Por Luis Leonel León
En 1962, cuando Rafael Soriano (Cidra, 1920-Miami, 2015), uno de los grandes pintores cubanos de ímpetu y trayectoria avant-garde, optó por salir de Cuba y establecerse en los Estados Unidos, ya era un artista reconocido en la isla. Tenía consciencia del daño que la revolución socialista de Fidel Castro representaba para la sociedad en la cuál había crecido y entendió que irse era la mejor opción para él y su familia, pero no tenía idea de cuán hiriente e insospechada podría ser la experiencia del exilio.
En sus primeros años en Miami, producto del ensordecedor puñetazo del desarraigo y de tener que trabajar en otras actividades para sostener a los suyos -como le había sucedido a muchos cubanos desde entonces- Soriano no fue prolífico en su pintura. Incluso no pintó por dos años. Pero no se quedó de brazos cruzados y convirtió la angustia en arte, en viaje hacia uno de los elementos que mejor supo utilizar en sus lienzos y en su existencia: la luz.
Comenzar de nuevo
Gracias a la fortaleza espiritual con que logró asimilar su condición de exiliado y al apoyo de uno de sus más entusiastas coleccionistas, pudo entregarse de lleno otra vez a su pintura. Logró sobreponerse a la pérdida del paraíso isleño, al peso del pasado y al áspero oficio que siempre es comenzar de nuevo, desde cero, y fue edificando una obra trascendente que prestigia colecciones privadas y públicas, que se exhibe en museos y galerías y es estudiada en universidades.
El exilio fue sin dudas su más larga carrera de resistencia, aprendizaje y hallazgo. Un segundo aire, de mayor intensidad y alcance que todo lo que antes había experimentado. No en balde el crítico e historiador del arte Alejandro Anreus, defiende que una de las fascinaciones que ejerce la obra de Soriano es resultado precisamente del camino doloroso y a la vez de inevitable renacimiento que significó la vivencia -por medio siglo- de su exilio.
Una luz en el exilio
Por ello no es fortuito que la indagación en el peculiar impacto que tuvo el fenómeno del exilio en la vida y en la producción artística de Soriano, sea una de las claves y propósitos del documental Hacia la luz/Into the Light, proyectado este fin de semana en el Museo Americano de la Diáspora Cubana (conocido como El Cubano), en Miami, donde se exhiben las conmocionadas Cabezas de Soriano.
Hacia la luz, dirigido por el cineasta estadounidense David Schler, y producido por Beverly Jacobson-Schler, avalados por 16 premios Emmy y con más de 30 años de experiencia en cortometrajes y documentales, tiene casi una hora de duración.
Con una cuidada y emotiva factura, el filme (bilingüe: inglés y español) no sólo recorre aspectos importantes de la biografía y el arte de Soriano, sino que deviene en un ensayo audiovisual, con matices líricos, que viaja a través del mundo pictórico y místico del artista matancero. Y a la vez completa la exposición, compuesta por una veintena de piezas, todas motivadas por la temática de las cabezas, una de las más conmovedoras y reflexivas en Soriano.
Enigmática probidad filosófica
"Pocas representaciones de la cabeza humana en los últimos treinta años alcanzan la rica densidad pictórica de estas obras, así como su enigmática probidad filosófica", afirma Alejandro Anreus, co-curador de esta muestra, que compila pinturas de las primeras cuatro décadas del largo exilio de Soriano.
En su tierra, la mayor resonancia alcanzada por Soriano se debe a su destacado trabajo dentro del grupo de los Diez Pintores Concretos, quienes en los años 40 y 50, con todo el fervor de la década de oro de la cultura cubana, desarrollaron en la isla un sendero muy particular, animados por el descubrimiento del concretismo europeo y latinoamericano, e influenciados (en el caso de Soriano) por otras vanguardias y experimentalismos como el movimiento surrealista.
