Friday, November 12, 2021

Cuatro cartas inéditas de Gastón Baquero (Don Genaro) a Chacón y Calvo y un artículo suyo desconocido*


Por Jorge Domingo Cuadriello

Después de haber publicado los cuadernos de versos Poemas y Saúl sobre su espada, ambos en 1942, dos años más tarde Gastón Baquero se incorporó al periodismo profesional como miembro del equipo de redactores de Información. Sin embargo, su presencia en este periódico no se prolongó mucho tiempo; posiblemente gracias a las gestiones de su padre, José María Baquero Prieto, traductor de cables del Diario de la Marina, con posterioridad pasó a esta publicación. A partir de entonces se entregó por completo a las labores profesionales, en detrimento de la creación poética, actitud que motivó las críticas de no pocos de sus compañeros de generación, y ascendió a los puestos de editorialista y jefe de redacción de dicho periódico, de arraigadas posiciones conservadoras, católicas e hispanófilas. Sus artículos obtuvieron los codiciados premios periodísticos Justo de Lara (1943), José Ignacio Rivero (1947) y Juan Gualberto Gómez (1948) y por los conocimientos culturales que fue adquiriendo tuvo la capacidad de escribir sobre diferentes temas: música, literatura, política, historia… La palabra de Gastón Baquero era leída con atención incluso por los que no compartían sus posiciones políticas. Como prueba podemos mencionar la polémica que sostuvo con el intelectual comunista Juan Marinello en 1944[1].

A partir del golpe de estado perpetrado por el general Fulgencio Batista en marzo de 1952, que rompió el orden constitucional de la República, se involucró aún más en el movimiento político del país. Fue designado miembro del Consejo Consultivo creado por su coterráneo Batista para tratar de darle visos de legalidad a aquel régimen de fuerza, no de derecho, y por medio de sus escritos intentó justificar el proceder del nuevo gobierno. Igualmente se manifestó con mayor frecuencia a favor de la dictadura de Francisco Franco y de la satrapía de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. Su visceral anticomunismo lo llevó a situarse al lado de esos sistemas autoritarios y personalistas. Sin abandonar sus obligaciones en el Diario de la Marina, se desempeñó además como consejero del Instituto Nacional de Reforma Económica y como asesor del Instituto Nacional de Cultura, que presidió Guillermo de Zéndegui.

En 1958 el empuje de las fuerzas revolucionarias, que tanto en las ciudades como en las zonas rurales combatían al régimen batistiano, comenzó a debilitar sus cimientos. El aparato represivo incrementó su accionar y aumentó el número de detenciones, de represaliados y de asesinados. Esta situación no provocó en Gastón Baquero un cambio de actitud hacia el gobierno y le siguió guardando fidelidad. A favor suyo, sin embargo, pueden hablar algunos casos en los que intercedió a favor de revolucionarios detenidos. En su libro de memorias Dinosauria soy, Graziella Pogolotti reconoce que Baquero realizó gestiones para la localización de su amigo Enrique Collado, un psicólogo que conspiraba contra Batista y había convertido su residencia en refugio de perseguidos y en centro de reunión de dirigentes clandestinos del Movimiento 26 de Julio. Gracias a su intercesión pudo conocerse el recinto policíaco a donde había sido conducido Collado y, a partir de ese dato, evitar que lo desaparecieran y conseguir su liberación.[2] Aquella actitud suya merece reconocimiento; pero pone al descubierto los estrechos vínculos que tenía con altas figuras del gobierno e incluso, quizás, con importantes represores.

Por otro lado, no deja de causar asombro que al constituirse el 16 de julio de 1958 la empresa Molinos de Papel San Juan de Cuba S.A., una fábrica que se instalaría en Matanzas con una inversión de más de seis millones de pesos, Gastón Baquero apareciese como su Vicepresidente Segundo[3]. ¿Cómo explicar que este periodista, de extracción social sumamente humilde, pudiera contar entonces con un capital tan elevado como para integrar la directiva de esta millonaria empresa? La única explicación que hallamos es que en ese negocio desempeñaba el papel de testaferro de algún importante industrial o funcionario del gobierno.

El derrumbe de la dictadura de Batista y el triunfo de las fuerzas rebeldes el 1º de enero de 1959 echaron por tierra este negocio y llevaron a la clandestinidad a Gastón Baquero. De acuerdo con la información que brinda Carlos Barbáchano, quien se entrevistó en numerosas ocasiones con el poeta a lo largo de sus últimos años, al ocurrir el derrumbe de la tiranía su residencia campestre en Santa María del Rosario fue “asaltada por un grupo de presuntos intelectuales armados, entre los que se encuentra Guillermo Cabrera Infante”[4] Temeroso de ser detenido por su compromiso con el régimen depuesto, como le ocurrió entonces a otros intelectuales de su entorno, entre ellos Francisco Ichaso, Emeterio Santovenia y Joaquín Martínez Sáenz, en medio de la efervescencia revolucionaria, la búsqueda de torturadores y delatores, la fuga hacia el extranjero de políticos batistianos o su irrupción en sedes diplomáticas para pedir protección, él optó por abandonar su domicilio, situado en la calle 15, Vedado, y acogerse a la hospitalidad brindada por el poeta Eliseo Diego en Villa Berta, amplio caserón situado en la apartada localidad de Arroyo Naranjo. De acuerdo con los recuerdos que este recoge en una bella carta fechada en La Habana el 29 de diciembre de 1992 y dirigida a Baquero, después de años sin que mantuvieran correspondencia, podemos conocer esa actitud solidaria del autor del poemario Por los extraños pueblos. Y también una anécdota impactante: frente a su casa residía entonces Amado Palenque, crítico de arte y profesor universitario de militancia comunista. Un hijo suyo conoció por uno de los hijos de Eliseo, su compañero de juegos, pues ambos eran adolescentes, que en el domicilio de este se escondía Baquero, y le dijo al padre que iba a denunciarlo a la policía. Amado Palenque miró fijamente a su hijo y le aseguró: “Si haces eso te mato”. Terrible amenaza que demuestra su integridad moral como hombre, pero que en boca de un padre resulta repudiable[5].



