Thursday, May 5, 2022

Octavio de la Suareé sobre "Los que van a escribir te saludan"*


                 

               
La reciente publicación de Enrique Del Risco, a quien a veces

me refiero como “el compañero que NO me atiende”, valga la

aclaración, resulta tan bienvenida e instructiva como esa otra obra

aludida por múltiples motivos pero, en especial, por tres razones

principales que me interesa destacar.

En primer lugar, junto al siempre novedoso tema que es la

literatura cubana publicada en el exterior sin atención a las consignas

del régimen castro comunista, nos hallamos aquí con un valioso

aporte panorámico donde se analizan perspicazmente señeras

contribuciones de variados artistas y tendencias. Asimismo, por el

poder de observación, la sagacidad y la originalidad que exhibe el

crítico al enfrentarse con las ideas comúnmente aceptadas en el

momento y ofrecerle al lector una manera diferente, mejor aún, una

nueva visión para comprender lo que tiene ante sus ojos. Una

honesta y audaz forma de percatarse de lo que nos brinda la

realidad y que, por desgracia, ha pasado desapercibida por quienes no

han podido o no han querido ver la inversa cara de la moneda, que es,

como es de esperarse, la mayoría. Por último, estas ingeniosas

exploraciones dan a conocer la atracción, la fuerza y el engaño que

ejerce el quehacer literario vis a vis las manipulaciones del

totalitarismo imperante hoy día, no solo en Cuba sino en muchos

otros lugares por igual, de ahí el subtítulo ‘Ensayos

sobre literatura y poder’.

Decíamos que el Dr. Del Risco nos regala en estas páginas

con un libro tan llamativo e instructivo como sus anteriores, y no

está de más aquí reafirmar que el que escribe y nos saluda

no necesita presentación alguna. Aparte de su muy completa

indagación en El compañero que me atiende, ahí se encuentra

su maravilloso Elogio de la brevedad: Mitos nacionales cubanos

y sus reescrituras literarias en el siglo XX
, que va a servirle de

semilla fructífera para esta recopilación; también tenemos Pequeñas

resistencias
, Pérdida y recuperación de la inocencia, Leve historia de

Cuba
, ¿Qué pensarán de nosotros en el Japón?, V Premio

Iberoamericano Cortes de Cádiz, y su novela Turcos en la niebla, que

recibió el Vigésimo Premio Unicaja Fernando Quiñones en 2018, y que

oficialmente le confirió el espaldarazo al mundo de las letras.

Señalamos que sus trabajos son atractivos no solo por los

temas ‘no correctos’ de hoy día que acomete, políticamente

hablando, sino también por el valor y la serenidad con que

desmenuza los doblesentidos, y por lo que su labor resalta

sobre la homogénea masa circundante. Son todos esfuerzos que a la

vez nos compelan a reflexionar cualquier asunto, que proponen

una lección y que indican el camino alterno para evitar caer

en la trampa de dejar que otros piensen por nosotros y nos

conviertan así en ganado ignorante y sumiso.

Este conjunto de bien meditados y mejor escritos tratados se

abre con dos acotaciones sobre el autor frente al totalitarismo, y

la primera, del conocido escritor argelino francés, Albert Camus,

nos prepara sobre el significado de esta joya que compartimos

con Uds., ya que se refiere a la importancia y al deber del hombre de

letras, cuando precisa: “La nobleza de nuestro oficio siempre tendrá

sus raíces en dos compromisos difíciles de mantener: el rechazo a

mentir sobre lo que sabemos y la resistencia a la opresión”. O dicho

más claro aún: el que escribe siempre tiene que buscar la verdad y

poseer el valor necesario para darla a conocer bajo cualquier

circunstancia, por difícil que sea. Por supuesto, que tal aserto trae a

colación el engaño, la desconsideración, el abuso a que nos tienen

sometidos con los fake news o noticias falsas tanto la prensa como los

medios virtuales de comunicación controlada (Twitter, por ejemplo,

aunque ése ya se enderezó; Facebook, Google, etc), y la llamada

izquierda literaria, con su compromiso eterno con el totalitarismo. Se

sabe también, huelga decirlo, que un ataque frontal con la verdad no

solo es ignorado por muchos de nuestra generación hoy día sino que a

la vez será tergiversado hasta convertir al que se atreva a

enfrentárseles en derechistas, reaccionarios y hasta en nazis, de ser

necesario.


