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Jesús Jambrina |
Por Perla Rozencvaig
El 14 de diciembre del 2024 el profesor Jesús Jambrina, invitado por la
Academia de la Historia de Cuba en el Exilio, conversó con los presentes en el
William Musto Cultural Center en Union City, NJ, sobre su libro más reciente Los judíos en
Cuba: 1492-1902. El presidente de la Academia, el Dr. Octavio de la Suarée
presentó al autor, y seguidamente él y yo tuvimos una conversación acerca de
algunos de los temas que conforman el recorrido histórico cultural de la
presencia judía en la isla durante los siglos que abarca la obra, sin duda, un
referente imprescindible para cualquier estudio sobre este tema. A continuación,
un resumen del diálogo.
La portada de tu libro es muy representativa del oficio de vendedor ambulante que
algunos judíos realizaron desde su llegada a Cuba, y en la pag. 172 reaparece esa foto con un comentario que indica que eran los sefardíes los
que primordialmente se dedicaban a esta práctica, ¿Qué te motivó para que,
al hablar de la presencia judía en Cuba durante 4 siglos, eligieras esta
foto para la portada del libro?
Cuando te refieres a “su llegada a Cuba” supongo que quieras decir en la
primera década del siglo XX. Mi trabajo, sin embargo, comienza más atrás, en
1492 y en ese momento judío significaba algo diferente, es decir, era quien
tuviese orígenes hebreos en España, básicamente judeoconverso, criptojudío o
judaizante ¿Me explico? La definición de judío entre los siglos XIV y XIX, es
decir entre la baja edad media y hasta el fin de la inquisición en el orbe
iberoamericano es muy diferentes a la que tendremos en el siglo XX.
Los oficios de los judeoconversos y los criptojudíos en ese momento eran los
mismos que los de los españoles y portugueses en las empresas colonizadoras del
siglo XVI en el nuevo mundo. Como ellos, poblaron las Américas, realizaban las
mismas labores, aunque sí es cierto que, siempre de acuerdo con la bibliografía
y documentación consultada, había ciertos oficios relacionados con los
judeoconversos como el de comerciante, escribano, médico, pero también, en
algunos casos, funcionarios de la corona (el mismo Diego Velázquez de Cuellar o
Inés de Bobadilla) e incluso eclesiásticos, el primer judaizante procesado en
Cuba era un “judío español en hábito de cristiano”, en otras palabras, un
monje. No es difícil imaginar que, avanzada la colonización, los hubiesen
también en los estratos populares, aunque estos, como se sabe, entran menos en
el archivo.
Pero el motivo principal para usar la foto de la portada es porque, según
Robert Levine, en su libro Tropical Diasporas, fue tomada alrededor de
1897, es decir antes de 1902 que es el límite temporal que me impuse en el
libro. Los judíos modernos empezaron a asentarse en Cuba a principios del siglo
XIX, por ejemplo, entre 1816 y 1821 vivió Moisés Elías Levy, contratista
maderero para la corona, en 1838 la Casa Rothschild se establece en La Habana,
en 1842 Pablo Lafargue nace en Santiago de Cuba, entre 1854 y 1862, el músico
estadounidense Louis Moreau Gottschalk recorre Cuba dando conciertos y viviendo
una temporada y en 1866 Carlos Roloff (Akiva Roland) se instala en Caibarién. La venta ambulante, un oficio bastante común
en todas las culturas, fue practicada también por los judíos, incluidos los
sefardíes, en todos aquellos lugares donde vivieron. Hay muchos testimonios
artísticos y gráficos de sefardíes en Marruecos, Grecia y los países
balcánicos, incluso en Inglaterra en el siglo XIX, ejerciendo este oficio.
Después he encontrado fotos similares de vendedores ambulantes en La Habana,
pero ya a inicios del siglo XX, fotos en las que no se específica la identidad étnica
de los vendedores, pero bien podrían ser tanto inmigrantes judíos como
españoles, que también muchos llegaron después de 1902.
Me pareció que la foto podría servir de puente entre los judeoconversos,
criptojudíos y judaizantes de la época colonial y los sefardíes que llegaron a
la isla en los primeros años del siglo XX, a fin de cuentas, pertenecían al
mismo tronco lingüístico y cultural en la península ibérica.
