(Estos ensayos son partes
del libro 1959. Cuba, el ser diverso y la Isla imaginada, presentado en
Miami durante el Festival VISTA del mes
de diciembre del año
2019)
Por Manuel Gayol Mecías
1
Contexto, circunstancia y materia
La Imago es
algo muy diferente a lo corpóreo. Son límites paradójicos. Lo corpóreo, físico
o material es como la suma de las posibilidades más extremas ante la Imago, pero que hasta ahora no han
logrado alcanzar el umbral de la transición, que nada más podrá darse en algún
momento futuro de la evolución mediante la poesía-fe-espiritualidad.
La Imago, entonces, es la suma de la
inteligencia y la sensibilidad, de los puntos espaciales y el destiempo, y
asimismo es el sentido de la ubicuidad; es todo el sentido energético de lo
imaginario. La Imago así resplandece
como esperanza de transformación; es la posibilidad de volver a retomar el
camino que venía del origen; a que haya un paso real hacia Dios (o hacia el
universo o hacia el centro de sí mismo), aun cuando muchos seguirán pensando en
sus dioses, pero serán, todos, la reconformación de un solo Dios (o de ese
cosmos exterior o interior).
Para
ello lo corpóreo tiene que regresar a su latencia en conexión con lo
imaginario. Y la imaginación tendrá que volver a su movimiento positivo que la
hace contactar con lo físico. Entonces la imagen del poeta que somos otra vez
será auténtica.
La Imago permite regresar de la oscuridad
negativa a través de la experiencia, que está relacionada con el hecho de decir
que conocimos la terrible soledad de la Nada. En la asimilación de esta larga y
cruenta experiencia se encuentra la fuerza (paradoja al fin, la Nada nos da la
fuerza), y esa fuerza de la experiencia tiene que ser comprendida y valorada
como tal. Nuevas generaciones tendrán que luchar contra sí mismas, para no
dejarse llevar otra vez, por imágenes virtuales, por luces ficticias que
envuelven la verdadera oscuridad de esa vacuidad devoradora.
El
cubano deberá crear entonces, con sus mil formas diferentes, la posibilidad de
volverse a conectar con su centro, que es la imaginación en su juego perdurable
con lo corpóreo (contexto, circunstancia y materia), y para ello, el cubano
tiene que regresar a la poesía en su expresión más libre, vinculándose
estrechamente con el mundo de las luces y las sombras, que van y vienen, que
entran en lo físico y entran en el espíritu, y forman el presente que no puede
detenerse. Siempre ha de estar en movimiento perpetuo, que es cambio (por
supuesto —en el caso de los creyentes— hasta su unión con Dios, que es
movimiento y quietud al mismo tiempo y que, por ende, es ubicuidad).
Cuando
el cubano alcance este estado de ser otra vez, empatará el ciclo roto de la espiral
y su identidad empezará a avanzar de nuevo. El reino de lo corpóreo-imaginario
es la naturaleza misma del cubano; es su Realidad. El centro que siempre ha
ejercido su fuerza centrípeta. Es el manantial del ámbar como fuerza
transparente, netamente invisible pero sentida. Es el andar poético en el que
la noche del trópico resplandece otra vez, y las ciudades, los montes y el mar
de la Isla recuperan su imagen anterior, quizás idílica pero auténticamente
zalamera, tierna, inteligente y apasionada a la vez, por la simple razón de que
van a ser nuevamente valorados y disfrutados por quienes nunca han dejado de
tener derecho a ellas.