 

Tengamos presente que cualquier cosa es posible en literatura

con tal de que se emplee mucho mito y muchas situaciones

anacrónicas para alejarse así de la obligación de expresar la verdad,

clara y sonante, por aquellos que aspiran a beneficiarse de la mentira.

O sea, otra manera soez de tergiversar la verdad para su

conveniencia. Y ahí en primera plana tenemos lo sucedido al pobre

Camus, al héroe responsable de la literatura maqui contra la opresión

nazi, cuando se enfrentó solo pero con puro coraje a la izquierda

totalitaria de Jean Paul Sartre y compañía en su país de adopción. Y

esto es, sin lugar a dudas, en lo que se ha convertido ese noble

quehacer literario en estos tiempos plásticos en que vivimos, y de

esto, de abrirles bien los ojos a los ignorantes, los tontos útiles y a los

que no quieren pensar por sí mismos, es de lo que se trata esta

valiosa aportación de nuestro crítico. Porque una vez que nos

alejemos de la verdad y comencemos a lidiar con quimeras estamos

ya muy cerca de ignorar los muchos abusos represivos que se

cometen por doquier y que conducen, inevitables, al control de los

débiles, al totalitarismo y a la falta total de libertad. Y de esto la

segunda acotación que introduce el ya clásico Los que van a escribir te

saludan
, huelga decir, viene a reforzar de manera más visual, más

plástica y más dramática la cita anterior –para eso es cubano su autor-

-, y a la vez establece la única actitud a seguir cuando estamos en

peligro de perder nuestra autonomía y, por ende, nuestra libertad

individual y artística. Hay que luchar a diario.

En breve, al lidiar con el socialismo democrático en boga

hoy día, siempre debemos recordar el conocido proverbio sobre la

consecuencia a sufrir con la rendición ante el poder del totalitarismo,

sea literario o político: “El poder corrompe. El poder absoluto

corrompe absolutamente”. Y el artista que se precia de serlo prefiere

una espantosa muerte a tener que claudicar sus ideales.

Hay, por lo tanto, machaca el profesor Del Risco en estos escritos,

no bajar la guardia, saber estar al tanto de los trucos de los que se

vale el poder para engañarnos, tener valor para siempre decir la

verdad por mucho que cueste, y, sobre todo, mucho menos

rendirse ante el totalitarismo, llámese comunismo, castrismo, o

asesinato en masa contra indefensos niños, mujeres y ancianos, como

ocurre en Ucranía (mientas escuchamos estas palabras). Este es,

en resumen, el mensaje central de este valiente y gallardo libro.

Los que van a escribir te saludan es una esmerada colección de

veinte experimentos con el único fin de inculcarnos la importancia

y la imperiosa necesidad de luchar para poder disfrutar de una

democracia, en un universo donde las irracionalidad, la

irresponsabilidad y la ñoñería están de moda. Comienza con el

aceptado origen de la literatura cubana en Espejo de paciencia y se

extiende hasta el presente con exámenes sobre Julio Cortázar,

Roberto Bolaño, Néstor Díaz de Villegas, Gleyvis Coro Montanet, y

Virgilio Piñera, entre otros.

La función del presentador de un libro, al escoger los ensayos

que desea subrayar para resaltar su valor o su mérito en detrimento

de los restantes, nunca es nada fácil de lograr, pues cada selección nos

da su clave y ofrece el por qué de su inclusión. Aun así, quisiera

discutir, someramente, algunos apuntes de ‘los cinco reconocimentos

sobre la obra de Virgilio Piñera, “la referencia más importante para las

últimas generaciones de escritores cubanos”, como lo califica nuestro

escritor, y su audaz, autónoma y solitaria posición contra las

elucubraciones del brillante José Lezama Lima y del grupo Orígenes.

Después pasaremos a discutir unas muy Interesantes y originales

narraciones de Roberto Bolaño y Julio Cortázar.

Virgilio Piñera es un buen ejemplo del escritor autónomo que

se esmera en continuar su derrotero vital sin dejarse llevar por

distracciones de ninguna clase y mucho menos por ocuparse del

camino que otros toman. En sus muchas aportaciones – tengan

presente que escribió poesía, teatro, cuentos y novela, Piñera

exploró los temas de la locura, el absurdo, la alienación con

personajes muchas veces en situaciones ridículas o grotescas y

siempre utilizando el sentido del humor.