Si nos concentramos en el testimonio
religioso o literario de escritores judíos que mencionas en el libro,
podríamos trazar la historia del pueblo judío en Cuba desde una
multiplicidad de perspectivas que nos dan una visión compleja del pueblo
judío.
Empecemos por Luis Carvajal, el Mozo (1567-1596), considerado el primer
escritor judío de las Américas. En su testamento dejó escrito que
"judaizar no es herejía sino hacer lo que manda Dios, nuestro
Señor". frase que podría considerarse el núcleo de la fe judaica
entre los criptojudíos según Alicia Gojman. ¿Podrías ahondar un poco en
esta frase?
La historia de Luis de Carvajal, el Mozo (1567-1596) la conozco bien por mi
otra investigación en Zamora, España, sobre los judíos en la edad media. Él
nació en Benavente, una ciudad zamorana, pero su familia se origina en
Fermoselle, un pueblo en la frontera entre España y Portugal, igualmente en la
provincia de Zamora. Salieron al lado portugués en 1492, a Sambade y Mogadouro,
donde su abuelo Luis de Carvajal fue procesado por la inquisición; más tarde
regresaron a Benavente, donde el Conde de mismo nombre daba refugio a muchos judeoconversos
y además poseía tierras en toda la región, hasta Braganza, en Portugal. Eran
lujos que la nobleza podía permitirse siempre y cuando no fuera contra los
intereses reales.
Hasta donde he podido investigar, no hay una conexión directa entre este grupo
familiar en estos años y Cuba. Sí es cierto, sin embargo, que hubo un Antonio
de Carvajal, el viejo, originario de Toro, en Zamora, entre los primeros
pobladores de la isla, quien acompañó a Hernán Cortés a México en 1521 y allí
tuvo privilegios hasta su fallecimiento, y probablemente, estuviesen
emparentados en algún punto.
Volviendo a Luis de Carvajal el Mozo y su familia, porque hay que recordar que
toda su familia fue procesada por la inquisición y quemada en la hoguera en
1596 y después, es el epítome del criptojudaísmo de la época. Es decir, es un
hombre que decide volver a la religión de sus ancestros y convertirse en el
guía espiritual de su grupo familiar y de amistades.
Sin embargo, se trata de alguien con dudas y miedos, como todo ser humano con
sentimientos contrarios al status quo, y por ello se retracta, involucra a
decenas de personas que practicaban el judaísmo en secreto en el México
colonial, es perdonado por la inquisición, pero reincide y entonces lo condenan
a la hoguera.
Durante todo el proceso, Carvajal el Mozo escribe cartas a sus hermanas y libros
de oraciones, no hay que olvidar que pertenecía a una familia prominente de
judeoconversos, se había educado con los jesuitas en Medina del Campo, una
orden que aceptaba a descendientes de judeoconversos, y había sido parte de las
más de 90 familias, varias criptojudías, que su tío trajo a fundar el Nuevo
Reino de León en lo es hoy el noreste de México y el suroeste de Estados
Unidos. Una historia que se conoce muy bien en esas regiones.
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Manuscrito de Luis Carvajal |
La frase que refieres es el núcleo de la fe criptojudía, es decir, estas eran
personas que vivían en la Edad Media en la que la religión es todo para ellas y
por otra parte pertenecen al segmento poblacional que también vivió alejado de
los centros de poder urbano y donde la inquisición tardó en llegar y no sólo en
México, donde el tribunal se establece oficialmente en 1569, sino en el propio
Reino de Castilla y León, de donde vienen los Carvajal, son localidades
lejanas, intrincadas, de difícil acceso para los inquisidores, mucha gente se
convirtió formalmente, pero siguió practicando el judaísmo en privado.
Estamos hablando, por ejemplo, de la frontera entre el reino portugués y el
castellano – leonés, con una topografía de montañas – las montañas de León a
las que se refiere D. Miguel de Cervantes en el Quijote -, estas son gentes de
costumbres y tradiciones acendradas por siglos, que se conocen muy bien los
unos a los otros y saben cómo evadir las persecuciones inquisitoriales. Hay
disímiles testimonios de cómo se organizaban para evadir las persecuciones y
ralentizar los procesos. Por una persona capturada, decenas, sino cientos,
quedaban seguras.
