Sunday, October 19, 2025

Clara Porset, la maestra cubana del diseño de interiores*


Por Yaneli Leal

Clara Porset Dumas (Matanzas, 1895-Ciudad de México, 1981) es una figura poco conocida en Cuba, a pesar de haber sido una cubana de talla universal. Matancera incansable y muy talentosa, tuvo una vida sorprendente, marcada por la superación profesional y la admiración hacia la capacidad humana de hacer arte de los objetos de la vida cotidiana. Considerada una pionera del diseño industrial latinoamericano, es por derecho propio parte integrante de la vanguardia artística del siglo XX.


Aun siendo mujer tuvo en su época la fortuna de hacer una sólida carrera profesional. Graduada en 1925 en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Columbia de Nueva York, entre 1928 y 1931 radicó en París donde realizó varios cursos en la Escuela Nacional de Arquitectura y Diseño, en La Sorbona y en el Museo del Louvre. Admiradora de la Bauhaus, no pudo ingresar a esta academia, definitivamente clausurada por los nazis en 1933. No obstante, conoció algunos de sus maestros como Hannes Meyer y Walter Gropius, con quienes pudo establecer amistad. El propio Gropius le recomendó inscribirse en el curso de diseño básico que Joseph Albers, exiliado en EEUU, ofrecía en Black Mountain College, en Carolina del Norte, y hacia allí se dirigió ella en 1934.

Esos estudios dotaron a Porset de sólidas herramientas teóricas y prácticas para emprender una larga carrera como diseñadora industrial, en el momento justo en que esa especialidad se estaba autodefiniendo. A ella pudo también contribuir como teórica y creadora.

Uno de los aspectos a los que prestó especial atención fue la adecuación del mobiliario al entorno climático, poniendo en valor los recursos locales y culturales en el diseño. A ello dedicó una de sus primeras conferencias, "La decoración interior contemporánea: su adaptación al trópico", dictada en el Auditorium de La Habana en 1931. También entendía el mueble como parte sustancial del espacio arquitectónico. El diseño de uno estaba para ella integrado al otro, por lo que el mobiliario, más que un complemento, constituía parte del espacio, completándolo y definiéndolo. En sus palabras "de mueble se ha convertido en inmueble".

Ferviente estudiosa de las culturas mexicanas prehispánicas y del arte vernáculo de ese país, consideraba la artesanía una fuente inagotable de inspiración y un recurso valiosísimo para el diseño moderno de mobiliario. Sobre ello dijo: "Recoger la herencia cultural —como cualquier otra herencia— significa algo más que recibirla pasivamente; significa acogerla como una incitación al movimiento. No inhibirse frente a ella, sino ponerla en acción. Porque la cultura es vida y es transformación, no un trofeo irrevocable".


Para Porset era fundamental atender a los valores funcionales y expresivos de los materiales y del mueble en sí. Al respecto el arte popular constituía un referente destacable, por lo que supo aprovechar bien las técnicas tradicionales y la expresividad de los materiales naturales. Al mismo tiempo, la simplificación de las formas en la búsqueda de una máxima funcionalidad desde una belleza minimalista, y la integración de otros medios como la industria, enlazaron sus conceptos artísticos a los de la Bauhaus.

Porset consideraba que la industria aportaba un medio de reproducción que abarataba el producto y lo hacía más accesible. No entendía la industria y la artesanía como antagonistas, por lo que exhortaba el aprovechamiento de ambos de manera armoniosa, subrayando las facilidades de la primera en la democratización de un arte funcional de uso cotidiano.

A lo largo de su vida, transmitió sus reflexiones, inquietudes y conocimientos adquiridos en su infatigable labor investigativa, a través de artículos publicados en la revista cubana Social, donde tuvo una sección dedicada al diseño entre 1930 y 1933, y en otros medios de prestigio como Domus (Italia), Form (Suecia), Arts and Architecture, Interiors, Design (EEUU), Arquitectura México y Espacios (México), etc. También ofreció conferencias en distintos países e impartió docencia en la UNAM desde 1936. De su amplia labor divulgativa destaca la exposición de diseño industrial El arte de la vida diaria, realizada en 1952 en el Palacio de Bellas Artes de México y luego en la UNAM. Considerada la primera de su tipo en Latinoamérica, incluyó unos 800 objetos entre muebles, textiles, utensilios etc.




