A continuación transcribimos el texto de la videoconferencia de Enrique Del Risco presentada en un post anterior. Los números que aparecen dentro del texto se corresponden con el orden de las imágenes que acompañaron la videoconferencia.
Bohemia, la revista que era Cuba
Por Enrique Del Risco
La revista Bohemia -la cual se anuncia
orgullosamente en estos tiempos como “la más antigua de Latinoamérica”- todavía
se sigue publicando y su mera supervivencia deviene en asunto milagroso. Que
sobreviviera al cataclismo revolucionario de 1959 que se llevó por delante
prácticamente todas las instituciones republicanas de algún valor -y Bohemia
era una de las instituciones republicanas más reconocibles- constituye un
enigma por resolver.
Yo, nacido en 1967, crecí leyendo la Bohemia post
cataclísmica a pesar de que había en ella muy poco que leer más allá de su
propaganda desembozada,[0] sus obreros sonrientes por el sobrecumplimiento de
sus metas, o las entrevistas a intelectuales apacibles que coincidían en
declarar que el momento más importante de sus vidas era la llegada de Fidel
Castro a La Habana encaramado en un tanque. [1] Niño al fin, mi mayor interés
se concentraba en el final de la revista donde aparecía la sección de humor, la
de curiosidades y una todavía más curiosa sección de “Correspondencia” donde un
redactor se dedicaba a contestar el tipo de preguntas que le hacemos hoy al oráculo
de Google. En el caso de aquella sección la curiosidad de los lectores iba
desde [2] aclarar la correcta posición ideológica de algún patriota (como es el
caso de la imagen que muestro donde se debatía el patriotismo del poeta Juan
Clemente Zenea) a la posibilidad de reparación [3] de un tocadiscos soviético
que se le había quemado en un par de ocasiones a algún atribulado lector.
Pero, junto a aquella muestra de la realidad socialista vista
a la mejor luz posible, en mi casa existía, como en muchas casas de Cuba [3b] un
pesado artefacto consistente en varios números de la revista correspondientes a
los años cincuenta encuadernados en una única cubierta. Si mi idea de aquella
república [4] a la que en la escuela recibía los graciosos motes de
“pseudorepública” o “neocolonia” fue algo menos rígida y acartonada de lo que
recibía de la incansable propaganda castrista fue gracias a aquellos números
juntados más o menos al azar que reflejaban una realidad bastante más compleja
de lo que nos querían inculcar. [5] Porque con su mimetismo y frivolidad, su
comercialismo y su violencia, pero también con su tremenda su inventiva y vitalidad,
desde su nacimiento Bohemia fue algo así como una concentración de lo
que era Cuba.
[6]Transcurría la segunda ocupación norteamericana de la
isla cuando el empresario Miguel Ángel Quevedo Pérez dio a la luz el 10 de mayo
de 1908 una revista que llevaba por título el de su ópera favorita y como subtítulo
el de Revista Semanal Ilustrada. La revista duró solo unos pocos números
para luego reaparecer en 1910, ya bajo la presidencia de José Miguel Gómez. [7]
El estilo art novó de su diseño, sus secciones que llevaban títulos tales como “Labor
literaria”, “Notas de arte”, “Actualidades” o “Crónica social” nos dan una idea
de la concepción por entonces, como una publicación más o menos exclusiva,
enfilada a las élites sociales y artísticas [8] de la joven república, con
énfasis especial en el público femenino a la cual estaban dedicadas secciones con
títulos tan poco crípticos como “Para las damas”.
Aquella Bohemia [9] era una revista de apenas
veinte páginas y con el espíritu lánguido de aquellas publicaciones de la época
que querían parecer respetables. En 1914 la revista dio su primer salto
importante al introducir por primera vez la tricromía, [10] es decir, la
impresión a partir del uso de tres colores lo que la situó por delante de la
competencia. También en aquel momento la revista se amplió a cuarenta páginas.
