Promulgada en Union City (NJ) el 24 de julio de 2021.

JUNTA DIRECTIVA

ACADEMIA DE LA HISTORIA DE CUBA EN EL EXILIO, CORP.


NOTA:

La AHCE es una corporación no gubernamental y sin fines de lucro fundada en el noreste del país en el año 2014 y oficialmente registrada como tal en el Estado de New Jersey y luego a nivel federal. Entre sus objetivos fundamentales tiene los de conjurar académicamente la falsificación de la Historia de Cuba por parte de la historiografía del Gobierno totalitario de Cuba y registrar los avatares del Exilio por este provocado. Para dar a conocer sus labores y las obras de sus asociados, la AHCE cuenta con un blog (disponible gratis en https://blogacademiaahce.blogspot.com/), publica una revista impresa (Anuario Histórico Cubanoamericano), ofrece los servicios de una editorial, y organiza actos, conferencias, congresos, etc. Tiene su sede central en New York-New Jersey y cuenta con capítulos en los estados de Florida y California, y miembros correspondientes en diversos países de Latinoamérica y Europa.



Saturday, July 24, 2021

CARTA DE RENUNCIA DE ROGERIO ZAYAS-BAZÁN A LA SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN DURANTE LA PRESIDENCIA DE GERARDO MACHADO

Introducción de Eduardo Zayas-Bazán. 

El Comandante Rogerio Zayas-Bazán y Ramírez (1876-1931) nació en la República Dominicana a fines de la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y fue inscrito en la ciudad de Nuevitas, provincia de Camagüey, al final del conflicto con fecha de nacimiento de 4 de noviembre de 1876. Era hijo de Manuel Ramón de Zayas-Bazán y Duque de Estrada y de Isabel Tomasa Ramírez y Goyri.

            Perteneció al Ejército Libertador de Cuba y el 17 de junio de 1895 fue herido en la cadera derecha en el combate de Ceja de la Larga. Fue Ayudante de Campo del General Lópe Recio, tío de Isabel Recio Heymann, que más tarde fue su esposa, llegando a ostentar el grado de Comandante.

            Después de establecerse la República de Cuba en 1902, Zayas-Bazán fue oficial de la Guardia Rural. Estando destacado en la Provincia de Las Villas, hizo amistad con el General Gerardo Machado, que también era oficial de la Guardia Rural. Ambos habían apoyado al General Bartolomé Masó, expresidente de la República de Cuba en Armas, y líder del Partido Liberal en las elecciones de 1902.

            En 1917, al estallar la revolución contra el gobierno del Presidente Menocal, se alzó por la restauración de las libertades en su país. Descendiente de una de las familias más antiguas de Cuba, fue líder el Partido Liberal y salió electo Gobernador de la Provincia de Camagüey en 1922. En 1924, al ganar la presidencia el General Gerardo Machado con la ayuda de Zayas-Bazán, lo nombró Secretario de Gobernación. Su proyecto más importante fue la construcción del Presidio Modelo de Isla de Pinos, llamado así porque incorporaba lo último en reforma penitenciaria. Ocupó la Secretaría de Gobernación hasta 1928, año en que renunció a su cargo por no estar de acuerdo con la reelección del General Machado. En esta carta renuncia, Zayas-Bazán predice lo que le ocurriría a Machado por no escuchar sus consejos. Fue una lástima, porque de haberlo hecho Machado, la historia de Cuba sería diferente.

En 1930 salió electo Senador por la Provincia de Camagüey y despuntaba como uno de los candidatos a la presidencia. Su vida política quedó truncada cuando en un duelo irregular el 14 de julio de 1931 fue asesinado por un enemigo político cuando se bajaba de su automóvil para acudir a la cita de honor.

Zayas-Bazán fue uno de los caudillos más importantes que tuvo Cuba en su época. De los pocos políticos honrados que ha dado Cuba, siendo Secretario de Gobernación trató de erradicar el juego y la prostitución en una campaña en la que se les raspaba el pelo a los proxenetas y en la que se expulsaron de Cuba a cientos de prostitutas francesas que habían llegado a La Habana a través de la ciudad de Nueva Orleans.

Cuando era Gobernador, fundó en la ciudad de Camagüey un asilo para niños pobres. Hoy en día el asilo lleva su nombre y su memoria se honra con su busto.