Como en realidad a Gastón Baquero no se le abrió una causa judicial, pues ni había cometido crimen alguno ni había malversado fondos del tesoro público, días después pudo acogerse a la protección de una embajada latinoamericana que no hemos podido precisar y abandonar el país rumbo a España el 18 de abril de 1959. En el número del Diario de la Marina correspondiente al día siguiente apareció una carta de despedida a sus lectores, en la cual intentó justificar el silencio que había asumido en la etapa final del régimen depuesto. Según sus palabras, le dolían los crímenes que se cometían, pero por una cuestión de principios no podía situarse al lado de la Revolución, pues no creía en ninguna de ellas. Y después de llamar a Batista dictador, calificativo sorprendente en él, aunque muy tardío, y de considerar “horrores a los que Cuba padecía”, afirmaba: “Llegó la revolución en la que no tienen cabida el perdón de los errores, el pensamiento conservador, la doctrina tradicionalista ni el conformismo acomodaticio que, es cierto, ha frustrado tantas esperanzas del cubano.” Ya por último se declaraba “verticalmente conservador, un derechista en tiempos de derrota para las derechas” y defendía “la libertad frente al comunismo esclavizador”[6].

Baquero en España contaba con muy buenas relaciones. Durante años había respaldado al régimen franquista y había estado muy vinculado a intelectuales españoles adictos al gobierno, a miembros de la jerarquía católica y a entidades oficiales como el Instituto de Cultura Hispánica. Las puertas se le fueron abriendo con facilidad y pudo insertarse sin dificultades en el movimiento intelectual de Madrid, colaborar en periódicos importantes, como ABC, y en revistas académicas, como Cuadernos Hispanoamericanos. No volvió más a Cuba, donde quedaron sus padres y otros familiares. Falleció en la capital española en 1997.

- - -

Hace años, mientras revisábamos la correspondencia dirigida al hispanista José María Chacón y Calvo y que forma parte de su papelería, depositada en el Archivo Literario del Instituto de Literatura y Lingüística “José Antonio Portuondo Valdor”, nos llamaron la atención cuatro cartas con esta simple firma: Don Genaro. Así aparecía incluso en la catalogación, pues al clasificarlas el responsable de esa tarea no había logrado precisar la identidad del remitente. Nos entregamos a esta labor y vimos que al pie de una de esas cartas había sido escrito a mano, posiblemente por el mismo Chacón y Calvo, “Carta de Gastón Baquero”. No desconocíamos que este se encontraba en aquellos momentos, 1959, en Madrid y que entre esos dos intelectuales se había forjado una estrecha amistad. Ya en esa pista, seguimos adelante con nuestra investigación y reparamos en la información que hacía Don Genaro acerca de la próxima publicación de un trabajo suyo sobre el narrador Ciro Bayo en una revista española. Buscamos en los números de las principales revistas literarias españolas de los años 1959 y 1960 y encontramos que Baquero había publicado en Papeles de Son Armadans el artículo “Ciro Bayo, el de la vida en fracaso, ¿no sería el triunfador verdadero?”[7]. Era la verificación de la identidad del seudónimo.

Otro dato vino más tarde a confirmar que detrás de Don Genaro se encontraba Gastón Baquero. Al revisar la correspondencia que se conserva en el Fondo Rafael Suárez Solís, también de este instituto, hallamos una carta fechada en Madrid el 23 de mayo de 1959, firmada solo con la inicial G., pero debajo la indicación “Don Genaro Díaz recibe su correspondencia en Conde del Valle de Suchil Nro. 4 Madrid.”[8] Según hemos podido conocer, ese era el domicilio entonces de Baquero, en Madrid (15)[9]

No tenemos una explicación certera acerca de por qué seleccionó ese seudónimo, pero quizás tomó el nombre de Genaro por la conocida frase popular cubana “Como la mula que tumbó a Genaro”. Y a Baquero la Revolución lo había tumbado de los puestos bien remunerados que disfrutó durante el batistato y lo había hecho partir al exilio. Díaz, que utilizó en la carta a Suárez Solís, tal vez se deba a su segundo apellido: Gastón Baquero Díaz.

A continuación ofrecemos las cuatro cartas que le envió a Chacón y Calvo, pertenecientes al año 1959 las dos primeras y a 1960 las restantes, y que hemos ordenado cronológicamente de acuerdo con la información que nos brindan, pues en algunos casos no fueron fechadas. Hemos sido fieles al original, tanto mecanografiado como manuscrito. Resultan desiguales en cuanto a su contenido, pues algunas vienen a ser más sustanciosas que otras, pero de todos modos aportan datos de interés sobre este relevante poeta y ensayista, cuya presencia en tierra cubana se frustró debido a su elección política. Le agradecemos a la doctora Nuria Gregori Torada, directora del centro, la autorización para divulgarlas. También reproducimos el editorial “La hispanidad y la supervivencia de Occidente”, que salió publicado en Cuadernos Hispanoamericanos y gracias a la información brindada por una de estas cartas podemos considerar de su autoría.




madrid, espléndido otoño de 1959

don josé maría chacón y calvo.

