Sunday, July 11, 2021

UN LIBRO PARA “CASTILLÓFILOS”*

Por Carlos Manuel Estefanía

Es usted de las personas que se enamoran de las fortalezas, que las que se fascina ante su grandeza, de la que pasa la mano por sus imponentes muros, como si de ese modo pudiera usted descubrir el relato de héroes y hazañas que entre sus piedras ocultan las paredes. Entonces, no debería pasar por alto: “MONTALEMBERT EN CUBA. LA FORTIFICACIÓN POLIGONAL DEL SIGLO XIX”. Ese es el título de un libro del investigador Antonio Ramos Zúñiga, escrito en el 2019, y publicado en el 2020 por la Asociación Cubana de Amigos de los Castillos. Tiene por ISBN las cifras: 9 7 9 8 7 4 6 0 8 8 9 7 0.

El diseño de cubierta ha sido realizado por Ernesto Valdés. Es la típica obra con la que se deleitaría aquel lector, que, amando la historia, se interesa por lo que sobre ella nos cuenta la arquitectura de una época, en particular esas fortalezas que tanto protegieron a Cuba en su etapa imperial.

Digo “imperial”, porque lo considero un término mucho más apropiado que ese al que nos tuvo acostumbrados, primero la historiografía liberal, luego la marxista: el de “colonial”. Y es que, técnicamente, Cuba no fue una colonia; a lo sumo una capitanía de un virreinato español en América, regido prácticamente por las mismas reglas, que los virreinatos españoles de Europa; con la particularidad de que, en nuestro caso, tocó a los cubanos administrar territorios tan importantes, de lo que hoy son los Estados Unidos, como los que cubren buena parte del Estado de la Florida y el de Luisiana.

Pero volviendo a nuestro libro, en particular su título. Varias cosas debemos preguntarnos antes de leerlo. La primera: quién fue ese tal Montalembert, por qué esa disposición a aceptar las propuestas defensivas del que, a todas luces, era un francés. Y, por último, de qué estamos hablando cuando nos referimos a una “fortificación poligonal”.

Para comenzar diré que Marc-René de Montalembert, como su nombre sugiere, era de nacionalidad francesa. Había nacido el 16 de julio de 1714 en Angulema, y morirá en París, el 29 de marzo de 1800, a la respetable edad de 85 años. Evidentemente el arte de la “matasanería”, no estaba tan desarrollado como en nuestros pandémicos tiempos. Y eso que este Noble, era Marqués, alcanzó el rango de General de división y que participó en la Guerra de sucesión polaca.

Pero quizás lo que más nos interese del personaje sea su condición de ingeniero militar, especializado en fortificaciones y por su puesto su condición de escritor; no tanto como autor de comedias, como de una obra de once volúmenes llamada “La Fortification Perpendiculaire”. Se publicó en París entre 1776 y 1778 y es donde expone su teoría del fuerte poligonal.

Se trata de un tipo de fortificación aparecida a fines del siglo XVIII en Francia y extendida a otras partes de Europa en el siglo XIX, en la que, a diferencia de las fortalezas anteriores, desaparecen los bastiones, pues éstos se habían vuelto muy vulnerables con el desarrollo de las técnicas de sapa y artillería.

Fue precisamente un ingeniero francés; Sébastien Le Prestre de Vauban, quien puso en crisis el sistema de baluartes, al idear el modo de derribarlos. Le Prestre, más conocido como “señor de Vauban”, llegó a ser mariscal de Francia, a pesar de haber nacido en 1633 en un pequeño pueblo de Borgoña y sin grandes contactos sociales. Participó en la empresa militar que le permitió a Luis XIV colocar a su nieto en el trono español, ganándose por esos y otros méritos en afecto del Rey. Tras convertirse en comisario general de Fortificaciones en 1678, Vauban garantizó la protección del reino francés con una red de fortalezas en el noreste del país que mantendrán su utilidad más de un siglo después. Teórico del asedio, Vauban volvió obsoletos los castillos con bastiones colocando contra ellos la artillería en líneas paralelas, cuyos disparos rebotaban hacia el interior del parapeto, dañando así a los hombres y armamentos que allí se protegían.

El caso que la obra del señor de Vauban fue estudiada detalladamente por Montalembert, quien, para evitar a los franceses recibieran, su propia medicina, crea un sistema en contra del atrincheramiento paralelo del enemigo. Está basado en el bombardeo hecho por un gran número de cañones y la sustitución de los baluartes por una suerte de tenazas que generaban una línea defensiva en zigzag. Los cañones se montarían en casamatas de mampostería de varios pisos, como cámaras abovedadas construidas en las murallas de los fuertes.

Ahora bien, para comprender el interés que pudo haber por el pensamiento militar de este hombre en la España de su tiempo, interés que se prolongó hasta casi un siglo después, habría que entender la repercusión a nivel cultural y de saberes que tuvo el ascenso al trono español de la casa Borbón. El hecho ocurrió tras la llamada “Guerra de sucesión española”, iniciada en 1701 como resultado de la muerte, sin descendencia. de Carlos II de España, el último representante de la Casa de Habsburgo.

