Por Antonio Gómez Sotolongo
A
estas alborotadas horas los buques despachados levan sus anclas para
transportar nuestros preciosos frutos a países lejanos; los vapores de Regla
comienzan su incesante crucero de una banda a otra de la bahía, así como
las guaguas lo verifican desde Marianao a la plaza de armas.
En Cuba, el ómnibus
de sangre o guagua fue, durante buena parte del siglo XIX -y
deplorablemente lo ha vuelto a ser desde finales del siglo XX-, un medio de transporte
público y colectivo que se utilizó para dar solución a la necesidad de mover,
en un espacio urbano cada vez más extenso, en el que se desarrollaba un
vertiginoso comercio, a grupos numerosos de pasajeros que no disponían de un medio
de transporte privado. En cuanto a la aparición de aquellos carruajes en las
calles de La Habana José María de la Torre[1], nos dice que:
Los
ómnibus (cuyo origen se remonta al siglo pasado), se establecieron primero
desde Regla a Guanabacoa en 1839 y después desde el Cerro a la Habana, en 1840;
los de Jesús del Monte en 1844; los de Príncipe en 1850, y los del Cerro a
Marianao, en 1855.
En cuanto al significado
de la palabra guagua entre cubanos, Esteban Pichardo[2] registra en su
Diccionario tres acepciones; la primera, «cualquier cosa que no cuesta
dinero ni trabajo, o de precio baratísimo, y cuando se espresa en modo
de adverbio De guagua», y especifica en cuanto a esta acepción que
«antes se decía de Guaguanche[3],
de gorra»; la segunda, «Insectillo especie de cochinilla[4]»; y la tercera, «especie
de coche u ómnibus usados en la Habana para viajar a los suburbios por un
estipendio tan barato que le ha merecido la aplicación de aquella palabra, o
quizá por la Inglesa Wagon».
De estas tres acepciones
es posible encontrar numerosas referencias en la prensa periódica, en la
literatura, en documentos y en diccionarios de la época. Las siguientes las he
tomado del Diario de la Marina y en ellas se puede apreciar el uso de la
palabra guagua como sinónimo de gratis o barato:
Noticias Locales. Tacón. Escauriza. El Circo. (DM, 7
mar. 1848). [...]. Escauriza rebosaba de gente, los
paganos[5]
estaban en razón de tres a uno con los «guagüeros[6]».
[...].
Crónica
Local. Guagua. (DM, 10 mar. 1852) Con este
título nos remite un suscriptor lo siguiente: «Toda persona que quiera rapé sin
que le cueste nada puede ocurrir a la calle de Factoría esquina a la de Vives,
en cuya azotea ciernen picadura al viento».
En esta otra se
relacionan los precios baratísimos con la guagua:
Crónica
Habanera. (DM, 18 jul. 1847). [...]. No fue
en Cuba donde existió el Paraíso, por más que digan los poetas. Sin
mosquiteros, sin nieve y sin carruajes, no es una morada agradable nuestra
patria.
Esto
lo repetimos cada día, cuando achicharrados por el sol y casi ahogados con el
polvo, entramos en la Lonja y apuramos un vaso del exquisito agraz helado que
allí se destila, tomando después asiento en la económica Guagua
para ir a respirar los aires del Cerro o de Jesús del Monte. [...].
Y en la siguiente se
juega con dos de las acepciones de la palabra guagua: como gratis
y ómnibus:
Noticias
Locales. Guaguas de guagua. (DM, 19 nov. 1848). Por
inconvenientes que no ha podido allanar la empresa no se estrenan ya mañana los
coches de la nueva línea de Jesús del Monte, y los aficionados a la guagua
tendrán que esperar algunos días para hacer el vieje redondo gratis.
En su obra citada[7], José María de la Torre
nos dejó una hermosa página en la que podemos leer la palabra guagua como
sinónimo de ómnibus, y ver, como en un grabado de Federico
Mialhe, el vertiginoso comercio que se desarrollaba cada día en La Habana:
No
bien resuena el estampido del bronce poco antes de despuntar el día cuando
entran por las puertas de la ciudad los alegres campesinos, que con
sus ayes lastimeros vienen de las inmediaciones, a abastecer los
mercados con todo lo que un fertilísimo suelo ayudado del arte produce para
sustento y regalo del hombre. Otros circulando por las calles de intra y
extramuros, permanecen durante la mañana, ocupados en la venta por menor de sus
provisiones. A estas alborotadas horas los buques despachados levan sus anclas
para transportar nuestros preciosos frutos a países lejanos; los vapores de
Regla comienzan su incesante crucero de una banda a otra de la
bahía, así como las guaguas (ómnibus) lo verifican desde Marianao a la plaza de
armas; los vaqueros y lecheros invaden las plazas; los ligeros repartidores de
periódicos serpentean por las calles introduciendo los periódicos por entre las
rendijas de las cerradas puertas y ventanas; las iglesias van llenándose de
ancianas, beatas y madrugadoras que corren a la primera misa de la mañana; los
encargados de la limpieza de la ciudad comienzan la higiénica tarea de despejar
las calles de cajones y barriles de pestilente basura: los cocineros salen con
sus canastas a proveerse en los mercados, que progresivamente van llenándose de
toda clase de gentes ocupadas en la venta por menudeo; las bodegas se abren para
dar entrada a la multitud de jornaleros y obreros que concurren a ellas, bien
a tomar la mañana, bien a desayunarse una taza de café, para marchar en
seguida a sus respectivos trabajos.
Fue este vertiginoso
comercio el que hizo necesario el uso de un tipo de transporte colectivo capaz
de mover a numerosos grupos de pasajeros en una ciudad que se expandió
rápidamente. Así que, visto lo visto, y leído lo leído, me es posible concluir
que fue durante la primera mitad del siglo XIX, en La Habana, donde se comenzó
a utilizar la palabra guagua para significar el ómnibus o diligencia,
y muy probablemente fue extraída, por asociaciones metafóricas, de la síntesis
de dos palabras: Wagon y guaguanche, y no solamente de la palabra
inglesa como se ha repetido una y otra vez.
Este artículo fue publicado el 2 de septiembre
de 2020 en el blog del autor. En línea: https://eltrendeyaguaramas2epoca.blogspot.com/2020/09/la-palabra-guagua-entre-cubanos.html
[1] Torre, José María de la. 1857. Lo que fuimos y lo que somos o la
Habana antigua y moderna. Habana: Imprenta de Spencer y Compañía, p. 120
[2] Pichardo, Esteban. 1862. Diccionario provincial casi razonado de
vozes cubanas. Tercera edición, notablemente aumentada y corregida. Habana:
Imprenta La Antillana, p. 120
[3] Pichardo registra en la misma obra y página que el guaguanche
era un pez muy abundante en los mares de Cuba, y que la palabra se utilizaba
como modismo que significaba «lo mismo que de guagua».
[4] En la actualidad se conoce en Cuba la Guagua verde de los cítricos,
un insecto que ataca a las plantaciones jóvenes.
[5] Los que pagaron el billete de entrada.
[6] Los que no pagaron
[7] Torre 1857, 174
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