El Comandante Rogerio Zayas-Bazán llegó a ser muy popular con el pueblo porque se le percibía como un líder valiente dispuesto a acabar con la corrupción rampante en esa época republicana. La canción a continuación, «Candela Zayas-Bazán», atestigua la aprobación de las masas por esa campaña moralizante que le daría dignidad al pueblo.

 

CANDELA ZAYAS-BAZÁN
Compositor: Felipe Valdés

Candela, Zayas-Bazán, candela al bataclán
Candela, Zayas-Bazán, candela al bataclán
Que las mujeres por aquí, ya no quieren trabajar
Que las mujeres por aquí, sólo quieren cumbanchear.
A nadie le importa que Coralia se muera, échale candela
A nadie le importa que Coralia se muera, échale candela
Mamita, échale carbón al anafe, échale candela
Mira, que se apaga el anafe, échale candela
Mamita, que se apaga el anafe, échale candela
Mamita, que se apaga el anafe, échale candela.

 

(Grabado por elSexteto Occidente de María Teresa Vera en Nueva York en noviembre de 1926 porel sello disquero Columbia)

 

El General Machado poseía un ego descomunal y se había rodeado de aduladores que le hicieron creer que él era imprescindible para el futuro de Cuba y, por lo tanto, debía ir a la reelección. Mi abuelo, el Comandante Rogerio Zayas-Bazán, que había sido uno de sus más fieles amigos, le había aconsejado que esto sería un funesto error para él y para Cuba. Machado no le hizo caso, y mi abuelo, frustrado, decidió renunciar a la Secretaría de Gobernación escribiéndole al General Machado la carta que sigue, la cual había permanecido inédita hasta ahora: 

 

 

REPÚBLICA DE CUBA

SECRETARIO DE GOBERNACIÓN

PARTICULAR

 

Habana, abril 18 de 1928.

 

 

General Gerardo Machado y Morales.

Presidente de la República.

Palacio Presidencial.

Ciudad.

 

Distinguido amigo y Presidente:

 

            A pesar de que un gran número de amigos, que creo que me quieren, me han aconsejado que personalmente le entregue a Usted mi renuncia del cargo de Secretario de Gobernación, con que Usted me honrara en 20 de mayo de 1925, y que pusiera como pretexto a esta renuncia el quebranto de mis intereses particulares, con el fin de que Usted no fuera a molestarse y que nuestra amistad de tantos años pudiera quebrantarse, yo he determinado escribirle esta carta, pues me parecía indigno de mí tratar de engañarlo a Usted, escribiéndole con todo el respeto que me inspira nuestra vieja amistad y con todo respeto que merece el alto cargo que Usted ocupa, pero al hacerlo quiero que Ud. tenga la plena seguridad de que nunca en mi vida pública me he sentido más tranquilo, así que no siento en mi alma sentimientos de violencia ni de odios.

            El motivo de mi renuncia es el siguiente:

            Es que estoy viendo que aquel Gobierno democrático q. yo soñara, con respeto para todas las opiniones y principalmente para el sufragio, está en peligro y no me siento con valor para hacerme solidario de su obra de Gobierno.

            Usted sabe muy bien que siempre me he mostrado contrario a que se realicen actos que lo alejen a Usted del corazón del pueblo, porque entiendo que, Usted puede hacer un Gobierno absolutamente honrado, pero también un Gobierno democrático, a fin de que el pueblo lo mirara a Usted como el continuador de la obra de Martí, y de todos aquellos que lucharon por la libertad de Cuba.

            Usted ha creído que destruyendo a la oposición, comprando a sus Directores, Usted puede gobernar al país más fácilmente y no se ha querido dar cuenta que Usted ha conquistado a esos Directores, pero no ha conquistado al pueblo.

            Usted, en realidad, no ha podido conquistar al partido adversario y ha hecho que sus amigos y correligionarios, aunque vayan a Palacio a sometérsele, como se han sometido a todos los tiranos, pierdan la fe en Usted y prueba de ello es el fraude electoral realizado en las pasadas elecciones, que solo puede ser comparada con aquel fraude electoral realizado en época de Don Tomás.

