MI SALIDA DE CUBA
Oneida M. Sánchez
ENGLISH SUMMARY
The author’s parents never supported the revolution, fearing its impact on youth and
the economy, and were concerned about revolutionary violence and repression. This
document is a personal narrative recounting the circumstances leading to the
author’s emigration as part of Operation Pedro Pan, a program that facilitated the
exodus of Cuban children to the United States to avoid communist indoctrination as
part of nationwide new schools’ curricula.
30 de marzo de 1961, por la mañana, aeropuerto internacional de Rancho Boyeros,
La Habana, Cuba. Pronto se cumpliría el deseo de abandonar la patria por la que mi
bisabuelo, Francisco Gómez, había dado vida y hacienda.
El camino a este momento ha estado lleno de angustia e incertidumbre. A partir
de enero de 1959, la política se había convertido en el factor dominante de todos los
aspectos de la vida cotidiana en Cuba. La represión a todo pensamiento opuesto, el
cambio continuo a las regulaciones o leyes, el acoso a todo aquel que pareciera no
estar con la revolución eran la constante diaria. En este ambiente incierto comenzó
mi adolescencia.
Cuándo decidieron mis padres salir de Cuba, no lo sé. Nunca les pregunté, a
pesar de las muchas conversaciones que tuvimos sobre el tema a través de los
años. Sí puedo asegurar que ninguno de los dos simpatizó jamás con la revolución.
Mi mamá decía, cuando Fidel estaba en la Sierra Maestra, que Fidel y Batista
estaban acabando con la juventud de Cuba; sugería, al igual que Erich Maria
Remarque en Sin Novedad en el frente, que se enfrentaran ellos dos y que el
ganador del duelo se quedara con el poder. Mi papá, gerente del Citibank, decía que
Fidel acabaría con la economía cubana. Su temor se basaba en las tácticas usadas
por las fuerzas rebeldes: quema indiscriminada de cañaverales; la forma arbitraria
de llevarse cualquier cabeza de ganado para su consumo sin importarles si ese
animal era para sacrificarse o no; la quema de los autobuses interurbano para sólo
nombrar algunas. Después del triunfo de la revolución a mis padres les preocupaba
los fusilamientos y los juicios sumarios en los tribunales revolucionarios en los que
los acusados no tenían defensa posible.
Dentro de este ambiente, un día, durante lo que llamamos aquí el semestre de
primavera, mi mamá me llevó a tomarme las fotos para el pasaporte. Éste tiene
fecha 15 de septiembre de 1960. Mi permiso de salida tiene fecha 10 de febrero de
1961. Esta lentitud en otorgar los documentos necesarios para salir del país era una
de las tácticas de represión que usaba el gobierno.
En mi familia había otro problema; mis padres tenían visa para viajar a Estados
Unidos, pero yo no. Mi papá se rehusaba salir él primero y dejarnos a mi mamá y a
mí. Durante este tiempo, Marta Llera, la secretaria de mi papá, se enteró de que a
través de la Iglesia Católica se estaban sacando niños de Cuba para salvarlos de
una vida bajo el comunismo; acción que se llamó después Programa Pedro Pan. Es
gracias a este programa que me encuentro en “la pecera” esperando al avión de la
KLM que viene de Ciudad México y que me llevará a Kingston, Jamaica. Es el
mismo vuelo que el 5 de febrero tomaron mi hermana y mi cuñado quienes ya me
están esperando en St. Thomas, V.I.
El edificio del aeropuerto de Rancho Boyeros, construido en el 1957, después que
una bomba incendiaria destruyera el inmueble anterior, era un edificio amplio y
moderno. Tenía cómodas salas de espera y varias áreas de abordaje. Estas últimas
tenían forma rectangular, eran mucho más largas que anchas. Las paredes
estrechas estaban pintadas del color del melocotón, y las largas eran de cristal; una
pared de cristal daba al pasillo interior y la otra a las pistas de aterrizaje. El piso era
de granito, blanco, gris y negro. Las muebles eran una mesa de metal larga situada
frente a una de las paredes de concreto, y una serie de butacas de marco de metal
cromado y sus asientos y espaldares forados en piel, distribuidas en distintas
posiciones.
Entre el gran número de pasajeros que llenaríamos el avión, estamos unos veinte
niños viajando solos. Todos estamos sentados sin movernos, temerosos de que a
última hora ocurra algo y no nos podamos ir como pasa con frecuencia. El incómodo
silencio se interrumpe sólo cuando las voces de los milicianos nos llaman para
procesar nuestra salida y registrarnos.
El avión ha llagado de México. Sé que estará en La Habana por varias horas y
que su horario de llegada a Kingston, Aruba, Curazao y Caracas tendrá que
adaptarse a los caprichos del gobierno revolucionario. Los pocos pasajeros que trae
desembarcan y se acomodan en “la pecera”.
