Saturday, May 6, 2023

Memoria histórica en Cuba, contar la historia no oficial*


 Por Luis Felipe Rojas

En los libros de estudio en Cuba no aparece el traslado de campesinos que colaboraron con los guerrilleros alzados contra Fidel Castro en el Escambray –a unos 260 kilómetros de La Habana- y otras partes de Cuba. Tampoco aparecen los testimonios de las personas que denuncian que sus derechos más elementales han sido violados en las cárceles cubanas. Llenar ese vacío fue el objetivo del ex prisionero político, escritor y periodista de origen cubano Pedro Corzo, cuando fundó en septiembre de 1999 en Miami el Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo (IMHCCT).

El triunfo de la revolución cubana en 1959, la victoria en Bahía de Cochinos y el fin de la guerra del Escambray a finales de la década de 1960 está documentado en el registro museográfico de Cuba. Estos y otros hechos de relevancia desde que Fidel Castro llegó al poder, aparecen en los manuales de historia y libros de textos escolares en diferentes niveles de enseñanza.

Las operaciones de la Seguridad del Estado contra los intentos de exiliados cubanos desde Estados Unidos de derrocar al gobierno regido por el Partido Comunista de Cuba, tiene un museo en el Memorial de la Denuncia. Los grupos de vigilancia a nivel de comunidad en todo el país, constituidos en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), también tienen un museo.

Sin embargo, poco se sabe de los fusilamientos masivos contra altos oficiales, otros miembros y simpatizantes del régimen de Fulgencio Batista (1952-1958). Por años se ha acusado el gobierno cubano de la falta de garantías jurídicas al establecer los tribunales revolucionarios para condenarlos a muerte o largas penas de cárcel hace varias décadas.

La historia que se imparte en las escuelas, los medios de prensa y el propio gobierno de Cuba sostienen que todos sus opositores son «mercenarios» al servicio de potencias extranjeras como Estados Unidos.

“Todas las formas son válidas”

Consultado por la Voz de América sobre la metodología de esta organización independiente, Corzo apunta: “No discrimina ningún método, recogemos desde la lucha armada hasta la lucha no violenta. Creemos que todas las formas son válidas para derribar un régimen que ahoga cualquier capacidad y posibilidad de expresión plural”.

Hasta la fecha el Instituto ha producido 15 documentales que recogen testimonios de ex prisioneros políticos y familiares de fusilados por acciones contra el gobierno cubano, como el dedicado a Porfirio Remberto Ramírez Ruiz, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en la antigua provincia de Las Villas, fusilado el 12 de octubre de 1960.

También han dedicado libros impresos y otros materiales en video a describir los hechos que llevaron a la invasión por parte de la Brigada de Asalto 2506 por Bahía de Cochinos, las incursiones de militares cubanos anticomunistas en distintos conflictos en África o las huelgas de hambre como herramienta de protesta y resistencia en las cárceles cubanas.

Desde la instauración del gobierno revolucionario, Castro responsabilizó a las diferentes administraciones del gobierno de Estados Unidos de fomentar la violencia, acusándolos de apoyar a los distintos grupos anticastristas que optaban por infiltrarse en territorio vecino, ya fuera para organizar la lucha clandestina o cometer actos de sabotaje.

-Emprender una compilación de datos así ¿pudiera terminar inclinando cualquier esfuerzo para registrar los hechos hacia un sesgo ideológico, partidista?

-“Se acordó crear una institución que no se comprometiera políticamente con ninguna estrategia, con ninguna organización, con ninguna política, salvo aquella que tienen a la democracia y el respeto a la dignidad humana como su primer punto de referencia”, responde Corzo.

Una “oferta” variada

Para el historiador y escritor cubano radicado en Nueva Jersey, Enrique Del Risco, la constancia es un factor fundamental en la compilación de la memoria histórica.

“Creo que todo lo que se haga en ese sentido es válido. Creo que el Instituto está haciendo un trabajo serio, constante, que es una de las cosas más importantes acá en este tema”, explica Enrisco, autor también de varios libros de memorias, ficción y humor.

Con la aparición de los blogs en los años 2000 y la popularización de YouTube, salieron a la luz diferentes proyectos alternativos que van desde la historia de los gremios empresariales o sindicales en la Cuba anterior a 1959 hasta la guerra cubana en Angola de la segunda mitad del siglo XX.

La Academia de la Historia de Cuba en el Exilio, así como Archivo Cuba que “documenta el costo de vidas de la revolución cubana y estudia la justicia transicional”, son algunos de los proyectos tienen la memoria histórica como centro. Mientras que el blog Havanaluanda muestra en su portal digital que “los historiadores pro-castristas sólo han tratado aquellas aristas que les conviene políticamente”, al tiempo que invita a sumarse a los colaboradores y a quienes deseen aportar datos.

Instituciones independientes y centros universitarios también se enfocan en la historia de Cuba de décadas recientes.

