Tuesday, November 5, 2024

LA MÚSICA EN LA OBRA DE ALEJO CARPENTIER


Por Antonio Gómez Sotolongo

Muy pocas veces en la historia de la literatura nos encontramos con autores tan obstinados en la descripción del sonido y la piedra. Alejo Carpentier, a través de toda su obra utilizó, cual banda sonora de un filme, la referencia musical para reforzar las imágenes creadas. En su narrativa, los personajes se mueven en espacios rodeados de música y arquitectura.

Nacido por pura casualidad en La Habana, el 26 de diciembre de 1904, hijo de una rusa y un francés –a quien según su propio decir le reventaba Europa y fue por eso por lo que vino a dar a América- iba a ser el primer cubano en su genealogía, pero no el primer músico. El padre de Alejo, alumno de Pablo Casals, había sido violonchelista mucho antes de ser arquitecto, y la abuela, alumna de Cesar Franck, fue pianista, por lo que el Arte Musical formaba parte de las tradiciones familiares.

Con tales antecedentes, la música se le dio a Carpentier como algo natural. La estudió en sus técnicas, la aprehendió en sus esencias y la describió de un modo perfecto. Lector precoz, tuvo a su alcance una biblioteca paterna espléndida en la que descubrió a Verne, Salgari y Dumas, y ya a los doce años escribía novelas imitándolos. Luego, estas lecturas fueron reemplazadas por otras, hasta llegar a los veinte años cuando encontró en las páginas de Rolland y Marcel Proust nuevos paradigmas. En 1922, el periódico La Discusión le recibió abriéndole una sección que, bajo el rótulo de Obras Famosas, publicó los comentarios del joven Alejo sobre El Corsario, Cartas de mi Molino y muchas otras novelas y relatos.

En 1927, mientras publicaba en la revista Social sus criterios sobre la obra de Stravinski, sobre los ballets rusos y temas de actualidad estética en aquellos días, sus posiciones políticas en contra de la dictadura de Gerardo Machado fueron puestas también a la luz, por lo que sufrió los rigores de la prisión junto a otros intelectuales cubanos que se nuclearon en el llamado Grupo Minorista. Por aquellos días de cárcel comenzó a escribir su primera novela.

En 1928, en un escape sin pasaporte, de esos que se ven a menudo en las películas, Carpentier fue a dar a Francia y entonces vivió en París por más de diez años. La revista Carteles, que se editaba en La Habana y de la cual él fue uno de sus directores, no dejó de publicarle. Joséphine Baker, La Ópera y la Decadencia del Jazz y otros trabajos entraron en las páginas de aquella legendaria revista cultural durante el largo exilio. Fue la época en la que también Carpentier coqueteó con el surrealismo y pareció integrarse a un bando de artistas que estuvieron encabezados por el poeta André Bretón y el pintor Salvador Dalí; incluso, escribió algunos relatos en francés en los que se involucraba estéticamente con los postulados de aquella tendencia. Sin embargo, pronto se apartó y en 1937, en Madrid, vio la luz su primera novela: Ecué-Yamba-O, obra en la cual aún no está el verdadero estilo del escritor. Se pone a buena distancia de todos los modelos y, aunque él mismo dijera que aquel libro fue escrito «a como salga», es sin dudas el anuncio de un escritor genial, de un escritor a quien el surrealismo le permitió salir del pintoresquismo de Ecué y descubrir lo real maravilloso americano.

Su oído estuvo siempre atento a cuanta expresión musical se producía en su entorno. Sus trabajos de crítica y musicología llenaron toda una época y son un lugar de referencia obligada. A través de toda su vida, publicó cientos de artículos en los que enjuició de modo certero la obra de compositores e intérpretes de todas las épocas, fue amigo personal de muchos de los grandes artistas que cambiaron el panorama sonoro durante la primera mitad del siglo XX y testigo excepcional de los profundos cambios estéticos producidos por las Vanguardias.

Cuba, desprovista de cualquier elemento musical aborigen y de un pobre desarrollo en la plástica popular, pudo forjar, junto a los elementos que la hicieron surgir como Nación y que integran su Nacionalidad, una música distintiva, colocada en el centro mismo de su Cultura.

Mucho antes de que la isla conociera el periódico y antes de que se construyera el primer teatro ya tenía la Catedral de Santiago de Cuba un compositor como Esteban Salas, quien fuera, al decir de Carpentier, «el verdadero punto de partida de la práctica de la música seria en Cuba», quien llegó a constituir una orquesta de catorce músicos, una pequeña orquesta clásica que se empleó a tiempo completo en los oficios religiosos y que hizo sonar en suelo cubano las sinfonías de Haydn, Gossel y Pleyel; además, de mucha de la música religiosa escrita por Paisiello, Porpora y Righini.