Al mismo tiempo, a medida que pasan los años, las leyes judaicas se van
perdiendo y queda sólo la memoria ancestral del origen étnico religioso,
mezclada con prácticas religiosas sincréticas, en este caso del catolicismo.
Hay investigaciones, por ejemplo, sobre las oraciones criptojudías, la creación
de santos y santas que no están en el santoral católico, como San Moisés, o
Santa Esther, es decir, se crea un neo judaísmo que sobrevivió hasta inicios
del siglo XX.
Todavía hoy los descendientes de estas personas se llaman a sí mismas judías y
la cultura popular así las considera. El estigma hacia la autoidentificación
judaica se ha ido perdiendo y aunque hoy muchas de estas personas no practiquen
el judaísmo o ninguna otra religión, sin embargo, conservan esa consciencia
cultural de venir de judíos porque sus padres y abuelos se lo trasmitieron, tenían
prácticas familiares peculiares y en su fuero interno son judías y así se
sienten.
Hay también quien ha olvidado esa historia o no les interesa, es algo de lo
cual no se habla o enseña en las escuelas, aunque también es verdad que, a
pesar de lo que vemos en los medios de comunicación españoles en estos días,
España está llena de asociaciones y organizaciones que rescatan el legado judío
del país, desde Cataluña hasta Galicia y desde el País Vasco hasta Andalucía.
En la zona de donde era la familia Carvajal hay Museos, Centros culturales,
congresos, publicaciones y en estos mismos días, el propio Fermoselle está
recuperando su judería histórica y todo lo que refiera a esa parte de su
historia.
Existía una gran presencia portuguesa en
Cuba en el siglo XVII, lo cual era decir presencia judía. Y en l608
se publica Espejo de paciencia de Silvestre de Balboa, poema que
según Moreno Fraginals "es el primer poema cubano transculturado de la
isla y que destaca la naturaleza del país de adopción". Pero
también, señala que Balboa escribió el poema para ocultar la realidad del
contrabando en Bayamo. Es decir, héroes y acusados son los
mismos. ¿Qué otra lectura podría tener el poema en cuanto a la alianza de
los criollos y los judíos en la transgresión de la ley?
En efecto, en el mismo momento en que se escribe el
poema, los oficiales tanto de la corona como los eclesiásticos estaban siendo
investigados por tratos con el contrabando. Durante todo el siglo XVI, desde
los primeros años de la colonización, vemos cómo este último se desarrolla
tanto por iniciativas propias de los pobladores , incluidos obispos, como
financiado por las potencias europeas enemigas de la monarquía hispánica –
Inglaterra, Francia y luego Holanda. La piratería era común, tanto Santiago de
Cuba como La Habana, las dos principales ciudades, fueron saqueadas por los
piratas, que además eran contrabandistas.
Por ejemplo, Camaraco, conocida luego como Isla de Pinos, desde su
descubrimiento por Colón en 1494, fue un punto de refugio para cosarios y
piratas, fue además propiedad de familias judeoconversas de primeros pobladores
de Cuba como los Rojas y los Pedroso. Los españoles le prestaron atención sólo
en el siglo XIX ante la amenaza de Inglaterra de ocuparla si no paraban el
contrabando en ella. El historiador César García del Pino dedicó un libro
entero a documentar los ataques piratas en Cuba. Recomiendo su lectura porque
ilustra muy bien ese tema en la historia cubana.
Se tiende a pensar que la riqueza de Cuba fue construida a partir del
desarrollo de las industrias azucarera y tabacaleras, pero estas se impulsan a
finales del siglo XVIII y durante el XIX, antes era el contrabando uno de los
que hoy se llamarían reglones más importantes de la economía. En el contrabando
estaban involucrados todas las clases sociales, funcionarios de la corona, la
iglesia, los vecinos de las villas, personas de todas las etnias y situación
socioeconómica. Hay crónicas de cómo los contrabandistas eran recibidos por las
poblaciones con las que comerciaban, en las crónicas se les llama herejes,
luteranos y portugueses.