Fue aquella una verdadera guerra internacional que finalizará formalmente con la firma del Tratado de Utrecht en 1713, y la instauración de la Casa de Borbón en el trono de España. Sin embargo, a nivel peninsular la resistencia de los llamados austrasistas se mantendrá hasta 1715 con la capitulación de Mallorca ante las fuerzas del rey Felipe V, el primer Borbón de España. Su rechazo no fue para menos, desde aquel momento España se convertirá en una especie de nación tutelada por Francia de manera más o menos vergonzante. Aunque a la historia oficial hispanoamericana le cueste reconocerlo.

El país sufrirá una suerte de revolución cultural con la importación de la ideología oficial del despotismo borbónico francés, conocida como “ilustración”, el olvido de todo lo que recordara los logros de la etapa de la Casa de Austria, la auténtica forjadora del imperio.

Esta condición de subordinación de España a Francia se puede advertir sutilmente en los contenidos en lo que se llamó Pactos de Familia (1733-1789); tres acuerdos, firmados en distintas fechas del siglo XVIII, entre los Borbones de España y sus primos en Francia. Dos de ellos se acordaron en la época de Felipe V y el tercero en la de Carlos III. Los pactos tenían un gran componente militar, por ejemplo, el Primer Pacto de Familia, el de mil setecientos treinta y tres, involucra a España en la ya mencionada guerra de Sucesión de Polonia (1733-1738), haciéndola luchar lado de Francia.

El objetivo final era la absorción de España y sus territorios de ultramar por Francia. Eso generará en aquellos últimos una serie de conflictos que al final escalaran hasta degenerar en las guerras de independencias que estallan cuando partes de la burocracia y de la aristocracia peninsular juran fidelidad al rey José I, hermano de Napoleón, el 6 de junio de 1808.

Como ya sabemos de aquellas contiendas independencia solo Cuba y Puerto Rico quedaron como parte del imperio de la América Hispana. El resto de los territorios separados se enzarzaron en sanguinarias guerras intestinas, las cuales facilitaran el crecimiento a su costa de Estados Unidos en el norte del continente y de Brasil en el sur.

Cuba, aún conectada administrativamente con la Madre Patria lo hará en todo lo demás, incluso en sus tendencias arquitectónicas. Es verdad que con la expulsión de Napoleón y los últimos afrancesados la influencia cultural de Francia fue menguando en España en beneficio de otras potencias europeas, particularmente del Imperio Británico, cuyos intereses eran promovidos fundamentalmente a través de logias masónicas que plagaban el ejércitos y la clase política hispanos.

Sin embargo, en lo que respecta a los sistemas de Montalembert, el conocimiento de estos que se tenía en España era muy amplio y se mantuvo intacto, al punto que, combinado con ideas alemanas, influyó en varias generaciones de ingenieros militares españoles, y concretamente en el Plan de Defensa de España de 1855. *

Esto encaja con la tesis sostenida por Ramón Zúñiga en su obra, de que, durante la mayor parte del siglo XIX, Montalembert fuera el referente más importante en los proyectos de defensa de la Habana y en toda la isla.

En la introducción de su libro, Ramos Zúñiga nos recuerda que la condición de “llave del Nuevo Mundo”, dada su centralidad regional y su importancia comercial, luego por el azúcar, y en gran medida por un largo proceso de simbiosis cultural y como los castillos de la Fuerza, el Morro, La Punta, las murallas del siglo XVII, las formidables fortalezas borbónicas La Cabaña, el Príncipe, Atarés y San Diego y decenas de fortificaciones más, testimonian el esmero de la corona por conservar su perla antillana. Así mismo relaciona la perdida de los territorios continentales americanos, con el levantamiento de fortalezas de nuevo tipo, las afamadas poligonales con casamatas, cuyos ingenieros, alguno que otro nacido en Cuba se nos mencionan con rasgos y señales, para gloria de la arquitectura cubana. De igual modo se nos indican las prevenciones militares ante la posibilidad de tener que lidiar con Estados Unidos o y revueltas internas

Por otra parte, también se nos recuerda la llegada a la Habana tanto de tropas expedicionarias procedentes de la Península y como de los restos de los ejércitos repatriados del continente, lo que exigía la necesidad de una mayor infraestructura cuartelaria para la que nunca faltará el presupuesto.

Libro en mano, iremos recorriendo la isla de oriente a occidente parara saber como se fue implementando y modernizando a lo largo de ella y entre 1858 y 1898, los sistemas defensivos y dentro de ellos, particularmente, la fortificación poligonal. El significando que tuvieron en esta evolución tanto los conflictos internos, es decir las diferentes contiendas entre separatistas e integristas como el desafío exterior que significó la declaración de Guerra por parte de Estados Unidos. Todo ello acompañado de magnificas ilustraciones y de una valiosa bibliografía.

Por todo lo anterior me veo en la obligación de recomendar al curioso lector, de Antonio Ramos Zúñiga, “MONTALEMBERT EN CUBA. LA FORTIFICACIÓN POLIGONAL DEL SIGLO XIX, una obra que todo amante de los castillos, de la historia y de nuestra amurallada isla, sabrá disfrutar.

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