la habana

mi muy querido amigo: mil gracias por su carta, por todo lo que ella trae, y por todo lo que evoca. ¿querrá usted creer que cuando leí la referencia que usted hace de la hija de gonzález lanuza[10] fue el mismo día en que había encontrado en la cuesta de los libreros, ella por atocha, un ejemplar perfectamente conservado de sus Ensayos sentimentales[11]? Y ahí está la lección de un renaciente. –ese libro suyo es de belleza imborrable; he vuelto a leerlo con una alegría y con un deleite espiritual en el que, se lo aseguro, no cuentan para nada ni mi cariño hacia usted ni la ausencia de la patria, que ambas cosas son salsa demasiado favorecedora del gusto. A mí ese público popular que usted pinta comiendo su pan de pueblo en el teatro, me fascina. Tanto, que hace poco hice un poema “al pan de pueblo de Segovia”[12], donde se le tiene maravilloso. Debo decirle que varios amigos –garcía nieto[13], montesinos[14], rafael[15], panero[16], rosales[17], etc- me obligan a dar una lectura de poemas y leeré solo los escritos aquí en España; he aceptado para principios de enero, pues ya en noviembre y diciembre tengo compromisos que me mantienen demasiado ocupado; dentro de poco, Dios mediante, se publicará mi trabajo sobre don ciro bayo[18], el cual tiene un complemento que saldrá en cuadernos hispano-americanos (sic)[19]; en esta revista, el editorial del número que ha salido, sobre occidente y la hispanidad, es mío[20]. Leo y camino, las dos cosas más perfectas que puede hacer un viajero. –no deje de darle alguna vuelta, sea telefónica, a mamaíta, que tanto agradece las noticias suyas; enseguida me contó que usted le había hablado hace poco. –ayer escribí a José Ignacio[21], en respuesta a una cariñosa carta suya, y le hablaba, en términos generales, de colaboraciones, y naturalmente lo hice para tratar de usted. – posiblemente vaya a verle a usted el arquitecto alberto hernández dupuy[22], gran amigo mío, que piensa venir por España; como se trata de facilitarle el motivo de viajar (recursos para hacerlo tiene), mire la manera de ayudarle, que yo aquí, con los amigos del instituto[23] puedo también hacer mucho; se trata de una persona de mi mayor aprecio y de mis más leales amigos, por lo que mucho me agradaría poder ayudarle, sea por la intervención excepcional de usted. –lo del texto nuevo de historia no se queda ahí, es mucho más grave. Quiera Dios que no haya tiempo de que estas cosas sedimenten en la nueva generación de primeras letras, tanta locura a un tiempo, por suerte, no puede prender, confiemos en que el tiempo no contribuya a barrer lo mejor del pasado. –no sé si usted sabe cuánto quiero a josé manuel carbonell[24]: le ruego que en cuanto pueda le diga telefónicamente que como siempre pienso en él y deseo y espero se ponga bien, para que otra vez lo veamos con su bella presencia y con su estilo de gran cubano verdadero, de cuando los prohombres cubanos tenían a gala ser buenos patriotas y caballeros genuinos. Bueno, amigo mío, que la tempestad os sea leve. Saludos muy especiales para miguel ángel carbonell[25] y para su esposa. Usted cuídese, sobrepóngase a los males del cuerpo, y quiera como siempre a su amigo

Don Genaro[26]



2


DR JOSE MARIA CHACÓN Y CALVO

LA HABANA

Mi muy querido amigo: ¡no crea que le he olvidado! Mi madre, que tanto cariño le ha tenido siempre, me lo menciona y me recuerda escribirle. Pero las cartas son mi bete noire[27]. Usted sabe además cómo se pega Madrid. Ahora con la llegada del otoño, los madriles están bellísimos y yo los disfruto a plenitud. Salvo en lo de asistir a tertulias de café, a las cuales me han invitado pero no me van, hago una vida muy movida y provechosa, pues leo, observo, viajo, converso, con intensidad que me va dejando conocer mejor cada día a nuestra España. Veo con mayor claridad cada vez lo profundamente español que es el mundo americano nuestro, y muchas cosas cubanas, buenas y malas, me las he venido a explicar cumplidamente en algún rinconcillo de Castilla. –Fuera del menos que echamos siempre a la familia y a los buenos amigos (¡tan pocos y tan pocos!), no siento la menor pena por estar lejos. Al revés, considero que Dios me ha hecho un estupendo regalo quitándome de la obligación de escribir esos horrendos editoriales y esos vulgares artículos de periódico, y a la fuerza, para un público totalmente estupidizado por la politiquería y el analfabetismo. -¿Sabe usted que de todo lo que ha ocurrido lo que más me preocupa es ver cómo se evidencia la falta de hombres cultos, de nuevas promociones bien formadas? Ahora estamos tocando de cerca la tragedia cultural de Cuba. ¡Qué vacío de hombres y de caracteres! Mucha gente con buena intención, pero con una ignorancia y con un apego tal a lo superficial y al lugar común, que es para espantarse. Probablemente sería de desear que el impulso de Atila que lleva toda revolución, haga tabula rasa de todo, de una vez, para ver si así podemos algún día reiniciar una Universidad que sirva para algo, y un nuevo clero, con preparación, con carácter. La sólida incultura de la mayoría de nuestros sacerdotes, comparable solo con el analfabetismo irreductible de la mayoría de los profesores universitarios, no conducirán sino a un desastre cada vez mayor en el reino de la cultura. Observe usted que en Cuba, en los últimos cincuenta años, todo ha ido cayendo, escalón abajo, más bajo cada vez. El profesor que hace unos cuarenta años nos parecía parlanchín y poco enterado, es hoy, por comparación, un genio. Yo sueño con que algún día llegue a Cuba un gobierno, o un mecenas, que haga lo único que por ahora es dable: enviar cientos y cientos de becados, bien escogidos, a las universidades alemanas, españolas, inglesas, a estudiar mucho para formar la élite del porvenir. Que siga la burocracia que es hoy la enseñanza funcionando. Pero que el país pueda contar en el mañana con gente preparada, con una minoría capaz de dirigir y de pensar. –Eso, y la recuperación de la Escuela Pública. -¿Pero a dónde he ido a parar? Solo quería, mi buen amigo, enviarle un cariñoso abrazo, y reiterarle mi admiración por sus esfuerzos en favor de la cultura cubana. Muchos no comprenden lo que usted ha hecho y lo que hace, pero eso es típico y natural de etapas históricas como las que va viviendo Cuba desde el año 2 a la fecha. –Quiero rogarle dé un abrazo en mi nombre a Miguel Ángel, José Manuel y Néstor Carbonell[28], salúdeme al gran Max[29] y a Fonseca[30], soldado casi solo en una guerra por el buen idioma, que la gente no sabe es el buen pensar y el alma buena. –Dos noticias de carácter religioso me han estremecido. Una, la de que el R. P. Biaín[31] ha pedido en Oriente, la canonización del Dr. Castro[32], y otra la de que ha aparecido por dos veces la Virgen de Fátima a una niña de Baldor[33]. –Creo que de todas maneras hay que rezar mucho. –Dele alguna vuelta a mi madre. ¿Qué hizo José Olivio[34] con el libro que le pedí llevase para el Dr. Pi[35]? En estos días tomaré parte en un homenaje a José Vasconcelos[36], aquel campeón de una causa perdida. Dígame de su salud y de su ánimo. En esta hora de torrente hacia la izquierda, con Mañach[37] loco porque la juventud le perdone la edad y la inteligencia (así son las burradas que está haciendo “para no quedar mal”). Y los elegantes como usted en la cultura tienen poco que hacer. Alégrese. –Mucho lo abraza y recuerda, y agradece, (usted siempre fue más amigo mío que del Jefe de Redacción). Su