El episodio de San Juan de los Remedios narrado por Fernando Ortiz en Una
pelea cubana contra los demonios, tuvo lugar en 1611 y ahí se comprueba
toda la simbología del contrabando como demoniaco, el estigma inquisitorial de
la época contra los judíos no permite que se pronuncie esa identidad religiosa,
pero entre líneas sabemos que es de ellos de los que está hablando. Los
contrabandistas hablaban castellano perfectamente. Por cierto, en la película
de Tomás Gutiérrez Alea hay un personaje portugués interpretado por Reynaldo
Miravalles, el único que se salva de toda la tragedia. Es una obra en la que
tanto Ortiz como Gutiérrez Alea trabajan la historia involucrando la
complejidad sociocultural de esos años coloniales.
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Fotograma de Una pelea cubana contra los demonios |
Con respecto a los portugueses, estos llegan a
Cuba con Cristóbal Colón, en el libro he subrrayado cómo junto con los primeros
españoles desembarca un Juan Arias, portugués, como ves el nombre y el apellido
son hispanos, pero el texto le llama portugués porque la gran mayoría de los
judíos españoles salieron a Portugal, los cálculos son que más de la mitad de
los hebreos de los reinos cristianos, en la banda centro occidental de la
actual España, fueron al reino portugués, cuya población judía aumentó
considerablemente. En otras palabras, decir portugués equivalía en este momento
a decir judío. Además de Juan Arias vinieron dos más porque al llegar Colón a
Madeira y Lisboa, primero que a Sevilla, el rey de ese país detiene a los
navegantes portugueses, al menos dos más, que iban en la primera expedición.
Entre 1492 y 1497, los judíos pudieron vivir abiertamente en Portugal y hasta
1498 en el Reino de Navarra a donde también salieron. La expulsión portuguesa
fue muy peculiar, el rey don Manuel mandó a reunir a todos los judíos del reino
en Lisboa para supuestamente dejarlos embarcar al norte de África, pero en vez
de eso, lo que hizo fue tirarles, literalmente, baldes de agua y así
bautizarlos. Hubo violencia porque muchos no querían aceptarlo y huían, Samuel
Schwarz cuenta cómo los judíos se lanzaban de los edificios, se suicidaban
junto a su familia y muchos otros actos en contra del bautizo forzado, pero al
final, la mayoría fue “bautizada” y se le permitió regresar a sus lugares de
residencia en el reino.
Por otra parte, el rey Manuel prohibió que la iglesia los molestara y aunque
hubo episodios de violencia contra conversos portugueses en 1506, una gran
parte se retiró al noreste y es allí donde surge con fuerza el marranismo o en
la retórica eclesiástica de la época, los nuevos cristianos.
Esta fue una población distintiva que había traído oficios y saberes de los
reinos vecinos, además de cantidad de población, lo cual la ayudó a
fortalecerse económica y financieramente, no tenía más remedio si quería
sobrevivir. La inquisición no llegó a establecerse en Portugal hasta 1536 y en
ese momento ya los conversos habían establecido redes comerciales dentro y
fuera de Portugal. En 1531 Carlos V autoriza el asentamiento de portugueses en
Cuba y en 1566 tenemos noticias de una portuguesa llamada Luisa Melena,
residente de La Habana, a quien se le entrega un arma para defender la ciudad
de los ataques de los piratas.
En 1580 los reino portugués y español se unifican y es cuando los portugueses
pueden asentarse libremente en todos los territorios españoles y como las
Américas eran el sitio para crecer económica y financieramente, muchos se
vienen al nuevo mundo.
En el asalto de Jacques de Sores a La Habana en 1555 mueren 10 portugueses que
el pirata había secuestrado en La Española, el piloto de la nave en que vino
era un Pedro Bras, portugués, y su segundo en la piratería era un Juan Navarro.
Esto demuestra lo expandida que estaba la presencia portuguesa en la región
durante esos años.
En 1602 la inquisición procesa en La
Habana a un Manuel Tavares portugués, en 1605 a otro llamado Samuel de Araujo,
residente de Baracoa, acusado de ayudar a los contrabandistas, y entre 1606 y
1607, el gobernador de la isla Pedro de Valdés censa a los portugueses en el territorio,
quejándose de que eran “cristianos nuevos”, superaban a los castellanos en
residencia y controlaban el comercio de la ciudad. El 1613, el gobernador de La
Habana acusa al de Santiago de Cuba de cobijar a portugueses de alto poder
financiero, lo cual en parte era cierto, pero César García del Pino consideró
que estas no eran más que pugnas por el control del contrabando, que era donde
estaba el juego económico de la época.