1943 es un año fundamental en su vida. Al graduarse de la prestigiosa Academia de Bellas Artes San Alejandro, en La Habana, vuelve su natal Matanzas para fundar la Escuela Provincial de Artes Plásticas, junto a sus colegas Roberto Diago, Manuel Rodulfo Tardo y José Núñez Booth. Pero llegó el fatídico 1959 y el estatismo revolucionario lastimó (lastró en no pocos casos) la perspectiva y la creación de una buena parte de los cubanos. De ahí que Soriano, como muchos otros, compró un boleto de ida que -entonces no lo sabía- jamás encontraría su retorno.
"En los años 50 Soriano es un magnífico pintor. Yo diría que es el mejor de los pintores concretos. Pero es el trauma del exilio lo que lo transforma en un gran pintor", dijo Anreus en entrevista con Radio Televisión Martí.
La aventura metafísica
Anreus, nacido en La Habana y quien con su familia se exilió en 1970 en los Estados Unidos, considera que es "el vacío, la ruptura del exilio" lo que hace que el arte de Soriano "logre una profundidad emocional y pictórica que es sencillamente extraordinaria. Desaparecen las estructuras geométricas, aparecen unas formas biomórficas, orgánicas, y surgen estas figuras en estos espacios, donde están flotando, están coexistiendo con una serie de elementos que evocan un mundo misterioso, místico y mítico. Esa pintura se vuelve en sí misma una especie de aventura metafísica".
"Mi padre llegó con 42 años. Ya era un artista maduro, establecido, y llegó aquí y no tenía nada. No era nadie, era un nadie", recuerda Hortensia Soriano, hija del pintor, en el documental. Sus padres pensaron que Miami sería una estancia temporal. "Sin embargo, al darse cuenta de la permanencia del régimen comunista de Castro, se convirtieron en ciudadanos de los Estados Unidos en 1976, haciendo de los Estados Unidos su hogar".
El director ejecutivo del Long Beach Museum of Art, Ronald C. Nelson, dice entender que "haya gente que [ante el exilio] no quiere volver a trabajar otra vez y pierde ese espíritu. Tiene mucho sentido. Pero cuando eso lo llevas dentro, puedes explotar si no lo pintas".
El documental
Según Schler, apenas empezó a trabajar en Hacia la luz (rodado en Estados Unidos y Cuba) hay dos cuestiones cardinales intentó responderse: ¿Qué es ser un exiliado, y cómo es poder trascender esa experiencia?
"Entonces me di cuenta que una de las cosas que había aprendido era que todos éramos exiliados o que todos teníamos estas experiencias conflictivas o traumáticas en nuestras vidas, de una forma u otra, ya sea que hayamos perdido el trabajo o que hayamos terminado un matrimonio. ¿Cómo manejamos estos conflictos?", comentó Schler.
Otra de las enseñanzas para el realizador, en el proceso de explorar la obra y la vida de Soriano, fue que "debemos buscar las respuestas adentro". "No hay respuestas afuera de nosotros. Y así encontramos el camino y la visión para seguir adelante. En el caso de Soriano el encontró una dirección completamente nueva, la cual compartió con nosotros y podemos pasar por la experiencia de esta dimensión completamente nueva", expresó el director de cortometrajes marcados por las artes plásticas como Painting Out of Doors, Frammenti della Vita y Crossover/The Conversation.
Para Anreus, un admirado profesor del departamento de arte de William Paterson University, enfrentarse a una obra de Soriano puede resultar una "experiencia meditativa" si el espectador no se conforma con sólo mirar.
Los cuadros de Soriano, asegura Anreus, demandan que "uno vaya más allá de mirar una obra superficialmente. Uno tiene que ver. Uno entra en una experiencia profunda de la pintura. Y estoy más que convencido de que fue el trauma del exilio, ese sufrimiento, esa ruptura, lo que lo ayudó a él a trascender a través de su pintura. Y eso hizo que su pintura se agigantara, se volviera extraordinaria, con un poder visual y espiritual".
Fe vs. ruina
Pero no sólo la pesadumbre es palpable en estos lienzos del "maestro de la luz". Anreus, quen ha sido curador en el Montclair Art Museum(1986-1993) y en el Jersey City Museum (1993-2001) y ganador en 1993 del Premio Nancy Hanks a la Distinción Curatorial de la Asociación Americana de Museos: percibe que la esperanza, el poder de la fe, es otra de las claves que persisten, en irremediable contradicción, en las Cabezas de Soriano.