Compuso Salas un extenso catálogo integrado por Misas, Letanías, Himnos y Salmodias muchas de las cuales se daban por perdidas y que Carpentier, en un exhaustivo trabajo de investigación, pudo hallar, trayéndolas nuevamente a conformar el bagaje musical cubano. En La Habana, a fines del siglo XVIII, eran conocidas las obras de Pergolesi y Gretry. En este cruce de caminos, se recibieron muy a menudo las compañías francesas de ópera que iban rumbo al norte y se les escuchaba interpretar lo más avanzado del repertorio de la época.

Manuel Saumell, quien en su obra anunció lo que más tarde se definiría como nacionalismo, fue, en la primera mitad del siglo XIX, uno de los grandes cultores de la música en Cuba y otros como Villate, Cervantes y Espadero fueron bien conocidos en Europa. Es en este escenario, en el que la música ocupa tanto espacio, en el que Alejo Carpentier crea su obra literaria, es en el que actúan sus personajes.

En sus crónicas, que abarcaron desde finales de los años veinte y no se detienen hasta bien entrados los setenta, aprendemos a escuchar, a entender y a disfrutar con inteligencia tanto la obra de Erik Satie como la de Joseph Haydn, la de Honegger o la de Beethoven. Sus crónicas, escudriñan desde Orfeo de Monteverdi hasta Porgy and Bess de Gershwin.

En la década del cuarenta, la música cubana había llegado a un alto grado de desarrollo en todos los géneros; sin embargo, su estudio sistemático y metodológicamente dirigido aún era cosa del futuro. Fue Alejo Carpentier quien abrió la puerta por la que luego pasarían muchos otros estudiosos del devenir musical de la mayor de las Antillas.

En el prólogo de su obra La Música en Cuba, firmado en noviembre de 1945 en Caracas, Carpentier advierte que ésta debía ser la primera de muchas otras investigaciones. «Esta historia de la música cubana –apuntó-, primera que se escribe, no pretende agotar el tema. Mucho podrá añadirse cuando se haya emprendido, científicamente, el estudio de las raíces africanas de la música del continente».

Él descubrió la obra de Esteban Salas que se consideraba perdida; sin embargo, han vuelto otros sobre sus pasos para enriquecer su hallazgo, interpretando las partituras del músico dieciochesco. Muchos otros documentos han sido encontrados, pero hay que volver siempre a La Música en Cuba y muy probablemente sea porque ésta también es una novela.



Todo ese gran sedimento musical, pasa a formar parte integrante del universo maravilloso en el que se mueven los personajes de su narrativa de ficción y no solamente como un elemento de contenido, sino que Carpentier se vale de las formas musicales para estructurar sus textos.

En la novela El Acoso, la III sinfonía de Beethoven es, además de un elemento del contenido, el motivo que da unidad a todo el conjunto. Es la música la que nos lleva del taquillero al acosado; del refugio del uno a la sala de conciertos del otro. Más aún, en la estructura, el escritor utilizó de un modo genial la forma sonata para erigir sobre ella el texto.

Sinfonía eroica, composta per festeggiare il souvvenire di un grand´Uomo, e dedicata a sua Alteza Serenissima il Principe di Lobokwitz, da Luigi Van Beethoven, Op.53, No.III delle sinfonie...

Y es con la dedicatoria de la obra musical con la cual el autor se atreve a iniciar su novela, una obra literaria en la que todo sucederá alrededor de aquellos sonidos. En ella, como una grandísima prueba de su maestría descriptiva, Carpentier hace que la pieza musical nos llegue en dos versiones: una, la del taquillero, quien es un diletante conocedor y estudioso de lo que escucha; y la otra, la del acosado, personaje que por obra del azar deberá, primero, esconderse en un lugar al que llegan los sonidos de «eso», y luego, evadir a sus perseguidores entrando a la sala de conciertos donde le asalta la extraña, sorprendente e inexplicable sensación de conocer «eso» que estaban tocando.

Cuando el taquillero escucha dos acordes secos, y un tema de trompas cantado por los violonchelos, bajo el estremecimiento de los trémolos y advierte que una tenue frase de flautas y primeros violines se alza; el acosado, siente un estruendo en el escenario... y otro gran estrépito y unos instrumentos que le golpean y siente que alguien golpea sobre calderos y los violines parecen aserrar las cuerdas, desgarrando, rechinando sus nervios y dos mazazos con los que termina todo. Carpentier hace aquí que su personaje cometa el más común error de quien nada sabe de música: aplaudir entre movimientos.