“Hay mucha gente que está tratando de hacer lo mismo, y hay ahora mismo una oferta indiscriminada. Es muy difícil en esa vorágine tratar de imponer un poco de cordura. Hay mucho desconocimiento en los cubanos mismos sobre lo que ha pasado en Cuba, desconocimiento que uno va subsanando cuando sale porque en Cuba es muy difícil acceder a buena parte de este material”, sostiene Enrisco.

Tanto Corzo como Daniel Pedreira, quien es un joven cubanoamericano con un doctorado en Ciencias Políticas y que imparte tal materia en la Universidad Internacional de la Florida (FIU), sostienen que el Instituto es el primero de su tipo, al haber sido fundado sin que haya un cambio de gobierno en Cuba, a diferencia de otros América Latina que han sido creados tras el fin de los conflictos armados.

Un muro de contención

Durante décadas el gobierno cubano se ha negado a recibir la visita e inspección de un relator de derechos humanos de la ONU, al menos desde que en 1994, con Castro en el poder, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, José Ayala Lasso visitara la isla.

Por otra parte Cuba ha sido reelegida para varios mandatos consecutivos en al Consejo de Derechos Humanos de la ONU. “Esto no sólo recompensa el pobre historial de Cuba en materia de derechos humanos, sino que también socava la integridad del Consejo para responsabilizar a los gobiernos abusivos por sus acciones en la región y en todo el mundo”, indica una carta de diferentes organizaciones de la sociedad civil que fue difundida en 2020 por Freedom House.

Los críticos resaltan que La Habana, por tanto, ha gozado de éxito a nivel internacional evitando cualquier tipo de sanción.

“Eso se debe a que el gobierno cubano ha dedicado recursos que no dedica a su pueblo, pero los dedica a propagar esa visión de su historia, la historia cubana a su forma. Y eso a través de sus embajadas y agentes alrededor del mundo durante 64 años, eso… cuando uno martilla una mentira muchas veces pudieran pasar muchas generaciones alrededor del mundo que se van creyendo esas mentiras”, sostiene Pedreira.

Corzo es pesimista a la hora emitir las denuncias por medio de organizaciones internacionales y que así llegue a la ONU. “Han contado con numerosos recursos y las grandes relaciones que posibilita un gobierno. El gobierno cubano ha tenido desde que llegó al poder, la habilidad de generar fuera de Cuba una clientela política muy vasta y que transita por la academia, el arte en cualquiera de sus manifestaciones y en las ciencias, y eso es muy difícil de contrariar, muy difícil de neutralizar”.

Para el politólogo y experto en temas cubanos desde FIU, Sebastián Arcos, influye mucho cuando las denuncias son contra un “gobierno de derecha”.

“Desafortunadamente en el mundo la izquierda ha logrado en gran manera ganar la guerra cultural, y me explico: es mucho más fácil llegar a instituciones internacionales o a la prensa cuando se trae una denuncia de un gobierno de derecha que de un gobierno de izquierda”.

En ese sentido, insiste Arcos: “es mucho más fácil criticar a un (Augusto) Pinochet que a un Fidel Castro”.

Desde hace décadas organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Freedom House o el Comité para la Protección de los Periodistas expiden informes parciales en los que exponen casos de violaciones a los derechos humanos en Cuba y a la vez que condenan estos actos emiten recomendaciones a La Habana.

Consultado por la Voz de América, Cristhian Jiménez, coordinador de campaña para el Caribe por Amnistía Internacional, refutó que sobre su organización pese algún tipo de influencia o la ejerzan ellos mismos.

“No hacemos referencias a formas de gobierno, en todo caso donde haya una violación a los derechos humanos, nosotros actuamos; es parte primordial de nuestra especialidad, independientemente de la ideología política del gobierno, el interés económico o la religión”, asevera.

Conservar la memoria histórica

“El camino es largo y difícil”, Corzo espera que el registro de tales denuncias “sirva a organismos internacionales que se ocupen de conocer la tragedia cubana, de divulgarla, y que en alguna medida sirva de experiencia a otros países, a otros pueblos y a los mismos cubanos del mañana de no volver a repetir los errores del pasado”.

Jiménez enfatiza en que Amnistía Internacional tiene como trabajo fundamental la recepción de denuncias, la investigación puntual y entonces la actuación en tales casos. “Para la memoria histórica es imprescindible tener ese tipo de información, sin importar el país donde eso suceda, de la mano de información sólida es posible en el momento o en el futuro poder alcanzar juicios justos y alcanzar justicia para las personas que fueron violentadas en sus derechos humanos”.

Corzo insiste en que la perseverancia en esta labor es fundamental, debido a ingente cantidad de recursos que La Habana dedica “todo el tiempo” a divulgar sus ideas por el mundo. “El gobierno cubano no se descuida, no mira enemigos pequeños; para ellos todos los enemigos son de igual intensidad y de igual riesgo para su poder”.

*Publicación original en ‘VOA’.

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