Virgilio Piñera es el estudioso eterno de la actuación del cubano

en la historia, y, como tal, se sorprende ante las declaraciones de José

Lezama Lima y del grupo Orígenes, en especial con el mito de la

excepcionalidad, que en la opinión de otro estudioso, no es más que

un “mito compensatorio destinado a paliar el sentimiento de

inferioridad que produjo en las capas ilustradas de la isla… el retraso

en independizarse de España”.

Pero Orígenes estaba de moda, será popularísimo y por eso

añoraba levantar un edificio de mitos y de valores

nacionales que pudiesen ser comunicados a sus compatriotas a

través de una expresión común teniendo siempre presente el

modelo de Occidente. Por eso, su total aversión al paisaje local de

la isla, a la poesía vanguardista, a la poesía negrista, a la literatura

social, y al igual su admiración por un catolicismo ético y estético,

pues aunque querían evitar el modelo europeo a toda costa,

paradójicamente sí estaban muy interesados en imitar los

códigos de la fundación de la civilización occidental. Sufrían, como

especificó un observador, de la “necesidad de la creación de una

patria no geográfica, sino histórica”, y por ahí empujaron.

Por su parte, contra la posición del excelso grupo, subraya

nuestro creador, Piñera se destaca como “el más consistente

productor de un discurso diferente de lo nacional... un discurso /con/

construcciones menos rígidas, pero, por la misma razón, mucho más

complejas y representativas”. Es así que nuestro autor no subordina

lo cubano a la tradición occidental -dice-, sino más bien “usa esta

última como instrumento de sus búsquedas particulares” /y/ explora

los caminos que le ofrece la marginalidad del creador que ignora la

búsqueda de una imagen posible y se sumerge en sus circunstancias

particulares. Al mismo tiempo, pone énfasis en lo que bautiza

como “su fatídica condición insular” y opuesto a los originistas,

“reduce los emblemas de lo nacional a su expresión más sobria y

neutra”. Así lo vemos cuando declara magistral e irónicamente, y lo

cita Enrique:



Me detengo en ciertas palabras tradicionales:

El aguacero, la siesta, el cañaveral, el tabaco,

Con simple ademán, apenas si onomatopéyicamente,

titánicamente paso por encima de su música,

Y digo: el agua, el mediodía, el azúcar, el humo.



Y establece de este modo su autónoma posición y de la misma

forma reduce la retórica Origenista.

Otro estudio que merece destacarse por ser uno de

los ensayos más sagaces de esta colección y que a la vez

puntualiza las estrechas relaciones entre literatura y

poder, es Estrella distante, del chileno Roberto Bolaño, a quien

el Dr. Del Risco reconoce nada menos que como “el prosista que

dinamitó discretamente la literatura de la quimera y del mito”.

Sucede que en una de sus clases en la universidad, nuestro

profesor estaba interesado en que sus estudiantes descubriesen las

conecciones entre estética y violencia, a propósito de esa novela

mencionada. Para ello, los conmina a que se concentrasen en Carlos

Wieder y Raúl Zurita, dos de los personajes de la obra, y encontrasen

alguna posible similaridad entre ellos.


 

Mientras los aludidos analizan las características extremistas de

la figura de la derecha, el personaje de la izquierda literaria pasa

desapercibido por completo, aunque exhibe idénticas cualidades, y

paso seguido el escritor se lo demuestra a la clase. Como estudioso de

la literatura que es, el pedagogo comprende la atracción que ejerce el

progresismo y la novedad en mentes aún en estado de formación, y

más aún la natural inclinación del ser humano por dejarse arrastrar

por lo común y por la mayoría. Es debido a ese eslabón entre

los dos sujetos, que resulta interesante y que, además, es necesario

indicar, ha sido pasado por alto por los estudiosos de sus escritos, que

se impone el averiguar el por qué de este canto a coro repitiendo lo

trillado por mentes que se consideran inteligentes.

Enrique Del Risco comienza a seguir las declaraciones

del chileno en entrevistas a la prensa, y descubre que cada vez que el

mismo defiende el status quo de la literatura hispanoamericana

moderna se le observa “distante”, como su novela, repitiendo

consignas hueras de la izquierda literaria sin sentir el menor apego

por ellas.