Paralelamente, uno y otro, va reflejando, cada cual, a su manera, el ritual que constituye la audición de obras musicales. Ambos personajes, encarnan la multitud de estímulos a los que se expone quien escucha. Los dos interpretan las infinitas sensaciones que puede trasmitir el Arte Musical.

Es en la Marcha Fúnebre, donde el acosado recuerda que «eso» estaba en la casa de al lado y que durante días y días, mientras permaneció escondido, sonó en sus sueños pobló sus vigilias y contempló sus terrores; se dio cuenta, que casi podía tararear la melodía y entrar en algo donde dominaba el canto de sonido ácido y luego la flauta, y después unos golpes muy fuertes, como si todo terminara para volver a empezar; al concluir el segundo movimiento, pudo recordar que a aquello le seguiría algo como una danza, luego, la música a saltos, alegre, con un final de largas trompetas como las que embocaban los ángeles de su primera comunión.

El diletante, quien quince días antes de la audición se había regalado a sí mismo la sinfonía, en discos de mucho uso pero que todavía sonaban bien, escuchó la obra hasta la saciedad, mas, al llegar el momento del concierto, decidió, apenas comenzada la obra, abandonar la sala e ir a satisfacer otros placeres.

El diletante, nos lee fragmentos de una Biografía en la que se describe la obra en términos especializados y finalmente, de vuelta a la sala para escuchar el Final, nos da su criterio sobre la interpretación: «El Director es infecto –dice-; llevó la sinfonía de tal modo que no debe haber durado sus cuarenta y seis minutos».

Los descubrimientos y el profundo trabajo investigativo que realizó Carpentier le sirvieron para crear el ámbito sonoro e histórico de sus obras. En El Reino de este Mundo, Concierto Barroco, o La Consagración de la Primavera, obras vinculadas con formas musicales, los personajes están situados en escenarios poblados de sonidos; en un reino de mestizaje de todo tipo, en el que no sólo se mezclan los colores de la piel, sino que también, y con la misma lujuriosa intensidad, infinitos timbres. Infinitas gamas tímbricas que colman todos los espacios.

Espacios en los que el arma, la cruz, la herramienta y el canto duermen juntos y recorren todos los caminos. Himnos mágicos de Makandal, la flauta traversa y el pífano de Carlos, saquebuches, cajas, el arpa de Sofía, las casas de bailes donde al compás de tambores, flautas y violines bailan las parejas en desaforo el ritmo de guaracha, La Heroica, tiendas donde se ofrecen papeles de contradanzas y sonatas, la orquesta del Tivolí bordando un trío de minué con oboe, la llegada a Santiago de Cuba del paspié y la contradanza.

Todo mezclado, todo distinto y nuevo, real, maravilloso, americano. (Santo Domingo, Cariforum Nº 1, ene. 2000, / Mundoclasico.com, 11 jun. 2001) (Revisado para el blog de la AHCE 5 nov. 2024)

 

Monday, November 4, 2024

Prólogo al libro de Fernando Lles "La razón individual y el individualismo socialista"


Por Angel Velázquez Callejas

Prólogo

El próximo destino social y político del hombre  está en un sistema que concilie

la razón y el interés del individuo con la razón y el interés plural de la sociedad.

Fernando Lles

Fernando Lles (1883-1949) es un nombre que, aunque injustamente olvidado, merece figurar entre los diez pensadores más influyentes de Cuba. Este "escritor dinamita" fue eliminado del panorama intelectual por sus contemporáneos, quienes probablemente no supieron cómo lidiar con la intensidad de su obra. Sus escritos abarcaban desde versos hasta ensayos filosóficos y de filosofía política, todos impregnados de una profunda influencia nietzscheana. En sus textos, el instinto y la voluntad de poder no eran solo conceptos; eran las herramientas con las que construía sus ideas. Durante más de dos décadas, Lles se dedicó a investigar el individualismo, produciendo tres textos que aún hoy resuenan tanto a nivel local como universal: El individualismo y la relación con las formas políticas de Estado.

Convencido de que los valores del individualismo y la libertad individual no alcanzaban su máxima expresión en el capitalismo, Lles vislumbraba una evolución hacia un individualismo socialista. Este pensamiento, anticomunista en esencia, captó la atención del poeta Gastón Baquero. En un mundo asediado por el fascismo, el militarismo, el totalitarismo y el stalinismo, Lles creía que el capitalismo podría superar sus propias limitaciones y dar paso a un mesianismo pluralista, una sociedad en la que el individualismo no fuera una amenaza, sino un pilar de la convivencia. Nadie como él soñó con lo imposible: una hermenéutica política que reconciliara el individualismo con una sociedad plural y compensatoria.