            Yo he sentido por el General Menocal, una profunda antipatía porque violó los derechos del pueblo. Jamás he recibido un solo daño de él, pero como antes le digo, he sentido esa antipatía, por haber violado esos derechos, pues para mí valen más las Leyes y el respeto a la voluntad popular que todos los bienes materiales, que en beneficio de un país puede realizar un Gobernante.

            Yo pensé, y por eso fue que yo no fui partidario del Coronel Mendieta, que usted sería el Gobernante recto, el Gobernante honrado, pero al mismo tiempo el Gobernante de guante blanco, que jamás pudiera dar motivo para un solo odio. Yo soñaba con que Usted sería idolatrado por el pueblo y admirado y querido por todos, pues aunque muchos crean lo contrario yo no sé odiar y creo que con el odio y la represalia no se consolidan las nacionalidades; pero de esto a oír al adversario y no permitir que los amigos y correligionarios tengan opinión, hay un abismo.

            Usted ha creído que suprimiendo la libertad de la prensa, no permitiendo que fiscalicen sus actos, podía gobernar más fácilmente, y eso ha sido el error más grande de los Gobernantes que la Historia nos señala como más funestos para su patria.

            No importa que Usted realice una obra constructiva, ni que Usted atienda a la Agricultura, ni que fomente la riqueza pública y ni que Usted llene de prestigios temporalmente a la Patria en el extranjero, si Usted a cambio de todo eso mata la libertad, porque los bienes materiales desaparecen en los pueblos y luego cuando Usted deje de existir (y ojalá dure muchos años) quedará siempre el recuerdo de que Usted fue un enemigo de la libertad, que Usted fue un tirano, y yo que lo he querido a Usted tanto, que no sé si tanto como a mi padre, me siento entristecido, pensando que la Historia llegue a juzgarlo como tirano.

            Fui contrario a la prórroga porque ella establecía un fatal precedente. Creí en aquella época, que su relección el país la recibía con gusto y el Partido Liberal se prestaba a ella con entusiasmo. No me quiso Usted entonces oír, y para demostrarle mi cariño entrañable defendí la reforma constitucional, y por consiguiente la prórroga, y como argumento empleé que Usted que era un hombre de honor no podía quebrantar sus juramentos hecho(s) ante los Centros de Veteranos, Logias Masónicas, y ante casi el cadáver de su padre. ¿Qué pod(r)ía decirle yo ahora al pueblo cuando ya se habla hasta de nuevas reformas a la Constitución cuando Usted cumpla su [nuevo] período?

            Usted siempre admiró en mí, y se encargó de propalarlo por toda la República, mi pureza de principios, mi sinceridad y mi honradez, (¿) y cree Usted que sería yo un hombre honrado y al diri(g)irme al pueblo a sabiendas lo engañara con tal que Usted no nos llevara a una situación (añadidura a mano ilegible) de fuerza y violencia(?), y digo esto, porque he sabido que Sargentos del Ejército espían mis pasos y los de mis amigos. Si Usted le jura al país que Rogerio Zayas Bazán, conspira contra Usted, nadie lo creería, pues en todos los momentos no he hecho más que ensalzarlo y me moriría antes de confesar mi equivocación.

            Con fe ciega defendí su [ilegible] cuando eran pocos, muy pocos los que creían viable su candidatura. Yo todo lo di por Usted y todo lo expuse por Usted y mi más grande satisfacción hubiera sido que Usted fuera el Presidente demócrata y querido de todos, como yo soñaba.

            Muchas veces yo le he aconsejado que consulte libremente a sus verdaderos amigos, que no se deje guiar por los que le adulan y q. mañana cuando Usted abandone el cargo serán los primeros en negarle su concurso, y entonces yo le demostraré a Usted que lo he querido, que lo sigo queriendo y que solamente lo he aconsejado porque he recogido los latidos del pueblo, para transmitírselos a Usted, para que ellos sean los que inspiren todos sus actos.

            Ojalá yo esté equivocado, ojalá no tenga que lamentarse algún día de no haber oído mis consejos, pues yo sinceramente prefiero equivocarme a que Cuba sufra las consecuencias que trae todo gobierno tirano.

