Saturday, October 5, 2024

RESPUESTA a los discursos de Investidura de José Antonio Albertini, Salvador Larrúa-Guedes y Armando Valladares

RESPUESTA a los tres Discursos de Investidura de la Academia de la Historia Cuba en el Exilio, Corp., de José Antonio Albertini, Salvador Larrúa-Guedes y Armando Valladares, el viernes 4 de agosto de 2017, 7.00 pm, en el Salón de Conferencias de la Universidad Rafael Belloso Chacín, situado en el 2550 NW 100 Ave., Doral, Florida 33172.

Por Octavio de la Suarée, Academia de la Historia de Cuba en el Exilio.

Muy buenas tardes.

Los tres bien desarrollados y muy provocativos Discursos de Investidura a la Academia de la Historia de Cuba en el exilio, Corp., que acabamos de escuchar, de José Antonio Albertini, Salvador Larrúa-Guedes y Armando Valladares, discuten sucintamente las relaciones socioculturales cubanoestadounidense desde de tres puntos de vista diferentes. Pasemos a revisarlos.


Salvador Larrúa-Guedes
La ponencia del profesor Salvador Larrúa-Guedes, titulada “Floridanos en Cuba, Hispano Cubanos en La Florida”, nos ofrece un detallado recorrido de los intercambios entre la isla de Cuba y la península de La Florida a través de tres siglos. Su estudio se puede dividir en tres secciones. La primera se inicia en 1513 con las exploraciones y el establecimiento de los españoles en la Florida y cercanías con Ponce de León, Pánfilo de Narváez y Hernando de Soto, entre otros, y continúa hasta 1762 con la toma de La Habana por los ingleses.

En su fascinante y esclarecedor ensayo el historiador establece la primacía de los indios floridanos como los iniciales pobladores de la isla en sucesivas etapas cronológicas, los descendientes directos de los matacumbes de los cayos, los tequestas de Miami, los timucuas , los apalaches y los calusas del centro-este de la Florida, muchos de los cuales regresarán a la Florida con el establecimiento de las encomiendas. Este conjunto, al que el profesor califica como
pertenecientes al grupo occidental, se establecerá a todo lo largo de la parte noroeste de Cuba, desde la península de Guanacahabibes hasta Matanzas, y lo seguirá un segundo grupo al este de la isla, el grupo oriental, entre los que se encuentran los taínos y los araucos, procedentes de la América del Sur. El grupo occidental será responsable por el establecimiento del poblado de Guanabacoa primero y de Casablanca después, del otro lado de la bahía de San Cristóbal de La Habana.

Más adelante, en 1763, los 3,000 floridanos que huyen de la dominación inglesa de San Agustín, --La Florida ahora en control de los ingleses--, establecerán el poblado de San Agustín del Nuevo Mundo en La Habana.

Esta continua relación sociocultural entre la isla y la Florida aumentará con el intercambio comercial que tendrá lugar entre Cuba y las Trece Colonias con el negocio de la melaza para la industria del ron, ya que se prefería el azúcar de Cuba cuya proporción de miel era mayor que el de otras Antillas. Y seguidamente los beneficios económicos derivados del negocio de la trata de esclavos en África ha de aumentar por igual las relaciones entre los Estados Unidos y la isla, ajenos ambos a los choques constantes de Inglaterra y España.

Si el profesor Larrúa-Guedes enfoca su contribución en los intercambios socioculturales y económicos entre Cuba y la Florida durante los trescientos años que van desde el siglo XVI al XIX, el antiguo Embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el Honorable Armando Valladares Pérez, concentra su aportación al señalado tema de “La Alta Jerarquía Católica y el totalitarismo cubano” de hoy día. En ella, el poeta y destacado autor del poemario Desde mi silla de ruedas (1974), denuncia la detestable y abusiva política de la Alta Jerarquía del Vaticano en sus relaciones con la dictadura castrista. Pasa de seguido a destacar tres ejemplos, comenzando por lo menos tres años antes de que el expresidente estadounidense, Barack Obama, viajara a Cuba, la Conferencia Católica de Obispos Cubanos de EEUU pidió a su administración que levantara el bloqueo comercial a la isla. Como señala el diplomático cubano, “Los obispos católicos le exigieron a la administración del presidente Obama que se restablecieran las relaciones diplomáticas con el régimen comunista de La Habana, sin ponerle a éste absolutamente ninguna condición” En resumen –concluye- esto resultaría “una fiesta para los carceleros de La Habana” que tendrían todas las de ganar y nada que perder”.
Armando Valladares