La interpretación de la politización en autores como Alberto Lamar Schmeyer y Fernando Lles, apenas explorada en el primer tercio del siglo XX, alcanzó una profundidad sin precedentes en la historia de las ideas cubanas. Sin embargo, mencionar que ambos, especialmente Lamar, apoyaron la dictadura de Machado es un tema delicado y escandaloso. Lamar, un machadista a su manera, moldeaba la realidad a su conveniencia y luego adoptaba una pose filosófica, hablando del patriotismo cubano y del destino político que Machado vaticinaba para la Revolución del 30.

 No es que Lamar fuera un pensador irresponsable, pero su ideología, al confrontarse con el tiempo histórico y la crisis del patriotismo, llegó a tocar el fondo del espíritu de la época, diagnosticando, como Baudelaire, el estado mental de la abulia. Su novela La roca de Patmos es un testimonio de este análisis. Lamar veía en el patriotismo no una virtud, sino una fuerza que, alimentada por el aburrimiento, se concretaba bajo la amenaza del nacional-socialismo. Por eso, optó por aliarse con la dictadura de Machado, viendo en el tradicionalismo, en parte colonial y en parte poscolonial, una forma de resistir la creciente influencia de la socialdemocracia.

Lamentablemente, la recuperación de las obras de intelectuales cubanos que abordaron el existencialismo de la pesadez es escasa. Esta carencia ha dejado un vacío en la comprensión de cómo se formaron las masas y sus actitudes colectivas. Mientras que en el siglo XIX se podía hablar de una "deformidad dantesca", en el siglo XX y lo que va del XXI, el escenario ha mutado hacia un "esperpento de masas". Postergaré para otra ocasión un estudio integral de la obra de Lles, para centrarme en el análisis de sus ideas sobre el individuo, el individualismo y el Estado.

Entre las décadas de 1920 y 1930, Lles publicó tres ensayos donde examinó la relación del individualismo con las nuevas formas políticas emergentes, tanto en el Estado capitalista como en el socialista. Estas reflexiones fueron influenciadas por Nietzsche, especialmente en lo relativo al instinto, la moral y la voluntad de poder. Un ejemplo de ello es el debate que sostuvo en 1926 con su amigo Medardo Vitier sobre la viabilidad del socialismo. En esta introducción, me propongo contextualizar dos aspectos clave del pensamiento de Lles, apenas explorados por la crítica republicana y prácticamente ignorados por los humanistas marxistas posteriores a 1959: su crítica a la razón individual y su teoría del individualismo socialista.

Para comprender esta parte de la obra de Lles, sería necesario revisar su filosofía, profundamente influenciada por el pensamiento griego antiguo. Sin embargo, ese no es el objetivo aquí. Lo que nos interesa es el análisis de un hombre autodidacta, cuya amplia y plural lectura lo convirtió en un liberal anticomunista. Su creencia en que la sociedad debía avanzar hacia un individualismo socialista lo sitúa en una tradición de liberalidad que se distancia del conservadurismo liberal tradicional. Lles mismo lo dejó claro:

"Son viejos liberales los que conocen, en efecto, que es intangible, que es sagrado todo cuanto corresponde al derecho constitucional de un pueblo. Reformar esa ley básica de otro modo que no sea precisamente y lealmente por el que en esa misma ley se establece, constituye un peligro de total derrumbamiento de las libertades públicas, porque los derechos ciudadanos no tienen otro resguardo ni otra garantía que los que se le reconocen a una nación en la fuerza obligatoria de su Carta fundamental".

No resulta difícil comprender el concepto de individualismo socialista si lo abordamos desde la perspectiva de las estructuras sociales fragmentadas. Poco antes de su muerte, Gastón Baquero manifestó su interés en profundizar en la figura de Fernando Lles, un poeta, filósofo y ensayista relegado al olvido dentro de la tradición intelectual cubana. En una entrevista de 1997, concedida a Laura Ruiz Monte, Baquero comentó: "Estoy trabajando en un estudio sobre alguien a quien ustedes los matanceros han olvidado. Estoy escribiendo sobre Fernando Lles".

Baquero centraba su atención en develar la visión política e intelectual de Lles, autor del libro Individualismo, socialismo y comunismo: los problemas de la conciencia, publicado en una editorial local de Matanzas en 1934. Aunque el libro de Baquero sobre Lles no ha visto la luz —hasta donde sabemos—, sus reflexiones, recogidas en diferentes textos y entrevistas, sugieren una contraposición al pensamiento patriótico e independentista cubano. Es evidente que Baquero, colaborador del periódico de derecha Diario de la Marina, encontró en la obra de Lles elementos que le permitieron identificarlo como un pensador de derecha.

El perfil sui generis de Lles, que defendía una sociedad individualista basada en la propiedad privada, llamó la atención de Baquero tras la lectura de un folleto titulado El pensamiento de Fernando Lles, publicado en 1939 por José Nodarse, un amigo cercano de Lles.