Afuera gran número de familiares callados mirándonos. Encuentro a mis padres;
sus ojos secos, sus caras hundidas por el esfuerzo de contener el llanto, sus
hombros caídos, me miraban a través del cristal; también se enfrentaban a su
decisión de sacarme de Cuba sola sin saber si nos volveríamos a reunir.
De pronto todo paró dentro de la pecera; afuera todo el mundo empezó a echarse
a un lado; era un grupo de miembros del ejército rebelde, en medio de ellos Ernesto
“Ché” Guevara. El Che [Guevara] se acercó hacia tres pasajeros chinos que habían
venido de México y que estaban sentados cerca de mí. Le dijo Buenos Días. El más
joven le habló en español y pasaron a otra sala. A partir de ese momento todos los
trámites se aceleraron y cancelaron los registros personales que consistía en hacer
que los pasajeros se despojaran de sus ropas para que las autoridades registraran
la ropa y vieran que el pasajero no escondía nada en su cuerpo. El avión que el 5 de
febrero había tomado pista a las 4 de la tarde, salió a las 4:30, con sólo media hora
de retraso.
Mi mamá me había advertido en los días anteriores a mi salida que pasara lo que
pasara y que me hicieran lo que me hicieran no les diera el gusto de que me vieran
llorar. Por esto aguanté las lágrimas durante todo este proceso. Al llegar al avión,
una de las azafatas me dirigió a mi asiento que era en primera clase; me tocó viajar
al lado del joven diplomático chino por lo que no pude llorar. Durante el vuelo
hablamos poco; él me ayudó a acomodar mi neceser, a llenar las formas de
inmigración para Jamaica, y me cedió la ventanilla. Cuando llegamos a Kingston,
me ayudó de nuevo con el neceser y me deseó feliz estancia en Kingston; yo le
deseé feliz viaje. Una vez fuera del avión, comencé a llorar. Al llegar a las oficinas
de inmigración y aduana traté de controlarme sin éxito. El funcionario jamaiquino
que me tocó me dijo sonriente en un español con marcado acento británico: “Ya
puedes llorar, ya estás en tierras libres, mama dice que está bien llorar.” Al salir del
departamento de inmigración y aduana nos esperaba una señora cubana quien nos
dirigió a un autobús. A mí, me entregó al matrimonio Louis y Delphis Phillips,
quienes me tendrían a su cargo hasta que yo pudiera viajar directamente a St.
Thomas, V.I.
Mis padres salieron de Cuba el 24 de mayo de 1961 y se radicaron en New York
donde mi papá trabajó en Citibank hasta su retiro. Ya ellos no están en este mundo,
pero tuve la oportunidad de muchas veces decirles lo feliz que estaba de que ellos
tomaran la decisión de sacarme de Cuba en el momento que lo hicieron.
Por años mis padres y yo nos preguntamos cuál era el origen de la forma en que
yo había dejado Cuba. Conocíamos a otras familias cuyos hijos habían salido de
Cuba de igual forma, incluyendo a uno de mis primos, y lo que a todos nos
sorprendía es que nunca tuvimos que pagar el pasaje que en esos momentos el
gobierno cubano exigía que se hiciese en dólares y que tampoco habíamos ido a
ningún consulado a obtener las visas. La secretaria de mi papá se había enterado
de esta red por una persona amiga, pero no sabía nada más. Nuestra duda
comenzó a despejarse un día cuando apareció un artículo en la revista Reader´s
Digest donde exponían el programa que hizo posible el éxodo de 14,048 niños
cubanos a los Estados Unidos. Es en este artículo donde por primera vez veo el
nombre Operación Pedro Pan y el nombre de Monseñor Bryan O. Walsh. El artículo
de Reader´s Digest hace posible que Yvonne M. Conde escriba el libro Operation
Pedro Pan que se publica en 1999 y que es una investigación periodística. Sobre el
particular, Conde dice lo siguiente:
From a Reader’s Digest article about the Cuban children’s exodus, I amassed a
handful of names, among them Monsignor Bryan Walsh, the Catholic priest who
welcomed the children into the United States. I dove into the search for other
participants of this drama, not an easy task thirty years after the exodus.
Fortunately, the names of some of the “children” who had stayed in touch with
Monsignor Walsh were available from two groups, Fundación Pedro Pan and
Operation Pedro Pan Group. These are charitable organizations formed by the
children within the last ten years. The names helped me begin my investigation.
(Conde, xiii)
Otro libro que ve la luz en la década de los 90 es Operación Pedro Pan. El éxodo
de los niños cubanos. Con el subtítulo “Una novela histórica” de Josefina Leyva.
Este libro es la versión novelada de la historia de algunos de los asistentes a un
almuerzo de Operation Pedro Pan Group, Inc.
Hoy en día, en la Internet se puede encontrar información sobre el programa
Pedro Pan y sobre Monseñor Bryan O. Walsh, director de Catholic Welfare Agency.
Eloísa Echazábal está haciendo una gran labor en difundir esta historia; es gracias a
ella que pude obtener el artículo “Cuban Refugee Children” por Monseñor Walsh y la
declaración de James D. Baker sobre el comienzo del programa Pedro Pan en
Cuba.