Don Genaro

analfabeto[38]



3

Don José María Chacón y Calvo

La Habana

Muy querido amigo:

Ayer hube de recordarlo espacialmente. Se aproxima la fecha de su santo[39]. Yo estaba en Simancas, de paso a Tordesillas, porque pasaba unos días en Valladolid donde hube de hablar sobre José Vasconcelos y sobre poesía de América. Aquellos paisajes que usted quiere tanto me lo trajeron a la memoria de modo especial. Llovía suave pero tenazmente. El Duero venía dorado del barro. La Gran Vega, Los Pastores, la gente castellana, el trajinar, todo componía uno de esos escenarios que nunca podemos olvidar.

Sabe que lo tengo muy presente y que siento pena cuando pienso en que alguien pueda, por incultura, no comprender que una cultura no se improvisa ni es obra de una generación, sino fruto de una sucesión de voluntades y de edades. Si viviésemos una hora feliz para la cultura nacional, ¿qué importaría todo lo demás?

Para el día de su santo, una mis votos a los que sus buenos amigos –que usted ha hecho el milagro de que sean muchos- le harán llegar. Me siento bien y muy contento. Salvo, como usted adivinará, el pesar de producirle pesar a los míos. ¿Ha llegado ahí el número de Blanco y Negro correspondiente al día 5 de marzo? Verá un poema mío a Toledo[40]. Como regalo de santo, para usted, me permito dedicarle el poema titulado “Discurso a la rosa en Villalba”[41], que le prometo enviarle pronto. Irá sin firma, pues ya sabe que los tiempos están para no perjudicar a nadie mostrándole amigo de un perseguido. Pero sé que de todos modos usted adivinaría que ese poema lo ha escrito y se lo envía con el alma, su agradecido amigo



Don Genaro

¿Leyó Papeles de Son Armadans[42] del mes de diciembre? ¿Sabe que su amigo está ofreciendo un ciclo sobre poesía hispanoamericana todos los lunes por la Radio Nacional a las diez y cuarenta de la noche hora de Madrid? Podrán quitarme todo pero nunca el amor a esta obligación de creer en el espíritu. Cuídese. Salúdeme a Miguel Ángel y a José Manuel y a Néstor. Así como al Dr. Juan J[43]. ¡Cuánto pienso en los que merecen ser bien tratados y queridos![44]



4

Madrid 14

Mi muy querido Don José:

Un fuerte abrazo en el día de San José. Sabe cuánto le quiere y agradezco, desde siempre, pero redobladamente en esta ocasión de prueba por su verdadera amistad.

Dios lo bendiga –tenga salud y mucho ánimo

Su amigo

Don Genaro[45]






LA HISPANIDAD Y LA SUPERVIVENCIA DE OCCIDENTE

/Gastón Baquero/

Los cuatrocientos sesenta y siete años que cumple el Descubrimiento de América, aquel suceso transformador de la historia en grado inigualable, hallan al mundo occidental en uno de los instantes más difíciles de su existencia.

Ya es evidente, hasta para el ojo menos atento, el carácter de encrucijada y de dramática batalla por su supervivencia que plantea al Occidente la agresividad de un mundo asiático dominado, infortunadamente, por doctrinas filosóficas y por concepciones políticas que son esencialmente antagónicas con la esencia y con el ser de la cultura occidental. Por un largo proceso, cuyo origen —al menos para el hombre contemporáneo— no resulta arbitrario situar en la tradicional resistencia del Asia a la cristianización, se ha llegado a una zona de enfrentamiento, de polémica, de posible conflicto que arriesgaría hasta la supervivencia del género humano mismo. No se trata ya de simple colisión entre dos ideologías ni entre dos sistemas económicos. Algo mucho más profundo preñado de historia y de vitales posturas en pugna, agita la conciencia universal y coloca en el primer plano de toda meditación por el destino inmediato de los pueblos y de los seres el lúcido reconocimiento del real y verdadero antagonismo.