La revista siguió las altas y bajas de los años que conocieron la Danza de los
Millones y las Vacas Flacas tratando de subsistir apelando a ciertos
“atrevimientos” editoriales y a un público más amplio con secciones cada vez
más variadas y utilizando una publicidad sorprendente y agresiva.[11]
El salto más importante en la década de los años veinte [12]
lo da Bohemia en 1927 con su traspaso por cuestiones de salud del
fundador Miguel Ángel Quevedo Pérez a su hijo de tan solo 18 años Miguel Ángel
Quevedo y de la Lastra. La nueva dirección supuso para la revista un cambio de
visión radical en su enfoque haciendo más énfasis en secciones atractivas como
la dedicada al deporte, [13] con mayores incursiones en la cultura popular y con
una sección de partituras musicales que reflejaba un gusto cada vez más amplio.
[14]
Corrían los años [15] de la presidencia de Gerardo
Machado, pronto devenida en dictadura, a la cual la revista primero elogió y
luego criticó de manera cada vez más frontal hasta llegar a la hostilidad]
abierta. La caída de Machado fue registrada en la revista con euforia, [16] (hasta
la partitura de los danzonetes parecía alusivas a la caída de Machado) [16b] como
si el derrocamiento del dictador hubiera sido obra de la propia revista. No
sorprende que los desmanes [17] que se cometieron en siguientes días contra los
colaboradores del régimen depuesto fueran justificados sin disimulo en las
páginas de Bohemia. Sería esta la primera vez, pero no la única en la
que la revista, como representante de la voz de la ciudadanía frente a los
desmanes de los gobiernos de turno, salía triunfante del, en apariencia, tan
desigual pulso.
Ya por aquel entonces [18] la mayor parte del material
que conformaba cada uno de sus números no era original ni escrito especialmente
para la publicación. La revista dependía en buena medida de artículos, columnas
y caricaturas de medios sindicados en Estados Unidos y reproducidos por esta. [19]
Muchas veces se trataba de cuentos policiacos, género muy en boga entonces, o
de historias truculentas de asesinos o espías, y de reportajes de tierras y
personajes exóticos. La realidad nacional se abría paso apenas en los
comentarios sobre la política local, la crónica deportiva y el humor local.
Las diferentes secciones humorísticas que aparecieron a
lo largo de los años en la revista merecen comentario aparte. Una de las
primeras [20] fue la tira cómica de “Pepito y Rocamora” que apareció en Bohemia
en los en 1915 y se adentró bien en los años veinte. También se incluían
artículos costumbristas sobre personajes típicos [20b]. En la siguiente década
la revista dependió en buena medida de tiras sindicadas importadas pero los
años cuarenta [21] tuvieron una presencia cada vez mayor de humoristas locales
contando con colaboraciones de humoristas de la talla de Miguel de Marcos. O
las del cronista Eladio Secades, quien con sus “Estampas” [22] escribió un
capítulo definitivo del costumbrismo republicano y que luego se convertiría en
el jefe de la sección deportiva de la revista donde también sentó cátedra.
Se menciona menos, a pesar de su importancia, al
caricaturista y escritor Francisco Vergara [23] quien a lo largo de los años
cuarenta creara diferentes secciones humorísticas en Bohemia con títulos
como “Cohetes” o la más estable “Picadillo a la criolla”. Como muestra de la
agudeza de Vergara sirva el texto que escribe tras asumir el poder Ramón Grau
el 10 de octubre de 1944: [24] una parodia de la biografía que Emil Ludwig le
hiciera al presidente saliente Fulgencio Batista burlándose sin piedad del metafórico
estilo del escritor alemán y de sus imprecisiones de todo tipo. “En una
madrugada fría y desapacible del 4 de diciembre de 1897 en un villorrio
nombrado Oriente de la provincia de Banes en Cuba nació un hermoso niño. Tenía
la piel trigueña y el pelo negro y lacio. Su boca fina y diminuta era roja como
el alma de Marinello [se refiere al líder del Partido Comunista]. Sus ojos eran
pequeños como los sueldos de los conserjes de escuela. Ese varón que al hacer
su entrada en el mundo había aumentado ipso facto la menguada población de la
Perla de las Antillas era Fulgencio Batista y Zaldívar”. Vergara luego sería el
creador de populares secciones de la revista como “Radiolandia” y
“Tele-radiolandia” [25] que servían para reseñar las noticias producidas por el
mundo de la radio y la televisión y más tarde se convertiría en libretista de
programas televisivos tan populares como el “Cabaret Regalías El Cuño” y “El Casino
de la Alegría”.
