Saturday, August 6, 2022

La bella cubana, - rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX*

Por Olga Connor

Al leer y ver las ilustraciones de La bella cubana, - rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Publishing House, Miami, 2022), de Teresa Fernández Soneira, me sentí estremecida. Recordaba mis experiencias frente a la cámara, en los estudios fotográficos de La Habana, a los que mi madre me llevaba desde muy niña en cada fecha importante. Esta costumbre tradicional era para guardar una memoria exacta de la efigie en aquel momento. Al igual que se puede admirar en las de este libro, en el que hay 162 imágenes antiguas en colores, de niñas y niñeras, jóvenes y señoras casadas y abuelas, de varios tonos de piel, porque son de las criollas de la isla de Cuba en el siglo XIX y principios del XX. 

Se ve que Fernández Soneira ha experimentado esos mismos sentimientos de asombro que ella expresa tan bien en su libro, porque me ha contado cómo heredó su amor por este arte de su propia familia, y a aprender de ellos la fotografía. “La que fue fotógrafa profesional fue mi abuela Rogelia Fernández Santalices, al morir mi abuelo Manuel Fernández Losada”, declara. “Yo he hecho fotografía, sobre todo cuando escribía artículos de viajes para el semanario Éxito! y las fotos de mis libros las he preparado y montado yo”. 

“Mis abuelos paternos, Manuel, de Lugo, y Rogelia, de Orense [a quienes dedica el libro], eran fotógrafos profesionales en La Habana Vieja, desde antes de que mi abuelo se casara con mi abuela en 1918”, sigue recordando Fernández Soneira. “Mi abuelo había estudiado pintura en San Alejandro y luego fotografía. Cuando se casó con mi abuela ya tenía el estudio fotográfico. Cuando él muere yo tenía siete años y ella, que era una mujer liberada, se hizo cargo del negocio y siguió retratando hasta que salió para el exilio de Madrid con mi tío soltero en 1961”. 



“A veces yo de niña me pasaba los fines de semana en su casa y aprendí con ella a retratar, revelar y arreglar el salón para la fotografía. Desde entonces soy también fotógrafa, aunque últimamente he cambiado la cámara por la pluma”, concluye. Así es como muchas mujeres fotógrafas del siglo XIX aprendieron de manera artesanal con su familia. Y lo curioso es que en este caso Fernández Soneira se convirtió además en coleccionista, porque casi todas las fotos de mujeres en este libro son propiedad de la autora, menos algunas, por ejemplo, las de la Colección de la Herencia Cubana (The Cuban Heritage Collection at the University of Miami Libraries). 

Ella confiesa que las suyas las encontró en subastas por la Internet o en tiendas de anticuarios en España. Son “ambrotipos, ferrotipos, imágenes a la albúmina, daguerrotipos y otras técnicas fotográficas”, realizadas en la isla. Algunas son “cartes de visite”, parecido a las tarjetas de ahora, otras se ponían sobre soportes de vidrio o se colocaban en estuches forrados de terciopelo. Estos ejemplos se pueden admirar como el incipiente arte de fotografía que pronto se desarrolló en Cuba, como se puede constatar con el auge de europeos que se mudaban a La Habana para mejorar sus ventas en este negocio. 

E inclusive alguien como Federico Mialhe, dibujante, pintor y científico francés que le dio fama a la isla y a su nombre, cuando se mudó a ella, enviando sus litografías a Europa, como la titulada “El quitrín”, con bellas jóvenes viajeras, y reproducido en este libro. Con el invento de Daguerre, Mialhe tenía fotos inmediatas del natural para luego pintarlas sin tener que pasar días enteros haciendo bocetos. 

Toda esta información aparece en el admirable ensayo introductorio de Fernández Soneira, quien nos hace la historia de la fotografía desde Europa hasta nuestras costas. Nos lleva de la mano desde la antigüedad, con Aristóteles, y llegando a Daguerre en París, explica brevemente el desarrollo en Europa y las Américas, y cómo fue documentado el invento de Daguerre en el Diario de la Marina en 1839. 

Pronto la calle O’Reilly en el centro de la Habana se convertiría en “la calle de los fotógrafos”, porque allí se concentraban estos artistas y se anunciaban en los diarios, el Daguerrotipo de Arias era uno de ellos. Precisamente la primera mujer documentada en este oficio en La Habana fue Encarnación Iróstegui, de Bilbao, esposa de Pedro Arias, procedente de Galicia y dueño de ese negocio en el que participaban los dos y su hijo Vicente. La historia de Fernández Soneira continúa no solo con la de los fotógrafos, sino la de la vida social, costumbres y modas de la época que rescatan un ambiente señorial y criollo. 

Es de destacar la labor del editor Modesto “Kiko” Arocha, director de Alexandria Library Publishing House, quien diseñó y diagramó espectacularmente el libro, sobre todo teniendo en cuenta que es de naturaleza gráfica. El poeta y cantante Orlando González Esteva ayudó a la autora con los poemas y fragmentos narrativos que acompañan las imágenes, lo que le da un valor esencial, pues contienen una temática que nos lleva con nostalgia a esa tierra soñada, como si fuera en búsqueda de la edad dorada. 

Un ejemplo de esa ilusión es la de nuestra Gertrudis : ¡Salud, oh, tierra bendita!,/ Tranquilo edén de mi infancia/ Que encierras tantos recuerdos/ ¡De mis sueños de esperanza!/ ¡Salud, salud, nobles hijos!/ ¡De aquesta mi dulce patria!.../ ¡Hermanos que hacéis su gloria!/ ¡Hermanas que sois su gala! (Gertrudis Gómez de Avellaneda, 1859). 

Esa literatura que le sirve de contexto a las imágenes está analizada por la excelente crítica, autora de varias obras y profesora de la Universidad de Florida del Sur, Madeline Cámara Betancourt, en su presentación de La bella cubana. Primeramente destaca el valor de las figuras femeninas en la novela Cecilia Valdés, algunas de las cuales parecen verse fotografiadas aquí. Luego se refiere a la novela Sab de la Avellaneda, y a otras escritoras que reflejan la sociedad de la época. Advierte que estos textos no aparecen cronológicamente, sino por su calidad estética. Y observa que son una forma de mantener el diálogo con las figuras. Pero destaca principalmente la importancia de esta literatura en nuestra historia. 

Y eso es lo que anima a Teresa Fernández Soneira, ver el papel que ha desempeñado la mujer y cómo ha influido en la cultura cubana, como demuestra su serie de Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba – (Volúmenes I, 2014 y II, 2018, Ediciones Universal). Solo hay que pedirle que siga cumpliendo con el mismo fervor esa labor incansable para los estudios presentes y futuros de los cubanos de ambas orillas. 

El libro ‘La bella cubana, - rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX’ (Alexandria Library Publishing House, Miami, 2022), por Teresa Fernández Soneira, se presentará el sábado 6 de agosto a las 10 de la mañana en la Ermita de La Caridad, salón Varela. 

A la venta en Amazon.com: teresa fernandez soneira, y el día de la presentación. Se puede hacer un enlace a la Presentación del libro «LA BELLA CUBANA» de TERESA FERNÁNDEZ SONEIRA por YouTube .

Al leer y ver las ilustraciones de La bella cubana, - rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Publishing House, Miami, 2022), de Teresa Fernández Soneira, me sentí estremecida. Recordaba mis experiencias frente a la cámara, en los estudios fotográficos de La Habana, a los que mi madre me llevaba desde muy niña en cada fecha importante.

*Tomado de El Nuevo Herald

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