Las capacidades y poderes de Occidente en el reino del espíritu, están puestos a prueba con mayor intensidad y turgencia que sus capacidades y poderes en el reino de las armas. Es en aquel ámbito superior donde el sentido del Descubrimiento, la presencia del Nuevo Mundo tal como fue orientado por España hace casi cinco siglos, alcanza su expresión más clara, su más diáfano entroncamiento con el presente de la humanidad. A la luz de este proceso supremo de la historia comprendemos, mejor que ante cualquiera explicación retórica, lo que es la Hispanidad, cuál es su valor actual, dinámico, viviente, y por qué los pueblos traídos a la civilización por obra de la España descubridora y colonizadora no pueden conquistar su máximo desarrollo ni desplegar sus latentes grandezas —cosas, ambas, tan necesitadas por Occidente—, si no es en la intensificación y en el cultivo de las simientes espirituales que España transfundiera en ellos.

Para muchas personas, dadas a la superficialidad y a la suspicacia, hablar de Hispanidad era hablar de un tópico más o menos sentimental y más o menos político. No creían en el fondo, aunque a veces mencionaban el asunto y hasta en ocasiones parecían simpatizar con él, que nada menos que los más palpitantes y los más graves problemas de la humanidad estaban ligados íntimamente a esta idea de la Hispanidad, que no tiene la culpa de haber sido manoseada en ocasiones hasta convertirla en una palabra hueca, de ceremonia vacía, de mención obligada en el almanaque. También de Cristo hacen muchos un hábito, una rutina externa y, sin embargo, no existe nada que pueda ser comparado en vitalidad, en utilidad si se quiere, en actualidad inmediata, con la presencia y con el intacto vigor de Cristo para la existencia contemporánea. Pensar que la expresión "simientes espirituales transfundidas por España en el Nuevo Mundo” es un latiguillo académico y nada más es negar todo sentido espiritual y de conciencia histórica a la propia realidad del Nuevo Mundo.

Esas simientes, vivas y robustas, tienen un nombre común y simplificador: se llaman occidentalización, que es el sinónimo más correcto, en el campo histórico, de la augusta palabra cristianización. España, en América y en todas partes, al cristianizar, occidentalizaba. Porque España trabajó para Occidente y no para ella; porque entregó a la empresa cristiana un mundo que representaba en la balanza de las fuerzas materiales —y potencialmente espirituales— el contrapeso eficaz que Europa soñaba para equilibrar el ávido y gigantesco cuerpo de Asia, y porque ese concepto de la misión que le tocaba cumplir sobre la tierra, del deber de actuar así y no de otra manera, es lo que entendemos por Hispanidad. El papel de esa España y de esa Hispanidad, dentro de la actual batalla por la supervivencia de Occidente, es de enorme significación y de inocultable influencia.

No en vano Occidente identificó su sustancia, su razón de ser, con el mensaje y con el sentido de la presencia de Cristo. Griegos y romanos fundieron al fin sus culturas y unificaron la trayectoria de su destino en una concepción del mundo y en una orientación para la existencia humana. Desde el instante en que España se hizo cristiana combatió por el cristianismo. No entendió la vida sino en función de cristianización, y fue el anhelo de propagar la fe, de salvar zonas del mundo asiático que permanecían paganizadas, el acicate supremo de Isabel la Católica, madre del Nuevo Mundo. Al aparecer América en la ruta colombina, para la reina había aparecido, sencillamente, un territorio al que era preciso cristianizar. Y por este espíritu de universalidad, que trascendía todo localismo español, que buscaba engrandecer los reinos del Dios de los cristianos, o sea de Occidente, el Descubrimiento vino a significar nada menos que una respuesta afirmativa al viejo ensueño de griegos y romanos: que las fronteras de Occidente llegaran hasta el sitio más próximo posible del misterio asiático.

Otras naciones occidentales colonizaron tierras lejanas, pero no supieron o no quisieron incorporarlas por el espíritu a Occidente. No las occidentalizaron porque no las cristianizaron. España, sí. Acabó por eliminarse a sí misma, políticamente hablando, a cambio de contribuir —con su vinculación por la sangre, con sus universidades, con la prédica de su religión, con sus imprentas, ¡hasta con sus guerras de independencia!—, a la formación de una personalidad propia para los nuevos pueblos, asentada en los principios espirituales y en la ética de Occidente. Este hecho es la Hispanidad en acción. Y lejos de haber terminado, está en camino, desarrollándose todavía, ascendiendo lentamente hasta sus postreras y más brillantes consecuencias. Hoy se necesita, como nunca se había necesitado anteriormente, que los valores tradicionales de la occidentalidad, inculcados por España en el Nuevo Mundo, resplandezcan como tales valores y ni se enmascaren ni se debiliten. La íntima y entrañable correspondencia de sentimientos y de ideas entre España y el Nuevo Mundo, y subrayadamente entre España y la América Hispana, por ser el puente de occidentalización del Nuevo Mundo, es hoy uno de los más eficaces atributos de la única victoria posible. Si América no sintiese en lo más hondo su condición de Occidente, América estaría perdida para la historia, y el despliegue de su personalidad hacia su plenitud histórica no sólo quedaría trunco, sino que, posiblemente, caería en manos de las fuerzas anticristianas, antioccidentales y, por ende, antiamericanas que hoy asedian al mundo.

El fuego de España, el apasionamiento de su fe, el ardor de sus convicciones fundió indisolublemente las tierras descubiertas en 1492 con los territorios del Viejo Continente, haciéndolos uno en el destino y uno en el porvenir. En las viejas heredades de Platón y de Santo Tomás, de Virgilio y de Isabel la Católica, había florecido ya la más rica cultura que la humanidad conociera, pero sólo después de la ofrenda española a Occidente, sólo después de haber rodeado de un escenario de seguridad para la actividad incansable del hombre europeo a ese “cabo de Asia" que era Europa antes de 1492, surgió el sentimiento de magnitud histórica, de potencialidad geográfica que permitió a Occidente alzar su vuelo con toda la majestad de quien lleva entre sus brazos el signo de la esperanza.

