Por Guillermo A. Belt
I
…volvamos a la
preeminencia de las armas contra las letras, materia que hasta ahora está por
averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega. Y, entre las
que he dicho, dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas,
porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes
caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las
leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden
las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran
los caminos, se despejan los mares de corsarios, y, finalmente, si por
ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los
caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae
consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus
previlegios y de sus fuerzas. Y es razón averiguada que aquello que más cuesta
se estima y debe de estimar en más.
La alternativa entre dos cosas, por una de las cuales hay
que optar, planteada en el Quijote (Primera Parte, Capítulo XXXVIII) la conoció
sin duda Enrique Loynaz del Castillo, en la literatura como en la vida real.
Muy joven debió enfrentarse a este reto, y superó la prueba con tan buena
fortuna que tras alcanzar, combate tras combate, el grado de general de brigada
del Ejército Libertador de Cuba nos dejó a generaciones de cubanos sus Memorias
de la Guerra, editadas con esmero y devoción por su hija Dulce María Loynaz, de
tanta gloria en las letras como su padre en las armas.
Llegaron a mi casa estos originales después de haber muerto el autor. Gustaba él de leerme muchos de los pasajes allí vividos, y algo debe haberme ayudado este conocimiento previo.
Pero ahora me enfrentaba por primera vez a la totalidad
de las Memorias y su aspecto no podía ser más desconcertante. Revueltas estaban
unas con otras, desprendidos muchos de sus pliegos, confusa la numeración de
los capítulos.
Años me llevó la labor en cuyo curso la lenta pero
progresiva nublazón de mis ojos fue haciéndola paradójicamente más difícil
cuanto más avanzaba en ella y más apremiaba el tiempo.
Magnífico, como siempre. Gracias, Guillermo Belt.
ReplyDelete!Felicitationes!
ReplyDeleteGran mérito tiene el divulgar la obra y pensamiento de Enrique Loynaz del Castillo, no menos que el de su hija, la excelsa poetisa Dulce María.
Gracias por su blog. Me pregunto por qué no se puede hacer una nueva publicación, al menos digital, de un libro tan importante de la historia de Cuba. Memorias de la Guerra es una necesidad para recuperar esos pasajes de la última gesta independentista.
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