Antes, este era un libro necesario que no se había publicado. Los análisis y la información estaban dispersos y fragmentados. Ahora ya es imprescindible porque se puede leer y consultar. Su tema es la censura en Cuba. Amir Valle, con su libro La estrategia del verdugo, se ha encargado de revelarle al mundo cuál es la verdad de este flagelo totalitario. Y la censura, todos sabemos, es tan antigua como el ser humano. Es histórica. Es lamentablemente humana. Siempre ha constituido un interés despreciable. Sirve para evitar que algo se divulgue, se sepa; evitar que se comparta con los otros para conveniencia de un poder. Por eso también, la censura es la antesala de la tortura (muchas veces el censurado pasa a ser torturado. Pero lo que sí pasa siempre es que a quien le aplican la tortura, ya de hecho ha sido censurado). En el caso de Cuba y su “Revolución” de 61 años, la murmuración, la inspección y el dictamen contrario a lo que se escribía o decía políticamente fueron hechos importantes con lo que se empezó a degenerar la ilusión humanista de un acontecimiento histórico. Claro, primero fue el martirio, el suplicio y el tormento de la tortura; más tarde, los juicios amañados y la muerte, puesto que los fusilamientos comenzaron desde la misma lucha de los rebeldes en la Sierra Maestra, ordenados por Fidel y Raúl Castro, y siguieron aumentando de una manera horrorosa después del triunfo. Pero hablando de la censura, que es el tema de este singular libro que nos ocupa, esta tiene sus tres variantes, sus tres distintas formas de aplicarse: la censura impuesta (por discursos, por decretos, por coerción, por amenazas y golpeaduras), la censura sutil (por lista negra, por eliminación de textos, por libros que no se pueden obtener, por libros y otros artículos que parecen haberse agotado y están almacenados en espera de su eliminación, etc.) y la autocensura (por esa lucha interior surgida en la mente de los creadores debido al miedo, por la autoflagelación, por el insilio, incluso, por la confusión mental debido a la propaganda, al pánico y a la ignorancia). Por supuesto, las tres maneras son psicológicas, pero la autocensura (la más perjudicial de todas) viene a ser profundamente anímica, espiritual, íntima, porque siempre trabaja desde el subconsciente. Este libro de Amir Valle obtuvo el Premio de Ensayo Carlos Alberto Montaner 2019, otorgado en Miami en el XI Festival VISTA, y es un volumen que reviste una extraordinaria importancia debido a que, por primera vez, según el jurado, un autor presenta “la sistematicidad con que analiza el problema de la censura y todos sus derivados (simulación, etc.) en Cuba desde 1959 hacia acá”, y además, continúa el jurado: Se trata de una seria panorámica intelectual de los ya casi 61 años de dictadura cubana. Es de notar que el volumen proyecta una atmósfera muy profesional por su exactitud y veracidad en los datos testimoniales, por su carácter sincero y honesto en el desarrollo de las ideas y por la lucidez estructural que enlaza a todos los subtemas. Este ensayo es de suma importancia debido a que nunca se había dado un criterio extensamente sistematizado del vergonzoso capítulo del fenómeno intelectual [de la censura] dentro de la dictadura. El proyecto Puente a la Vista y su concurso de ensayos se ha anotado un rotundo éxito con la premiación y publicación de este libro, puesto que se trata de un texto que no solo puede brillar por sus análisis politico-literarios y sus claras posturas a favor de los derechos humanos, sino además porque es constitutivo de toda una parte significativa de la historia contemporánea cubana, cuando devela muchas de las tramas y dramas que han ocurrido en el ámbito intelectual durante estos 61 años de dictadura.