Para la Hispanidad, Occidente es: Europa, más el Nuevo Mundo, más todo territorio o persona donde haya llegado, en verbo y acción de los españoles, la concepción cristiana de la vida. Compartir con un ser humano, en cualquier rincón de la tierra, el tesoro de la fe, de los ideales, de los valores éticos, de la creación artística y de la postura ante la historia, que da a España su fisonomía de centinela de la civilización cristiana, de defensora tenaz de la integridad de Occidente, es hacer Hispanidad, es vivir intensamente una misión que hoy tiene para el mundo los caracteres de la salvación sin alternativas. Y si la Hispanidad es esto en cualquier sitio, ¿qué no será para la América Hispana, escenario supremo del proceso español de occidentalización, de cristianización de todo un mundo? Las armas, las simientes transfundidas allí son llamadas hoy, a plenitud, con vigor y entusiasmo, para entregar el máximo de espíritu y de acción cotidiana en la empresa de reavivamiento y actualización de los principios y valores de Occidente.[46]

[1] Véase Polémica literaria entre Gastón Baquero y Juan Marinello. Compilación de Amaury Gutiérrez Coto. Sevilla, Editorial Renacimiento, 2005.

[2] Véase Dinosauria soy de Graziella Pogolotti. La Habana, Ediciones Unión, 2011, p. 82.

[3] Véase Las empresas de Cuba 1958 de Guillermo Jiménez. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2004, p. 454.

[4] Barbáchano, Carlos Gastón Baquero: el hombre que ansiaba las estrellas. Madrid, Ed. Bethania, 2015, p. 29. Cita tomada del artículo de Guillermo Rodríguez Rivera “La vida cultural en 1965”. En La Gaceta de Cuba Nro. 4. La Habana, julio-agosto de 2017, p. 32.

[5] Véase carta de Eliseo Diego a Gastón Baquero fechada en La Habana el 29 de diciembre de 1992 en: University of Miami Libraries. Cuban Heritage Collection. Fondo Gastón Baquero. Colección 5033 Serie Nro. III. Box Nro. 11 Folder Nro. 70. En conversación telefónica que el autor de estas líneas sostuvo el 11 de agosto de 2017 con Josefina (Fefé) de Diego, hija del poeta, esta nos confirmó que Baquero se ocultó en Villa Berta en las primeras semanas de 1959.

[6] Baquero, Gastón “Palabras de despedida y de recomienzo”. En Diario de la Marina Año CXXVII Nro. 92. La Habana, 19 de abril de 1959, pp. 1 y 2-A. En un recuadro colocado encima de este artículo apareció la información “Embarcó a Europa el Ing. G. Baquero”. En su contenido se precisaba que había partido el día anterior rumbo a Madrid en un vuelo de Iberia.

[7] Baquero, Gastón “Ciro Bayo, el de la vida en fracaso, ¿no sería el triunfador verdadero?” En Papeles de Son Armadans Año IV Nro. XLV. Palma de Mallorca, 1959, pp. 282-293.

[8] Archivo Literario del Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo Valdor. Fondo Rafael Suárez Solís. Carpeta 6 Nro. 535. Carta manuscrita y firmada solo con la inicial del nombre de su autor, posiblemente como medida de precaución.

[9] Véase la dirección al final de “Poemas escritos en España” de Gastón Baquero. En Cuadernos Hispanoamericanos Nro. 127. Madrid, julio de 1960, p. 37.

[10] Antonio González Lanuza (1865 – La Habana, 1917). Doctor en Derecho y orador. Representante a la Cámara. Fue presidente del Ateneo de La Habana.

[11] Chacón y Calvo, José María Ensayos sentimentales [s.l.] 1922, 276 pp.

[12] El poema se titula “La luz del pan en Segovia” y fue incluido en el libro Poemas invisibles (Madrid, 1991).

[13] José García Nieto (Oviedo, 1914-Madrid, 2001). Poeta y periodista. Entre sus obras se encuentran Tú y yo sobre la tierra (1944), Del campo y soledad (1946) y Carta a la madre (1988). Dirigió las revistas Garcilaso, Poesía Española y Poesía Hispánica. Perteneció a la Real Academia Española y recibió en 1996 el Premio Cervantes.

[14] Es muy probable que se refiera a Rafael Montesinos Martínez (Sevilla, 1920-Madrid, 2005). Poeta. Famosa fue la Tertulia Literaria Hispanoamericana, que fundó en Madrid en 1952 y dirigió hasta poco antes de morir. Autor de Bécquer, biografía e imagen, Premio Nacional de Ensayo en 1977, así como de los poemarios Balada del amor primero (1944) y Cuaderno de las últimas nostalgias (1994).

[15] Posiblemente se refiera a Rafael Sánchez Mazas (Madrid, 1894-Ídem., 1966). Novelista, periodista, poeta, ensayista y fundador de la Falange Española. Sobresalió desde joven como periodista. Y su estancia en Italia lo llevó a abrazar el ideario fascista, del que fue uno de sus adalides en España. Ocupó altos cargos durante el régimen de Franco. Fue electo miembro de la Real Academia de la Lengua. Autor de las novelas Pequeñas memorias de Tarín (1915) y de Rosa Kruger (1984).

[16] Leopoldo Panero (Astorga, León, España, 1909-Castrillo de las Piedras, León, 1962). Poeta. Autor de los libros Poema de la niebla (1930), Versos del Guadarrama (1945) y Canto personal (1953), entre otras obras. Fue director del Instituto Español en Londres (1945-1947) y recibió el Premio Nacional de Literatura. En diciembre de 1949, junto con Luis Rosales y otros autores españoles, llegó a La Habana en una especie de embajada cultural franquista. Ofrecieron algunos recitales de poesía, fueron agasajados por Dulce María Loynaz, Gastón Baquero y otros intelectuales, pero también tuvieron que soportar el repudio de los simpatizantes de la República Española.