A mediados del siglo XVII, entre 1636 y 1649, a través de la documentación de
los casos inquisitoriales, se sabe que en La Habana había una comunidad
criptojudía que realizaba ceremonias judaicas y que varios portugueses,
residentes en la ciudad, fueron procesados por la inquisición en Cartagena de
Indias que era donde se encontraba el tribunal. A partir de esas fechas, las
colonias holandesas se abren al asentamiento de familias judías en Curação, Surinam, donde se podía vivir sin la
persecución inquisitorial.
Por otro lado, los “nuevos cristianos” se había establecido también en Jamaica
que, como sabemos, era feudo de la familia Colón emparentados con la casa de
Braganza, portuguesa, pues bien, ellos acogen a mucha de esta población
luso-española desde antes de 1536, cuando se establece la inquisición en
Portugal. Esta es la misma población, sus descendientes, que, en 1655, cuando
Jamaica pasa a la corona inglesa, va a Santiago de Cuba, Bayamo y eventualmente
a lo que hoy es Las Tunas y Holguín. En Bayamo hubo un barrio llamado,
precisamente, Portugal.
Como anécdota hay que decir que, con el desarrollo de las pruebas de ADN,
muchos cubanos están descubriendo que tienen altos porcientos de portugués y,
como nunca se ha contado esta historia de las inmigraciones de los “nuevos
cristianos” , marranos o criptojudíos pues se asombran o lo encuentran fuera de
lugar, sin embargo, una vez más se demuestra que, aunque no se haya contado
antes no quiere decir que no haya sucedido o no sea verdad.
Estos “nuevos cristianos” o marranos intentaron salir de Portugal a toda costa
después de 1536, fueron ellos los que fundaron las comunidades sefardíes en
Ámsterdam, Recife, Curazao y posteriormente Nueva York. Se esparcieron por todo
el Caribe y varios de sus descendientes se establecieron en Cuba por diferentes
vías. Hay muchos apellidos portugueses en Cuba todavía hoy como Acosta, Araujo,
Barreto, Báez, Ferreira, Fonseca, Lima, Matos, Melo, Pereira, Pinto, Pires, Silva
y muchos otros.
En 1762 con los ingleses en la Habana, año
próspero desde el punto de vista económico para la isla, se establecen
contactos comerciales entre judíos y criollos como Hernando de Castro, judío y
padre de la industria azucarera cubana radicado en la isla de Guadalupe.
Hay que pedir préstamos en el exterior para el
desarrollo de la industria en Cuba, en ausencia de un banco comercial en la
isla. Los judíos tienen un papel protagónico como intermediarios para
conseguir dichos préstamos, lo cual tiene consecuencias en el surgimiento del
estereotipo que los define como mercaderes cuyo principal interés era el
enriquecimiento personal. ¿Cómo afecta todo esto la convivencia entre
cristianos y judíos?
Los primero es aclarar que, como se ha dicho antes,
técnicamente hablando, no había judíos en Cuba, en todo caso cripto judíos y
como demuestran algunos casos inquisitoriales, judaizantes. Es decir, no había sinagogas u cualquier otro
tipo de asociación pública que fuese judía. Sencillamente estaba prohibido por
las leyes.
El imperio español era monárquico y católico, ninguna otra religión estaba
permitida en sus territorios y para asegurarse de ello estaba la inquisición
que, como se sabe, no sólo perseguía a los seguidores de la Ley de Moisés, sino
también a los de la “secta” de Mahoma -lenguaje de la época-, los luteranos,
los alumbrados (o místicos), las herejías (ateísmo, blasfemias, brujerías), los
llamados solicitantes (de sexo, especialmente los sacerdotes), adivinos y, por supuesto, aquellos que leían libros prohibidos indizados por la iglesia.
Todo esto está detallado en el Edicto que se publica en 1610 cuando se crea el
tribunal de Cartagena de Indias.
