Monday, October 31, 2022

Las calles de La Habana

Por Guillermo A. Belt

Mi madre nos contaba siendo nosotros niños y luego nos recordaba en la adolescencia que como alcalde de La Habana nuestro padre había propiciado la restitución de sus nombres antiguos, tradicionales y populares a las calles de la capital.

Hoy, al ver una fotografía de mis nietas disfrazadas como lo estarían esta tarde de no ser porque han dejado atrás las costumbres de la infancia, he caído en una de las trampas que tiende la nostalgia al recordar una vez más aquella decisión de un alcalde que fue por décadas el más joven de quienes ocuparon el segundo cargo en la jerarquía política de Cuba.

Dada su extensión comparto sólo la primera parte del Informe del Historiador de la Ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring, en la que este relata los antecedentes y enumera las normas por las que se rigió la restitución de sus nombres a las calles de La Habana.

Emilio Roig de Leuchsenring

CUADERNOS DE HISTORIA HABANERA


Dirigidos por Emilio Roig de Leuchsenring Historiador de Ciudad de La Habana

LAS CALLES DE LA HABANA: BASES PARA SU DENOMINACION. RESTITUCION DE NOMBRES ANTIGUOS, TRADICIONALES Y POPULARES

Hemos querido reunir en éste, el quinto de los CUADERNOS DE HISTORIA HABANERA, toda la documentación relacionada con el problema, al fin resuelto — por el Decreto núm. 511, de 13 de enero del corriente año, publicado en la Gaceta Oficial, edición extraordinaria número 11, del día 17 de dicho mes — de la nomenclatura de las calles de La Habana y restitución de sus nombres antiguos, populares y tradicionales.

Hace varios años que se viene clamando en todos los tonos, por particulares y por corporaciones, contra el desbarajuste que en la denominación de nuestras calles habían introducido los inarmónicos y a veces inconsultos acuerdos tomados en ese sentido, de 1899 a 1933, por la Cámara Municipal y el Consejo Deliberativo. Y fueron numerosas las demandas que en ese período de tiempo se formularon para que, ya por el propio Ayuntamiento, ya por el Congreso, se pusiese coto a ese intolerable y perjudicial abuso, regulándose la forma y el procedimiento en que pudieran ser cambiados los nombres de nuestras calles.

No ha sido sencilla y breve esta labor, ni tampoco, obra exclusiva nuestra ni de la actual Administración Municipal.

Larga fue la lucha, pues comenzó en 1928, durante la administración del Alcalde Dr. Miguel Mariano Gómez, quien encomendó el estudio de la cuestión a la Comisión de Historia, Ornato y Urbanismo, creada por acuerdo municipal, según proyecto que al Consistorio presentó el entonces concejal Sr. Ruy de Lugo Viña.

A esa Comisión, de la que nosotros formamos parte, prestaron su talento, su cultura histórica y su buena voluntad, además del Sr. Lugo-Viña, los señores Evelio Govantes, jefe del Departamento del Municipio y presidente de la Comisión, Ezequiel García Enseñat, Gabriel Camps, Napoleón Gálvez, Manuel Pérez Beato, Tomás Jústiz, Pedro Martínez Inclán, Francisco Centurión, Luis Mondes, Luis Rodríguez Lamont, Gonzalo Aróstegui, Javier de Acevedo, José Manuel de Ximeno y Alfredo Longa.

Durante varios meses laboramos intensamente hasta dar cima a nuestros trabajos en un extenso y documentado Informe, del que fuimos ponentes, auxiliados de manera eficaz por los compañeros Govantes, Lugo-Viña y Ximeno. Ese informe fue enviado por el Alcalde Dr. Gómez, a la Cámara Municipal, para que ésta le impartiese su aprobación, convirtiéndolo en acuerdo. Pero, por motivos diversos, que no es del caso enumerar, fue imposible que el trabajo de la Comisión culminase en acuerdo municipal. Y sobre la mesa quedó durante todo el período final de la administración del Dr. Gómez. Después, desaparecido el Término Municipal de La Habana, para transformarse, bajo la garra de la dictadura machadista, en el tristemente célebre Distrito Central habanero, no era posible que prosperase un proyecto, como ese, beneficioso a la comunidad municipal.

Caído Machado, al ocupar la Alcaldía, hace ahora un año, el Dr. Guillermo Belt y Ramírez, tuvimos la satisfacción de encontrar en él la más calurosa acogida al viejo empeño de regular la denominación de las calles habaneras y restituirles sus nombres antiguos. Y al efecto, aprovechando la labor ya realizada en 1928 por la Comisión de Historia, Ornato y Urbanismo, redactamos, en nuestro carácter de Historiador de la Ciudad de La Habana, un Informe, que mereció, no sólo la aprobación del Sr. Alcalde, sino también la de asociaciones de tanta significación e importancia en nuestra capital como los Amigos de la Ciudad, el Centro de la Propiedad Urbana, el Club Rotario, el Automóvil Club, la Asociación Nacional de Propietarios y la Sociedad Colombista. Todas estas asociaciones impartieron su conformidad a nuestro Informe, haciéndolo así saber, primero, al Presidente de la República, coronel Carlos Mendieta, y después, al actual Presidente Dr. José A. Barnet, a fin de que por el Ejecutivo y Consejo de Secretarios fuese sancionado el Decreto-Ley que, basado en nuestro Informe, presentó en dicho Consejo el Sr. Alcalde Municipal.