[17] Luis Rosales (Granada, Andalucía, 1910-Madrid, 1992). Poeta y ensayista. Entre sus obras de encuentran La casa encendida (1949), Rimas (1951) y El contenido del corazón (1969). Recibió el Premio Cervantes en 1982. Perteneció a la Real Academia Española y fue secretario de redacción y director de Cuadernos Hispanoamericanos. Durante la Guerra Civil se mantuvo junto a los sublevados contra la República y a continuación desempeñó algunos cargos de importancia durante el régimen de Franco.

[18] Ciro Bayo (Madrid, ¿1859? – Ídem., 1939). Escritor, viajero y autor costumbrista. De joven se alistó en las tropas carlistas, fue hecho prisionero y enviado a Cuba. Recorrió numerosos países y dejó una obra dispersa que incluye los títulos Orfeo en el infierno; novela (1913), Por la América desconocida (1927) y La reina del Chaco (1935).

[19] Véase la Nota V. Ese complemento en Cuadernos Hispanoamericanos no hemos logrado hallarlo y suponemos que finalmente no se publicó en esta revista.

[20] “La hispanidad y la supervivencia de Occidente”. En Cuadernos Hispanoamericanos Nro. 118. Madrid, octubre de 1959, pp. 245-248. Apareció sin firma y nosotros lo reproducimos en este trabajo como de Gastón Baquero.

[21] Se refiere a José Ignacio Rivero Hernández (La Habana, 1920-Miami, 2011). Periodista. Cursó estudios en los Estados Unidos y tras la muerte de su padre, José Ignacio Rivero Alonso, en 1944, asumió la dirección del Diario de la Marina. Después del cierre de esta publicación en mayo de 1960 marchó a los Estados Unidos, donde en vano intentó lanzarla de nuevo.

[22] No hemos logrado acopiar más información sobre este individuo.

[23] Instituto de Cultura Hispánica: Entidad creada en diciembre de 1945 por el Ministerio de Asuntos Exteriores de España con el fin de estrechar las relaciones con los países hispanoamericanos, en momentos en que el régimen de Franco se encontraba aislado y repudiado. Su primer presidente fue Joaquín Ruiz Jiménez. Organizó actos culturales, publicó numerosas obras y otorgó becas a estudiantes hispanoamericanos.

[24] José Manuel Carbonell y Rivero (Alquízar, Habana, ¿1880? – La Habana, 1968). Historiador, poeta, ensayista y orador. Cuando era muy joven se incorporó a la gesta independentista. Ya en la República se graduó de Doctor en Derecho. Fue fundador y presidente de la Academia Nacional de Artes y Letras.. Desempeñó cargos diplomáticos, tomó parte en la política nacional e integró el Consejo Consultivo durante la dictadura de Batista. Autor de Juan Clemente Zenea: poeta y mártir (1929), Manuel Sanguily: adalid, tribuno y pensador (1948) y de Los orígenes del Ateneo de La Habana (1953), entre otras obras.

[25] Miguel Ángel Carbonell y Rivero (Tampa, Florida, Estados Unidos, 1894 – La Habana, 1967). Historiador, ensayista, conferencista y diplomático. Graduado de Derecho en la Universidad de La Habana. Junto con Manuel Sanguily fundó en 1917 el Partido Nacionalista. Fue diplomático en varios países y miembro de varias academias cubanas. Entre sus numerosas obras, muchas de ellas de cariz patriótico, se hallan Evocando al maestro (1919), El peligro del águila (1922), Antonio Maceo (1924) y El Varona que yo conocí (1950).

[26] CM Chacón Nro. 2109. Carta mecanografiada y firmada con lápiz. En el encabezamiento aparece otro número de clasificación: 8824.

[27] Frase en francés que significa bestia negra.

[28] Néstor Carbonell y Rivero (Alquízar, Habana, 1883- La Habana, 1966). Historiador, orador y diplomático. En la Universidad de La Habana se graduó de Doctor en Derecho. Fue Embajador de Cuba en Argentina y en Perú. Perteneció a las academias de la Historia de Cuba, Nacional de Artes y Letras y a la Cubana de la Lengua. Autor de Martí: su vida y su obra (1911), Próceres. Ensayo biográfico (1919), El General Ramón Leocadio Bonachea (1947) y El Marqués. Notas al margen de una gran vida (1958).

[29] Max Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1885 – Ídem., 1969). Ensayista, historiador, poeta y profesor. En la Universidad de La Habana alcanzó el título de Doctor en Filosofía y Letras y residió muchos años en Cuba. Impartió clases en la Escuela Normal para Maestros de Santiago de Cuba y perteneció a la Academia Nacional de Artes y Letras. Realizó diversos estudios sobre el proceso literario cubano, entre ellos Tablas cronológicas de la literatura cubana (Santiago de Cuba, 1929) y Panorama histórico de la literatura cubana (1967).

[30] Juan Fonseca Martínez. Filólogo y profesor universitario. En la Universidad de La Habana se graduó de Doctor en Filosofía y Letras. Fue jefe de la Cátedra de Español del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. En 1946 estuvo entre los profesores que fundaron la Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva. Perteneció a la Academia Cubana de la Lengua, cuya secretaría desempeñó. Publicó, entre otros títulos, La ciencia del lenguaje entre los griegos desde los orígenes hasta Platón inclusive (1917), De la pobreza y monotonía del lenguaje (1957) y De la palabra y de las palabras (1961). De acuerdo con algunas versiones, en la década de 1960 emigró a España.

[31] Ignacio Biaín Moyúa (Oñate, Guipúzcoa, España, 1909- La Habana, 1963). Ensayista, periodista y sacerdote franciscano. Tras concluir los estudios eclesiásticos en 1933 se estableció en La Habana. Fue director de las revistas católicas San Antonio y La Quincena. Impartió conferencias en varias instituciones, apoyó la lucha insurreccional contra la dictadura de Batista y tras el triunfo revolucionario de 1959 respaldó las medidas del nuevo gobierno destinadas a favorecer a los desposeídos, en particular la Reforma Agraria, de la cual se había declarado partidario desde años antes. Autor de Cristianismo y comunismo (1936) y de Intermedio franciscano (1937). No tenemos noticias de que haya solicitado esa estrafalaria canonización y más creemos que fue un bulo.