Nuestro historiador, que se autodefine como poseedor de poco

sentimentalismo y de haber sido curado por igual del engaño de las

revoluciones por la experiencia[i] sufrida en su propia carne, se decide

en especial a estudiar con mucha atención las declaraciones del

novelista chileno de época reciente. Encuentra ahí declaraciones

insólitas como la siguiente, donde el novelista no solo comparte

con sus lectores parte de su técnica artística sino que por igual insinúa

el cambio que se iba efectuando en su producción artística. Lo

establece de esta forma cuando declara: “Yo cojo el mundo de la ultra

derecha, pero muchas veces, en realidad, de lo que hablo ahí es de la

izquierda. Cojo la imagen más fácil de ser caricaturizada para hablar

de otra cosa”. En otras palabras, escoge al derechista Wieder

para subrayar el mismo extremismo que en la realidad exhiben los

antagonistas de la orilla opuesta. Bolaño se refiere aquí, señala el

antólogo, “al mundo a veces heroico y muchas veces canalla de la

literatura en general… y llega a la conclusión de que las diferencias

ideológicas y políticas no son más que pura circunstancia”.

Los perseguidos, subraya, se pueden convertir en perseguidores tan

feroces como los que le precedieron”. En otras palabras, el chileno

reconoce lo que el cubano sabe muy bien, que la afiliación política no

es nada importante frente a lo decisivo que son “la intensidad de las

convicciones y el grado de escrúpulo con que se asuman”.

En fin, la intransigencia del extremismo totalitario. Y pasa a

presentar la ironía del vil asesinato del poeta Roque Dalton en El

Salvador por los criminales del Frente Farabundo Martí, que se auto

titulaban ‘poetas’.

A fin de cuentas, el relato Estrella distante está encaminado a

ajustar cuentas con el Bolaño de la primera etapa, cuando el poeta y

el guerrillero eran indistinguibles, “tiempos -como apunta Del Risco-

en que se le exigían a los hechos que se plegaran a las abstracciones

del materialismo histórico / y donde / se recetaban revoluciones para

cada malestar de la condición humana”.

Ahondando más en sus investigaciones sobre el tema de la

quimera y el mito, tanto en Bolaño como en otros autores, asunto que

ya le había llamado la atención, el investigador descubre

el abundante uso de anacronismos en la literatura hispana de la

segunda mitad del siglo XX y cómo esa literatura del“Boom” abunda

en lugares trillados. De ahí su reencuentro con ya olvidados mitos

como el del Paraíso Reencontrado, la Revolución Definitiva, el

Continente Joven y Excepcional, Desangrado y Violado

por los Vampiros Internacionales Pero Esencialmente Inocente, etc.

Es así que esta segunda etapa del escritor chileno con

publicaciones como Estrella distante, La literatura nazi en América,

Los detectives salvajes y 2666, no es otra cosa que “una cura personal

de desintoxicación” contra ese opio responsable, a fin de cuentas, de

la desaparición y muerte de toda una generacíón de jóvenes llenos de

ideales y de sueños que fueron engañados por líderes egoístas,

abusadores y malvados. El mensaje del escritor chileno va dirigido a

sus antiguos compañeros de generación con el conocimiento y el

pesar de que “toda Latinoamérica está sembrada con los huesos de

estos jóvenes olvidados”. “En sus libros -explica nuestro crítico-

deben leerse con mucho cuidado cuidado el examen del tiempo y los

sueños compartidos con toda una generación para descubrirle su

simetría invertida”.


 

El próximo y último estudio que vamos a discutir se titula

"Nitrógeno y mangostas: Cortázar y la Revolución cubana", muy

apropiado por tratarse por igual de otro ejemplo de las relaciones

entre la literatura y el poder. Como Uds. recordarán, al escritor belga

argentino se le reconoce por todo el mundo por sus contribuciones

estéticas del arte por el arte y había sido, por lo mismo, criticado con

frecuencia por la izquierda literaria. Ya entrado en años, Cortázar

decide visitar la popular isla de Cuba entonces, tal y como dijo “para

hablar con los amigos de la casa y hacerme una idea más clara de

algunas cosas”. Y así, ya a finales de 1966, llega a La Habana y pasa

unas cuatro semanas ahí, empapándose de los cambios efectuados

por la revolución del disparate. De regreso a París, donde reside,

escribe un breve cuento titulado “Con legítimo orgullo”, que por

razones deconocidas se excluye de la edición Alfaguara de sus Cuentos

completos
. Es ahora que el novelista Del Risco, como crítico literario y

creador de poderosa imaginación que es, reconoce la oportunidad de

inmiscuirse para aclarar este relato de raíces cubanas desde dentro.