En el
trópico de la Imago la noche es
fiesta. Es La Habana de Guillermo Cabrera Infante con su algarabía de danzas y
música incesantes. Es la iluminación de los cabarets,
las modelos, el ir y venir de los turistas, es la atmósfera de un sueño que
sueña la noche entre bailes y risas, danzones y boleros, jazz y poesía, música
de cámara y concierto, música de ópera y ballet;
volverán así las viejas voces y se conocerán las nuevas, y la ciudad de
Santiago se inundará también de las presencias recordadas, de las vivas y las
muertas. La nostalgia aquí es sana, porque es vitalidad sin soledad, con los
visos de lo nuevo. La Imago es poesía
y es una verdadera danza perpetua. Y habrá música clásica, culta, de concierto,
en la posibilidad de situarse entre los peldaños más altos de la armonía, sin
que sus creadores tengan que buscar otros horizontes y la música sea, toda, un
manantial de vibraciones nuevas.
Y si la Imago es recuerdo, nostalgia, pasado, es
también, y mucho más, presente, futuro y la combinación del juego artístico, en
el cambio constante. El cambio es algo intrínseco en este reino; no puede ser
de otra manera. El cambio es la acción que siempre se espera pero que nunca se
puede saber qué es.
2
Libertad
y unidad
(En
el profundo cielo de la Imago)
Desde una perspectiva global, digamos, al cubano —a
partir de 1959— como ser específico dentro de la generalidad humana, le pasó lo
que a todo occidental cuando la cultura, debido al cisma del cristianismo,
perdió una enorme parte de su sensibilidad imaginaria, al desprenderse de
valores de la civilización oriental10.
La pérdida de “saberes” imaginarios y espirituales
trajo el predominio del mundo corpóreo, creando un vacío de potencialidad
imaginativa en el ser pensante occidental. De ahí que cuando surgió la imagen
de una supuesta gesta emancipadora, en todos los órdenes de la vida, la
imaginería del cubano, por estar inmerso en la tradición occidental, llenó sus
huecos con un sistema de imágenes que se contradecía con lo que sucedía en la
realidad concreta; en otras palabras, las imágenes que se creaban en la mente
de los cubanos eran falsas, espejismos que provenían de sus deseos y no de sus
circunstancias económica, política y social. Si empezaron a darse los
fusilamientos, los encarcelamientos indiscriminados, la tortura y un discurso
de la violencia, la cerrazón y el totalitarismo, la imaginación en las mentes
creaba una dimensión épica de lucha contra un aparente mundo viejo, lleno de
asesinos y esbirros, de contrarrevolucionarios, de “gusanos”, un mundo
anacrónico y malvado que había que superar y eliminar a toda costa. Y esto era
la locura quijotesca de un pueblo, de no reconocer qué ni cómo la verdadera
realidad circundante se estaba engendrando. Dicho de otra manera, el cubano
—por el mito y el espejismo— se había cegado ante su circunstancia visible y le
había dado paso a otro mundo pleno de egolatrías y fantasmagorías medievales,
producto de un impresionismo mental. De este modo puede decirse que la Imago ya se había esfumado.
Ah,
pero aun cuando pareció haberse ido, la Imago
siempre tiene el recurso de aparecer otra vez, o de dejarse atrapar de
nuevo. Es el reino del retorno, conseguido por la inflexión de una duda
creativa. Y las primeras dudas que saltan después de tantos años de
estancamiento son las que pretenden saber: “¿quiénes somos más allá de la
materia?”; o si “¿más que carne somos espíritu?”; o es que “¿somos imágenes de
algún dios?”; y es que entonces “¿podemos imaginar la libertad y la unidad?”. Y
nos damos cuenta de que “libertad y unidad” son las palabras clave para que la Imago resurja. Al pronunciar “libertad y
unidad”, al pensar “libertad y unidad”, al sentir “libertad y unidad” se abren
las puertas, y el sendero se va cuesta arriba, hacia un lejano reino que se
vislumbre en el horizonte. Y la primera verdad que surge es que la Imago se puede alcanzar, y en uno de sus
niveles altos se encuentran los dioses y la poesía, y más allá, al final, en el
mismísimo profundo cielo de la Imago,
estaría la fe del cubano que deberíamos ser.