[32] Se refiere al comandante Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana.

[33] Aurelio Ángel Baldor de la Vega (La Habana, 1906 – Miami, 1978). Pedagogo y matemático. Fundó en el Vedado, La Habana, un prestigioso colegio, que dirigió, y confeccionó varios libros para la enseñanza de la aritmética y el álgebra que aún cuentan con una alta estimación. Tras la intervención de su escuela por las nuevas autoridades en 1960 marchó a los Estados Unidos. Baquero se refiere a la supuesta aparición de la Virgen a una alumna de ese colegio.

[34] José Olivio Jiménez (Santa Clara, 1926-Madrid, 2003). Ensayista, crítico y profesor universitario. Doctor en Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca. Fue a continuación profesor de Literatura Española en la Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva. En 1960 marchó a los Estados Unidos, donde impartió clases en distintos centros docentes. Entre sus ensayos se encuentran Estudios sobre poesía cubana contemporánea (1967), La presencia de Antonio Machado en la poesía española de posguerra (1983) y La raíz y el ala: aproximaciones críticas a la obra literaria de José Martí (1993). Baquero le dedicó el poema “El río”, que incluyó en su Poesía completa 1935-1994 (1995).

[35] Agustín Pi (Cienfuegos, 1919-La Habana, 2001). Profesor e intelectual que, sin embargo, no dejó obra. Perteneció al Grupo Orígenes, estuvo muy vinculado a muchos escritores cubanos e integró la redacción del periódico Granma durante largo tiempo. También impartió clases en distintos centro docentes.

[36] José Vasconcelos (Oaxaca, México, 1882 – Ciudad de México, 1959). Educador, pensador, político y escritor. Logró llevar adelante sus planes educativos como Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y seguidamente como Secretario de Educación Pública. Gracias a su gestión se crearon numerosos centros docentes y bibliotecas. Aspiró a la Presidencia de la República, pero fracasó en el empeño. Entre sus obras se hallan el ensayo La raza cósmica (1925) y las memorias Ulises criollo (1935). Su legado intelectual ha sido muy debatido, pero todos coinciden en alabar su desempeño a favor de la educación en México.

[37] Jorge Mañach (Sagua la Grande, Las Villas, 1898-San Juan de Puerto Rico, 1961). Ensayista, periodista, profesor universitario, promotor cultural y hombre público. En la Universidad de Harvard se graduó con notas brillantes de Bachiller en Ciencias y más tarde en la Universidad de La Habana obtuvo el título de Doctor en Derecho. Tomó parte muy activa en la vida cultural y política cubanas. Llegó a ser Senador y una de las principales figuras del Partido ABC. En la universidad habanera fue profesor de Historia de la Filosofía. Se enfrentó a las dictaduras de Machado y de Batista. Colaboró en el Diario de la Marina, en Bohemia y en otras muchas publicaciones. Entre sus obras se encuentran Martí, el apóstol (1933), Historia y estilo (1944), Para una filosofía de la vida (1951) y El sentido trágico de la Numancia (1959). Apoyó el proceso revolucionario iniciado en 1959, pero ante la orientación comunista de las nuevas autoridades marchó al extranjero. Las expresiones despectivas que le dirige Baquero tienen su origen en el antagonismo político que ambos intelectuales mantenían desde la etapa de la dictadura de Batista.

[38] CM Chacón Nro. 2109. Carta mecanografiada y firmada con lápiz. Al final aparece escrita con bolígrafo, seguramente por Chacón y Calvo, esta nota: Carta de Gastón Baquero (Recibida el 6 de noviembre de 1959) En el encabezamiento aparece otro número de clasificación: 8825.

[39] La festividad de San José es el 19 de marzo. Ese día de 1959 Baquero aún se encontraba en La Habana. Por lo tanto la carta debe corresponder al año siguiente, 1960.

[40] De seguro se refiere al poema “Amapolas en el camino de Toledo”, que incluyó en el libro Memorial de un testigo (Madrid, 1966).

[41] En el libro Memorial de un testigo (Madrid, 1966) aparece el poema titulado “Discurso de (sic) la rosa en Villalba”. No tiene dedicatoria alguna.

[42] Papeles de Son Armadans: importante revista literaria que fundó y dirigió el narrador Camilo José Cela y se publicó en Palma de Mallorca desde 1956 hasta 1979.

[43] Quizás se refiera a Juan José Remos (Santiago de Cuba, 1896- Miami, 1969), aunque este ensayista, diplomático y embajador al servicio del régimen de Batista, seguramente en esos momentos ya se encontraba fuera de Cuba.

[44] CM Chacón Nro. 2109. Carta mecanografiada y no firmada. En el encabezamiento aparece otro número de clasificación: 8822.

[45] CM Chacón Nro. 2109. Carta manuscrita. En el encabezamiento aparece otro número de clasificación: 8823.

[46] “La hispanidad y la supervivencia de Occidente”. En Cuadernos Hispanoamericanos Nro. 118. Madrid, octubre de 1959, pp. 245-248.

*Publicado originalmente en la Revista de Literatura Cubana. Reproducido aquí por cortesía del autor.

1 comment:

  1. Gracias a Jorge Domingo por ofrecernos estas cartas de uno de los escaso poetas cubanos que merecen leerse, releerse siempre. Gastón Baquero, por cierto, destrozó a Juan Marinello en aquella polémica, tanto por la chispeante calidad de su prosa como por lo contundente de la argumentación, aunque ambos con un enorme respeto al otro, con la hoy casi perdida urbanidad.

    ReplyDelete