"Son pinturas que tienen una dimensión paradójica porque dentro de las imágenes que pueden evocar sufrimiento o estoicismo, vemos también fragmentos de luz que nos dejan ver que hay una esperanza, que la aventura continúa, que uno no se puede rendir, que al contrario: el sufrimiento sólo tiene sentido a través de la trascendencia. Y estas pinturas de Soriano proyectan eso de una manera maravillosa", asevera Anreus, autor de varios libros sobre pintura cubana y cubanoamericana, entre los que destaca la monografía Luis Cruz Azaceta (cuya obra inauguró hace 4 años El Cubano).
Ante la dimensión de la obra de Soriano, Anreus no puede dejar de pensar en una frase del escritor inglés K. G. Chesterton: "la esperanza es sólo una virtud cuando vivimos momentos donde no hay esperanza". "Los cuadros de Soriano meditan sobre eso hasta cierto punto. Porque son éstas imágenes que proyectan una experiencia de dolor y a la vez se abren a una posibilidad de redención y de esperanza".
Hortensia Soriano cuenta que, intentando saber quién era realmente su padre, Schler la contactó y le explicó su proyecto fílmico. "Lo llevé a mi casa, habló con mi madre. Habló con varios historiadores de arte, curadores. Entonces lo ayudé a encontrar las personas apropiadas para hablar de la vida y el trabajo de mi padre".
"Cada vez que veo el documental veo cosas distintas y siempre me emociono. Unas de las partes en que me emociono más es cuando enseñan a mi padre pintando. Es una parte bien emocional para mí, pero siempre satisfecha de que otras personas puedan conocer la obra de mi padre, la historia de mi padre y de mi madre (Milagro Soriano) también. Porque ellos fueron un equipo único. Mami le hacía sus marcos, sus bastidores. Mi padre fue el artista, pero mi mamá la carpintera", manifestó.
Cabezas trascendentes
"Mi padre me enseñó tantas cosas. Ser una persona humilde, tratar de ayudar, de no hacerle daño a nadie. Si no tenía nada bueno que decir, no decía nada. Me enseñó muchas cosas para ser una persona buena", dijo la también directora de la Fundación Rafael Soriano.
Célebres instituciones atesoran la obra de Soriano: Museo de Arte de las Américas (Washington, D.C.), Patricia & Phillip Frost Art Museum (Miami), Smithsonian American Art Museum (Washington, D.C.). Y es parte de la colección de arte cubano del Museo Nacional de Bellas Artes (La Habana), a donde su familia planeaba "llevar de regreso" piezas realizadas por Soriano en el exilio, pues "su sueño siempre era que sus cuadros de aquí pudieran viajar a Cuba", revela Milagro en Hacia la luz. Sin embargo -según se expone hacia el final del documental- este proyecto se encuentra detenido producto de tensiones políticas entre el gobierno de Estados Unidos y el régimen cubano.
En una entrevista concedida años atrás a Radio Televisión Martí, Hortensia Soriano declaró que la obra "Preludio de un ensueño" está destinada, por encargo de su padre, a ser llevada Museo Nacional de Bellas Artes, en La Habana, "cuando Cuba sea libre".
Cabezas estará expuesta hasta el 8 de mayo en el Museo Americano de la Diáspora Cubana, donde el Dr. Alejandro Anreus ofreció este sábado una conferencia magistral sobre la obra de Rafael Soriano.
"Tanto la exposición como todo este ciclo de charlas y el documental dedicado a la vida y obra de Soriano reflejan la misión principal de este Museo, que es rescatar, mostrar y documentar las contribuciones artísticas y la memoria histórica y cultural de la comunidad cubana y cubanoamericana. Soriano es un pintor fundamental de nuestra diáspora", destacó Marcell Felipe, chairman de El Cubano.
Artículo aparecido originalmente en el sitio de Radio TV Martí.
No comments:
Post a Comment