Por Guillermo A. Belt
Aquel domingo 30 de junio de 1935, cuando se inauguró el Hospital Municipal de Infancia de La Habana, habían transcurrido 33 años, un mes y diez días desde la solemne proclamación de la independencia de Cuba, lograda al cabo de tres guerras y casi 300,000 vidas, que proporcionalmente representan el doble de las sacrificadas en la guerra civil de los Estados Unidos y la de España. Además, el país sufría las consecuencias de las convulsiones revolucionarias que frustraron el intento del general veterano de una de esas guerras de prolongar su mandato constitucional en la presidencia de la joven nación.
A pesar de
estos obstáculos y por iniciativa del alcalde de La Habana Miguel Mariano
Gómez, la firma de arquitectos de Evelio Govantes y Félix Cabarroca había
iniciado, en marzo de 1930, la construcción del primer hospital infantil de
Cuba, un bello edificio de hormigón armado con paredes de ladrillo y pisos de
terrazo, de seis mil metros de superficie cubierta.
A comienzos de
1931 el inmueble estaba terminado, pero como escribió su primer director
administrativo, el Dr. Agustín Castellanos y González, “desde entonces
permaneció cerrado, con sus paredes vacías, sin que ningún Alcalde se decidiese
a emprender la obra de su equipo e inauguración.”[1]
Esta situación
fue superada en 1935, como lo relata el Dr. Castellanos en el artículo citado.
El
advenimiento del Dr. Guillermo Belt y Ramírez a la Alcaldía de La Habana,
dotado de una energía y de unos principios que desgraciadamente no abundan
mucho en nuestro pueblo, fue seguido casi inmediatamente de nuevas gestiones
para su inauguración, que fueron acogidas por sonrisas y comentarios
anticipados por parte de los numerosos escépticos tan difundidos entre
nosotros, que en más de una ocasión auguraban resultados estériles a lo que
calificaban de “aventura” del nuevo Alcalde.
Según algunos
datos publicados en las redes sociales, el Hospital Municipal de Infancia, que
había atendido un promedio diario de mil consultas externas, con casi 300 niños
hospitalizados, continuó funcionando hasta la década de 1990 cuando fue cerrado
para una anunciada reparación y modernización.
Nada de eso se
hizo, y el hospital fue demolido en 2014, un ejemplo más del afán destructor
tan evidente en Cuba a partir de 1959. Sólo nos queda su recuerdo, el de aquel
país muy joven que avanzaba confiado hacia un futuro mejor.
Hospital infantil en los momentos en que era demolido. Hoy es un parque. |
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