Lo que pasa es que, como explica Stephen Silverstain en su libro sobre los
mercaderes de La Habana a
finales del siglo XVIII y sobre todo inicios del XIX, debido al flujo de
inversiones y la necesidad de liquidez financiera a través de los bancos
extranjeros, se reactivan los viejos estereotipos antijudíos con raíces en la
Edad Media, el de la usura, la ambición, extranjería, etcétera, lo cual,
mezclado con el surgimiento de una clase criolla, deseosa de diferenciarse
nacionalmente en una cultura católica, hace que emerja el fantasma del judío.
Es decir, lo que es judío es todo aquello que obstaculiza el desarrollo
de la maquinaria esclavista del momento, aprobada tanto por la monarquía como
por la iglesia, propiedad de una clase que ya empieza a mirar a la metrópoli
como un estorbo.
Es una mentalidad que culpa al Otro judaico de lo que ella misma está llevando
a cabo para así limpiar su culpa. Al no haber un banco nacional cubano, los
préstamos debían venir de prestamistas extranjeros para enriquecer a los
criollos y, como también demuestra Silverstain en su libro, los intereses a los
préstamos eran iguales en todos los bancos fuesen quienes fuese los dueños. Lo
judío más que los judíos, que no existían, por lo menos como
comunidad legal y pública, empiezan a ser usados como chivo expiatorio de todos
los males “nacionales”. Es lo que después veremos con el nazismo y los
fascismos (Franco, Mussolini), es una vuelta de tuerca más entre el
antijudaísmo y el antisemitismo.
Por cierto, que la Otredad de lo judío en ese momento, como también lo
escribe Silverstain, es compartida con los pardos, es decir los mulatos, grupo
social este último que era mucho más visible que los judíos mismos que sólo
existían en la imaginación de los criollos.
¿Podrías aclarar la diferencia entre antijudío y antisemita?
El antijudaísmo español tiene sus raíces en la edad media en la era de las
conversiones masivas, es decir 1391 y 1492, la iglesia se oponía al judaísmo en
tanto y cuando significaba una amenaza al dominio cristiano de las almas, si la
persona se convertía, aunque hubiese sido judía, se consideraba cristiana y si
volvía al judaísmo se le procesaba como hereje cristiano o apóstata, no como judío.
Hubo judíos muy respetados en sus comunidades que se convirtieron sinceramente
al cristianismo y nunca fueron molestados. Luego, en el antijudaísmo el
conflicto se mantiene al nivel religioso, al menos teológicamente, en la
realidad las fronteras eran difíciles de delimitar, pero, en rigor, si la
persona se convertía no era molestada a menos que hubiese sospechas o denuncias
en su contra por judaizante.
Sin embargo, después de la rebelión conversa en Toledo en 1453, se impusieron
las llamadas Leyes de limpieza de sangre, las cuales estipulaban que por 3
generaciones los hijos de conversos no podían acceder a cargos reales y/o
eclesiásticos, es decir, en este caso, ya no es sólo el aspecto religioso el
definitorio de cómo se percibe a una persona, sino que la etnia misma te marca
por un largo período de tiempo, lo cual, en realidad, es toda una vida para 3
generaciones. Esto es ya antisemitismo puro y duro. Lo único que salva que no se
extienda drásticamente es la famosa práctica hispana de que “las leyes se
acatan, pero no se cumplen”. Es decir, la presencia judeoconversa estaba tan
extendida en la sociedad hispánica que era prácticamente imposible hacer
cumplir las leyes de limpieza de sangre y al final se terminaban aplicando sólo
a los estratos más pobres mientras que los estamentos más elevados, los nobles,
los altos cargos de la iglesia y por supuesto la emergente clase comerciante,
pasaba de una ley absurda que no tenían ningún sentido.
Esa era, a grandes rasgos, la diferencia.
Tanto la Declaración de la Independencia
de las Trece Colonias (1776) como la Declaración de los Derechos del
Hombre y el Ciudadano (1789) abren los caminos para la aceptación de diferentes
grupos de personas en Francia con sus resonancias en otros lugares. Se crea en
Francia el Sanedrín en 1807, la base del judaísmo moderno en Francia.
¿Cuáles son sus repercusiones en Cuba, si las
tuvo?