Monseñor Walsh explica la diferencia entre “Cuban Children´s Program” y
“Operation Pedro Pan”:
It is important to understand the difference between Operation Pedro Pan and
the Cuban Children´s Program. The Cuban Children´s Program was inaugurated
to provide foster care for Cuban refugee children who found themselves in the
United States without the care and protection of their parents. Operation Pedro
Pan was developed to help Cuban parents send their children unaccompanied to
the United States to avoid Communist indoctrination. (Cuban Refugee Children:
379)
James D. Baker, director de Ruston Academy, colegio americano en la Habana,
cuenta como un día de noviembre de 1960, un padre cubano, quien era miembro de
la resistencia contra Castro, le pidió que le consiguiera una beca para su hijo de
diecisiete años para estudiar en Estados Unidos; el padre temía que, si él caía
preso, su hijo sufriría la misma suerte que los niños españoles que fueron enviados
a Rusia como represaría contra sus padres. Debido a que ya era noviembre no era
posible otorgar una beca.
A partir de ese momento James D. Baker comienza a buscar una forma para
ayudar a estos padres miembros de la resistencia contra Castro. Pronto, como ha
dicho Carlos Eire, la noticia de que hay una forma de sacar a los niños de Cuba
corre de boca en boca. En los primeros días de diciembre Baker se reúne en Miami
con los miembros de la Cámara de Comercio Americana de la Habana; estos están
dispuestos a financiar una escuela para los niños cubanos. Al empezar Baker la
búsqueda de un local conoce al Padre Walch, quien está envuelto en el desarrollo
de un proyecto para ayudar a los cubanos refugiados en Miami. El encuentro no
puede ser más fortuito para el plan. El plan inicial era que Baker identificaría a los
niños cuyos padres querían sacarlos de Cuba y el Padre Walsh obtendría las visas
requeridas por el Departamento de Inmigración; estas serían enviadas por valija
diplomática. Todo el plan se viene abajo el 1 de enero de 1961 cuando se rompen
las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. La solución fue enviar a
los niños vía Jamaica. Sin embargo, esta solución presentaba otros problemas: Uno,
conseguir el dinero para cubrir los pasajes. Dos, obtener permiso del Departamento
de Estado para traer niños sin visa de estudiante. Tres, hacer llegar las visas a Cuba
e iniciar el contacto con los padres que querían enviar a sus hijos a Estados Unidos.
Casi simultáneamente y para agrandar la angustia de los padres cubanos, el 21
de enero de 1961, el primer grupo de 1,000 estudiantes menores de edad es
enviado a la Unión Soviética. El 29 de enero, Armando Hart, ministro de educación,
declara que no se tolerará ninguna divergencia de la doctrina revolucionaria en la
educación. El 17 de febrero fue confiscado el colegio La Luz y el 23 el Colegio La
Salle; ambos colegios privados y el último, además de privado, católico. (Conde: 29-
30)
El 6 de febrero de 2010, Eloísa Echazábal y Carmen Romanach entrevistaron a
Lloydine McGuinn, asistente administrativa de Monseñor Walsh, y a Vicky Villaronga
quien trabajó en Catholic Welfare entre 1962 y 1974. Ambas dijeron que en el
momento que se llevaba a cabo el transporte de estos niños nadie sabía los
pormenores del programa y que era esencial mantener todo en secreto. También,
opinan que hoy en día, con los medios de comunicación disponibles y la cultura de
compartirlo todo en los medios de comunicación social, sería imposible mantener
algo similar en secreto. Explicaron que el Catholic Welfare Bureau no creaba
records de los niños que a su llegada eran recogidos por familiares. Al terminar el
programa en 1974, Monseñor Walsh decidió que los records de los menores que se
quedaron bajo la custodia del Cuban Children´s Program fueran enviados a Barry
University donde podían ser conservados y preservados para investigación futura.
Como nota final quiero decir que estoy de acuerdo con Carlos Eire en cuanto a la
ironía que hay en el nombre que se le dio a esta operación. Peter Pan es el
personaje del cuento infantil no quiere madurar; los niños de la Operación Pedro
Pan, en el momento en que nos montamos en el avión, dejamos de ser niños y nos
convertimos en adultos.
OBRAS CONSULTADAS
Conde, Yvonne, Operation Pedro Pan. New York and London: Routledge, 1999.
Pace, Eric, in The New York Times, “Msgr. Bryan Oliver Walsh, Effort to Aid
Cuban Children.” Dec. 29, 2001: 71.
http://www.bishop-accountability.org/news5/20 HYPERLINK "http://www.bishop-
accountability.org/news5/2001_03_01_Walsh_The%20History.htm" HYPERLINK.
(Tomado de: Sánchez, Oneida M. “Mi salida de Cuba.” Anuario Histórico
Cubanoamericano #1 (2017): 159-166.)
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