Por Manuel Vázquez Portal
Arcón secreto de toda confidencia.
Verdadero reposo del guerrero.
Meretriz del lecho, dama del salón, compañera de ansias, amiga de agonizante cotidianeidad, timón de casa,
Palinuro de la familia, medicina del alma.
Madre de María.
¿Momento turbio del futuro apóstol? ¿Se aprovecho Martí de una familia en quiebra con un cabeza de familia desvalido?
¿Abusó “el Don Juan” de la vulnerabilidad de una mujer en crisis?
¿Codició el poeta la mujer del prójimo? ¿Traicionó al amigo?
¿Encontró Carmen Miyares algo grandioso en él que no tenía, o ella no le veía en Manuel Mantilla?
Veámoslo con los ojos del doctor Antonio de la Cova.
Apunta De la Cova:
<< Cuando el Apóstol cubano José Martí llegó a Nueva York el 3 de enero de 1880, se albergó en el hogar de su compañero del presidio político, Miguel Fernández Ledesma, en el 337 W. 31 Street. Pocas semanas después, se mudó para la residencia del matrimonio de Manuel Mantilla y Carmen Miyares, en el 49 E. 29 Street, en Manhattan, a seis cuadras de distancia.
Hasta ahora, los escritores han presentado una versión incorrecta y nebulosa sobre Manuel Mantilla. José Manuel Castañón, en Cuba: hablo contigo; sigo hablando contigo (2001) página 117, indica que “en el Centro de Estudios Martianos con Fina García Marruz, le informaron de la vida de Carmen Miyares, “mujer abnegada y luchadora que para mantener a su esposo paralítico y los tres hijos del matrimonio –Manuel, Ernesto, y Carmen, – puso una pensión en Nueva York, a donde fue a alojarse como huésped José Martí.
Tres años después, Rubén Pérez Nápoles, en Martí: el poeta armado (2004), página 230, describe a Manuel Mantilla como “un anciano achacoso y estaba inválido, por lo que en la práctica difícilmente funcionaban las relaciones normales del matrimonio”. El censo de Nueva York de 1880 y el certificado de defunción de Mantilla desmienten estas versiones propagadas durante más de un siglo.
El certificado de defunción No. 519022 de Manuel Mantilla confirma que cuando falleció al mediodía del 12 de febrero de 1885, tenía la edad de 42 años con dos meses y dos días. Por lo tanto, cuando Martí fue a residir en su hogar en 1880, Mantilla tenía 37 años de edad. El censo federal de 1880 lo confirma.
Pérez Nápoles se equivoca al decir que Mantilla era un anciano inválido que no podía tener relaciones matrimoniales. La columna 20 del censo de 1880 pregunta si la persona está “Mutilado, lisiado, postrado en una cama, o con discapacidad.” En la casilla que le corresponde a Mantilla, esta selección no está marcada como cierta.
El certificado de defunción de Mantilla indica que enfermó un año antes de morir, a principios de 1884, afectado por “enfermedad mitral del corazón” que fue la causa principal de su muerte. Como resultado de dicha condición, cinco meses antes de fallecer, Mantilla fue afectado por “congestión de los pulmones, riñón y el hígado.”
Carmen Miyares nunca tuvo que trabajar para “mantener a su esposo” como alega el Centro de Estudios Martianos. El censo de 1880 indica que Mantilla era comerciante a comisión y que su esposa era ama de casa. La familia Mantilla y sus dos huéspedes eran atendidos por una sirvienta alemana y un cocinero cubano. El certificado de defunción de Mantilla indica que estaba empleado como comerciante>>.
Despejadas estas primeras dudas veamos la otra parte que relata el doctor de la Cova,
<<El certificado de nacimiento de María Mantilla señala que ella nació a las 4:40 AM el 28 de noviembre de 1880. (José Francisco Martí Zayas-Bazán nació el 22 de noviembre. Puntería que tenía Martí para embarazar en febrero, y que sus hijos nacieran bajo el signo de Sagitario).