Con tal fin, introduce al ficticio erudito Julio Mestre, que puede o no

ser descendiente propietario de Valdeflores, una respetada casa

de licores de México. Así que esta narración de Cortázar se nos ha

convertido ipso facto en un llamativo teatro dentro del teatro, que si

pudiera parecer confuso a primera vista nos sirve a la vez para

reflexionar sobre el estado de ánimo de los personajes y del

investigador. El citado Mestre analiza el texto a fondo, pero por más

que se rompa la cabeza no logra comprender el por qué de la

exclusión de esta historia de los Cuentos Completos de Cortázar.

Vamos a compartir la trama con Uds, que, en breve, es la

siguiente. Cada noviembre todos los pobladores del país se entregan a

un extraño ritual, que es la recogida de hojas secas, solo que en lugar

de recogerlas directamente utilizan para ellos mangostas, luego de

rociar con anterioridad las hojas caídas con extracto de serpiente. A

los niños se les encarga de vigilar el comportamiento de las

mangostas, y, como es de esperarse, son los que más

se divierten. Los viejos están a cargo de las pistolas de aire

comprimido con las que se pulveriza la esencia de las serpientes sobre

las hojas secas. Los adultos, por último, dirigen a las mangostas,

llenan las bolsas de arpillera con las hojas secas que han recogido las

mangostas y las llevan a hombros hasta los camiones municipales.

Las serpientes se cazan en las ‘temibles’ expediciones en las

selvas del norte, donde nadie quiere ir por su cuenta y, se

sobreentiende, existe el castigo para los que dejan de cumplir con la

norma de la recolección de hojas secas, como también para los que

piden que se pulverice el extracto de serpiente con más cuidado y por

igual a los que incurren en cualquier otra falta menor, casi siempre

relacionada con el ejercicio de la critica o de la simple curiosidad.

Y, valga la aclaración, la penalidad no es siempre castigo; se trata

más bien de una costumbre tan natural como la campaña misma y a

nadie se le ocurriría protestar.

Mientras más lee, más cuenta se da Mestre de la poca crítica

que existe sobre este cuento, raro en los escritos de Cortázar, donde

todas sus narraciones son objeto del más mínimo escrutinio.

Asimismo se fija en el carácter cíclico y repetitivo de la obra –indica

Del Risco--, en el principio de orden que exhibe, en la funcionalidad

del mito, en el absurdo, en la latente ironía, la racionalización de

componente irracional, en fin, y llega a la conclusión, que se

encuentra aquí “frente a una alegoría de cierta realidad concreta,

política por más señas”.
 

Tampoco olvida Mestre que ya Cortázar había publicado la

narración Casa tomada, una crítica en clave a la pasividad

de la sociedad argentina ante el ascenso del peronismo y al igual le

gustaba satirizar -cito al profesor otra vez- “el empecinamiento de la

humanidad en generar ciertos rituales absurdos”.

Es así que Mestre comprende que cuando Cortázar escribe su

cuento irracional acababa de escuchar al Máximo líder, o al Fuhrer cubano,

más bien, sugerir, sin prueba alguna, que un país pequeño como Cuba

estaba al producir más nitrógeno que Francia, que a la vez era el

mayor productor del mundo.

Mestre continúa sus investigaciones revelantes y descubre el

significado simbólico y verdadero de la frase del publicista argentino a

una amiga cubana cuando comparte con ella y le escribe:“¡Qué

trabajo cuesta salir de tu país!”. No se trataba de lo bien que uno la

pasaba uno allá como creían los ilusos, sino más bien de la férrea

represión y encierro de la dictadura castrista con sus habitantes. Por

igual, comprende el interés del autor por informarse más sobre

la UMAP, o Unidades Militares de Ayuda a la Producción, ya que había

comprendido muy requete bien su función represiva como campos de

concentración.

En resumen, esta colección de ensayos literarios de Enrique

Del Risco resulta imprescindible para cualquier lector interesado en la

literatura cubana de todos los tiempos. Pone en claro el engaño inicial

y la manipulación forzosa del totalitarismo en todas sus facetas, y,

asimismo, establece a las claras la estrecha relación existente entre la

literatura, cuando deja de ser autónoma, y se convierte en un lacayo

más del poder absoluto.

Necesito, por último, destacar el nombre del filósofo Jorge

Brioso, a quien nuestro crítico le dedica esta obra, y a quien, después

de leerme su El privilegio de pensar, también recomiendo

encarecídamente a todos Uds. Muchas gracias.


Octavio de la Suarée, PhD

*Texto leído en la presentación del libro de Enrique Del Risco Los que van a escribir te saludan en la  Biblioteca Pública de Union City, NJ, sábado 30 de abril, 2022, 2.00 pm.

                                                               

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   



 

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