Las hubo en tanto formaban parte de la ilustración y su
influencia llega sólo a las clases más altas que viajan y se empapan de la
nueva cultura europea, la ilustración, el romanticismo, la centralidad del
individuo, el triunfo de la razón frente a la religión. No hay que olvidar que,
a finales de siglo XVIII, Cuba está iniciando su propia revolución económica,
impulsada por la producción de azúcar, basada en la esclavitud, lo cual
ralentiza la puesta en práctica de cualquier idea libertaria. A medida que las
independencias latinoamericanas se imponen en el continente, Cuba se convierte
en la receptora de toda la mentalidad conservadora, España se aferra a la isla
al tiempo que enfrenta sus propios retos liberales en la península.
Es un mundo de contradicciones, las grandes revoluciones del momento, la
americana, la francesa y la latinoamericana no parecen llegar a Cuba, pero al
mismo tiempo se sienten sus efectos, por ejemplo, el fin de la esclavitud y de
la inquisición en Latinoamérica dinamizan el continente; con respecto a los
judíos, desde mediados del siglo XVII, Curação y Jamaica son los grandes enclaves sefarditas con ramificaciones por todo
el Caribe (México, Colombia, Venezuela) y con contactos clandestinos en las
todavía colonias españolas de Cuba y Puerto Rico. En la expedición de Narciso
López vienen judíos a Cuba y luego en la primera guerra de independencia también
participan algunos.
Es decir, Cuba resiste a los influjos libertarios de la época, pero eso no la
exime de recibir las influencias en el lado psicológico, cultural y poco a poco
también el económico en tanto se flexibilizan las relaciones con las nuevas
naciones en el continente.
En la literatura cubana del siglo XIX hay
indicadores según el crítico de literatura Stephen Silverstein de referencias
antijudías muy claras en la novela Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde,
en Sab de Gertrudis Gómez de Avellaneda por mencionar solo dos ejemplos,
sin embargo, la balanza se equilibra al recordar al Obispo Espada y sus textos
en defensa de los judíos, presente también esa defensa en Félix Varela y en
José María Heredia. ¿Algunas referencias a la imagen del judío en Cuba a principios
del siglo XX?
Desde finales del siglo XVIII, sobre todo
después de la revolución francesa cuando se le otorga ciudadanía a los judíos,
es decir dejan de ser ciudadanos de segunda clase para convertirse en miembros
de plenos derechos de la nación, gesto político que repercutió en que, poco a
poco, los judíos ganaran los mismos derechos en otros países, el judaísmo en
general comenzó a ser aceptado como una religión culturalmente válida en
occidente, algo que anteriormente disfrutaba sólo el cristianismo en sus dos
variantes principales, catolicismo y protestantismo.
Los judíos ya no tienen que simular su
identidad verdadera, pero al mismo tiempo, al poder ser ciudadanos completos,
se produce un giro existencial mediante la “ilustración” de estilo judío llamada
“haskala” a través de la cual, básicamente, los judíos se asimilan a las
naciones de residencia, abandonan la religión y surge lo que hoy llamamos el
laicismo, no sólo entre los judíos, sino entre los cristianos también, es
decir, las creencias religiosas dejan de ser el factor definitorio de la
persona y ahora lo será el raciocinio, la mentalidad científica, la religión
pasa a ser un recuerdo, una memoria, un origen ancestral si se quiere, pero no
fundamento de verdad, lo que Nietzsche a finales del XIX llamaría la muerte de
Dios.
Como bien apuntas, el judaísmo y los judíos en
la literatura cubana del momento comienzan a ser representados a ambos lados
del espectro de aceptación, aunque hay que decir que, en rigor, nunca hubo un
movimiento antijudío en Cuba en esos años, por el contrario, debido a la
intercepción entre derechos ciudadanos y lucha anticolonial, entre los cubanos
independentistas y los judíos hubo sintonía ideológica y también, al ser
sefardíes muchos de los judíos asentados en el Caribe, también sintonía
cultural, tanto unos como otros estaban en contra del dominio español
metropolitano.
Simón Bolívar, por ejemplo, recibió ayuda de muchos judíos sefardíes, y años
después sucederá lo mismo con José Martí, los sefardíes de Jamaica, por
ejemplo, apoyaron la independencia cubana, los hermanos Córdoba, fundadores de
uno de los periódicos más influyentes de la isla, apoyaron la visita de Martí a
Jamaica, y, como seguramente sabes, Horacio Rubens, el abogado del PRC, era
judío, como el general Carlos Roloff y otros oficiales del ejército libertador.
