Thursday, June 2, 2022

Corsi e ricorsi. Las vueltas que da la vida

Por Guillermo A. Belt

Un poco de historia antigua, a lo menos así calificarían mis nietas algo ocurrido hace 77 años, es lo que ofrezco hoy a los lectores del blog de la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio. Es historia de Cuba, desde luego, y si comienzo en primera persona y con alusiones familiares es porque en el relato figura mi padre, y porque en la recurrencia de la historia que postuló Giambattista Vico se asoma también quien firma estas líneas.

El 26 de junio de 1945, en San Francisco, estado de California, se abrió a la firma de las delegaciones participantes la Carta de las Naciones Unidas. El embajador en Washington y jefe de la delegación de Cuba, Dr. Guillermo Belt Ramírez, fue elegido relator del comité coordinador de la conferencia, y en tal calidad presentó formalmente la Carta a la firma de sus colegas. Cumplida la responsabilidad protocolar, el Embajador Belt firmó el documento constitutivo de la organización mundial en nombre del gobierno de la República de Cuba, en el turno correspondiente a nuestro país entre las 50 delegaciones asistentes.

Su Alteza Real Amir Faisal ibn Abdul Aziz, en la fecha Ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudí, firmó la Carta en representación de su país. Hijo del rey Abdul Aziz, el Príncipe Faisal había desempeñado importantes misiones diplomáticas desde muy joven y contaba con amplia experiencia en reuniones internacionales. Había cumplido 39 años poco antes de esta ocasión histórica. Al Embajador Belt le faltaban pocos días para los 40. Coincidían ambos diplomáticos en la edad, y pronto se verían unidos por mucho más.


La política exterior de Cuba era muy independiente en aquellos tiempos. En agosto de 1946 el jefe de la delegación cubana en Naciones Unidos solicitó una reunión extraordinaria de la Asamblea General para eliminar el privilegio del veto, como lo informó el diario The Baltimore Sun en su edición del 3 de ese mes. Estados Unidos defendió el veto. En diciembre el mismo diario, afirmando que se daba largas al tema enviándolo a un subcomité creado al efecto, citó al Embajador Belt: “The United States defends the veto because there are still, unfortunately, vestiges of isolation in this country.”[1]

El año siguiente Naciones Unidas abordó un tema que hoy, tres cuartos de siglo después, continúa vigente: la partición de Palestina. El propósito de la resolución presentada a la consideración del organismo mundial era crear un estado para el pueblo judío antes del fin del mandato de Gran Bretaña sobre Palestina, previsto para el 15 de mayo de 1948. Cuba fue el único país de América Latina que votó en contra. Se abstuvieron Argentina, Chile, Colombia, El Salvador, Honduras y México; los demás votaron a favor. La resolución se aprobó con 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones.

El diario New York Times, en su artículo del 17 de octubre de 1947, se refirió en estos términos a la posición de Cuba: “El Dr. Guillermo Belt, de Cuba, dijo que su país consideraba firmemente que las recomendaciones de la mayoría no conducirían a una justa y duradera solución del problema. Dijo que Cuba también se oponía a su adopción porque aprobarlas podría poner en peligro la paz.”[2]

Arabia Saudí votó en contra de la partición de Palestina. El Príncipe Faisal, en un gesto que nunca olvidarían mi padre y mi madre, los visitó para agradecer personalmente la posición de Cuba, coincidente con la de su país. Los recuerdos tangibles de esa visita se perdieron, junto con mucho más, como consecuencia del desastre ocurrido en Cuba en 1959. Cuando el príncipe ascendió al trono de su país, el 2 de noviembre de 1964, nuestra familia celebró el acontecimiento aplaudiendo al Rey Faisal en privado y en el exilio.

El 17 de noviembre de 2021, gracias a la gentileza de dos amigos cubanos, Alberto van der Mye y Gustavo de los Reyes, conocí a Su Alteza Real Turki AlFaisal Al Saud. El Príncipe Turki presentaba en la biblioteca Riggs de la universidad Georgetown, en la capital de los Estados Unidos, su libro titulado The Afghanistan File.[3] Alberto y Gustavo estudiaron en esa universidad junto con el príncipe, y la amistad entre ellos se mantiene hasta hoy.

El Príncipe Turki, al igual que su padre el Rey Faisal, tuvo una brillante carrera diplomática. Fue embajador en Gran Bretaña y en los Estados Unidos. Su libro, amablemente dedicado por él y que leí con sumo interés, trata de otra etapa de su exitosa trayectoria, la que lo llevó a dirigir durante 24 años (1977-2001) el servicio de inteligencia exterior de Arabia Saudí.


Cuando estreché su mano esa tarde en la universidad, y luego en la embajada de su país, sentí que con nuestro encuentro fortuito celebrábamos el corsi e ricorsi de la amistad entre su padre y el mío, nacida, al igual que el príncipe, en 1945. Las vueltas que da la vida.

Notas

[1] The Baltimore Sun, December 2, 1946. En Belt, Guillermo A., Tiempo para todo bajo el sol/A Time to Every Purpose, 234. Colección Pulso Herido, Academia Norteamericana de la Lengua Española, 2020. “Estados Unidos defiende el veto porque, desafortunadamente, aún quedan vestigios de aislacionismo en este país.” Traducción del autor.

[2] Belt, op. cit., 235. La cita original en inglés es: “Dr. Guillermo Belt of Cuba said his country felt strongly that the majority recommendations would not lead to a just or lasting solution of the problem. He said Cuba also opposed their adoption because of the belief that to approve them might endanger the peace.” La traducción al español es del autor.


[3] Prince Turki AlFaisal Al Saud, The Afghanistan File, Arabian Publishing, 50 High Street, Cowes, Isle of Wight, Great Britain, 2021
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