Al hablar de la República de Cuba (1902-1958), es imposible ignorar la obra de Fernando Lles y su marcado anticomunismo. En 1934, Lles publicó Individualismo, socialismo y comunismo: los problemas de la conciencia contemporánea, un libro esencial que merece ser revisado por todos. Años antes, en 1926, había lanzado El individualismo: ensayo sobre el instinto y la conciencia, donde proponía una república basada en la competitividad y en el mérito de los líderes más capaces e inteligentes.

En La sombra de Heráclito (1923), Lles expresa un pesimismo respecto a la administración política de la República patriótica y sugiere:

1.  Crear instituciones funcionales y territoriales para descentralizar el poder del Estado.

2.  Establecer un sistema pluralista que garantice la integración del poder individual en la sociedad.

3.  Rechazar el papel rector de la democracia en la formación de la república.

"Examina el contrato social en todos sus aspectos, y verás cómo todo egoísmo o necesidad, grande o pequeña, se disfraza bajo el nombre de algo trascendente, religioso, metafísico, subjetivo, merecedor de tus más profundas y ciegas veneraciones".

La obra de Lles puede considerarse pionera en el estudio del egoísmo en Cuba, un tema que ha sido poco explorado. En lugar de centrarse en una historia del poder relacionada con las clases sociales, Lles se interesaba en el poder como un mecanismo de disciplina: una república para egoístas.

Autodidacta, Lles nació en Matanzas en 1883 y falleció en 1949. Fue uno de los pocos en abrazar el pensamiento de Nietzsche, autor de Así habló Zaratustra. En uno de sus textos, Lles afirma: "La esencia humana está determinada por el egoísmo y la ambición, como elementos innatos".

En 1926, al ingresar como miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras, Carlos Loveira defendió a Lles en su discurso Un gran ensayista cubano: Fernando Lles. Loveira escribió:

"He leído los libros de Lles, releyendo el primero hasta tres veces. He penetrado en el núcleo de esa obra de sabor trágico y he compartido con Lles el largo proceso de la angustia humana. Su obra ha despertado en mí ecos de pensamientos liberales ya algo lejanos, que alguna vez fueron míos y de un grupo de amigos estudiosos, de camaradas que la vida ha dispersado; pensamientos cuyo origen conmovedor causó más de una vez desconcierto en mi mente y agitó violentamente mi corazón juvenil".

Aunque no fundó ni perteneció a ningún partido de derecha, por la naturaleza de su pensamiento, Fernando Lles debe ser considerado un liberal de derecha y un precursor del movimiento derechista que operó al margen de la política en Cuba.

Hasta este punto, el título del libro parece suscitar una paradoja considerable, al menos desde una perspectiva conceptual. ¿Cuál es la relación entre la razón individual y el "individualismo socialista" que hemos señalado en la obra de Fernando Lles? Esta cuestión merece una investigación exhaustiva, algo que escapa al alcance de este prólogo. Nuestra tarea en este momento es simplemente revivir una obra que ha caído en el olvido y ha sido minimizada, posiblemente debido a su complejidad teórica, en un periodo en que la intelectualidad cubana, tanto antes como después de Machado, se centraba en la búsqueda de una unidad de conciencia nacional, a menudo a expensas de ideas más desafiantes.

Finalmente, debemos señalar que el análisis de la obra de Lles nos conduciría por caminos inexplorados en el pensamiento intelectual cubano. El socialismo que aquí se presenta no es el mismo socialismo impuesto por una fuerza colectivista condenada al fracaso histórico. El socialismo de Lles se relaciona con una forma de sociabilidad que oscila entre el individuo y la sociedad, donde se encuentran, se unen y luego se separan nuevamente. En una sociedad caracterizada por su intrínseca variedad y pluralidad de formas culturales, y sometida al terror de los medios de comunicación, surge, aunque sea de manera forzada, la necesidad de un acercamiento y un sentido de convivencia social entre el alter y el ego.

Ángel Velázquez Callejas.

Miami, octubre de 2017

 

 

 

Bibliografía Activa

Lles, Fernando: La higuera de Timón. Consejos al pequeño Antonio, Imprenta Casas y Mercado, Matanzas, 1921.
——: La metafísica en el arte, Imprenta Casas y Mercado, Matanzas, 1922.
——: La sombra de Heráclito, Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1923.
——: La escudilla de Diógenes. Etopeya del cínico, Editorial Nueva Novela, La Habana, 1924.
——: El individualismo. Ensayos sobre el instinto y la conciencia, Matanzas, s/e., 1926.
——: Individualismo, socialismo y comunismo. Los problemas de la conciencia contemporánea, Cuadernos de Cultura, La Habana, 1932.
——: El individuo, la sociedad y el Estado, La Habana, Editorial Cultural S.A., 1934.
——: Conferencias, Imprenta Casas y Mercado, Matanzas, 1944.