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Si vamos a ver, este libro se encuentra estructurado entre el análisis bien profundo del autor y la compilación crítica que el mismo autor preparó en busca de la veracidad de todos los tópicos que se analizan. En realidad, esto hace de esta obra más efectiva y más convincente, por otorgarle un valor testimonial impresionante y hasta excepcional. En este sentido de lograr el reconocimiento de lo justo y verdadero (aunque aquí deberíamos decir también de lo verdaderamente injusto) a través de testigos que ponen sus voces con dignidad, Amir cuenta ya con la gran experiencia de una obra anterior que tiene suma importancia histórica, como es el caso de su investigación de diez años sobre la prostitución y la droga en Cuba, publicada primero por la Editorial Planeta (titulada Jineteras) y después por Neo Club Ediciones (con el título de Habana-Babilonia). Esta investigación de años atrás le sirvió para darse cuenta de que un tema como el de la censura (que no solo prohíbe al pueblo su libertad de expresión y hasta de movimiento, así como todo tipo de flujo de ideas, sino que además acalla las voces y proyecciones de las artes y las letras), un tema como el de la palabra inconveniente, con las referencias humanas de sus testimonios, era de una crucial necesidad para hacer que la verdad se conociera siempre en las propias declaraciones y confesiones de los perjudicados, pues así el impacto de la realidad sufrida es mucho más convincente, porque es, en definitiva, el hecho contado por el doliente. De aquí la estructura alternativa entre análisis y testimonios, declaraciones y confesiones a veces inusitadas o insólitas. Una estructura y contenido de este tipo se hace realmente innegable, pues nadie podría acusar al autor de haberse inventado estos hechos sobre una “Revolución” cuya asombrosa victoria del 1 de enero de 1959 degeneró en una sistemática consecución de errores, latrocinios e injusticias. La estrategia del verdugo logra dinamitar así, definitivamente, toda la apariencia de que en Cuba no ha habido ni hay desaprobación ni reparo con lo que se escriba o diga. A partir de la publicación de este libro, el regimen queda desnudo de pretextos y de argumentos falaces que siempre ha empleado para ocultar su naturaleza retrógrada. Claro que sabemos que existen muchas más cosas que la dictadura siempre ha ocultado a su pueblo y al mundo, y que ya cientos de libros y miles de testimonios se están encargando de sacar a la luz pública. Pero en este caso, donde impera la reprobación, el reproche, el vituperio y la calumnia, todo queda aquí esencialmente expuesto, incluso en sus detalles. Hay algo que no puedo dejar pasar por alto, por su envergadura, por su trascendencia, y es el hecho de que la cultura cubana es una sola, tanto en el país como aquella que está dispersa por el mundo debido al exilio, y no únicamente la que queda en la Isla. Por encima de todo tipo de jactancia “revolucionaria”, de la seudopolítica del poder; por encima de la mismísima estrategia, de mitos y espejismos del verdugo, todos (aquí, allá y acullá) somos cubanos, y lo que hacemos, para bien o para mal, evidencia a Cuba. Principalmente, todo lo que se proyecte en la creación del arte y de las letras refleja a Cuba, pertenece a Cuba y es, indefectiblemente, representativo de Cuba. De esta manera, entre tantos testimonios, informaciones y análisis, la “cultura cubana como una sola” queda bien aclarada en este libro, y es también porque las prohibiciones no han sido solamente contra los artistas y los escritores dentro de la isla, sino, y primeramente, contra los creadores que se han marchado de Cuba, o que han huido o han sido expulsados. En realidad, ha sido una censura contra una buena parte de lo mejor de la cultura cubana, y no solo contra los enemigos de la “Revolución”. Leyendo este libro puede saberse por qué razón el régimen cubano ha propiciado siempre la división no solo entre los que considera son sus enemigos, sino además entre todo aquello que le ha molestado para sus planes de dominación política. Pero asimismo de aquí sale un rasgo que relaciona, de manera directa, la “estrategia del verdugo”, Fidel Castro, con la decrepitud cultural de Cuba. Y en este sentido, encontramos que la condena de tener que escribir o decir lo que al castrismo le conviene es uno de los enlaces que tiene que ver con la supuesta division de la cultura, o ese hecho de querer hacer ver que la “verdadera cultura cubana es la que radica en la Isla dentro de la ‘Revolución’”. Esta fasledad también se encuentra dentro de los tres tipos de censura mencionados que, en mi opinión, existen en el caso del totalitarismo cubano, pues se relacionan con los exiliados y los inxiliados (los que en el interior de la Isla han sido desaparecidos como creadores). Otro de los asuntos a tener en cuenta y que este libro trata de primera mano es la inusitada —por inútil— insistencia de convertir el arte y la literatura en temas exclusivamente de ideología marxista, referenciando así siempre que la libertad de expresión, como la libertad en todo, no es válida (o sea, no es realmente verdadera) si no se encuentra dentro de la “Revolución”, hacienda de la prohibición y del anatema (al igual que en la Inquisición) uno de sus mejores instrumentos para mantener el dogma del “poder revolucionario”. Si de Historia se trata —tanto de las artes, las letras como de los acontecimientos políticos contemporáneos de Cuba—, La estrategia del verdugo, de Amir Valle, formará parte de la mejor colección de ensayos de la ya copiosa e importante bibliografía del exilio e incluso de los catálogos de estudios académicos que se hayan realizado fuera de la Isla. Con este libro queda demostrado, una vez más, la naturaleza dogmática del régimen castrista durante más de 60 años.
Tomado de Puente a la vista
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