            Quiero terminar esta carta haciéndole presente que es mi propósito retirarme a reconstruir mi hacienda, al llevar la tranquilidad a mi espíritu y hacer votos porque el Ser Supremo lo ilumine a Ud. y no llegue a ser su Gobierno, Gobierno de luto y dolor.

            De usted con toda consideración y afecto,

 

Rogerio Zayas Bazán.

 

 

 

Publicado originalmente en Anuario Histórico Cubanoamericano #1 (2017), págs. 175-178.

Tuesday, July 13, 2021

Maleconazo*



Por Enrique Del Risco

Si el hundimiento del remolcador Trece de Marzo pretendía disuadir a los cubanos de robarse lanchas para fugarse de la isla además de crimen contra la humanidad puede considerarse un absoluto fracaso comunicativo. Apenas trece días después de la masacre un grupo de gente desvió la famosa lanchita de Regla hacia los Estados Unidos. El medio de transporte principal entre La Habana y el pueblo situado al otro lado de la bahía y la forma más elemental y barata de turismo al alcance de los habaneros: atravesar aquellas aguas negras, gelatinosas, dar una vuelta por un pueblo polvoriento, desvencijado y luego volver a cruzar la bahía sulfurosa. Si estabas enamorado podía parecer hasta romántico.

No debió ser tarea fácil robársela. A la lancha la vigilaban y a los pasajeros los revisaban escrupulosamente antes de entrar. Además, el combustible se le abastecía de a poquitos, previendo que si la vigilancia fallaba no pudiera alejarse demasiado. Se decía que los secuestradores encubrieron su plan con los preparativos de una boda. En el pastel escondieron las armas y en botellas de cerveza, el combustible extra. No sé si se prepararían con mucha antelación o si decidieron aprovechar el escándalo que provocó el hundimiento del remolcador para escapar ilesos. Tuvieron suerte. A treinta y seis millas de La Habana los recogió un guardacostas norteamericano.

Esa noche Quientusabes no pronunció su habitual discurso con el que conmemoraba su irrupción en la Historia Nacional asaltando un cuartel del ejército. No creo que fuera coincidencia. Con Quientusabes nada lo era.

El éxito de la fuga fue asumido por la gente como señal de que, de momento, el gobierno se abstendría de matar a quien tratara de escaparse. El 4 de agosto volvieron a secuestrar la lanchita de Regla. Esta vez hubo un muerto, un oficial de la policía que intentó impedir el secuestro. La embarcación estaría a la deriva por casi dos días frente a las costas hasta que finalmente se rindieron a los guardafronteras cubanos.

El 5 de agosto cientos de personas empezaron a reunirse en el paseo que se encuentra a la salida de la bahía. Con mochilas, comida, agua. Esperando que volvieran a secuestrar algún barco y, mágicamente, conseguir montarse en él. A la espera de que un milagro les cambiara la vida. El milagro apareció en la forma del Contingente Blas Roca. En la forma, no en el contenido. Se suponía que eran constructores destinados a proyectos estratégicos del gobierno. Los noticieros no hablaban de otra cosa. Pero entre los que desplegaron para rodear a la gente reunida en la Avenida del Puerto y el malecón había de todo: agentes del Ministerio de Interior, miembros de la selección nacional de karate y tae kwan do. Les habían repartido camisetas del contingente Blas Roca para que se viera cómo la clase obrera en persona se encargaba de la situación.

No estuve ahí pero varios amigos me contaron cómo los tipos de camisetas del contingente empezaron a repartir golpes donde el Paseo del Prado se encuentra con la Avenida del Puerto. Les creo. La gente estaba demasiado enfocada en escapar como para buscar pendencia con el primero que se apareciera. Lo increíble fue lo que ocurrió a partir de entonces. Los que esperaban por el primer objeto flotante que los sacara de aquella isla se volvieron contra los policías y karatecas disfrazados de obreros de la construcción y los desbordaron. De repente descubrieron que la ciudad, o al menos la porción que tenían ante sí, estaba a su merced. Unos se entregaron al saqueo de las tiendas en dólares, pero los más, como no había tiendas suficientes que saquear, simplemente se dedicaron a recorrer las calles como si fueran suyas, gritando las dos frases que más miedo les había dado articular durante toda la vida: “¡Abajo Fidel!”, “¡Libertad!”.

