Reproducimos a continuación dos cartas intercambiadas entre el Capitán General español Ramón Blanco y el Mayor General Máximo Gómez. En la primera, fechada el 5 de Marzo 1898 el español le propone al jefe del Ejército Libertador cubano una alianza con sus tropas para enfrentar la inminente invasión norteamericana.
Con la sinceridad que siempre ha caracterizado todos mis actos, me dirijo a usted, no dudando por un momento que su clara inteligencia y nobles sentimientos, los que como enemigo honrado reconózcole, harán acoger mi carta favorablemente.
No puede ocultarse a usted que el problema cubano ha cambiado radicalmente. Españoles y cubanos nos encontramos ahora frente a un extranjero de distinta raza, de tendencia naturalmente absorbente, y cuyas intenciones no son solamente privar a España de su bandera sobre el suelo cubano, por razón de su sangre española. El bloqueo de los puertos de la Isla no tiene otro objeto. No sólo es dañoso a los españoles, sino que afecta también a los cubanos, completando la obra de exterminio que comenzó con nuestra guerra civil.
Ha llegado, por tanto, el momento supremo en que olvidemos nuestra pasadas diferencias y en que, unidos cubanos y españoles para nuestra propia defensa, rechacemos al invasor. España no olvidará la noble ayuda de sus hijos de Cuba, y una vez rechazado de la Isla el enemigo extranjero, ella, como madre cariñosa, abrigará en sus brazos a otra nueva hija de las naciones del Nuevo Mundo, que habla en su lengua, profesa su religión y siente correr en sus venas la noble sangre española. Por todas estas razones, General, propongo a usted hacer una alianza ambos ejércitos en la ciudad de Santa Clara. Los cubanos recibirán las armas del Ejército español y, al grito de ¡viva España! Y ¡viva Cuba!, rechazaremos al invasor y liberaremos de un yugo extranjero a los descendientes de un mismo pueblo".
Su afectísimo servidor,
Ramón Blanco Erenas
Capitán General
Respuesta de Máximo Gomez a Ramon Blanco.
Sr. General Don Ramón Blanco
Señor:
Me asombra su atrevimiento al proponerme otra vez términos de
paz, cuando sabe que españoles y cubanos jamás podrán vivir en paz en el suelo de Cuba. Usted representa en esta Cuba una monarquía vieja, desacreditada, y nosotros combatimos por un principio americano, el mismo de Bolívar y de Washington.
Usted dice que pertenecemos a la misma raza y me invita a luchar contra un extranjero; pero usted se equivoca otra vez, porque no hay diferencias de sangre y raza. Yo solo creo en una raza, la Humanidad, y para mí no hay sino naciones buenas o malas. España ha sido, hasta aquí, mala, cumpliendo en estos momentos los Estados Unidos hacia Cuba un deber de humanidad y civilización. Desde el atezado indio salvaje hasta el refinado inglés un hombre es para mí digno de respeto, según su honradez y sentimientos, cualquiera que sea el país o raza a que pertenezca o la religión que profese.
Así son para mí las naciones, y hasta el presente sólo he tenido motivos de admiración para los Estados Unidos. He escrito al presidente McKinley y al general Miles. No veo el peligro de exterminio por los Estados Unidos a que usted se refiere en su carta. Si así fuere, la Historia los juzgará. Por el presente sólo tengo que repetirle que es muy tarde para inteligencias entre su ejército y el mío.
Su afectísimo servidor, Máximo Gómez Báez
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