Tras seis semanas de censura de prensa, impuesta por el régimen batistiano a raíz de la insurrección armada en Oriente, esta había sido levantada a finales de febrero de 1957. Así en el número de Bohemia del 10 de marzo de ese año aparecían varios artículos sobre la realidad política del país, incluídas algunas columnas de opinión. En una de estas se analizaba una proclama emitida por el Movimiento 26 de Julio desde la Sierra Maestra. Su autor era Leopoldo Pío Elizalde, Ministro de Trabajo en el Gobierno de Batista. Lógicamente, este autor era crítico con la proclama pero sorprendentemente lograba hacer un análisis detallado y sobrio de su texto a partir de lo que se anunciaba en ella.
Según Pío Elizalde la proclama tenía su cuota de patrioterismo y palabrería hueca, pero de ella podía sacarse conclusiones sobre el programa del movimiento de Fidel Castro con claridad. Lo primero que analiza en el manifiesto es el programa político y los cambios judiciales que se planifican. De ahí concluye: “¿Puede haber duda de que los párrafos e ideas preinsertos , traducidos a un simple y realista lenguaje, prometen la organización de un gobierno absolutista, dictatorial, de duración indefinida basado en el terror?”
A continuación analiza los planes económicos y sociales y dice: “Claro que en este amasijo de propósitos hay algunos que anhelamos todos los cubanos aunque ese deseo unánime no lo hace fácilmente accesible; otros, sin embargo, avivarían la discordia civil o retrasarían nuestra evolución económica.” Más adelante muestra su preocupación por la educación, la libertad de prensa y el peligro que pasarían incluso aquellos que apoyaron al movimiento en algún momento. La columna es, sin lugar a dudas, el análisis de un enemigo político que mira la proclama con los peores ojos posibles pero es curioso cómo, a partir de su propio programa, pudo preveer las consecuencias de lo que podía venir: dictadura sin límite de tiempo, estancamiento económico, control de la educación, falta de libertad de prensa y cárcel o muerte para buena parte de los antiguos partidarios del movimiento. Desgraciadamente acertó en todos sus malos augurios.
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