De momento debió bastarles. En las imágenes que se recogieron de ese día se ve gente famélica, inundando las calles. En su mayoría hombres sin camisa, empujando sus bicicletas, indignados con la represión y asombrados con el mínimo poder que acababan de adquirir. Dando órdenes a los pocos periodistas que había por los alrededores. “¡Filma ahí cojones!”. Pasando de la rabia y el estupor a la alegría y la euforia. No como si creyeran vivir un momento único en la Historia de la Nación pero sí con la comprensión instantánea de que lo que sentían en ese momento no lo habían sentido nunca antes.

Ya fuera porque el ataque de los supuestos constructores se concibió como una provocación para aplastarlos o porque se trataba de un plan de contingencia diseñado de antemano pronto columnas de camiones y jeeps militares marcharon hacia el centro de la ciudad. Los objetivos más obvios eran dos: rodear a los manifestantes y evitar que el resto de la capital se contagiara con aquel estallido de rebeldía. Una vez creado un bolsón de seguridad desembarcó ahí Quientusabes en su sempiterno uniforme de campaña rodeado por decenas de guardaespaldas que lo vitoreaban como si su aparición bastara para resolverlo todo mágicamente. Algo de eso hubo. Muchos de los que minutos atrás andaban entonando cánticos en su contra al verse rodeados por las hordas de constructores-karatecas-policías pasaron del “¡Abajo Fidel!” al “¡Fidel, Fidel, Fidel!” sin otro trámite que obviar el “abajo”.

Eso fue lo único que vio el resto del país al asomarse a la televisión: el Comandante de barba, gorra y uniforme avanzando por un mar de pueblo uniformado y de acólitos disfrazados de pueblo. Eso fue lo que vi en televisión desde otra esquina de la ciudad, en mi primer día de vacaciones, un día distendido que dediqué a bañarme en la playa, jugar fútbol y asistir a un concierto. Al pasar por la sala de mi casa camino del concierto vi Su guerrera verde flotando en el mar de secuaces y pensé que cualquier rebeldía que hubiera estallado en Centro Habana había llegado a su fin. De otra manera no se atrevería a caminar por aquellas calles. Eso debió pensar el resto de los cubanos de la isla. Para eso se trasmitieron esas imágenes: para asegurarse de que no nos hiciéramos la más mínima ilusión sobre los rumores que ya circulaban por el resto de la ciudad y del país.

*Fragmento del libro inédito Nuestra hambre en La Habana

Sunday, July 11, 2021

UN LIBRO PARA “CASTILLÓFILOS”*

Por Carlos Manuel Estefanía

Es usted de las personas que se enamoran de las fortalezas, que las que se fascina ante su grandeza, de la que pasa la mano por sus imponentes muros, como si de ese modo pudiera usted descubrir el relato de héroes y hazañas que entre sus piedras ocultan las paredes. Entonces, no debería pasar por alto: “MONTALEMBERT EN CUBA. LA FORTIFICACIÓN POLIGONAL DEL SIGLO XIX”. Ese es el título de un libro del investigador Antonio Ramos Zúñiga, escrito en el 2019, y publicado en el 2020 por la Asociación Cubana de Amigos de los Castillos. Tiene por ISBN las cifras: 9 7 9 8 7 4 6 0 8 8 9 7 0.

El diseño de cubierta ha sido realizado por Ernesto Valdés. Es la típica obra con la que se deleitaría aquel lector, que, amando la historia, se interesa por lo que sobre ella nos cuenta la arquitectura de una época, en particular esas fortalezas que tanto protegieron a Cuba en su etapa imperial.

Digo “imperial”, porque lo considero un término mucho más apropiado que ese al que nos tuvo acostumbrados, primero la historiografía liberal, luego la marxista: el de “colonial”. Y es que, técnicamente, Cuba no fue una colonia; a lo sumo una capitanía de un virreinato español en América, regido prácticamente por las mismas reglas, que los virreinatos españoles de Europa; con la particularidad de que, en nuestro caso, tocó a los cubanos administrar territorios tan importantes, de lo que hoy son los Estados Unidos, como los que cubren buena parte del Estado de la Florida y el de Luisiana.