Es decir, entre los cubanos independentistas y los judíos hubo empatía mutua,
algo que, como sabes, Jaime Einstein, aborda muy bien en su novela La isla
de Abraham.
Hay un ensayo muy ilustrativo de la investigadora Maritza Corrales acerca de la
relación de José Martí con los valores judíos, Martí estudió hebreo en Zaragoza
como parte de sus estudios de filosofía y letras; entre sus textos más
relevantes está una crónica de la celebración de Janucá, aquí en Nueva York, en
el año 1882, donde incluye la famosa frase: “de la patria puede tal vez
desertarse más nunca de su desventura” que representa muy bien el sentir de los
exiliados políticos. En ese texto de Martí puede intuirse esa sintonía entre
los judíos y el deseo independentista de los cubanos en el siglo XIX.
Con respecto a inicio del siglo XX habría que decir que los judíos sefardíes
que están en Cuba en ese momento, unos 500, según algunos historiadores, están
totalmente aplatanados, se reconocen en términos de origen hispano hebreo vía
Ámsterdam, Curação, Jamaica, y
otros sitios, pero no hay sinagoga ni institución de ningún tipo. Por ejemplo,
en una fecha tan temprana como 1875 había una sastrería en la calle Obispo que
tenía en la vidriera una foto de Maimónides, una tradición judía sefardí que
ofrecía a los desconocidos una señal de acogida, los hermanos Barouch, sefardíes
turcos, llegan en 1899, y la familia Lobo, por ejemplo, en el año 1900.
Hay que considerar que un buen número de los soldados norteamericanos que
llegaron a Cuba en 1898 eran judíos y se estima que alrededor de 1000 se establecieron
después de la guerra, y alguno que otro movió sus negocios a la isla. Ese es el
grupo que se conoce como los americanos antes de la llegada masiva de
sefardíes de Turquía en 1906. En general, estos primeros años del siglo XX en
Cuba son bastante efervescentes y no conozco ningún estudio que se haya
concentrado en esos primeros momentos después de la independencia en 1902.
Tú señalas la participación de los judíos en la Guerra de Independencia de
1895, ¿Podrías señalar muy brevemente qué sucede después de la guerra en cuanto
a sus efectos en la comunidad judía y su diario vivir en la isla?
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Carlos Roloff |
Carlos Roloff, que luchó en las dos guerras de
independencia cubanas, fue tesorero de la República y realizó el padrón de los
soldados del ejército libertador, falleció en Guanabacoa en 1905.
Horacio Rubens mantuvo casa e intereses económicos en Cuba hasta la caída de
Marchado, donó un tren a la presidencia del país, hoy expuesto en La Habana
Vieja, y construyó un palacio con rasgos mudéjares cerca del Mariel, hoy en
desuso y deteriorándose; falleció en Nueva York en 1941.
Los hermanos Eduardo y José Steinberg, que llevaron a Martí a Cayo Hueso y
fundaron el Club Abravanel, se mudaron a Cuba después de la independencia y en
1950 José recibió un homenaje organizado por la Logia Bene Brith.
Del capitán Kaminski y el mayor Schwartz no he podido encontrar nada más que
las referencias en un artículo de Jaime Sarusky, incluidas en el libro.
La comunidad de los americanos llegados después de 1898 no era
particularmente religiosa, se movía entre los dos países y ayudaron a los
inmigrantes sefardíes y más tarde a los askenazíes de Europa del Este a
establecerse en la isla, pero había diferencias lingüísticas y culturales muy
marcadas y muy pocos de este grupo se aplatanaron, por lo menos en estos
primeros años del siglo XX.
Perla Rozencvaig, profesora jubilada de español,
Literatura y Cultura Hispanoamericanas en Barnard College y en
Columbia University. Autora de Reinaldo Arenas: Narrativa de
Transgresión y co-editora de Reinaldo Arenas: Alucinaciones, Fantasías y
Realidad. Sus estudios sobre la obra de Enrique Labrador Ruiz,
Virgilio Piñera, Zoé Valdés y Jaime Einstein han aparecido en revistas
especializadas de los Estados Unidos y Europa.