Bibliografía Pasiva

Acosta, Agustín: "Fernando Lles, poeta". En: Revista Cubana, La Habana, julio-diciembre, 1950.
Casaña, Mirta: "La filosofía en la obra de Fernando Lles y Berdayes". En: Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, enero-junio, 1993.
García, Federico: "La sombra de Heráclito, por Fernando Lles". En: El Fígaro, La Habana, 18 de noviembre de 1923.
Grismer, Aymond y Manuel Rodríguez y Saavedra: "Fernando Lles y Berdayes". En: Vida y obra de autores cubanos, Editorial Alfa, La Habana, 1940, t. 1.
Lavié, Nemesio: "La obra de un ensayista cubano. Fernando Lles". En: Diario de la Marina, La Habana, 29 de mayo de 1927.
Lizaso, Félix y José Antonio Fernández de Castro: "Fernando y Francisco Lles". En: La poesía moderna en Cuba (1882-1925), Librería y Casa Editorial Hernando, Madrid, 1926.
Loveira, Carlos: "Otro libro de Fernando Lles. La escudilla de Diógenes". En: El Fígaro, La Habana, enero de 1925.
——: "Un gran ensayista cubano, Fernando Lles". En: Discurso de ingreso como miembro de número de la Sección de Literatura, Academia Nacional de Artes y Letras (Cuba), Habana, Imprenta El Siglo XX, 1926.

Luhmann, Niklas. «Individuo, individualidad, individualismo» Zona Abierta, n.º 70  (1995).

——: La sociedad de la sociedad. México D.F.: Herder – Universidad Iberoamericana, 2007.

Martínez Bosch, M.: "La higuera de Timón". En: España Nueva, La Habana, 30 de abril de 1922.
Nadarse, José: El pensamiento de Fernando Lles, Editorial Cultural, La Habana, 1934.
——: "La filosofía social y política de Lles". En: Revista Cubana, La Habana, julio-diciembre de 1950.
Páez, Alfonso: "A propósito de la conferencia de Fernando Lles sobre individualismo, socialismo y comunismo". En: Revista Universidad de La Habana, La Habana, julio-agosto de 1934.
Ramos, José Antonio: "La sombra de Heráclito". En: El Fígaro, La Habana, 15 de marzo de 1925.
Rodríguez, Luis: "Nota bibliográfica de Fernando Lles y Berdayes". En: Revista Cubana, La Habana, julio-diciembre de 1950.
Rojas, Miguel: "Materialismo versus idealismo I. El materialismo de Lles". En: Periódico Escambray, Sancti Spíritus, 19 de enero de 1987.
——: "El naturalismo ateísta de Fernando Lles". En: El pensamiento filosófico en Cuba en el siglo XX: 1900-1960, 2da. ed., Editorial Félix Varela, La Habana, 1998.
——: "Fernando Lles Berdayes". En: El pensamiento latinoamericano del siglo XX ante la condición humana, versión digital, 2003, págs. 105-119.
——: "Humanismo y crítica en la filosofía de Fernando Lles Berdayes". En: Isla, 51, abril-junio, 2019, págs. 117-130.
Russinyol, José: "Fernando Lles: el hombre y el medio". En: Revista Cubana, La Habana, julio-diciembre de 1950.
Tejera, Diego: "La higuera de Timón". En: El Fígaro, La Habana, 9 de abril de 1922.
Valdés, Mario: "El socialismo en las visiones contrapuestas de Medardo Vitier y Fernando Lles". En: Sin Permiso, diario digital, 16-10-2017.
Vitier, Medardo: "Más sobre La higuera de Timón". En: El Fígaro, La Habana, 21 de enero de 1923.
——: "Fernando Lles". En: Valoraciones I, Universidad Central de Las Villas, Santa Clara, 1960.

 

 

Saturday, November 2, 2024

COMIENZA SU SEGUNDA DÉCADA LA ACADEMIA DE LA HISTORIA DE CUBA EN EL EXILIO, CORP.


Por Eduardo Lolo y Octavio E. de la Suarée.