Pero volviendo a nuestro libro, en particular su título. Varias cosas debemos preguntarnos antes de leerlo. La primera: quién fue ese tal Montalembert, por qué esa disposición a aceptar las propuestas defensivas del que, a todas luces, era un francés. Y, por último, de qué estamos hablando cuando nos referimos a una “fortificación poligonal”.

Para comenzar diré que Marc-René de Montalembert, como su nombre sugiere, era de nacionalidad francesa. Había nacido el 16 de julio de 1714 en Angulema, y morirá en París, el 29 de marzo de 1800, a la respetable edad de 85 años. Evidentemente el arte de la “matasanería”, no estaba tan desarrollado como en nuestros pandémicos tiempos. Y eso que este Noble, era Marqués, alcanzó el rango de General de división y que participó en la Guerra de sucesión polaca.

Pero quizás lo que más nos interese del personaje sea su condición de ingeniero militar, especializado en fortificaciones y por su puesto su condición de escritor; no tanto como autor de comedias, como de una obra de once volúmenes llamada “La Fortification Perpendiculaire”. Se publicó en París entre 1776 y 1778 y es donde expone su teoría del fuerte poligonal.

Se trata de un tipo de fortificación aparecida a fines del siglo XVIII en Francia y extendida a otras partes de Europa en el siglo XIX, en la que, a diferencia de las fortalezas anteriores, desaparecen los bastiones, pues éstos se habían vuelto muy vulnerables con el desarrollo de las técnicas de sapa y artillería.

Fue precisamente un ingeniero francés; Sébastien Le Prestre de Vauban, quien puso en crisis el sistema de baluartes, al idear el modo de derribarlos. Le Prestre, más conocido como “señor de Vauban”, llegó a ser mariscal de Francia, a pesar de haber nacido en 1633 en un pequeño pueblo de Borgoña y sin grandes contactos sociales. Participó en la empresa militar que le permitió a Luis XIV colocar a su nieto en el trono español, ganándose por esos y otros méritos en afecto del Rey. Tras convertirse en comisario general de Fortificaciones en 1678, Vauban garantizó la protección del reino francés con una red de fortalezas en el noreste del país que mantendrán su utilidad más de un siglo después. Teórico del asedio, Vauban volvió obsoletos los castillos con bastiones colocando contra ellos la artillería en líneas paralelas, cuyos disparos rebotaban hacia el interior del parapeto, dañando así a los hombres y armamentos que allí se protegían.

El caso que la obra del señor de Vauban fue estudiada detalladamente por Montalembert, quien, para evitar a los franceses recibieran, su propia medicina, crea un sistema en contra del atrincheramiento paralelo del enemigo. Está basado en el bombardeo hecho por un gran número de cañones y la sustitución de los baluartes por una suerte de tenazas que generaban una línea defensiva en zigzag. Los cañones se montarían en casamatas de mampostería de varios pisos, como cámaras abovedadas construidas en las murallas de los fuertes.

Ahora bien, para comprender el interés que pudo haber por el pensamiento militar de este hombre en la España de su tiempo, interés que se prolongó hasta casi un siglo después, habría que entender la repercusión a nivel cultural y de saberes que tuvo el ascenso al trono español de la casa Borbón. El hecho ocurrió tras la llamada “Guerra de sucesión española”, iniciada en 1701 como resultado de la muerte, sin descendencia. de Carlos II de España, el último representante de la Casa de Habsburgo.

Fue aquella una verdadera guerra internacional que finalizará formalmente con la firma del Tratado de Utrecht en 1713, y la instauración de la Casa de Borbón en el trono de España. Sin embargo, a nivel peninsular la resistencia de los llamados austrasistas se mantendrá hasta 1715 con la capitulación de Mallorca ante las fuerzas del rey Felipe V, el primer Borbón de España. Su rechazo no fue para menos, desde aquel momento España se convertirá en una especie de nación tutelada por Francia de manera más o menos vergonzante. Aunque a la historia oficial hispanoamericana le cueste reconocerlo.

El país sufrirá una suerte de revolución cultural con la importación de la ideología oficial del despotismo borbónico francés, conocida como “ilustración”, el olvido de todo lo que recordara los logros de la etapa de la Casa de Austria, la auténtica forjadora del imperio.