3
La Isla Imaginada
y el origen de sus mitos
Los mitos políticos son creadores de imágenes y esas imágenes,
interrelacionadas, dan lugar a espejismos. El espejismo de la “Revolución”
cubana empezó con los cinco mitos fundacionales: el de “Robin Hood” y el de la
“Isla de la Utopía”, el de “David contra Goliat”, el de la “isla bloqueada por
el imperio” y el del “invencible Comandante en Jefe”; posteriormente continuó
en la reproducción de todo un discurso revolucionario basado en nuevos mitos,
lemas y eslóganes9.
El mito, como imaginación
histórica y sustento de nuestros arquetipos ancestrales, es provechoso para la
cultura de cualquier nación. Lo que sucede es que los mismos mitos que nutren
el inconsciente colectivo de un país no dan señales nunca de cuándo se van a
convertir en mitos políticos, para ser usados en nombre de una ideología o de
un partido y ser esgrimidos en contra de su oposición.
Los mitos, los lemas y
eslóganes, como imaginaciones políticas, son dañinos cuando se busca con ellos
la persuasión y, al mismo tiempo, la imposición de determinadas ideas sobre un
pueblo o sobre un partido o grupo de hombres que puedan dirigir un país. En
este caso, lo que constituye la esencia de estas ideas es su función de
falsedad para engañar a sus receptores; su significado mentiroso para conseguir
apropiarse de las mentes de grandes mayorías, a las que convierte en masas.
El mito político así no solo es
estrategia (porque conforma un plan que hay que seguir para obtener su
objetivo), sino además es un arma que habilidosamente usada sirve para
obnubilar y embelesar las mentes. Lo que convierte al país — regido por una
fuerte plataforma política— en un lugar superficial y fantasioso, donde la
verdadera realidad no está presente, haciendo que lo que dicten las leyes no
sea la lógica objetividad de la justicia, sino los caprichos y conveniencias de
un caudillo, de un dictador o tirano. Los Gobiernos y sociedades populistas y
socialistas se caracterizan por ser países con una historia llena de mitos,
estereotipos y lemas políticos, la mayoría de ellos totalmente obtusos. Y la
enorme cantidad de estos falsos recursos políticos que constituyen a un país
como Cuba (podríamos añadir a Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, entre
otros más, quizás) dan lugar a la creación de un gigantesco conjunto de
mentiras, a tales extremos que pudiéramos utilizar el término del Espejismo
(con mayúscula en su carácter importante de sustantivo), para identificar a
Cuba y a ese conjunto de países mencionados que están orbitando —como
satélites— alrededor de ella.
En este sentido el Espejismo
provoca la “ilusión” de la utopía; una ilusión metafórica de una realidad que
ha sido totalmente distorsionada; una realidad que es netamente un oxímoron,
como en estos ejemplos de: “Cuba, el paraíso”, o “Cuba, potencia médica”, o
“Cuba, faro de América Latina” o “Cuba, territorio libre de América”, como ya
dijimos que fue el segundo mito fundacional del Espejismo.
Por otra parte, se sabe que hay
ideas que posibilitan la fabricación de estas falacias; es decir ideas que, en
un momento determinado, pasan a ser un mito en sí mismas, según el nivel de
importancia que un caudillo logre imponerle, como era esa de que “el poder
político de una nación solo se podía tomar mediante la lucha armada”. Falso. La
historia contemporánea ha demostrado que ha sido un engaño, un fraude, un
embuste, una trampa esgrimida principalmente en muchos discursos de Fidel
Castro, siguiendo —según él— lineamientos del marxismo-leninismo, y los
manuales revolucionarios del Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR)
del Partido Comunista de Cuba.
Esa idea constituyó un mito
fabricado por la mente de Castro, quien pensó que lo que él había logrado con
su rebelión, era lo que había que hacer en América Latina para quitarles el
poder a los Gobiernos que representaban a las oligarquías10.
Esta idea la desarrolló también el Che Guevara, cuando en la Tricontinental
afirmó que había que crear “dos, tres, muchos Vietnam”11.