La Academia de la Historia de Cuba en el Exilio (AHCE) es una corporación sin fines de lucro con sede en Estados Unidos, registrada en el estado de Nueva Jersey en 2014, que tiene como objetivo primordial "evitar que los hechos históricos de Cuba y sus exilios se conviertan en leyendas dejando un registro fidedigno de los mismos ‒sin censuras ni manipulaciones demagógicas‒ con el fin de que nunca pierdan su condición de historia", según se destaca en su Blog. Se fundó sobre la base estatutaria de la Academia de la Historia de Cuba (AHC), establecida en La Habana el 20 de agosto de 1910. Fue una de las primeras academias de su tipo en Latinoamérica, solo precedida por las de Venezuela, Argentina, Colombia y Perú. La creación de dicha Academia primigenia se produjo a un año de la restauración de la República de Cuba tras la segunda intervención norteamericana. Luego, a la llegada de Fidel Castro al poder, en su afán por demoler todas las instituciones republicanas, borrar la historia y construir una nueva Cuba de estilo soviético, una de dichas organizaciones a eliminar fue la AHC. Una publicación gubernamental asevera que “El propio año 1959 se produce la salida definitiva del local que ocupó la corporación durante casi tres décadas para instalarse, junto a la Academia Nacional de Artes y Letras y la Academia Cubana de la Lengua, según estaba previsto, en el Palacio del Segundo Cabo, que por poco tiempo fue conocido como el Palacio de las Academias.”[1] Y cierto que fue por poco tiempo, pues luego de los desahucios forzados y sus reubicaciones en espacios menores en el susodicho palacio, el gobierno clausuró la AHC en 1962 sumiéndola en la ilegalidad e incautando, sin compensación alguna, todos sus fondos, equipos, archivos, documentos y bienes que pasaron a ser propiedad del Estado socialista. La propia publicación castrista justificó el cierre y expolio forzados de la AHC y otras academias por “el contexto de la transformación radical del escenario político, económico, social e ideológico del país, que terminó en definitiva por conformar una nueva reorganización institucional en la que entidades del tipo de las tradicionales academias existentes en Cuba no tenían cabida.”[2]

Más recientemente, luego de estabilizar y mantener el control absoluto de la sociedad cubana y con el objetivo de crear una imagen internacional más propensa a ser aceptada, el gobierno cubano ha vuelto a permitir las academias, convertidas en cajas de resonancia de la propaganda política del Estado totalitario, ahora bajo la falsa fachada de organizaciones no-gubernamentales (ONG) que le permite al gobierno cubano solicitar y recibir fondos económicos de instituciones supranacionales.

La Academia de la Historia de Cuba en el Exilio (AHCE), fiel heredera de la Academia de Historia de Cuba arrasada en 1962 por el Totalitarismo, tiene entre sus fines esenciales los de conjurar académicamente la falsificación de la Historia de Cuba por parte de la historiografía del Gobierno totalitario de Cuba y registrar los avatares del Exilio por este provocado. Para dar a conocer sus labores y las obras de sus asociados y colaboradores, la AHCE edita en la red el Blog https://blogacademiaahce.blogspot.com/), publica una revista impresa (Anuario Histórico Cubanoamericano, disponible en Amazon.com), ofrece los servicios de una editorial, y organiza actos, conferencias, congresos, etc. Tiene su sede central en New York-New Jersey y cuenta con capítulos en varios estados de los EE. UU. con 5 o más académicos numerarios. Forman parte de esta, además, miembros correspondientes en diversos países de Latinoamérica y Europa.

Su Junta Directiva fundacional estuvo formada por Eduardo C. Lolo (presidente), Israel Abreu, (vicepresidente), Octavio E. de la Suarée (secretario), Roland J. Bosch (tesorero), Fidel González y Alberto Yannuzzi (vocales), y Antonio A. Acosta (asesor). Cada cinco años se convocan y efectúan elecciones para presidente y vicepresidente, quienes pueden optar una sola vez por la reelección para un segundo período consecutivo. La composición de la Junta Directiva ha evolucionado con las nuevas circunstancias epocales. Por las mismas razones, los Estatutos fueron debidamente actualizados en el año 2024.

Se han celebrado dos Congresos trienales: El primero se celebró en el William V. Musto Cultural Center de Union City (NJ) en septiembre de 2018 y tuvo como título “Salvando la Historia de Cuba desde el Exilio”; el segundo se llevó a cabo en octubre de 2023 en la Biblioteca Pública JFK de Hialeah (FL) bajo el lema de “La República de Cuba (1902 -1958)” Ambos congresos contaron con la asistencia de numerosos académicos de diversos estados y países, así como colaboradores y personalidades invitados. Todas las ponencias fueron luego publicadas en el Anuario Histórico Cubanoamericano.