Con el tiempo las diferentes secciones de humor recibieron
cada vez más espacio dentro de la revista. Además de las ya tradicionales tiras
sindicadas norteamericanas los caricaturistas locales tuvieron su propio
espacio en la página llamada “Humorismo criollo” [26]. Allí fueron apareciendo firmas
tanto de dibujantes consagrados como Antonio Rubio, Antonio Prohías, Arroyito, Silvio
Fontanillas Quiroga (Silvio), Valdés Díaz y Niko Lursen y de novatos de
entonces como Wilson, Pecruz, Ñico, René de la Nuez entre otros. Las
caricaturas personales de Juan David [27] aparecían en otras páginas de Bohemia
ilustrando tanto noticias nacionales como internacionales. Por su parte, Silvio
y Arroyito, dos los caricaturistas más considerados por la publicación,
recibían la encomienda de rellenar páginas unipersonales sobre diferentes
temas. Silvio [28] era también el encargado de ilustrar la página inicial de la
sección “En Cuba” con su tira “El Reyecillo Criollo” donde el gobernante de
turno aparecía vestido de rey interactuando con un campesino que representaba
el pueblo cubano.
Pero la sección que le otorgó el perfil definitivo a Bohemia fue “En Cuba”. [29] Inaugurada según los recuentos oficiales el 4 de julio de 1943 – aunque no hemos encontrado la sección con su nombre definitivo hasta el número siguiente, el del 11 de julio 1943- “En Cuba” fue dirigida desde sus inicios por los periodistas Enrique de la Osa y Carlos Lechuga. [29b] Esta sección logró aprovechar la larga experiencia de sus creadores y sus extensos contactos en los medios políticos para seguir la compleja trama de la política cubana de una manera minuciosamente detectivesca. “En Cuba” adoptó las más modernas técnicas narrativas para construir relatos apasionantes de lo que iba ocurriendo semana a semana sin tener que dar cuenta de sus fuentes. [30] Las informadas voces que iban relatando las historias no iban calzadas por firma alguna pero eran responsables de la credibilidad del relato, al modo de las mejores ficciones, solo que al lector le quedaba claro que los hechos que narraba no tenían nada de ficticios.
La importancia de la sección “En Cuba” no se limitó al
tipo de periodismo que prohijó. Fue la manera en que una publicación basada
fundamentalmente en artículos importados pudo descubrir el interés del público
por artículos generados en el país y con ello, la posibilidad de depender cada
vez menos de las importaciones. Un hecho significativo en este sentido fue el
número especial del 10 de octubre de 1948. [31] En el 80 aniversario del grito
de independencia de la Demajagua, día en el que además se celebraba la sucesión
presidencial de Ramón Grau San Martín por el nuevo presidente Carlos Prío
Socarrás la Bohemia de aquel día salió a la calle como edición
extraordinaria de más de 200 páginas y hecha enteramente por manos cubanas [32].