La fecha indica que, si Martí es su padre, la engendró en febrero, (como a su primogénito) pocas semanas después de conocer a la señora Carmen Miyares de Mantilla. (Deslumbramiento mutuo y fulminante que los llevó a la cama). Aunque el certificado de nacimiento señala a Manuel Mantilla como el padre, parece que él no fue quien dio la información ya que su edad de 40 años no es correcta y aparece como desempleado. También la edad de Carmen Miyares es errónea por cinco años, dando a especular, parece probablemente que la doctora Annie M. Brown, quien asistió el parto y firmó el certificado de nacimiento, fue quien anotó los datos. La residencia de la madre, donde ocurrió el nacimiento, es 243 Grand Avenue, Brooklyn, lo que significa que la familia Mantilla se había mudado de donde residían en Manhattan el 5 de junio de 1880, según la fecha del censo.
Todos los relatos históricos concuerdan que Martí vivía como huésped de los Mantilla en febrero de 1880. Sin embargo, cuatro meses después, cuando Carmen Miyares estaba en avanzado estado de embarazo, Martí ya no residía con los Mantilla. El censo federal de Nueva York del 8 de junio de 1880 demuestra que para esa fecha Martí se alojaba en la casa de huéspedes de Henry C. Beers y su familia, en el 345 Fourth Avenue de Manhattan, lejos de la familia Mantilla.
Cuando la esposa de Martí, Carmen Zayas Bazán llegó a Nueva York en diciembre de 1880 con el hijo de ambos, escuchó los rumores que su marido era el padre de María Mantilla. Al poco tiempo, Carmen volvió a Cuba con su hijo y obtuvo pasaporte sin el consentimiento de su esposo, valiéndose de la ayuda del cónsul español.
Tras la muerte de Manuel Mantilla, Martí regresó a vivir con Carmen Mantilla y su familia. El 22 de enero de 1895, el Ministro Español en Washington, Emilio Muruaga, envió un cable al gobierno norteamericano señalando a Manolito Mantilla como “el hijastro del Sr. Martí, el agitador cubano.”
En 1915, Carmen Mantilla viajó a La Habana y se hospedó con la familia Baralt. Allí entregó la biblioteca personal de José Martí al doctor Julio Villaldo.
Carmen Mantilla falleció el 17 de abril de 1925 y fue inhumada en el cementerio Woodlawn en el Bronx, donde posteriormente la acompañaron dos hijos.
Diez años después, su hija María Mantilla ofreció la evidencia más contundente que existe respecto a su paternidad en una carta de nueve páginas que le envió a su hijo, el actor César Romero, el 9 de febrero de 1935.
La misiva relata la vida de José Martí y afirma: “Yo quiero que sepas, querido, que él era mi padre, y yo quiero que tú te sientas orgulloso de eso. Algún día, hablaremos mucho sobre esto, pero claro, esto es solamente para tu conocimiento, y no para publicidad. Esto es mi secreto, y Papá lo sabe.
El 23 de enero de 2004, las nietas de María Mantilla, Victoria y Martí Romero, hijas de Eduardo Romero, viajaron a La Habana y donaron la carta original a la Fragua Martiana. La prensa oficialista castrista reportó la visita y el obsequio del documento, pero no identificaron a las hermanas Romero como las biznietas de José Martí ni tampoco mencionaron que María Mantilla se identifica en la misiva como la hija de Martí.
Por otra parte, un estudio antropométrico realizado por el antropólogo, arqueólogo, médico legal, espeleólogo e historiador doctor Ercilio Vento Canosa, explica, en una entrevista concedida al periodista Yamil Díaz Gómez, que hay un 74.3 % de compatibilidad entre José Martí y María Mantilla, lo que es un % muy por encima del índice de la casualidad.