Como la AHCE no es una organización de masas, sino de carácter meritorio, como corresponde a toda institución académica, quien aspire a su membrecía necesita:

a) Ser autor/a, compilador/a o editor/a individual o colectivo de, al menos, tres trabajos publicados (libros, videos, filmes, etc.) de temática histórica cubana o relacionada directamente con el desarrollo cultural cubano y/o el exilio presente o de épocas anteriores. O, en su defecto, haber participado en el trabajo de campo durante el proceso de investigación de, al menos, tres piezas publicadas relacionadas directa o indirectamente con la historia de Cuba, su cultura y/o sus exilios. Las publicaciones pueden ser físicas, auditivas, visuales, digitales, etc. En todos los casos la seriedad profesional y el ideario democrático y anti totalitario del aspirante son elementos esenciales que tomar en cuenta.

b) Presentar su solicitud de membrecía y CV con el compromiso de cumplir los Estatutos de la institución. Si tres miembros activos avalan su solicitud, esta pasa a votación por los miembros de la Junta Directiva, cuya decisión por mayoría simple de votos es inapelable.

c) El pase de Académico Electo a Académico Numerario o Correspondiente tiene lugar en un Acto de Investidura siguiendo los procedimientos tradicionales en las academias constituidas.

La AHCE exhorta y promueve a sus asociados registrar, investigar y evaluar académicamente los hechos históricos de Cuba y sus exilios poniendo a su disposición la publicación de sus investigaciones y evaluaciones en el Blog, otras vías cibernéticas y, en caso de obras mayores, por una Editorial que ya ha publicado, además del Anuario Histórico Cubanoamericano –aceptado como miembro pleno del Council of Editors of Learned Journals desde 2017– libros de importancia dentro de la historiografía cubana, todos disponibles en Amazon. Comienza su segunda década de vida con el siguiente Fondo Editorial. 
Para más información, pulse en el título correspondiente.

 


Cuba, el ser diverso y la isla imaginada(Intuiciones VI),
de Manuel Gayol Mecías, en una segunda edición (2024) en conjunto con la Editorial Ilíada, de Alemania.

 


El asesinato de la Historia o Crimen en el OccidenteExpress. Con otras reflexiones acerca del tiempo aún no perdido
(2024), de Eduardo Lolo.

 


 
Gargantas sofocadas: La alianza de José Martí conlos negros. (2024), de Miguel Cabrera Peña.

 





La polémica Chibás–Sánchez Arango, contribución ala historia partidaria política en Cuba (2024), de
Octavio E. de la Suarée.

 




La familia Borrero: crónica de tres generacionessucesivas de mujeres y hombres de letras que fueron el orgullo de Cuba
(2023), de Octavio E. de la Suarée.

 




Socioperiodismo.
(Reproducción facsimilar de la primera edición de 1948) (2022), de Octavio de la Suaree. (2022).

 




Un huésped no invitado. La voz tangencial el indioen la literatura hispana.
Segunda edición (2023), de Eduardo Lolo.

 




Baltasar, drama oriental en cuatro actos y enverso, de Gertrudis Gómez de Avellaneda.
(2da reproducción facsimilar de la primera edición de 1858). (2022). Estudio preliminar de Eduardo Lolo.

 


Versos Sencillos, de José Martí.
(Reproducción facsimilar de la primera edición de 1891). Introducción de Eduardo Lolo. (2021).

 


Doce veces el Caribe: Ensayos críticos
(2020), de Grisel Maduro y Octavio E. de la Suarée.

 





Aurelio de la Vega, Impresiones desde la distancia/ Impressions from Afar (2020), de
Manuel Gayol Mecías.

 




Cuba: Salto a la Edad Media (2020), de
Roberto Álvarez Quiñones.

 





Panorama de ensayos (2020),
Ellen Lismore Leeder.

 




Agustín Acosta y Oscar Fernández de la Vega, doscubanos ejemplares: Poesía, magisterio y deber
(2020), de Jesse Fernández.

 


Las trampas del tiempo y sus memorias
(Segunda edición) (2020) de Eduardo Lolo.

 



The Capture of Havana (2019)
, de Thomas Lismore.

 


Poetas cubanos en Nueva York. Estudios críticos:1978-2018.
(2019), de Octavio E. de la Suarée.

 



En el país de las mujeres sin senos
(Reproducción facsimilar de la primera edición de 1938) (2018), de Octavio de la Suarée.

 




La porcelana en el escaparate
(Reproducción facsimilar de la primera edición de 1927), de Octavio de la Suarée (2017).





La AHCE guarda en sus archivos ejemplares de todas sus publicaciones con el fin de hacerlos llegar a una nueva Academia de la Historia de Cuba realmente heredera de la original. Traspaso que ha de llevarse a cabo tan pronto como esta pueda iniciar sus labores en una República de Cuba libre del totalitarismo y verdaderamente democrática.

Mientras tanto, continuaremos trabajando como hasta ahora POR CUBA SIEMPRE, tal y como reza nuestro nuevo lema en sustitución del que habíamos copiado del de la AHC de 1910.