“Cubanos son todos los que redactaron y compusieron este número y cubana es la
empresa que lo edita”. La experiencia de esta edición extraordinaria fue lo
suficientemente exitosa como para que la revista confiara cada vez más en el
talento local. [33] Para la década siguiente Bohemia se había cubanizado
mucho más y dependía cada vez menos del material importado y más de los
periodistas e intelectuales locales. [34] Aun así la revista podía darse lujos
como el que se permitió en la edición del 15 de marzo de 1953: [35] publicar en
exclusiva la primera edición en español de El viejo y el mar de Ernest
Hemingway en traducción de Lino Novás Calvo aunque por aquellos días el propio
Hemingway se declaraba a sí mismo como un “cubano sato”. [36]
No era Bohemia una publicación especialmente
partidista, aunque no dejara de tomar partido por las causas que le parecían
justas a su director: [37] Bohemia fue antifranquista durante la guerra
Civil española y luego con la instauración del franquismo; [38] antifascista y
antinazi con la Segunda Guerra Mundial [39] y anticomunista desde el inicio de
la Guerra Fría. Fue también crítica con los gobiernos auténticos entre 1944 y
1952 [40] y con el tiempo Bohemia se identificaría con el mayor
disidente del Partido Auténtico, [41] el fundador y líder del Partido del
Pueblo Cubano (Ortodoxo) Eddy Chibás a quien le dedicaría varias portadas en
vida [42] y también después de muerto.
Los opositores al régimen batistiano de 1952 [43] encontraron
en las páginas de la revista respaldo y tribuna. Si no como la voz de la
totalidad del pueblo cubano, Bohemia fungía como el representante oficioso
de los intereses de su clase media. La enorme popularidad de la revista
respaldaba sus pretensiones: de una tirada de cuatro mil ejemplares en 1926 había
pasado a 125 mil en julio de 1948, para situarse cerca de 260 mil en 1953 y 315
mil en 1958 (uno por cada 21 cubanos de entonces). [43b] En una de aquellas Bohemia
“sin censura” su tiraba se anunciaba como de medio millón de ejemplares lo cual
equivalía a uno por cada 12 habitantes. Y el éxito no se limitaba al ámbito
nacional. [44] Bohemia se distribuía por toda América Latina y aún en
Estados Unidos donde contaba con su propio distribuidor. Con tanta aceptación
el dueño de la revista pudo llegar a creer no solo que era la voz del pueblo
sino también sus ojos y sus oídos. [45] Si no poseía la verdad absoluta andaba
muy cerca de ello. Después de todo Bohemia había visto pasar gobiernos
uno tras otro mientras los juzgaba y los absolvía o condenaba según el caso.
Como muestra de su compromiso insobornable con la verdad en los períodos en que el régimen batistiano suspendía las garantías constitucionales y establecía la censura previa la revista adoptó un método radical: no publicar ninguna noticia sobre política local hasta tanto no se levantara la censura y entonces publicar sus famosas Bohemia sin censura [46] que alcanzaban tiradas abrumadoras. La revista se erigió en vocero de la oposición antibatistiana ya fuera la que apelara a las vías legales o a las insurreccionales. [47] Fidel Castro y su Movimiento 26 de Julio tuvieron en Bohemia su plataforma política más visible en una época en que la revista reinaba en los hogares cubanos.
No es de extrañar que al triunfo revolucionario Castro
firmara una nota manuscrita que rezaba: [48] “A la revista Bohemia mi
primer saludo después de la victoria porque fue nuestro más firme baluarte.
Espero que nos ayude en la paz como nos ayudó en nuestros largos años de lucha
porque ahora comienza nuestra tarea más difícil y dura”.
Resultaba lógico que Miguel Angel Quevedo se tomara el
triunfo revolucionario como cosa propia y que lo celebrara con aquellas famosas
tres ediciones extraordinarias [49] de Bohemia conocidas como “Ediciones
de la libertad” con una tirada de un millón de ejemplares cada una. O sea, uno
por cada seis habitantes [50] lo cual resulta una enormidad desde cualquier
punto de vista, incluido el propagandístico. Porque a la propaganda estuvieron
dedicados aquellos tres números y los siguientes: por una parte, a ensalzar el
régimen triunfante y, por la otra, a denostar el anterior, aunque para ello la
publicación hubiera de caer en la exageración y la mentira. [51] Se repetía la
situación de la caída de Machado, pero a un nivel mucho más decisivo debido a
la influencia alcanzada por la revista. Fue Bohemia la que popularizó la
falsedad de los 20 mil asesinatos del régimen batistiano lo que hacía parecer
cualquier desmán cometido por el régimen triunfante como algo explicable y
necesario. [52] Incluso hubo casos en los que la revista abandonó el más mínimo
pudor periodístico como ocurrió al publicar la foto de un niño posando con
restos de indígenas de cinco siglos atrás afirmando que la imagen correspondía
al hijo de un esbirro batistiano jugando con las calaveras de las víctimas de
su padre.