De esta forma, los obispos estadounidenses rehúsan encarar el verdadero problema de la falta de libertades en la isla y la total represión comunista contra sus ciudadanos. “Tratan de convertir lo negro en blanco, - sostiene – y, por supuesto, lo blanco en negro”. El embajador presenta a continuación una aguda distinción entre el “embargo físico, económico, “externo”, de los Estados Unidos” en la isla y el “embargo interior”, represivo, que mantiene el régimen comunista desde hace 57 largos años contra los fieles católicos y contra los 11 millones de cubanos en la isla. “Al gobierno estadounidense los obispos le exigen levantar totalmente el embargo externo y le recriminan sus alegados “efectos dañinos –subraya el Embajador-, pero al régimen cubano –continúa- no se le pide en contrapartida absolutamente ninguna “abolición” y ninguna eliminación del andamiaje constitucional, jurídico y policial que asfixia a los habitantes de la isla cárcel, un andamiaje, ese sí, intrínsecamente dañino”. Esta partidaria e injusta política de la Alta Jerarquía Católica, esta posición basada en una cruel ignorancia de los hechos y de la verdad – que tanto recuerda a los clásicos monitos aquellos que no veían nada malo, no escuchaban nada malo y, por ende, aquí, tampoco “decían nada malo” del régimen castro-comunista; en fin esta omisión de no pedirle responsabilidades a la dictadura totalitaria, “no podía ser más flagrante – cito-- y el episcopado católico de los Estados Unidos manifiesta de esta manera una increíble condescendencia con el régimen cubano, violador sistemático de todos y cada uno de los derechos del hombre”.

Y más triste y deprimente aún es ver que un grupo como los obispos estadounidenses que tantas veces ha demostrado una firme y pública oposición al aborto, en una clara actitud “provida”, como recuerda el poeta, con relación al indefenso pueblo cubano “actúan como “adhoc” embajadores del régimen opresor y, por lo tanto, se colocan en una nítida actitud “promuerte”.

Paso seguido el representante diplomático trae a colación otra violación de la Alta Jerarquía Católica, cuando Monseñor Jaime Ortega, entonces Cardenal de La Habana, en una Conferencia en Harvard acusa al destierro cubano de Miami de haber instigado poco antes de la llegada de Benedicto XVI a Cuba a que 13 cubanos ocuparan brevemente la Basílica Menor de la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad en La Habana sin prueba alguna. Lo que hizo el Cardenal Ortega con esa gratuita acusación -y que a la vez subraya nuestro poeta – es haber dado origen a una situación asombrosa e inimaginable en materia de servilismo eclesiástico y de cooperación con el régimen comunista. Ha actuado, de facto, como “agente” del castrismo en Estados Unidos.

Un tercer ejemplo de conducta rastrera e inexplicable la encontramos en los altos funcionarios del Vaticano antes, durante y después del viaje papal de Benedicto XVI a Cuba, cuando solicitaron el levantamiento del embargo comercial estadounidense. Y eso que alegan que su reino no es de este mundo.

En resumen, parecen ahora verídicas las palabras del fallecido arzobispo de Santiago de Cuba Monseñor Pedro Meurice, cuando poco antes de morir en 986, advertía a todo quien quisiera oírle: “Nos consideraban una iglesia de mártires y ahora muchos dicen que somos una iglesia de traidores”.

Finalmente, el escritor José Antonio Albertini, en su presentación titulada “Cuba y Puerto Rico: Quizá del águila las dos alas”, da la voz de alerta sobre el posible futuro de la isla de Cuba. Comienza por recordarnos las palabras del estadista norteamericano John Quincy Adams, cuando le observaba a su embajador en Madrid que al separarse Cuba de España la manzana nunca caía lejos del árbol y la preocupación del Apóstol por conseguir la independencia para evitar que Cuba corriese la misma suerte que Puerto Rico, Guam y las Filipinas. En un penetrante y rápido estudio sobre el estado del pueblo en la isla, y especialmente de la juventud, advierte que resultaría relativamente fácil para que la población cubana de hoy votase a favor de la anexión a los Estados Unidos, de efectuarse elecciones libres en la isla, como es muy probable que ocurra en el futuro, una vez que desaparezca la calaña comunistoide de la isla.


José Antonio Albertini
El novelista señala agudamente que aunque el castrismo no haya logrado separar al pueblo cubano del pueblo norteamericano como se observa en el reciente y cariñoso recibimiento a los turistas en la isla, el castrismo sí ha logrado denigrar tanto la imagen de los próceres cubanos como la de la República y no resulta nada sorprendente que el joven pueblo cubano – que nunca conoció la República- se deje arrastrar por sus necesidades del momento y favorezca la unión más que la independencia, en una isla como Cuba que en estos momentos no produce mucho. Aunque la anexión o la categoría de estado sería una píldora más difícil de tragar para los puertorriqueños, el reciente y continuo emigrar de la isla del encanto hacia los Estados Unidos en busca de mejoras económicas no excluye esa posibilidad. Y por supuesto, no olvidemos los poderosos intereses creados que favorecerían esta nueva posición.

Por supuesto que el futuro destino de Cuba tendrá que ser trazado por el mismo pueblo cubano de la isla y esperemos que cuando llegue el momento de considerarlo el éxito del exilio cubano, especialmente en Miami, sea tomado en cuenta. El pueblo cubano de la isla tendrá que ganarse la independencia política de la misma manera que el exilio cubano en Miami se ganó la independencia económica.

Muchísimas gracias a los 3 ponentes por sus excelentes presentaciones.

¡Y bienvenidos todos a la Academia!

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