Sus palabras al catálogo, así como el resto de sus escritos han sido recientemente compilados en el libro La vida en el arte. Escritos (2020) de la editorial Alias. Por su importancia histórica y teórica fueron traducidos al inglés en el volumen editado por Concordia University Press, Living Design. The Writings of Clara Porset (2024). Sobre ellos comentó la arquitecta Laureana Martínez: "En los textos de Clara Porset se perciben ideas que permiten pensar la arquitectura y el diseño industrial como artes vivas, cambiantes, relacionadas con el humano y cuyas dimensiones trascienden su propia escala para convertirse en factores determinantes en la formación del individuo. Al mismo tiempo, la visión crítica de Clara Porset abre nuevos caminos para valorar lo cotidiano y continuar con el debate actual entre lo artesanal, las artes utilitarias y las consideradas bellas artes".

Esta talentosa diseñadora desarrolló casi toda su carrera en México, lo que no justifica su desconocimiento en Cuba. Se sabe que en 1932 instaló un estudio en el Edificio América, (N entre Jovellar y 27, Vedado) y en pocos años diseñó muebles para residencias, hospitales, escuelas y clubes. En 1935 emigró a México donde residió el resto de su vida, aunque volvió a La Habana en algunas ocasiones para dictar conferencias en la Universidad.

En México tiene una amplia obra documentada, incluyendo su estrecha colaboración con reconocidos arquitectos como Mario Pani, Max Cetto y Luis Barragán, para el cual diseñó el mobiliario de su famosa residencia. En general, tuvo una muy estrecha relación con la vanguardia artística mexicana y estuvo casada con el muralista Xavier Guerrero. Sus diseños obtuvieron premios importantes del Museo de Arte Moderno de Nueva York (Concurso Organic Design, 1941) y de la Trienal de Milán.


Sobre su participación en este certamen comentó el historiador Jorge Bermúdez: "Ser original y, a su vez, moderna, como lo fue Clara […] era tarea de consagrados. Así lo corroboró la medalla de plata obtenida en la Trienal de Milán, Italia, en 1957, con una propuesta de muebles para exteriores (jardines, playas) recién realizados para el hotel Pierre Marqués, de Acapulco, que tuvo de nuevo la virtud de adecuar a formas simples y orgánicas, la mejor tradición artesanal con los requerimientos técnicos y funcionales del más actual diseño de muebles de producción industrial".

Entre 1960 y 1963 Clara Porset volvió a Cuba para diseñar el mobiliario de la escuela Camilo Cienfuegos en la Sierra Maestra, y de las Escuelas de Artes Plásticas y Danza Moderna del arquitecto Ricardo Porro en La Habana. Entonces tuvo gran interés por fundar una Escuela de Diseño Industrial en el país. Frustrado el proyecto, volvió a México donde fundó la Escuela de Diseño Industrial de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, en 1969. Su biblioteca atesora los libros y archivo personal de Porset, donados por ella a esta institución.

Cuba olvidó a esta noble hija suya y perdió la oportunidad de crecer con su oficio. Rescatar su memoria es una deuda pendiente y conocer su obra un ejercicio que mucho pudiera beneficiar al diseño cubano contemporáneo. México, en cambio, la celebra como la gran pionera del diseño industrial y promotora de su desarrollo en la nación. En 1971, el Instituto Nacional de Bellas Artes le otorgó su máxima distinción, y en 1988 la UNAM y el Centro de Investigaciones de Diseño Industrial crearon el Premio de Diseño Industrial Clara Porset. Con carácter bienal está dirigido a mujeres y desde 1993 tiene alcance nacional.

*Tomado de Diario de Cuba

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