Pronto empezó a pagar Bohemia el precio de su
entrega incondicional al nuevo régimen. Así, como ha señalado el investigador
Abel Sierra Madero recientemente, [53] las respetadas encuestas que hacía la
revista desde años atrás para medir la opinión popular sobre los distintos
gobiernos dejaron de publicarse muy pronto. Y esto obedeció al detalle de que
el nuevo gobierno había pasado del 90% de aprobación durante los primeros meses
a un 65%, cifra que a pesar de representar un grado de aprobación razonable
para cualquier gobierno democrático, no lo era para un régimen que pretendía
contar con el apoyo de la totalidad de la población. Tampoco ayudaba a la
imagen de respaldo total e incondicional que intentaba transmitir el régimen el
detalle de que casi el 40% de los cubanos afirmaran desear elecciones en un
futuro próximo. Mientras tanto, Bohemia justificó [54] cada una de las
medidas revolucionarias apelando a todos los métodos que encontraba a mano
incluido un artículo recordando que los famosos hermanos Graco, tribunos de la
plebe romana, defendían la reforma agraria.
En los primeros meses del triunfo revolucionario Miguel
Angel Quevedo, [55] debió ofrecer su apoyo por simpatía por el nuevo proceso
para pronto comprender que el único modo de conseguir que su Bohemia sobreviviera
en el nuevo estado de cosas era convertirla en un órgano incondicional de la propaganda
del régimen. Atrapado en medio de esa disyuntiva terrible Quevedo pide asilo en
la embajada de Venezuela en La Habana en el verano de 1960 aunque una
publicación oficialista ha afirmado recientemente sin sonrojo que “el 20 de
julio de 1961 Miguel Ángel Quevedo, a quien nadie perseguía ni hostigaba,
abandonó la revista Bohemia y se asiló en la embajada de Venezuela”. [56]
Desde el exilio Quevedo siguió publicando la revista, primero con el apellido
“Libre” y luego sin este. Lo hizo durante nueve años más hasta que en 1969
acosado por las deudas [57] cede la revista al Grupo Armas y el 12 de agosto de
ese año se suicida de un disparo en la sien.
En Cuba la revista se ha seguido publicando hasta hoy. En
la actualidad Bohemia ha acumulado una década más desde la partida de
Quevedo (62 años) que los 52 que van desde su fundación hasta que su dueño
escapara del país (52). Cabe preguntarse cómo es posible que Bohemia
haya sobrevivido donde tantas otras publicaciones republicanas desaparecieron. [58]
La respuesta más evidente es que Bohemia no ha sido desde entonces sino un
cascarón de lo que fue en su época de gloria. Un cascarón que no trata de disimular
su condición de vocero de la propaganda castrista. Pero todavía así resulta
curioso que el régimen insistiera en mantener con vida aquel rezago del pasado que
encima llevaba un nombre tan decadente para los nuevos tiempos que se
anunciaban. [59] Y es que Bohemia se había convertido en una costumbre
tan cubana como la del cafecito por las mañanas y de alguna manera se decidió
que entre tantos cambios debían mantenerse ciertas costumbres, aunque como el
café, la Bohemia posterior a 1960 saliera aguada y supiera a rayos. [59]
A veces las costumbres se bastan a sí mismas para persistir. Que la revista
haya sobrevivido incluso a las estrecheces del período especial -crisis que
arrambló con buena parte de las publicaciones oficiales- y a los reajustes
vividos en los últimos treinta años es otra prueba del poder que tienen la
costumbre y la inercia. [60] Bohemia es hoy parte integral de una rutina en la
que deja de tener sentido preguntarse por el por qué de las cosas.
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