♦♦♦
Es provechoso considerar el estudio que hacen Axel Kaiser y Gloria Álvarez
en su libro El engaño populista… (ver
en la Bibliografía general), en el que se reconoce cómo ya desde el siglo XVI,
con Michel de Montaigne y después con Jean-Jacques Rousseau, toda la política y
la historia de la izquierda revolucionaria se comenzó a proyectar de una manera
cada vez más clasista y utópica hasta dar lugar a la base, supuestamente
científica, del marxismo-leninismo.
Los autores de El engaño populista… descubren uno de
los mitos de Montaigne que catalogan del “más destructivo”, y es aquel en que “el
beneficio de unos es el perjuicio de otros”12.
Esta idea es realmente la plataforma del marxismo en cuanto a —como dicen los
autores nombrados— que “la acumulación de capital basada en la propiedad
privada de los medios de producción es el resultado de la explotación del
empresario”. Ya, desde aquí, podríamos decir que comienza a crearse la imagen
de un mito fabricado.
Pero el marxismo, primero, y el
marxismo-leninismo después, basado en la lucha de clases y en la toma del poder
a través de las armas y la revolución es la historia contemporánea que ya hemos
conocido, sufrido y a la que no le queda nada más por hacer y decir, pues ha
sido y es uno de los hechos históricos más evidentes de un fracaso colosal que
le ha costado al mundo millones de millones de muertos y países destruidos,
ejemplos extremadamente dramáticos como fue la Unión Soviética, China (que aún
persiste, con su capitalismo de Estado), Cuba (con ya 60 años de miseria
material y espiritual) y la más reciente de Venezuela, con 18 años de
autoritarismo, y que es el ejemplo más fehaciente de la catástrofe
“revolucionaria”, por ser uno de los países más ricos de América Latina y que,
dicho sea de paso, nunca ha tenido un bloqueo ni embargo y, como es un país de
amplias fronteras, en pocos años han sido millones de seres humanos los que han
huido y continúan escapando.
Pero en mi criterio, actualmente
el mayor peligro no radica en el socialismo del siglo XXI, aplicado a estos
países, en los que habría también que nombrar a Bolivia, Nicaragua (en franca
explosión popular en estos momentos en que escribo) y Ecuador, que se ha
desconectado políticamente de un expresidente retórico, arbitrario y aspirante
a dictador perpetuo como Rafael Correa.
No obstante, el riesgo se
encuentra realmente en el gramscismo, que se ha desarrollado solapadamente en
las universidades, instituciones y organizaciones sindicales de muchos países
latinoamericanos, en toda Europa y hasta en Estados Unidos.
Este es el verdadero agujero
negro que, desde hace muchos años, meticulosa y silenciosamente, ha venido
socavando las bases de muchas sociedades democráticas, como de hecho planteaba
Antonio Gramsci, uno de los intelectuales de izquierda del siglo XX que,
paralelo al mismo marxismo, trazó las coordenadas de una proyección
neomarxista. Es decir, su concepción, mucho más brillante que la de Marx, por
ser de naturaleza solapada, paciente y organizada, de tomar el poder no a
través de la lucha armada, de la violencia, como se hizo en Francia cuando la
Bastilla o en la Rusia de los zares, cuando se llevó acabo la toma de palacio,
o en la misma Cuba que se tomó el poder mediante una rebelión armada, sino
mediante la apropiación de la conciencia social. Era (y todavía lo es) el hecho
de lograr la hegemonía de la cultura. Y esto, realmente, fue su mayor
genialidad, porque no solamente con ello daba (y da) al traste con la
democracia, sino que además le da a la ideología y a la política una
investidura netamente intelectual, centrando toda la preocupación de sus
presupuestos en alcanzar el control total de la civilización, que es como decir
apoderarse de la conciencia social y política del mundo occidental.