Los que se desglosaría de la siguiente manera: Forma coincidente de la cara, 1. De las cejas, 2. Ojo, 9. Nariz 5. Labios ,3. Mentón y mejilla, 5. Pelo, 1. Orejas, 12. Manos, 5. Piel, 1. Espacio inter-naso-bucal, 2.
El propio Martí, aunque, como caballero de su época se llevó el secreto a la tumba, le escribe el 9 de abril de 1895: << Y mi hijita ¿qué hace, allá en el Norte, tan lejos? ¿Piensa en la verdad del mundo, en saber, en querer, ─en saber, para poder querer, ─querer con la voluntad, y querer con el cariño? ¿Se sienta, amorosa, junto a su madre triste? ¿Se prepara a la vida, al trabajo virtuoso e independiente de la vida, para ser igual o superior a los que vengan luego, cuando sea mujer, a hablarle de amores, ─a llevársela a lo desconocido, o a la desgracia, con el engaño de unas cuantas palabras simpáticas, o de una figura simpática? ¿Piensa en el trabajo, libre y virtuoso, para que la deseen los hombres buenos, para que la respeten los malos, y para no tener que vender la libertad de su corazón y su hermosura por la mesa y por el vestido? Eso es lo que las mujeres esclavas, ─esclavas por su ignorancia y su incapacidad de valerse, ─llaman en el mundo "amor". Es grande, amor; pero no es eso. Yo amo a mi hijita. Quien no la ame así, no la ama. Amor es delicadeza, esperanza fina, merecimiento y respeto>>.
Y aquí, a 1 mes y 10 días de su muerte, Martí no usa “hijita” como un apelativo cariñoso simplemente, sino, que lo eleva a la categoría de sustantivo legitimador de su paternidad.
En testimonio revelado a la escritora Nydia Sarabia, Maria Teresa Bances, (Teté) viuda de José Francisco Martí, años antes de su fallecimiento dijo: <<Yo no conocía personalmente a María Mantilla. Con mi esposo este tema era delicado y nunca se habló de la existencia de María. Pero llegó el Centenario de Martí en 1953. Como única hija política de Martí fui invitada a un banquete donde asistiría (Fulgencio) Batista que era entonces el presidente de turno…Al fin me convencieron y fui al banquete…Cuál no sería mi sorpresa al anunciar la llegada de María Mantilla. Cuando la vi por primera vez en persona y bastante cerca, me impresionó el parecido que tenía con Pepe Martí, mi esposo, ya fallecido…A medida que la veía conversar con los que la rodeaban, me percataba de que en sus ademanes, su sonrisa, su forma hasta de sentarse, aparte del parecido físico como la cara, las manos, eran tan iguales a las de Pepe Martí, que no pude por menos de convencerme que existía un parentesco entre ambos>>
Como última prueba, el cruce de cartas entre María Mantilla y Gonzalo de Quesada y Miranda, muchos años después. Dice María: <<Yo, como usted sabe soy la hija de Martí, y mis 4 hijos: María Teresa, César, Graciela y Eduardo Romero, son los únicos nietos de José Martí […] Y también quiero dar a conocer los nombres de los cuatro biznietos de Martí. Robert y Holly Hope –hijos de Graciela, y Victoria María y Martí, las hijas de Eduardo […] No me quedan muchos años más de vida, quiero dar a conocer al mundo este secreto que guardo en mi corazón con tanto orgullo y satisfacción>>.
A lo que Gonzalo de Quesada y Miranda responde: << Todos sabemos que usted lo es, y que si por ejemplo nosotros los Quesada nunca lo hemos expresado públicamente es porque no ha sido hasta ahora en que usted autoriza y hasta desea que se haga saber>>.
tanto hablar de honra y de decoro y no fue capaz de controlarse la entrepierna deshonrandose a si mismo, traidor al amigo que lo acogio bajo su techo, traidor al hogar sagrado de una familia, causa de caida de una esposa y madre y traidor a su propia esposa y a su hijo...
ReplyDelete