Si antes recordamos los nombres de las personalidades que colaboraron el año 1928 en la Colisión de Historia, Ornato y Urbanismo, justo es también que reconozcamos la cooperación utilísima que nos prestaron ahora en nuestro trabajo los señores Emilio Vasconcelos, jefe del Departamento de Fomento, José Luciano Franco, jefe del Departamento de Cultura, Ángel Luis Valladares, ingeniero del Departamento de Fomento y Julio Gomiz, Oficial Primero de la Oficina del Ayuntamiento.

Y queremos citar, además, de manera especial, al ingeniero Mario Guiral Moreno, quien, como presidente de la Sección de Estética Urbana de los Amigos de la Ciudad, redactó un notabilísimo dictamen en el que estudia detenidamente nuestro Informe, mostrándose favorable al mismo en términos generales, dictamen que reproducimos en este Cuaderno y ha sido acogido, por su valor e interés, en las páginas de la Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros.

Al apoyo decidido de las asociaciones antes mencionadas se debe el feliz éxito alcanzado sobre éste que parecía ya insoluble problema, pues ellas, con la fuerza de su prestigiosa representación, inclinaron el ánimo del Sr. Presidente de la República y de los señores Secretarios del Despacho a aprobar el Decreto-Ley que regula la denominación de las calles habaneras y restituye sus nombres antiguos.

Los puntos básicos de este Decreto-Ley son los siguientes:

I o — Que tiene carácter y fuerza de ley, y, por lo tanto, sólo puede ser modificado o derogado por el Congreso.

2 o — Que en él se han incluido las Bases Generales que nosotros redactamos en nuestro Informe y mediante las cuales se regula, ahora y para el futuro, la denominación de las calles habaneras.

3 ° — Que lo esencial de esas Bases, hoy ley de la República, es:

Se conservará o restituirá el nombre antiguo, tradicional y popular, siempre que no hiera el sentimiento patriótico cubano.

Se suprimirá todo nombre antiguo que hiera el sentimiento patriótico cubano.

Ninguna calle llevará el nombre de persona que se encuentre viva.

No se dará a calle alguna el nombre de persona que tenga menos de 10 años de fallecida.

Se conservará en los barrios de El Vedado, Medina, Carmelo y sus ampliaciones, el sistema de números y letras, que desde su fundación se ha usado para denominar sus calles.

No podrá dejarse al capricho de los dueños de los repartos que de aquí en adelante sean urbanizados, la denominación de las calles, sino que éstos deben ser sometidos al estudio y resolución de una comisión especial que al efecto se creará por la Alcaldía y en la que estarán representadas las corporaciones y asociaciones con intereses vitales en el Término Municipal. 

Se simplificarán los nombres extensos y complicados que ostentan algunas de dichas calles a fin de hacerlos más fácilmente utilizables por el público, logrando que con ello adquieran rápida y permanente popularidad.


4 o — Que igualmente se establece que los nombres definitivos que ahora se dan a las 104 calles cuya denominación había sido cambiada de 1899 a 1933, y a la calle de Ricla, siempre conocida por el de la Muralla, no podrán ser alterados sino únicamente mediante una ley del Congreso.

5° — Que los nombres de patriotas revolucionarios de nuestras luchas emancipadoras que ha habido necesidad de quitar de las calles antiguas de La Habana, han sido trasladados a calles innominadas del reparto Ensanche de El Vedado, llamado a convertirse en plazo breve en uno de los lugares más hermosos de la capital, ya que constituye el centro de la Grande Habana del futuro.

Las únicas excepciones que el Consejo de Secretarios introdujo, al aprobarlo, en el proyecto de Decreto-Ley presentado por el señor Alcalde y basado en nuestro Informe, son las siguientes:

No se han restituido los nombres antiguos a las calles de Correa, Estrella y O'Reilly, sino que se les han consentido sus nombres modernos respectivos de Avenida del Presidente Gómez, Enrique Barnet y Presidente Zayas; a la calle de Infanta no se le ha dado el nombre definitivo que nosotros propusimos de Calixto García, sino se le ha aconsejado el moderno de Avenida del Presidente Menocal.

Debemos también dejar constancia de la restitución que por el Decreto-Ley se hace, de acuerdo con nuestro Informe, del nombre antiguo de Muralla, dado por el pueblo a la calle que hasta ahora, y desde 1763, se denominaba oficialmente calle de Riela. A pesar de lo remoto de la fecha en que le fue dada por el Ayuntamiento esta última denominación, el pueblo siempre la ha denominado calle de la Muralla o Muralla, y por ello nosotros propusimos, y ha sido aceptado por el Consejo de Secretarios, se legalizase este nombre popular.

Se ha dado, por último, el nombre de Calzada de la Independencia, que ostentó en un tiempo la Avenida de Carlos III, a la mejor, por su amplitud y extensión, de las vías con que cuenta el Término Municipal de La Habana, o sea a la calzada que parte del Paseo de Carlos III hasta el límite de este Término, y a su prolongación hasta el Cacahual.

Emilio Roig de Leuchsenring,

Historiador de la Ciudad de La Habana.





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