Esta condición de subordinación de España a Francia se puede advertir sutilmente en los contenidos en lo que se llamó Pactos de Familia (1733-1789); tres acuerdos, firmados en distintas fechas del siglo XVIII, entre los Borbones de España y sus primos en Francia. Dos de ellos se acordaron en la época de Felipe V y el tercero en la de Carlos III. Los pactos tenían un gran componente militar, por ejemplo, el Primer Pacto de Familia, el de mil setecientos treinta y tres, involucra a España en la ya mencionada guerra de Sucesión de Polonia (1733-1738), haciéndola luchar lado de Francia.

El objetivo final era la absorción de España y sus territorios de ultramar por Francia. Eso generará en aquellos últimos una serie de conflictos que al final escalaran hasta degenerar en las guerras de independencias que estallan cuando partes de la burocracia y de la aristocracia peninsular juran fidelidad al rey José I, hermano de Napoleón, el 6 de junio de 1808.

Como ya sabemos de aquellas contiendas independencia solo Cuba y Puerto Rico quedaron como parte del imperio de la América Hispana. El resto de los territorios separados se enzarzaron en sanguinarias guerras intestinas, las cuales facilitaran el crecimiento a su costa de Estados Unidos en el norte del continente y de Brasil en el sur.

Cuba, aún conectada administrativamente con la Madre Patria lo hará en todo lo demás, incluso en sus tendencias arquitectónicas. Es verdad que con la expulsión de Napoleón y los últimos afrancesados la influencia cultural de Francia fue menguando en España en beneficio de otras potencias europeas, particularmente del Imperio Británico, cuyos intereses eran promovidos fundamentalmente a través de logias masónicas que plagaban el ejércitos y la clase política hispanos.

Sin embargo, en lo que respecta a los sistemas de Montalembert, el conocimiento de estos que se tenía en España era muy amplio y se mantuvo intacto, al punto que, combinado con ideas alemanas, influyó en varias generaciones de ingenieros militares españoles, y concretamente en el Plan de Defensa de España de 1855. *

Esto encaja con la tesis sostenida por Ramón Zúñiga en su obra, de que, durante la mayor parte del siglo XIX, Montalembert fuera el referente más importante en los proyectos de defensa de la Habana y en toda la isla.

En la introducción de su libro, Ramos Zúñiga nos recuerda que la condición de “llave del Nuevo Mundo”, dada su centralidad regional y su importancia comercial, luego por el azúcar, y en gran medida por un largo proceso de simbiosis cultural y como los castillos de la Fuerza, el Morro, La Punta, las murallas del siglo XVII, las formidables fortalezas borbónicas La Cabaña, el Príncipe, Atarés y San Diego y decenas de fortificaciones más, testimonian el esmero de la corona por conservar su perla antillana. Así mismo relaciona la perdida de los territorios continentales americanos, con el levantamiento de fortalezas de nuevo tipo, las afamadas poligonales con casamatas, cuyos ingenieros, alguno que otro nacido en Cuba se nos mencionan con rasgos y señales, para gloria de la arquitectura cubana. De igual modo se nos indican las prevenciones militares ante la posibilidad de tener que lidiar con Estados Unidos o y revueltas internas

Por otra parte, también se nos recuerda la llegada a la Habana tanto de tropas expedicionarias procedentes de la Península y como de los restos de los ejércitos repatriados del continente, lo que exigía la necesidad de una mayor infraestructura cuartelaria para la que nunca faltará el presupuesto.

Libro en mano, iremos recorriendo la isla de oriente a occidente parara saber como se fue implementando y modernizando a lo largo de ella y entre 1858 y 1898, los sistemas defensivos y dentro de ellos, particularmente, la fortificación poligonal. El significando que tuvieron en esta evolución tanto los conflictos internos, es decir las diferentes contiendas entre separatistas e integristas como el desafío exterior que significó la declaración de Guerra por parte de Estados Unidos. Todo ello acompañado de magnificas ilustraciones y de una valiosa bibliografía.

Por todo lo anterior me veo en la obligación de recomendar al curioso lector, de Antonio Ramos Zúñiga, “MONTALEMBERT EN CUBA. LA FORTIFICACIÓN POLIGONAL DEL SIGLO XIX, una obra que todo amante de los castillos, de la historia y de nuestra amurallada isla, sabrá disfrutar.