A mi modo de ver, esta
“concientización” de la sociedad, de los intelectuales y de la política es lo
que ha hecho que, en países latinoamericanos, de endebles estructuras
institucionales, la “izquierda más agresiva” (que es como decir la izquierda
más populista de todas las izquierdas) se haya hecho fuerte durante muchos años
y haya tenido tantos logros populistamente políticos. Incluso, recordando
algunas de mis conversaciones con mi amigo, el Dr. Pedro Coutín, este me amplió
la idea de que no solo ello sucede en los países latinoamericanos. “En
realidad”, me añadió, “el estado actual de los medios y la educación
monopolizados por la ‘izquierda ‘, también revela su terrible hegemonía aquí en
Estados Unidos y en Europa”, que es donde menos se hubiera creído.
Después de que, en el proceso
político de América Latina, la violencia revolucionaria se hubo de venir
depauperando y su mito de la toma del poder por las armas se hubo de desplomar,
Fidel Castro cambió su estrategia, porque le daba, ciertamente, un lugar de
sabio consejero y maestro de todos los movimientos comunistas, y se dedicó a
proyectar la hegemonía de sus ideas políticas con todo un andamiaje de nuevas
argumentaciones, nuevos mitos e influencias en América Latina. De aquí que se
pueda decir, casi de una manera literal, que la Isla se haya estado proyectando
durante muchos años como un faro político para los otros países del Caribe y
del continente sudamericano, incluso, usando como plataforma el famoso Foro de
Sao Paulo, Brasil, en julio de 1990.
10 Como ilustración de este
fenómeno, cito de nuevo a la ensayista Ivette Fuentes en su trabajo mencionado:
“Noticias de la Quimera: avisos de
mística sufí en la poesía de Eliseo Diego”:
El gran cisma dentro del
cristianismo, que permitió rupturas y conmociones que aún hoy siente y padece
toda la cultura de occidente, trajo como resultado una grave escisión en el
pensamiento universal con la consecuente pérdida de valores de la que derivó,
entre otros desaciertos, el desgajamiento de los elementos de las
civilizaciones orientales y de este modo se desvirtuó el significado real de la
cultura apreciada como el gran cúmulo integral de sabiduría, conocimientos y
modos de ser del hombre, en toda su dimensión. De superar su terrible
suficiencia el hombre occidental, sus “saberes” —como perfecto poliedro—
pudieran completarse con las aristas que la cultura oriental brinda para
abismarse en recodos que hace tiempo olvidara, atendido más a los conocimientos
permitidos por la “razón” y olvidado de la introspección en sí mismo que se
busca en la voz de sus sentidos y, a través de estos, de su corazón.
9 A partir del triunfo de la rebelión,
y de los cinco mitos fundacionales ya citados, nuevos mitos, lemas y consignas
fueron dados a través, principalmente, de los discursos de Fidel Castro: “El
genio está en las masas. El genio es masivo”; “patria o muerte, venceremos”;
“al socialismo le debemos todo lo que somos hoy”; “a la Revolución no hay quien
la detenga”; “toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo”;
“vamos a crear riqueza con la conciencia y no conciencia con la riqueza”, entre
muchísimos más.
10 Pura contradicción también, porque
han sido solo él, su hermano y el minoritario grupo de sus “generales
históricos, incluyéndo al Che Guevara” los que han mantenido el poder durante
años y años y años. Además de que su sentido de lucha por el dominio y control
total (de él y sus “históricos”) ha estado siempre inspirado en una naturaleza
violenta, represiva, guapetona y mafiosa.
11 Ernesto “Che” Guevara: “Mensaje a los
pueblos del mundo a través de la Tricontinental”, en forma de folleto como
suplemento de la revista Tricontinental [órgano del Secretariado Ejecutivo de la
Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina
(OSPAAAL), La Habana, 16 de abril de 1967].
12 Michel de
Montaigne: Essays of Montaigne, vol. I, p. 239. También por Google
a través de [https://www.gutenberg.org/files/3600/3600-h/3600-h.htm].
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